Nunca un palmo de tela levantó tanta polémica. La eliminación de la falda en el uniforme del colegio Madre Alberta de Palma de Mallorca está siendo la comidilla en todos los chats de padres de la ciudad. Unos aplauden la decisión porque coinciden en que “algunas niñas llevan la falda demasiado corta”. Otros la critican porque entienden que enseñar más pierna es la única forma de expresarse cuando debes vestir uniforme. E incluso hay padres que niegan la mayor y achacan la decisión a una pura cuestión económica: “Así obligan a todos los que tenemos niñas a comprar los pantalones y gastarnos un dineral”.
Mientras tanto, el colegio rehusó este martes dar más explicaciones y se remitió a un comunicado colgado en su página web en el que asegura que “el motivo principal del cambio en el uniforme del Centro está sujeto a una decisión institucional de todos los centros Pureza de María” y que la supresión de la falda para las niñas tiene el objetivo de adaptarse “tanto a los nuevos tiempos como a las metodologías pedagógicas vigentes”.
“Ya en el pasado mes de enero de 2021, el Colegio Madre Alberta informó a todas sus familias, mediante una circular interna, de esta decisión. Tanto del cambio en las prendas que integran el uniforme, como de su proceso de implantación gradual a lo largos de tres cursos. De hecho, ya hay otros centros Pureza de María que han implantado este nuevo modelo desde cursos anteriores”, añade el comunicado del centro palmesano.
“El debate sobre la falda siempre ha sido un tema polémico en Madre Alberta porque, a partir de los 12 o 13 años, muchas niñas se la suben considerablemente por encima de la rodilla, que es lo que marca la normativa”, cuenta Miguel, padre de tres niños en el centro concertado palmesano. La reglamentación sobre la vestimenta siempre ha sido muy estricta porque “es un colegio bastante tradicional” y “las hermanas llevan insistiendo años en que hay que cumplir la normativa”. “A mí me parece bien, pero cuando lo vi, pensé que habían ‘vendido’ muy mal el cambio de uniformidad. No sé cuáles han sido los motivos reales para modificar el reglamento, pero seguro que hay otras razones aparte de la longitud de la falda”. Sandra, otra madre con hijos en el centro, también niega que las faldas cortas hayan motivado el cambio. “Es un colegio religioso pero liberal, con código de uniformidad que los padres compartimos y que hay que cumplir. Lo de las faldas cortas es sensacionalista, se ha cambiado porque así lo han hecho todos los centros de la congregación”.
Otros padres consideran que la decisión de Madre Alberta limita la “ya de por sí escasa” libertad que tienen las alumnas para expresarse. “Cuando tienes que vestir uniforme en el colegio, como también te limitan los accesorios que puedes llevar, la única forma que tienes de expresarte en una época de reafirmación personal como es la adolescencia es subirte la falda. ¡No puedes hacer otra cosa!”, asegura Ángela, madre de dos niñas en el centro palmesano.
De hecho, según otra progenitora consultada por EL ESPAÑOL, hay más malestar entre las niñas por no poder llevar falda que entre los padres, “que al fin y al cabo tienen asumido que cuando crecen sus hijas tienen que comprar ropa nueva, sea falda o sea pantalón”. Eso sí, otras madres reconocen que la falda es una buena manera de ahorrar porque es “más sufrida”: “La tela suele ser mejor, dura más cursos aprovechando el dobladillo y ajustando el botón de la cintura con cada estirón de la niña”.
Es por tema de dinero
Además del debate ético y estético, otros padres apuntan a cuestiones económicas en el origen de la decisión de Madre Alberta. “Me parece un tema de ‘pasta’, no de igualdad ni nada de eso. Las monjas buscan ingresos nuevos por todos los lados y de esta forma obligan a comprar pantalones a todas las niñas”, asegura Miquel Àngel, padre de tres niñas en el colegio religioso.
“Es como el tema de los libros, donde te exigen que no los lleven subrayados o incluso con marcas de lápiz borrado para conseguir que no puedan usar los de los hermanos o modifican la editorial para obligarte a comprarlos nuevos”. Para reafirmar su opinión, Miquel Àngel recuerda que hay un perfil de Facebook exclusivo para compra y venta de uniformes de Madre Alberta con centenares de miembros que confirma, según él, “el tráfico de prendas de segunda mano que se lleva haciendo muchos años”. “Se compran pocos uniformes nuevos. Mis hijas, por ejemplo, llevan uniformes de hijas de mis primas que ya están en la universidad porque cada falda cuesta más de 40 euros”.
Y, como siempre, hay padres que ni fu ni fa. “A mí me da igual. Creo que lo mejor sería que tuviera la opción de ponerse falda o pantalón, lo que quisieran”, reconoce Montse, que subraya que la molestia viene por los cambios en el uniforme “que te hacen tirar los que tienen y comprar unos nuevos”. “A mí lo que me molesta es el polo blanco porque yo tenía muchos azules que, además, eran muchos más sufridos para las manchas”.
La decisión de Madre Alberta se implementará también en los centros de la congregación de la Pureza de María en las localidades mallorquinas de Inca, Manacor y Valldemossa. La apuesta por el uniforme neutro ha puesto la pelota en el tejado de otros centros, donde el debate sobre el uniforme femenino también está abierto desde hace años. “Esto de subirse la falda se ha hecho toda la vida: calcetines hasta las rodillas y doblar todo lo que puedes la cintura. Y si te ve una monja, te la bajas y luego vuelves a empezar”, recuerda María, cuya hija va a otro centro con uniforme. “Las niñas pueden escoger entre falda o pantalón y, en muchos casos, optan por lo segundo o incluso por ponerse una mallas debajo de la falda”.
En Mallorca, al igual que en otros lugares de España, los otros 29 colegios concertados y privados tienen uniforme obligatorio para sus alumnos, siempre diferenciado entre niños y niñas, aunque en muchos de ellos las alumnas pueden escoger entre la falda y el pantalón. No es tan frecuente en los colegios públicos, donde lo habitual es que puedan vestir ropa de calle, lo que trae consigo otro tipo de problemas. “Una profesora amiga, que antes estuvo en Madre Alberta y ahora trabaja en un centro público, expulsó de clase a una alumna por llevar un escote excesivo y tuvo problemas porque nadie en el colegio la apoyó”, relata Miguel.
El debate en torno a los uniformes lleva años en el candelero. En 2017, Unidas Podemos reclamó en el Congreso de los Diputados que se modificaran los uniformes diferenciados por sexos. La formación morada argumentó ante la Comisión de Igualdad que los uniformes ayudaban a mantener los estereotipos de género y limitaban la acción física de las menores, además de objetivar sexualmente a las mujeres en un proceso que arrancaba en la escuela y continuaba en el ámbito laboral.
Un año después, Galicia se convirtió en la primera región en acabar con la falda obligatoria en los uniformes, al aprobar una propuesta del grupo En Marea. En 2019, se le unió la Comunidad Valenciana con una proposición similar apoyada por el PSOE, Compromís y Podemos.