Los últimos de Todoque antes de ser engullido por la lava: "Solo nos queda rezar"
Una montaña de lava de 10 metros recorre el barrio. Lleva un par de días parada ante un edificio en construcción y la iglesia del lugar.
25 septiembre, 2021 02:22Noticias relacionadas
Es viernes por la mañana en Los Llanos de Aridane (La Palma). Hace días que los vecinos de Todoque fueron desalojados de sus casas ante el avance de la lava del volcán de Cumbre Vieja, que ha derribado ya medio barrio. Libertad fue una de las damnificadas, por lo que ahora ha venido a rezar a la puerta de la iglesia católica del barrio de La Laguna, colindante al suyo. Pero no entra en el templo. El suelo de la plaza está cubierto de ceniza y ella y su amigo lo han aprovechado para hacer un corazón. Escriben "Pachamama" —madre tierra para la cultura inca— y se sientan dentro a rezar junto a una vela y una piedra que tocan con el índice durante la oración.
"Rezar, orar, pedir... Es lo único que nos queda", dice Libertad. Está aquí para tratar de hacer algo por su barrio, por su gente. Cree que con su energía y la de su compañero pueden ayudar. "Un granito aunque sea". Incluso, le ha pedido a Alberto, el párroco de los barrios de La Laguna y Todoque, organizar una oración conjunta. "Solo nos queda rezar", insiste.
Creemos que no ha conseguido convencer al párroco con su petición. Quería reunir a todo el pueblo en un mismo lugar para organizar un rezo conjunto. Cada uno de los 1.300 habitantes del lugar con sus creencias y sus rezos tras ser desalojados, uniendo lazos en un mismo lugar. Sin imposiciones. Cada uno con su historia, como la de esta mujer que ronda los 50 años.
Libertad es enfermera y su casa aún no ha caído. Está justo detrás de la iglesia del barrio. Piensa que la madre naturaleza es ingobernable. Habla de energía en estos duros momentos. Cree que todos deben centrarse en sacar lo positivo. "La televisión debería mostrar más historias humanas de ayuda y no tanto el volcán. No podemos asustar a la gente. La naturaleza es así", comenta en un tono muy espiritual y tranquilo.
Ella está viviendo en Los Llanos. Su hija también se ha realojado, cuenta amablemente al reportero. Como ellos, son muchos los vecinos de Todoque que están pendientes de una solución. Algunos están en el hotel Princess de Fuencaliente y otros se han ido con familiares o amigos a la otra punta de la isla, en Garafía. Sea como fuere, la incertidumbre de qué ocurrirá es máximo para todos. Pueden ser las últimas horas de Todoque como barrio en pie.
El milagro de la iglesia
Si un forastero ve Todoque puede quedar impresionado. La rotonda principal está cruzada por una montaña de lava de 10 metros. De vez en cuando hay derrumbes, aunque la colada del volcán de Cumbre Vieja se ha parado en esta zona. Hace un par de días que amenaza con destruir una casa en construcción, pero no lo hace. Le está perdonando la vida.
El volcán ha topado también con la iglesia, el siguinte edificio a engullir. Milagrosamente, el primer templo del mundo dedicado a Pío X agunta el envite. Los bomberos trataban de construir estos días atrás un muro de 10 metros de alto para que la lava no llegara a este lugar, todo sea por ayudar. Pero de momento la contención no ha hecho falta.
Alberto, el parroco de Todoque, cree que hay indicios para tener fe. "La esperanza hay que conservarla. La confianza no se sustenta sobre la nada. Hay una serie de indicios de que puede ser así. Por el magma, el terreno y tal. Si no es así, nos hemos hecho a la idea de que se han ido tantas cosas...", comenta.
Pasa estos días en La Laguna, iglesia donde están todos los enseres del templo de Todoque. Cuenta cómo fueron las últimas horas antes de dejar el templo a los designios de la naturaleza. O de Dios. Todo depende de la fe de cada uno. "La decisión de desalojar la iglesia se toma tras la predicción del curso de la lava".
—¿Cómo desalojaron la iglesia, padre?
—Contacté con las autoridades, primero con el Cabildo, y luego consulté si era conveninete tomar alguna medida para proteger el mobiliario y el contenido y me dijeron que sí. La lava tardó en llegar, pero lo hicimos en 30 minutos o 40, porque por entonces no sabíamos qué ocurriría.
