Juan Francisco Vargas, el padre de Yeremi, desaparecido hace 14 años en Gran Canaria, se levantaba todas las mañanas temprano. Recogía su coche, una furgoneta Renault blanca ‘tuneada’ con dos rayas azules, en frente de su nuevo piso de Guanarteme, en Las Palmas. Allí se había mudado hacía apenas dos meses. Siempre aparcaba en una zona de carga y descarga, pero siempre sacaba el coche antes de las ocho de la mañana. “¡No te preocupes, que yo siempre salgo temprano! ¡Soy un esclavo del trabajo!”, le contestó una vez a una vecina que le advirtió de que le iban a multar por estacionar ahí.
Desde su casa, Juanfra -como le llaman- se dirigía todos los días a su flamante nuevo trabajo como jefe de cocina de un hotel. Al igual que en el piso, el hombre llevaba poco tiempo en su nuevo puesto. Acababa de regresar de la isla vecina de Fuerteventura a finales del año pasado después de romper con N., una pareja con la que estuvo alrededor de un año y medio. Juanfra es un hombre acostumbrado a los cambios y no le costó adaptarse a su vuelta a Gran Canaria: en muy poco tiempo, ya tenía un buen trabajo y una nueva novia, una colombiana con la que se había mudado a vivir al nuevo piso.
Ahí fue cuando la madrugada del lunes pasado ocurrió la presunta agresión sexual de Juanfra a una de sus hijas, de nombre G. Tiene 13 años. Ella es hija de Bárbara, otra de sus exparejas, quien interpuso la denuncia. Poco después, la policía lo detuvo, aunque quedó en libertad con cargos y una orden de alejamiento de la menor. Sin embargo, N., su novia de Fuerteventura, al ver que una ya había denunciado, hizo lo mismo: el efecto en cadena de este 'me too' sobre Juanfra se tradujo en una segunda detención el jueves por abusos sexuales. La segunda en menos de 72 horas. Este último caso se remontaba a hace unos meses y la víctima era P., la hija de N.
Juanfra también quedó en libertad provisional el viernes por la mañana tras no declarar. El juez le retiró el pasaporte, le prohibió salir de la isla de Gran Canaria y acercarse a la menor. También le obligó a comparecer todos los lunes en el juzgado mientras continúa la investigación.
Ambas detenciones pusieron el foco sobre un hombre del que se habló hace 14 años, cuando toda España lo conoció como el tipo sobre el que cayó la desgracia al perder a su hijo Yeremi. El rostro de un padre destrozado e impotente dio la vuelta por todas las televisiones nacionales. Ahora, sin embargo, la pregunta es: ¿Quién es realmente Juanfra? ¿Tienen estas acusaciones de ahora algo que ver con la verdadera personalidad del padre del niño desaparecido?
EL ESPAÑOL ha hablado con vecinos, familiares, excompañeros de trabajo, exparejas y otros conocidos de Juan Francisco para trazar el perfil del hombre que vuelve a estar en boca de todos en la isla. Describen a un hombre que atraía problemas y vivía de forma irresponsable. Era, de hecho, un adicto a las mujeres. “Mujeriego”, según describe con sorna uno de sus hijos a este periódico. Juanfra es padre nada menos que de siete vástagos que ha tenido con seis mujeres diferentes. Dos son niñas y cinco son niños. Él apenas tiene 37 años.
Vivir "del cuento"
Los ligues de Juanfra comenzaron muy temprano. Con 15 años comenzó a salir con Ithaisa Suárez, con quien ese mismo año, en 1999, tendría a Yeremi. Ithaisa vivía apenas unas casas más allá de la familia de Juanfran. Se conocían desde pequeños en el barrio de las 80 viviendas, en Los Llanos, municipio de Vecindario, entre descampados y torres eólicas.
De la misma relación, en 2006 nació Aidan, que ahora tiene 15 años. Luego, Ithaisa dejó a Juanfra. Unos meses después, el 10 de marzo de 2007, Yeremi desapareció. Juanfra tenía entonces 22 años, amaba la fiesta y pasaba horas en el gimnasio. Entonces trabajaba como repartidor de una pizzería y ya le gustaba la pesca con caña en el litoral rocoso del Oeste de la isla. Tras la separación, volvió a casa de su madre, María del Carmen, donde estuvo viviendo por no demasiado tiempo. Luego comenzó a alojarse de un lado a otro, en las casas de las parejas con las que iniciaba nuevas relaciones.
