Se llama José Luis Fernández (62), vive en Lepe (Huelva) y desde allí se ha convertido en el principal productor de neveras de playa en España y Portugal. Aunque, según cuenta, espera serlo también en todo el continente en cuestión de un año. Su pronóstico, desde luego, no se aleja de la realidad. En los últimos meses, sus icónicas neveras han llegado a decenas de países repartidos por todo el mundo: Egipto, Dubái, Inglaterra, Italia, Francia, Suiza, Alemania, EEUU, Suecia, Polonia, Noruega...
Que usted, lógicamente, pensará: ¿Para qué quiere un noruego o un sueco una nevera de playa con las bajas temperaturas que se registran, aun siendo verano, en el norte de Europa? Pues bien, justamente para lo contrario de lo que la usa, por ejemplo, un español: para evitar que los alimentos se congelen y así se mantengan a la misma temperatura. Una realidad en la que habían pensado muy pocos, pero que en cualquier caso no le escapó a este onubense, propietario y gerente de Polisur.
Sin más experiencia que la de haber vendido pescado y haber sido testigo de cómo el negocio de sus padres había tenido más pérdidas que beneficios, en 1984 José Luis Fernández comenzó su aventura empresarial. "Empezamos con el poliestireno expandido, hacíamos cajas para el pescado, semilleros para la agricultura, envases para los helados, protectores para los ordenadores...", explica este empresario, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Después, llegaron las neveras de corcho. Las míticas neveras blancas con dos asas azules que todos hemos utilizado alguna vez para ir a la playa. Esos modelos, claro está, funcionaron como la seda, pero después de décadas en el mercado José Luis se percató de una cosa. "Hace dos años, me di cuenta de que no había una nevera bonita de playa. Empecé a hacer prototipos, pensé en los modelos y se le fueron dando forma. Buscamos colores, elegimos tonos pasteles y después decidimos hacer los moldes y comprar una máquina para fabricarlas nosotros mismos", prosigue. Y así, de esa manera tan sencilla, llegó la revolución, la nevera vintage Polar Box.
500.000 neveras
Tras la pandemia, sacaron las primeras unidades y funcionaron bien en el mercado. Cifras, no obstante, nada comparables a las de este año. Un verano, complejo y atípico sí, pero en el que las playas de toda España y otros tantos países se han llenado de colores pastel y aires vintage. Parte de la culpa, no obstante, también la tiene la campaña de promoción a través de las redes sociales, en la que han usado como reclamo el marketing de influencers.
¿Resultados? Polisur ha fabricado y vendido más de medio millón de unidades por medio mundo. Y por si fuera poco, en abril estableció una delegación en Miami (EEUU), que cuenta por ahora con tres trabajadores y con la que prevé duplicar la facturación en cinco años y superar los 40 millones de euros. Este último, aún así, alcanzará los 30.
"Las ventas de las Polar Box se han disparado. Han gustado mucho, son bonitas, eficientes, tienen todo el corazón de poliestireno, y económicas, no cuestan más de 24 o 25 euros. Las vendemos en todos los supermercados: Carrefour, Alcampo, Eroski, el Corte Inglés... Las neveras están ya en más de 30 países. En EEUU hemos empezado el desarrollo de mercado, introduciendo productos en ferias y grandes almacenes; hemos estado en Denver (Colorado), Orlando (Florida)... Y queremos seguir creciendo, estamos en negociaciones con Australia, el norte de África, Taiwan...", cuenta el empresario onubense.
Lo que empezó siendo una empresa pequeña con siete trabajadores se ha convertido, treinta años después, en el motor económico de la zona, con más de 250 empleados. Polisur no solo ha traspasado fronteras con el diseño patentado de sus neveras vintage. También es líder en la fabricación, comercialización y distribución de productos de moldeo de plásticos como poliestireno expandido, PET, polipropileno o poliestireno. Para ello, cuenta con varias plantas de plástico repartidas por la región onubense.
Pese a todo el éxito, José Luis no se ha planteado dejar Lepe, ni lo hará, dice. Y es que, en cierto modo, Lepe ha sido su amuleto todos estos años. El lugar donde, a buenas o a malas, lo ha aprendido todo. "Mis padres tuvieron muchos problemas económicos para salir adelante con su negocio. Yo fui como el hijo de un guitarrista que aprende escuchando tonos y acordes, pero con el negocio mercantil. Siempre he tenido mucha motivación por salir adelante; mi escuela ha sido la vida, no he estudiado nada más", confiesa Fernández.
Producto secreto
Ni falta que le hace. Basta con echar un vistazo a todo lo que ha conseguido este onubense. Y lo que le queda por alcanzar... Lejos de dejarse embaucar por las mieles del éxito que saborea; ahora está trabajando, según cuenta a este periódico, en un producto cuyo nombre no puede desvelar, pero que sin lugar a dudas "tendrá todavía más éxito que las neveras". "Se trata de algo muy novedoso, lo sacaremos al mercado el año que viene. A nivel mundial no existe nada parecido, nosotros hemos patentado ya el diseño", cuenta, sin revelar más detalles.
Tiene 62 años, pero aún le queda mucha batería, confiesa. Es más, sigue estando tan al pie del cañón como cuando empezó. Aunque tiene a distintos responsables en cada área de la empresa, José Luis Fernández se encarga de supervisarlo todo. "Yo estoy pendiente de que la cultura de la empresa se mantenga. Estoy en la cocina, cocinando productos, viendo si les gustan a los comensales; pendiente de que todos los platos salgan bien y de que todo el mundo haga sus tareas y esté bien en la empresa", explica el onubense.
— P. ¿Y cómo fue todo con el coronavirus? ¿Os afectó el confinamiento?
— R. La verdad es que fueron momentos emocionantes. Tres días antes de que se declarase el estado de alarma, estábamos ya con la intención estable y decidida de fabricar EPIs. El país estaba paralizado y nosotros empezamos a mover ficha. Quince días después, estábamos haciendo 30.000 pantallas faciales. En total, fabricamos cinco millones, teníamos 12 líneas distintas montando las pantallas. Las ventas bajaron un 20%, pero lo suplimos con los EPIS. Además, seguimos fabricando bandejas para la fruta, la verdura, la carne... Había que seguir comiendo.
Familia
José Luis Fernández se anticipó de un modo que muy pocas empresas supieron ver antes de la pandemia. Y es que si en algo se basa su éxito es en la organización; en la capacidad de reaccionar ante cualquier desafío.
Aunque parezca todo lo contrario por la cantidad de horas que este onubense dedica a su trabajo; la familia es (y siempre ha sido) un pilar fundamental para este empresario y, posiblemente, otro de los motivos de su éxito. "Desde el principio, he valorado mucho la vida familiar. Hay que ser rico no solo en el trabajo, sino en la familia y en muchas otras cosas", alecciona.
— P. ¿Cogerá el testigo tu descendencia?
— R. Sí, dos de las plantas las gestionan familiares. No obstante, todavía me queda muchísima batería. Me cuido mucho, no fumo, hago mis rutinas de gimnasia y mantengo una actitud joven.