La calle se llama ahora "Al ciclista Juan Félix Ramírez Bernal" y se encuentra en Jerez de la Frontera (Cádiz). Es una cuesta que conduce a la barriada de Estella del Marqués. Discurre cercana al cementerio y tiene una anchura suficiente y un carril para bicicletas. Al terminar hay una rotonda, dedicada al ciclista vulnerable, con un monolito y una bicicleta. Se inauguró en septiembre de 2017. Nombre nuevo y rotonda conmemorativa.
Cuando tuvo lugar el corte de cinta, el causante del accidente que le costó la vida a ese ciclista vulnerable pudo enterarse por los medios locales. Seguía en la calle y ni siquiera había sido juzgado. Estuvo en libertad hasta tres años después de la muerte que causó y fue condenado a cuatro años y medio de cárcel. Ha cumplido menos de dos años de pena de prisión. El tiempo, y el sistema, han sido clementes con él.
El 28 de abril de 2016 Juan Félix Ramírez Bernal tenía 46 años, era deportista y aficionado a los pedales. Tenía dos hijos, uno de veinte y una pequeña de diez. Era tan conocido como querido en la localidad por regentar un quiosco en la calle Arcos, un negocio heredado de su padre y que llevaba funcionando siete décadas. También era buen deportista, capaz de conducir la bicicleta cubriendo rutas de cien kilómetros. La tarde de aquel día había buena visibilidad, y decidió recoger en bici de montaña a su hija del colegio, pero la pequeña se quedó esperándolo. Su padre nunca llegó a su destino.
Según el atestado, no iba con el sol de cara ni había coches, pero sí un ciclomotor de 49 centímetros cúbicos. La bicicleta subía y el ciclomotor bajaba la cuesta. Lo conducía, en dirección contraria, un hombre de 56 años. “Se fue directo hacia él”, cuenta Isabel Barba, viuda desde ese día. Acusando el esfuerzo, Juan Luis iba mirando al suelo para afrontar la pendiente. Juan Félix levantó la vista y se encontró la embestida, instantes antes de que se produjera. No tuvo tiempo de reaccionar para evitarla. El impacto le causó un traumatismo craneoencefálico. Murió a los pocos minutos, tras intentar incorporarse un par de veces.
Isabel Barba y sus dos hijos odian con toda el alma que a esa vía se le cambiara el nombre en homenaje a su padre: a ellos lo que les cambió ese mes de abril fue la vida. La hija del matrimonio había hecho la comunión doce días antes de su muerte. “Recogimos el álbum de fotos en 2019. No fuimos capaces de ver las fotos en tres años”. Eran las últimas con la familia al completo.
También se le truncó la vida a su suegra y a su suegro. Ninguno de los dos se recuperó, hasta el punto de que los dos fallecieron poco después. La mujer, a los 10 meses, y el hombre, hace poco más de dos años. “Perder a un hijo es un golpe tremendo” cuenta Isabel, la viuda de Juan Félix. Lo sabe bien porque ella misma vio sufrir a su madre. Isabel perdió a un hermano también en un accidente de tráfico y su madre nunca se recuperó.
Inconsciente por el alcohol
Tras el impacto, el conductor del ciclomotor también cayó desplomado en el suelo. Luego, en la ambulancia, el personal médico se percató del fuerte olor: estaba borracho. Absolutamente ebrio. Tanto, que su falta de consciencia no se debía al golpe. Sus heridas eran leves.
Ante la incapacidad manifiesta del hombre para que se le realizase la prueba de alcoholemia por aire, la Policía Local de Jerez tuvo que pedirle al Juzgado la autorización judicial para poderle realizar una extracción de sangre, ya en el hospital. Se le efectuó a la hora del accidente y arrojó 1,75 gramos por litro. “Era un alcohólico y decidió coger la moto tras salir del bar. Si se la hubieran podido hacer nada más haberse producido el accidente, habría dado mucho más”.
En Jerez de la Frontera, la noticia del fallecimiento de Juan Félix fue un mazazo y causó mucha indignación. Poco después Isabel decidió cambiarse el color del pelo y pasar de morena a rubia. “Lo hice porque no podía ni andar por la calle. Todo el mundo me paraba para preguntarme. Lo pasaba muy mal, era rememorarlo todo una y otra vez”.
La tortura psicológica, la ausencia de ella y la justicia poética son los ejes de 'Muerte de un ciclista' la película de Juan Antonio Bardem. Son los hilos conductores que contraponen la culpa cobarde con la salvaguarda del prestigio social para acallar que han arrollado a un hombre que iba en bicicleta. A modo de disculpa, el personaje que interpreta Alberto Closas no puede evitar ir a conocer a la familia del hombre.
La familia de Juan Félix no sabe nada de esto.
Isabel recuerda con tristeza que ni el causante del accidente ni su familia se dignaron a disculparse por lo sucedido. “El hombre salió del hospital y se fue a su casa. Y allí nos quedamos nosotros, esperando la autopsia. Mi marido se fue para allá y él se quedó aquí, y además, en la calle, porque que yo sepa, ni fue detenido ni ingresó en prisión provisional”.
Las únicas disculpas llegaron tres años después y no fueron dirigidas directamente a la familia, sino al juez, cuando el hombre declaró su arrepentimiento. Pero antes, Isabel cuenta que la familia del acusado “se pasó la vista mirándome mal, como si yo fuera la culpable de que estuvieran juzgando a quien mató a mi marido. Hasta hubo que llamarles la atención”. El juicio se celebró en 2019. La acusación pidió cinco años de cárcel y finalmente hubo un acuerdo de conformidad en cuanto a la pena en el mes de junio: cuatro años y medio. El hombre debería haber ingresado en prisión entonces, pero desapareció durante todo el verano y fue imposible ejecutar la condena. Se entregó en septiembre e ingresó en prisión en otoño.
"Justicia injusta"
Ahora, cinco años después, la ciudad vuelve a estar indignada porque el culpable de la muerte de Juan Félix no ha pasado ni dos años en prisión. Isabel lo sabe porque la llamaron por teléfono hace una semana. “Ya está fuera, me dijeron. Es una vergüenza. En España sale muy barato matar. Mira a Farruquito, o a Ortega Cano... El alcohol es un atenuante, cuando lo importante es la persona que se va. Es injusto”. Mi marido se fue, y aquí seguimos sufriendo”.
El abogado de Isabel, J.M.P., indica a El ESPAÑOL que el acceso al tercer grado implica en principio que el culpable pueda pasar los fines de semana en su casa. “Bien por buena conducta, por ausencia de partes o porque el equipo técnico de Instituciones Penitenciarias haya estimado que es el momento de que se reinserte”. Se trata, subraya, de una “justicia injusta”.
Isabel regenta hoy en solitario el quisco de la calle Arcos para sacar adelante a la familia. Exige que en casos como en el de su marido “se cumplan las penas íntegras. Tendrían que cambiarse las leyes. Porque el alcoholismo es una enfermedad, pero no es de recibo que en España te caigan siete años por robar y en menos de dos años ya hayas cumplido tu pena cuando has matado a una persona. Además, ¿quién asegura que este hombre no lo vuelva a hacer?”.