También estuvo relacionado con el menudeo de drogas en las 80 viviendas. Ahí viven todavía su madre y su exmujer Ithaisa con Jontathan, su nuevo marido, con quien ella ha tenido tres hijos más. Juanfra acudió a casa de su madre nuevamente, después de ser puesto en libertad tras la primera detención. “Nada más llegar se fue a ver a un camello a buscar cocaína”, explica ‘El Gato’, un vecino de Los Llanos que lo ha visto crecer.
‘El Gato', un hombre de unos cincuenta años, atiende a EL ESPAÑOL en la puerta de su casa sin camiseta, dejando ver todo su torso tatuado. “Siempre anda en rollos con mujeres, tiene un hijo con una, otro con otra… A cada una le hace un bombo. Él siempre ha vivido del cuento porque no mantiene a ni una”, comenta sobre Juanfra. Lo describe como alguien que “se busca la ruina constantemente”.
Por su parte, el hijo mayor de Juanfra, Aidan, también hermano de Yeremi, lo corrobora entre risas en conversación con este periódico: “Él no mantiene a nadie… ¡Es un espectáculo! Cada día te cuenta algo nuevo… Bueno, a mi hermana le pagaba la manutención, ¡a la que le ha denunciado! Es una mentirosa y no la quiero ver ni en pintura”. El joven Aidan no tiene una sola queja de su padre, aunque coincide con otros que hablan de él en que tiene un carácter algo agresivo.
El chico recuerda una discusión muy fuerte hace unos meses porque su padre no le quiso pagar la licencia de moto. Más allá de eso, no relata ningún comportamiento que lo señale como un abusador. “Mi padre pega, porque a mi padre lo respetan, le tienen miedo. Pero es un buen padre”, relata Aidan.
Nada más quedar en libertad el pasado lunes, Juanfra le dio “107 euros” para que se comprara ropa. También le mandó un mensaje de voz por WhatsApp en el que le decía: “Te quiero, cabronazo, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, lo mejorcito”. Aidan estuvo con su padre desde el lunes. Habitualmente se veían una vez al mes. Los últimos días han estado juntos a todas horas, menos el tiempo que estuvo detenido por segunda vez.
“No es el mejor padre, pero en los malos momentos siempre está ahí”, prosigue Aidan, que se declara capaz de enfrentarse a todo el mundo con tal de defender la inocencia de su padre. También cree que N. y su hija P., de Fuerteventura, mienten. “Quieren hundir a mi padre, pero se lo inventan todo. Yo las conozco, son unas armantes”, cuenta el adolescente, que fue, además, “novio” de P., la hija de la ex de su padre y presunta víctima de abusos, durante un mes y medio.
María del Carmen, la madre de Juanfra, piensa lo mismo, pero, en su caso, de la expareja que primero denunció a su hijo, Bárbara. “Esa mujer le busca la ruina desde el principio. Mi hijo de tan bueno que es, es tonto”, dice la señora. Este periódico ha podido saber, sin embargo, que la propia madre terminó echando a Juanfra de su casa tras una discusión al poco de quedar en libertad.
Sus familiares lo defienden sin fisuras. Cierran filas con él. También algunos vecinos de su madre que solo hablan bondades de Juan Francisco. “Su vida son sus hijos y el trabajo”, dice una amiga de su madre, cuyo hijo se ha criado con Juanfra. “Él es, de lo bueno, lo mejor”, afirma.
Facetas desconocidas
En efecto, en los últimos meses, Juan Francisco se dedicaba, a ojos de los demás, a trabajar, y a pasar tiempo con su familia. Salía temprano de casa y no regresaba hasta muy tarde. El fin de semana, si estaba con sus hijos, salía a pescar o jugaba con ellos.
