Mundo Consciente, la secta negacionista de la Covid en Gredos: "El contacto íntimo era casi obligado"
El grupo llama a unirse a su retiro espiritual. EL ESPAÑOL habla con varias víctimas que alertan de abusos psicológicos, estafas y tocamientos.
8 agosto, 2021 01:42Noticias relacionadas
Bajo el lema “Vacaciones en Gredos”, una agrupación denominada Mundo Consciente comenzó hace años a expandir su mensaje a través de las redes sociales. Con el desarrollo personal como carta de presentación, este grupo promete una experiencia espiritual única en plena Sierra de Gredos. En un paraje natural a tan solo dos horas de Madrid, ofrecen un asentamiento que se anuncia como cálido, comprensivo y abierto. Con la llegada del estado de alarma, diversos medios se hicieron eco de esta comunidad que prefirió permanecer confinada en su particular paraíso montañoso al sur de Ávila.
Sin embargo, meses después, decenas de personas dicen haber sido afectadas por lo que, según su testimonio, parece tratarse de una secta. Actualmente, la Red de Prevención Sectaria y del Abuso de la Debilidad (RedUne) advierte de las prácticas abusivas de esta organización que aumentó su presencia online durante la situación del Covid-19.
“Este es un centro donde puedes aprender a ser más feliz”, “El secreto para ser feliz es vivir el aquí y el ahora”. A través de una publicación de Facebook con estas frases, Rubén llegó hacia la página de Mundo Consciente. Se encontraba en un momento de soledad cuando se topó de frente con la solución a su ansiedad. “¡La felicidad se aprende! Todas las actividades, el ambiente y el entorno que te ofrecemos están enfocadas a estimular tu capacidad de ser feliz”, rezaba un cartel donde se ofrecía un retiro vacacional en la sierra de Gredos.
“Mi intención era irme de vacaciones y conocer gente”, afirma Rubén en conversación con EL ESPAÑOL. “Ellos ofertaban actividades de yoga, danza y paseos. Quise probar algo diferente y me fui hacia allí”. No obstante, el primer encuentro dentro de aquel grupo no le causó una buena sensación. “Me llamó la atención que justo al llegar los monitores nos reunieron en una sala y nos hacían contar nuestros problemas más íntimos”, asegura. “En aquel momento pensé que me había metido en una secta, pero cuando la gente empezó a abrirse me sentí identificado con algún testimonio y decidí seguir para ver qué sucedía”.
Rubén ahora lamenta no haberle hecho caso a su intuición cuando entró a valorar las actividades que desarrollaban en aquella comunidad. “Hacían que la gente dudase de sus sentimientos e incluso los humillaban públicamente”, rememora. “Decían que te iban a sanar espiritualmente, pero solo hurgaban en tus heridas para generarte una dependencia emocional”. Afectado a nivel psicológico, Rubén regresó asiduamente a aquellos retiros en busca de la compasión y el cariño grupal que había recibido los primeros días.
Más adelante comprendió que aquel afecto inicial no había sido más que un cebo para captarlo y aprovecharse económicamente de él. “Te generaban la necesidad de asistir a sus cursos, terapias y videollamadas, todo previo pago. Me dejé más de 16.000 euros en pocos meses”, sostiene. “Me propusieron abandonar mi empleo y vender mi casa para permanecer allí”. Pero Rubén prefirió volver a su vida de siempre y buscar ayuda psicológica. Lejos de salir intacto, a día de hoy describe el trauma profundo que le supone el haberse sentido “engañado y estafado”.
Confinados en el retiro
A pesar de que Rubén fue una de esas personas que regresó a su casa, muchos fueron los fieles que quisieron permanecer en las instalaciones de Mundo Consciente durante la situación del estado de alarma del pasado 2020. A través de redes sociales, este grupo presumía de ser el último reducto sano de España, un espacio libre de Covid-19 debido a la saludable forma de vida que se practicaba allí dentro. “Muchos decidieron quedarse porque no había que usar mascarilla ni mantener distancias”, relata otra exadepta. “La gente se daba abrazos, besos y de todo sin usar protección”, describe. Desde marzo del año pasado, “Vacaciones en Gredos” hacía alarde de sus medidas higiénico-sanitarias, la mayoría de ellas basadas en pseudoterapias que en su página web anuncian como infalibles.
