Eva ha compartido en su vida muchos proyectos junto a su hermano mayor, Karlos Arguiñano. Todos ellos, eso sí, han tenido a la cocina como el hilo conductor. Compañeros de trabajo durante años en el restaurante que tiene abierto el televisivo chef en Zarauz (Guipúzcoa); cocineros en la pequeña pantalla en programas de televisión como Cocina Abierta o, simplemente; cocinando en familia para una cena de Navidad. Pese a ello, el último proyecto de Eva ha contado con otro aliado, la empresa Chocolates Lacasa. Con ella, la repostera ha diseñado tres nuevos turrones de cara a estas fiestas navideñas.
Pero Lacasa, una empresa nacida en Jaca (Huesca) en 1852, no confió en cualquier repostera para elaborar sus tres nuevos productos, sino que recurrió a Eva Arguiñano (Beasain, Guipúzcoa, 1960), una pastelera con más de 40 años de experiencia en las cocinas. Su vida entre fogones, de hecho, ha estado marcada por acompañar a su hermano Karlos. Desde el principio.
“Comencé en la hostelería muy joven, con 15 años. Yo era mala estudiante por lo que mi madre, cuando había vacaciones, me mandaba a Zarauz a trabajar con Karlos, mi hermano mayor”, desvela a EL ESPAÑOL la repostera Eva. En otras palabras, el mayor de los cuatro hermanos Arguiñano influyó en que Eva, la menor de todos, se quedase en la gastronomía.
Comenzaría, de esta manera, la carrera entre fogones de Eva Arguiñano. Ella cuenta que al principio, a mediados de las década de los 70, sólo se dedicaba a “estar en el bar y en la caja o, por las tardes, me mandaban a hacer bocadillos y sándwiches en el club de Zarauz”. Era sólo la semilla de lo que vendría después. Al igual que a Karlos, le picó el gusanillo de la cocina, lo que ha llevado a Eva a cosechar una exitosa carrera, marcada también por sus 30 años de experiencia en programas de televisión culinarios, informa JALEOS.
Esta trayectoria ha llevado a la menor de los Arguiñano a lanzar, en colaboración con Lacasa, un turrón de praliné de plátano meloso con crujiente de galleta; un turrón de praliné de calabaza dulce con aire de jengibre y canela y; un turrón de praliné de frutos de invierno con fragancia de vainilla. Todos estos dulces, que cuentan con la firma de Eva Arguiñano, se pueden comprar por 8 euros en algunos supermercados como El Corte Inglés, Alcampo, Eroski, Leclerc o Ahorramás, entre otros.
Repostera 'de rebote'
La casualidad, no obstante, provocó que Eva Arguiñano se fuese especializando, poco a poco, en el complejo mundo de la repostería. “En 1979, Karlos abrió su restaurante y fui a trabajar con él. En un principio iba en verano porque estudiaba secretariado, pero después me quedé trabajando todo el año. Fue cuando, a principios de los 80, el repostero se fue y no me quedó otra que entrar en repostería. No tenía ni idea y no sabía nada, pero a base de trabajo, libros y cocina ensayo-error fui aprendiendo; perfilando las cosas… Tenía ganas de aprender, pues quería hacer ricos postres para nuestros clientes”, asegura a este diario Eva.
Así fue como Eva Arguiñano comenzó a trabajar como repostera, una pata de la gastronomía nada fácil y que, para ella, “al principio fue una tortura porque no entendía la repostería”. Y es que ella estaba acostumbrada a “arreglar”, durante la marcha, los posibles fallos en las frituras, horneados o pochados. “Si estaba un plato muy caldoso, lo reducía”, ejemplifica la cocinera. Pero es algo que en la repostería no se puede hacer.
“En la repostería hacen falta unas medidas exactas de cualquier ingrediente. Incluso, me pasaba que si cambiaba de tipo de harina, tras conseguir la medida perfecta, variaban todas las cantidades. Me costó mucho entenderlo, así que seguía aprendiendo mediante el ensayo-error”, recuerda Eva aquellos primeros años de profesión. Pero su insistencia, perseverancia y su método autodidacta —porque “ni siquiera había Internet”— le llevaron a ser una de la mayores especialistas y alcanzar el puesto de Jefa de Repostería del restaurante de Karlos Arguiñano, un trabajó que dejó hace “unos 10 años”.
Desde entonces, se ha dedicado a cultivar —siempre sin abandonar las cocinas— otra de sus pasiones: enseñar. Lo hace a través de dar clases prácticas de repostería en la Escuela de Hostelería AIALA, también de Karlos Arguiñano. Y, también, de compartir con él programas culinarios de televisión de cocina. “Me encanta enseñar y comunicar lo poco o mucho que sé de repostería y que la gente pueda cocinar en casa cualquier cosa”, esgrime Eva. Pero como no todos tenemos mano en la cocina, Lacasa ha dado la oportunidad a Eva Arguiñano de que sus postres lleguen a nuestras mesas a través de cualquier supermercado.
Sabores de la infancia
Todo empezó con una llamada telefónica en febrero de este año. Lacasa quería que ella fuese la autora de sus nuevos turrones para esta Navidad. “Lo asumí como un reto agradable. Presenté propuestas de repostería que les gustaron, pero existía el problema de que no estaba acostumbrada a hacer postres con mucha durabilidad”, cuenta Eva. Empezaría así la colaboración de la firma aragonesa: se tenía que aunar el talento de Eva y la tecnología agroalimentaria de Lacasa. A trabajar.
Eva, en este sentido, encontró la inspiración para elaborar los nuevos turrones en su pasado. “Para el desarrollo de estos turrones Chocolates Lacasa ha introducido una importante novedad a la hora de la elaboración del producto basado e inspirado en los recuerdos de infancia y juventud de la repostera, dándole al turrón un toque personal y a la vez sentimental”, explican fuentes de la empresa decimonónica. ¿Pero qué recuerdos? ¿Qué sabores? Esa era la cuestión.
“Yo me considero una repostera clásica; de sabores clásicos. Me gustan los sabores de siempre porque creo que lo que conocemos en la infancia perdura en nuestra memoria como algo agradable. Por ello, el sabor del plátano, la galleta y del chocolate, sabores de la niñez, dieron lugar al turrón de praliné de plátano meloso con crujiente de galleta”, explica Eva Arguiñano. Es ahí donde el equipo de Lacasa colaboró con la repostera “con su laboratorio”. “Me ayudaron a adaptar los sabores y, sobre todo, a dar durabilidad al producto”, cuenta.
De hecho, otro de los turrones presentados por la compañía aragonesa y Eva Arguiñano ha sido un “homenaje” a la histórica empresa chocolatera. “En este caso me remití al invierno, a los viajes que hacía a Huesca cuando era joven. Allí, en Puente la Reina de Jaca, había una panadería que hacía panes de calabaza con canela y aceite. Fue lo que me inspiró para hacer el turrón de praliné de calabaza dulce con aire de jengibre y canela. Además, Lacasa nació allí como empresa familiar, así que era perfecto sacar un postre con estas características”.
Y, por último, la repostera vasca y Lacasa han elaborado un tercer turrón. Se trata del turrón de praliné de frutos de invierno con fragancia de vainilla. Para la profesional, esos sabores le recuerdan a la Navidad. “He usado los frutos de invierno para hacer las elaboraciones desde hacía mucho años. Por ello, también he querido hacer, junto a Lacasa, un turrón especial navideño”, declara a este medio la repostera. Así que ya sabe, por 8 euros y gracias a la compañía aragonesa, los postres de Eva Arguiñano pueden estar sobre su mesa durante estas fiestas.
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