Pusieron a salvo las imágenes. "Hicimos lo mismo que la familia con sus recuerdos", comenta Alberto, que "sentía la responsabilidad de poner a salvo las imágenes de las que son devotos los vecinos del barrio, las que han acompañado sus vidas y las de sus mayores".
"Se han quedado el retablo, algunos bancos que no cabían en los camiones y tal. Han quedado recursos de catequesis y cosas que no tenían especial valor", apunta el párroco.
En ningún caso se esperaba que la colada parase a las puertas de la iglesia durante dos días y les diera una oportunidad. Lo sacaron todo y punto. Pero el volcán paró ante la iglesia.
—¿Lo considera como un milagro, padre?
—Creo en la oración y hay mucha gente de Todoque rezando. Muchos me han llamado para decir que están rezando. La iglesia parroquial es el icono del barrio. Se construyó esta iglesia con las propias manos de los vecinos y cada uno ponía lo que sabía hacer. Es una obra en la que han trabajado los propios vecinos, por eso le da un valor sentimental al templo. Eso manifiesta que es la casa de todos. Se materializa porque todos arrimaron el hombro y es la imagen representativa del barrio de Todoque. Si lo pones en google, siempre aparece la iglesia. No hay otra construcción, otro emblema.
El hecho de que los bomberos trataran de salvar la iglesia ha creado controversias. Como decían algunos de los efectivos del Consorcio de Gran Canaria días atrás a este periódico, ellos tratan de hacer algo, les da igual que fuera un templo católico o una mezquita. El azar ha decidido que sea lo primero.
Alberto es un párroco joven, de 40 años, palmero de Santa Cruz. Como la mayor parte de los de su generación en la isla, estaba deseoso de ver un volcán. Ahora ya no tanto, viendo la destrucción causada.
"Bueno, lo primero es que yo esperaba la erupción como muchos de mi generación, con curiosidad. Todos tenemos la imagen del Teneguía del Nodo", comenta. "Vimos la posibilidad de erupción en un lugar inofensivo casi y al final no fue lo que se produjo. Ahora vemos lo que es y hubiera preferido no saber qué es un volcán en mi vida".
"Los días se estructuran dependiendo de las necesidades. Hago la oración aquí, pienso en el día, busco fuerzas en la oración y luego atiendo medios, vecinos y los que van llegando y me necesitan para cualquier cosa".
Lleva unos días saliendo en los medios y el Obispo le ha dicho que lo hace bien. Este viernes por la mañana, además de EL ESPAÑOL, viene la Televisión Canaria. Está a diario en La Laguna y el teléfono le arde. Esta mañana ha parado un rato para desayunar con unos feligreses y tenderles la mano, por eso no lo cogía cuando le llamábamos. Hace de sustento del barrio, pero ¿y de él quién se preocupa?
—Padre, ¿usted cómo está?
—Han sido momentos de muchas lágrimas. Me sostiene la gente, la entereza de los propios afectados y la cantidad de personas que llaman desde cualquier lugar del mundo. Las llamadas, los mensajes... El obispo me llama constantemente. Personas de cualquier latitud pendiente de cómo estamos. Todo ese envoltorio me transmite mucha paz. Estoy muy en paz. La comunidad se puede apoyar en mí y yo me apoyo en ellos.
"El barrio nunca será lo mismo"
Diego es otro de los miembros del barrio de Todoque. Tiene 44 años y llevaba un par de días durmiendo en una furgoneta. Sus padres están alojados en el Hotel Princess de Fuencaliente y él ha venido a traer unas medicinas.
Desde lo ocurrido, está irascible. Es un hombre rudo, pero la situación no puede ser más adversa. "Nunca he llorado tanto como en la última semana". Su casa aún no ha sido engullida por la lava y espera que no lo sea nunca. Sin embargo, está hecho a la idea por si acaso.
Habla con los periodistas que tiene enfrente. Reconoce que podría haberlos mandado un poco lejos si no hubieran comenzado la conversación de manera agradable. Casi cualquier comentario le molesta y él mismo lo reconoce. La tensión, de todas maneras, podría cortarse con la caricia de un cuchillo de pescado.