“Promovemos un programa para desarrollar el sistema inmunológico y hacer a nuestros residentes más resistentes al coronavirus”, escriben en su web. Posteriormente, dan a conocer sus recomendaciones: “beber cada quince minutos para que el virus vaya al estómago y no a los pulmones; tomar infusiones calientes de jengibre, que neutralizan el virus: promover los baños al sol y hacer gárgaras con soluciones desinfectantes eliminando los posibles virus antes de bajar a la tráquea y luego a los pulmones”. Estos métodos sin base científica eran promovidos como una alternativa a la ciencia común.
Tal y como relata una testigo: “Llegué a escuchar que los médicos no tienen ni idea y que las medicinas son malas, que todo se cura con un cambio de alimentación”. Aunque desde Mundo Consciente no se llamaba abiertamente al negacionismo, dentro de su seno se alimentaban opiniones no muy favorables a la vacunación y se aseguraba que el Covid-19 solo atacaba “a personas insanas, de malos hábitos”. En tiempos donde no se podían realizar reuniones se anunciaban como una especie núcleo familiar donde convivían más de treinta personas, incluido un niño de 10 años.
Según cuenta Juantxo Domínguez, presidente fundador de la asociación de prevención sectaria y de ayuda a las víctimas, RedUne: “Los grupos coercitivos siguieron funcionando durante la pandemia, algunos incluso crecieron gracias al uso continuo de internet”, señala. “Muchos se adaptaron muy bien a los nuevos formatos, por lo que el contacto con una secta te puede llegar a través de una masterclass, de un anuncio en una red social o, en el caso de Mundo Consciente, de una oferta de vacaciones”.
El experto, que lleva más de 20 años dedicado al estudio del fenómeno sectario en España, añade además que “el concepto de secta ha cambiado radicalmente. Hace décadas los casos más habituales nos venían desde organizaciones religiosas, hoy por hoy casi el 70% de las captaciones las logran de agrupaciones que aseguran estar enfocadas al crecimiento personal y al aumento de la autoestima de la persona”. Domínguez advierte de la rapidez del proceso de alienación y anima a usar el espíritu crítico y el contraste de información ante cualquier situación sospechosa.
La presión de grupo
Isabel buscaba su propia mejora personal cuando una amiga la convenció de unirse a un retiro espiritual en plena montaña. Una página de Facebook de más de un millón de seguidores la terminó de seducir del todo. Las publicaciones de Mundo Consciente concordaban con su forma de percibir el mundo. Amante de la sierra y de la naturaleza, no pudo dejar escapar la oportunidad de lograr el bienestar y el crecimiento espiritual que tanto ansiaba. “Escucharás el canto de los pájaros en tu ventana cada mañana y practicarás actividades de yoga, meditación, mindfuldness y biodanza”, plasmaba el portal de “Vacaciones en Gredos”.
Ajena a alguno de estos términos, puso rumbo a esta tierra prometida de felicidad a los pies de la sierra, donde el río Tajo y el Duero divergen y perfilan con su cauce un paisaje de postal. Allí los monitores la introdujeron a los demás y la animaron a integrarse, a liberarse emocionalmente, a contar sus penas y preocupaciones ante gente desconocida.
No obstante, desde el primer día Isabel afirmó sentirse confundida: “Te decían que te tenías que desprender de la culpa y del individualismo”. Pero desde el primer día sintió que le “daban una de cal y otra de arena”. Las primeras vejaciones públicas no se hicieron esperar, especialmente cuando su punto de vista difería del de los supuestos terapeutas que dirigían las actividades.
“Si no estabas de acuerdo en algo usaban al grupo para hacerte cambiar de idea”. La confusión, el miedo y las dudas iban en aumento cada día. En un principio, decidió quedarse porque ya había pagado aquellas vacaciones a un precio desorbitado. Sin embargo, pronto se vio aturdida y enzarzada dentro de una relación tóxica grupal. “Apenas tenías tiempo de pensar entre actividad y actividad. Si no querías acudir a algún taller iban a tu habitación a buscarte y te señalaban en público como una persona negativa, poco colaborativa o manipuladora”.
Pasadas las semanas, las reuniones en comunidad fueron intensificando su crueldad. Según el relato de la víctima: “En todas las salas se hablaba de nuestras sombras, casi nunca de lo bueno. Te lanzaban insultos sexistas como “calientapollas” o “reactiva””. Uno de los improperios más comunes era el de “cerebro de mosquito” o “atontao”. También eran habituales los golpes con cojines para “hacer despertar a la persona y que sea más consciente”. Se incitaba al grupo a denigrar a un miembro con la excusa de que así uno aprendía a afrontar las críticas y burlas.
