Antón 'El Baronco' estaba en paro, el paso del tiempo no le ayudó a digerir su divorcio y ciertas sustancias le hundían más en el pozo. Y encima, el panorama que tenía en casa de sus progenitores era desolador: su padre, Pedro, padecía las secuelas de un ictus, y su madre, Antonia, había sido operada de cadera. Este martes, Antón estalló como Michael Douglas en la película 'Un día de furia', con una diferencia: todo fue tan real, que convirtió su barrio de Molina de Segura en una zona de guerra a base de disparos y cócteles molotov.
La Policía Nacional sostiene que Antón 'El Baronco' lo planificó todo para quitarse de en medio, pero ahora trata de aclarar si actuó motivado por su complicada situación emocional y laboral, por una disputa previa con algún familiar o por problemas mentales. "Los padres estaban mal porque no tenían movilidad y el detenido vivía con ellos desde que se divorció, no se descarta que lo organizase todo para acabar con el sufrimiento de sus progenitores y con su situación personal", tal y como detallan a EL ESPAÑOL fuentes próximas a la investigación.
El día de furia de Antón 'El Baronco' casi provoca víctimas mortales colaterales, ya que abrió fuego contra la Policía Local de Molina de Segura y lanzó tres cócteles molotov rellenos de tornillos y brocas de taladro. Los explosivos de fabricación casera convirtieron literalmente en un infierno la calle Gran Vía: el fuego arrasó siete vehículos que estaban estacionados y calcinó el bloque de dos plantas, donde residían sus padres, sus tíos, sus primos, y una familia ecuatoriana con un par de niños.
El plan no terminaba ahí, ya que las citadas fuentes próximas a la investigación detallan que cuando Antón 'El Baronco' se atrincheró en el piso de sus padres, armado con una escopeta del calibre 22, tenía preparados otros tres explosivos para asestar un golpe definitivo: "Iba a hacer estallar la vivienda porque se hallaron cócteles molotov en unas bombonas de butano de la casa". De haber consumado su objetivo la explosión habría afectado a varios inmuebles de la calle Gran Vía.
"Antonio se divorció hace unos años y su madre me contó que no llevó bien la separación", relata una amiga de la familia y vecina de la Gran Vía. La señora pide anonimato a EL ESPAÑOL mientras no se separa del precinto policial porque sigue sin digerir la dantesca imagen de la calle abrasada: "Es el hijo de una amiga y esto es muy triste".
Pasan unos minutos de las cuatro de la tarde del Día de la Hispanidad y la jornada tiene poco de festiva para los investigadores, para el operario de la grúa que retira los coches achicharrados y para todos los vecinos de Molina de Segura: la cuarta ciudad de la Región de Murcia -atendiendo a su padrón de 73.095 habitantes-. "Menudo desastre", resume un parroquiano.
Ni en el Ayuntamiento ni en el vecindario asimilan lo sucedido. Todos los consultados por este diario dibujan el mismo perfil de Antón, aquel joven que cambió la cresta de estilo 'punk' por el 'look' de currante en el sector agrícola y en la construcción: "Era tranquilo, solitario, no hablaba mucho porque era tímido y no causaba problemas en el barrio".
La conversación con el operario
De hecho, fuentes policiales confirman que Antonio L. P., vecino nacido en 1969, en el seno de una familia humilde y trabajadora, carece de antecedentes. Tampoco constan intervenciones previas por violencia doméstica en la vivienda de los padres, donde había vuelto a residir Antón tras su separación, y a la que acudían cada semana sus dos hermanos para ayudar en el cuidado de los progenitores por su delicada salud.
Nada de nada hasta las dos y media de la madrugada de este martes. A esa hora, un operario de Sercomosa que estaba limpiando con una barredora la calle Gran Vía, se topó con un hombre, de 52 años, con gorra, mochila y unas botellas con líquido inflamable para meterle yesca a los vehículos estacionados. EL ESPAÑOL ha podido conocer parte del contenido de la disparatada conversación que ambos mantuvieron:
- Operario Sercomosa: ¿Qué estás haciendo?
- Antón 'El Baronco': Esto es el final del mundo.
- Antón 'El Baronco': O te quitas de aquí o te disparo.