Viste ropajes de campo. Se señala entero sucio. En los últimos días está acudiendo a recoger algunas cosas a Todoque y sus días son una amalgama de movimientos sin ton ni son. En realidad, no sabe bien que hacer más que cuidar a sus animales y regar las fanegas de plátano que tiene. Si lo pierde, todo se irá al traste.
Habla de todo un poco. Va saltando los temas, comentando qué le parece la situación de la isla y cómo quedará todo en los próximos días, semanas y meses. No confía para nada en las subvenciones que tendrán que ayudar a la recuperación. "Vamos, ojalá cumplan sólo con la mitad de las promesas".
Es un hombre chapado a la antigua. Tras pasar unos días en la furgoneta con sus animales, ahora se ha alquilado una pequeña casita. Últimamente en la isla se especula que los precios del alquiler han subido ante la alta demanda por los desalojados. Él no lo sabe, su casera le deja hospedarse gratis. "Yo le he dicho que no, que le pago".
Diego se conoce a la perfección La Palma. Le dices un nombre relacionado con las plataneras y te lo sitúa. Eso sí, hablando del negocio, a ver cómo se remonta esto sin una gran inversión directa a los vecinos en los próximos meses. "Sin dinero, cómo vuelves a replantar. Porque el plátano es agradecido y sale a los 9 meses, pero hace falta dinero. Aquí todos vivimos de los plátanos, directa o indirectamente, muchacho".
Se despide sin hacerse la foto. Demasiado que ha hablado con nosotros durante un buen rato, de manera educada y tranquila. La situación en La Palma es dura, el hombre no pasa por un buen momento y los periodistas llevan unos días buscando historias hasta debajo de las piedras. "El otro día le dije a unos que se buscaran la vida", comenta. Todos están hastiados de los reporteros y nos ven como alimañas que tratan de aprovecharse su situación más que como una ayuda. Un día más, el gran ejemplo de esto en la isla sigue siendo lo ocurrido con Lidia Lozano. "¿Habéis visto el vídeo de Whatsapp? La gente lo está pasando mal y viene así...".
Diego se va de nuevo a El Paso, donde vive ahora. Tiene ante sí un viaje de hora y media cuando sin el volcán son 20 minutos de paso. Las carreteras están cortadas y tiene que dar toda la vuelta.
Amparo: "Rezo todos los días"
Los vecinos de Todoque están repartidos por toda la isla de La Palma. Amparo, de 68 años, está en Garafía, al norte de la isla. Nos espera en un llano, cerca de Hoya Grande. Se disculpa por su vestimenta, en chándal, pero es lo que tiene. "Salí con unos zancos y ahora me han regalado unos tenis -unos zapatos de deportes para los peninsulares que no son de Cádiz-. Me están grandes, pero bueno".
Trata de no llorar. Sus ojos son una magdalena y el resto de su cuerpo es un flan. Se mueve intranquila y cuando termina de contar su historia celebra su éxito. "Qué bien que no he llorado", dice.
Reza por las mañanas y luego se dedica a cuidar a sus perros y a su pato. A dormir se va a casa de una amiga, pero el día lo pasa con sus animales siempre. "A ella la acaban de desalojar también".
Esta es la zona norte de la isla. Aquí el volcán no se ve, por lo que es como si no existiera. Amparo pregunta qué está pasando, porque no lo sabe. Ya no quiere saber nada más del sufrimiento de la gente.
Ella es de las que piensa que a Dios hay que pedirle cosas sencillas. Ahora sólo le queda rezar, pero a ver hasta dónde llega el volcán. No cree que Dios pueda hacer este tipo de milagros. "Hay que saber lo que pedirle", comenta.
Tiene a su hija en Tazacorte, otra zona de la isla. Se vino hasta aquí, un lugar prácticamente aislado entre montañas y en la biblia se encuentra. Nombra un pasaje: "Orando entre montañas". Se ve representada en lo que está ocurriendo. El paralelismo en la novela lo encontraría Amparo en 'Los últimos días de Pompeya'.
Empatiza, claro que sí. Sin embargo, lo hace un poco más con aquellos que no tienen nada. Amparo espera que todos puedan salir adelante, aunque ya Todoque nunca volverá a ser lo mismo por desgracia. Sólo pide un poco más de solidaridad. Y eso en La Palma no falta.