“Nos decían que el dolor era algo pasajero y el sufrimiento, opcional”. No obstante, este tipo de prácticas la sumieron en una profunda depresión que desde su entorno le negaban. “Dudaba de mí misma al estar sola y pensaba que quizás ellos tenían razón”. Isabel relata que esta presión estaba destinada a su beneficio (y tu maleficio) económico. “Cuando pagabas el próximo retiro te aplaudían públicamente, te decían que eras consciente y te subían la misma autoestima que te habían destruido. Si no tenías dinero te comentaban que aquello eran creencias limitantes y te forzaban a pedirle una inyección económica a tu familia o al banco. Acabé arruinada”.
El trato a la mujer
Según cuenta la psicóloga experta en sectas Laura Merino: “Una de las formas de retención de la víctima más comunes es la de someterla a un proceso de despersonalización que puede pasar por cambiar su dieta, su forma de vestir, de expresarse o hasta incluso su propio nombre”. En Gredos se debía seguir una dieta obligada sin carnes, pescados, azúcar ni café. Pero, por encima de todo, Isabel resalta que la peor manipulación en este sentido se dio cuando se vio influida para emparejarse.
“Me decían que saliese con tal hombre, que conociese a aquel que era majo. Nos animaban a acercarnos”. Otra mujer que describe una experiencia similar es Nuria, quien afirma que desde el grupo se animaba al género femenino a contonearse de manera sensual hasta llegar al roce con los varones, especialmente con los líderes. “En muchas prácticas el contacto íntimo era casi obligado ya que de otra forma parecías que fueras rara”, relata. “En el ambiente que se creaba de compañerismo y confianza algunos hombres se aprovechaban de esa situación para tocarte indebidamente, también los monitores utilizaban su poder para seducir a las mujeres”.
“Todo incitaba al restriego con los jefes, especialmente durante las sesiones de contacto y los baños nudistas en las pozas. Ellos se aprovechan de chicas vulnerables, las tratan como objetos con la excusa de la paz y amor y del New Age”, asevera Luisa, otra afectada. Por su parte, describe que a pesar de tratarse de una comuna autodefinida como pacifista, dentro de ella fue testigo de un episodio de violencia hacia una joven: “Entramos en una habitación y vimos a uno de los monitores discutiendo con una chica a la que siempre calificaba de rebelde, reactiva y problemática. En un momento dado, le echó la mano al cuello, como si la quisiera ahogar”.
Luisa reconoce que a pesar de que aquel acto la horrorizó, fue incapaz de reaccionar. “Nadie en la sala actuó para defender a la muchacha, ni siquiera yo, me sorprendí a mí misma paralizada. Por un momento pensé que él, que era líder y maestro, tenía la razón y que todo lo que él hacía estaba bien hecho”.
Contra las acusaciones
Desde Mundo Consciente han negado la veracidad de las quejas a las que este diario ha tenido acceso a través de RedUne. La plataforma de apoyo a las víctimas respalda los testimonios de las personas que han dado su voz a este reportaje, las cuales han usado nombres ficticios para perseverar su seguridad psíquica y su derecho al anonimato. En contacto con este diario, el portavoz de la agrupación de Gredos ha restado valor a ciertos comentarios que califica como “rumores de la competencia o narraciones manipuladas de alguna persona descontenta con el servicio que dan, que probablemente no hayan entendido el espíritu de las vacaciones o padezcan algún tipo de desorden mental que ellos no pudieron manejar”.
En Mundo Consciente presumen de llevar “más de 20 años haciendo felices a las personas, produciendo grandes cambios en su personalidad y forma de vida”. El precio de su retiro se sitúa en 100 euros el día, cobrándose algunas actividades aparte. También se ofrecen retiros online por la cantidad de 10 euros, iniciativa que nació durante la pandemia. “Es una inversión emocional”, argumentan.
Tanto el portal RedUne-InfoSectarismo como la web EducaSectas han comenzado a expandir las primeras informaciones que alertan sobre prácticas abusivas descritas por actuales pacientes. Muchos de los cuales, según sus profesionales, padecen hasta día de hoy secuelas muy severas de depresión, ansiedad, pensamientos suicidas y una sensación de engaño y vergüenza que les impide desarrollar su día a día o tomar decisiones.
La psicóloga Laura Merino atiende tanto a las familias como a los afectados por grupos coercitivos en el gabinete TAP, de la ciudad de Madrid. Como experta recomienda a las personas cercanas a las víctimas que “no les increpen y les digan que están manipulados, sino que les den apoyo y permanezcan en contacto con ella en todo momento”. La terapeuta afirma que hay que ser comprensivos porque “en el mundo hay una secta para cada persona y todos somos vulnerables de ser captados en algún momento de nuestras vidas”.