Un conserje de uno de los mejores hoteles de la isla, en la playa de Meloneras, cerca de las impresionantes dunas de Maspalomas, trabajó con él: “Era un tipo afable, sociable, hablaba con todos los compañeros, cumplía con sus horarios. Nada extraño”. Juan Francisco fue cocinero en ese hotel antes de desplazarse a Fuerteventura. Estuvo trabajando ahí poco más de un año. Un vigilante de seguridad del mismo hotel lo recuerda entrar y salir por la puerta de servicio, siempre puntual, con su inconfundible coche. “Decía hola, adiós, siempre venía puntual”, comenta.
Fuera de su faceta más pública, sin embargo, hay quienes tienen otras versiones sobre quién era realmente. Un vecino suyo de Guanarteme asegura que lo ve normalmente beber en el balcón de su piso con amigos y su novia actual, con quienes siempre “arma bulla”. Es más, la noche de la supuesta agresión, estaba bebiendo con un amigo, según cuenta el vecino. Que a Juanfra le gusta beber lo confirma una dependienta de una tienda de Los Llanos que solía frecuentar: “A veces venía como ebrio. Siempre venía a buscar cigarros y alcohol”, dice la mujer.
EL ESPAÑOL ha hablado también con las dos exparejas que le han denunciado pero se han negado a hacer declaraciones para no alterar el curso de las investigaciones. Ambas, sin embargo, tienen claro que Juanfra se aprovechó de sus hijas y esperan que se haga justicia. Yanira, otra de sus numerosas exparejas, con la que también se casó, tampoco quiere saber nada de él…
Por lo que parece, Juanfra ha dejado tras de sí un reguero de mujeres contrariadas, con hijos de los que ellas se hacen cargo. La única con quien mantiene una relación “correcta” es con Ithaisa, pero solo por el bien de su hijo en común, Aidan.
Caso Yeremi
Con Ithaisa, Juanfra ha mantenido también un frente común para que se resuelva el caso de su hijo Yeremi, aunque en un segundo plano. A lo largo de estos 14 años han aparecido juntos de forma puntual en comparecencias públicas, ruedas de prensa y concentraciones para que se haga justicia. La última fue en 2018. Las detenciones han cogido a Ithaisa por sorpresa y, en un principio, llegó a dudar de su exmarido, aunque finalmente decidió confiar en él. Ella quiso hacer público que el caso de Yeremi no tenía nada que ver con los sucesos conocidos esta semana.
Juan Francisco, de hecho, ya fue investigado como sospechoso por la desaparición de Yeremi, al igual que todo su entorno familiar. Algunos testigos aseguraron haberlo visto en el interior de un Opel Corsa blanco con otro hombre en el barrio el día en que Yeremi se esfumó. Otros le escucharon decir, después de separarse de Ithaisa, algo parecido a que un niño iba a “desaparecer en la isla”, poco antes de que, de hecho, sucediera.
Sin embargo, Juanfra tenía coartada. Aquel día otras personas aseguraron haberlo visto en otro lugar de la isla. Los investigadores del caso decidieron descartarlo y centraron sus sospechas en Antonio Ojeda ‘El Rubio’, un vagabundo del barrio de El Doctoral, también en Vecindario, con antecedentes penales. ‘El Rubio’, de hecho, fue condenado por otro caso de agresión sexual. Quedó libre en 2020, un día antes del decimotercer aniversario de la desaparición de Yeremi, tras haber cumplido cinco años en prisión. Nunca se le halló culpable del caso. Sus compañeros de celda en Málaga, sin embargo, respondieron a interrogatorios de la policía que él se jactó de qué le había pasado al pequeño.
Lo que describen los conocidos de Juanfra muestra a un hombre conflictivo y poco estable, con numerosas idas y venidas en estos 14 años desde que Yeremi desapareciera. Su hijo Aidan lo tiene claro: “Él no aguanta una mentira, si no ya lo hubiese soltado”. Que Juanfra sea un hombre que se haya dedicado a mantener la imagen de padre abatido y comprometido con la causa de su hijo desaparecido cuando realmente tuvo algo que ver, o si solo es un hombre a quien la vida trastocó con semejante golpe con tan solo 22 años, es algo que se queda en el terreno de la mera especulación. Por el momento, permanece investigado por dos presuntos casos de abusos sexuales a menores, una de ellas, su propia hija.