El operario de Sercomosa, al ser encañado con una escopeta, se marchó con la barredora, y telefoneó a la centralita de la Policía Local para alertar de lo que estaba ocurriendo. Cuando las patrullas llegaron a la zona, Antón 'El Baronco', primero apuntó a los agentes, y cuando uno de ellos hizo el amago de desenfundar su arma reglamentaria, realizó cuatro disparos obligando a los policías a parapetarse para no resultar heridos. Después, Antón se atrincheró en casa de sus padres.
"Lanzó dos cócteles molotov para hacer arder el coche que había en la puerta de su edificio y cuando se acercaron los agentes tiró una especie de bombas caseras contra el fuego: eran como unas botellas de plástico, llenas de combustible, clavos y cartuchos de caza que se detonaban con el calor", tal y como relata un policía. Tras las detonaciones, del edificio salieron huyendo horrorizadas ocho personas: los tíos y primos del sospechoso, así como una mujer ecuatoriana, junto a sus dos hijos.
El padre podría morir
Tres de los cuatro pisos del bloque se vaciaron y Antón comenzó a lanzar explosivos caseros dentro de la propia vivienda de sus padres. El aparente objetivo era hacerla explotar con el matrimonio de octogenerios dentro, pero el humo jugó en su contra porque le hizo perder el conocimiento. En ese momento, los policías escoltaron a los bomberos para que entrasen a rescatar a las tres personas que quedaban en el edificio: en el salón localizaron a Pedro, con graves quemaduras; Antonia yacía inconsciente en una habitación, y en otra estancia estaba su hijo.
El fuego no causó males mayores gracias a que se emplearon a fondo las dotaciones del Consorcio de Extinción de Incendios y de Protección Civil. Cuando las llamas fueron extinguidas habían arrasado siete vehículos, varios pisos y el humo dejó ennegrecidas las fachadas de tres edificios a lo largo de cincuenta metros.
"Parece ser que el padre del detenido está muy grave en el Hospital Virgen de la Arrixaca y no se descarta que no sobreviva porque tiene quemado el 40% de su cuerpo", según fuentes cercanas a la investigación. Antonia, su esposa, a causa de las lesiones que padece ingresó en el Hospital Reina Sofía de Murcia.
Antón 'El Baronco' está ingresado -bajo custodia policial- en el mismo centro hospitalario que su madre. En Molina de Segura cunde la preocupación por la evolución del matrimonio de octogenarios. "Están muy mayores y sin movilidad", lamenta una vecina, al tiempo que incide en la idea de que Antonio no atravesaba su mejor momento personal para explicar lo sucedido: "Solo salía de casa para hacer la compra y estar al cuidado de sus padres le pudo hacer mella psicológicamente".
"Consumió alguna sustancia"
Un miembro de la Corporación municipal, conocedor de la barriada donde se ha producido este terrible suceso, apunta en la misma línea: "Se comenta que tenía problemas mentales o que había tomado algún tipo de sustancia estupefaciente". La Policía Nacional, al margen de la motivación concreta del ataque, trabaja con la idea de que Antón lo tenía todo planeado porque recientemente obtuvo la licencia de armas y había preparado más de media docena de cócteles molotov -provistos de metralla-.
"Lo tenía planificado para provocar varias explosiones y contaba con la llegada de las Fuerzas de Seguridad porque tenía una escopeta". Las pesquisas de la investigación se centran en esclarecer si quiso suicidarse por los problemas de salud de sus padres y su situación personal tras el divorcio o, si por el contrario, quiso vengarse por una supuesta discusión familiar dado que en tres de los cuatro pisos del edificio que quemó residían sus tíos y sus primos. "Parece ser que consumía drogas y tuvo una discusión con la familia", asegura un policía local.
El incendio obligó este martes a Karina a pasar el día en un banco del parque de la Gran Vía, a la espera de que las Fuerzas de Seguridad la dejasen entrar el edificio a recoger sus pertenencias. Esta ecuatoriana residía enfrente del piso de los padres de Antón 'El Baronco' y no podía quitarse de la cabeza que se topó a su vecino cuando las llamas comenzaron a deborar el edificio: "Escuché explosiones en el patio, me desperté, saqué al descansillo a mis hijos, de 3 y 14 años, entonces me encontré a Antonio y empezó a gritarme: '¡Sal ya, no pierdas tiempo!'"
Esta empleada en un almacén agrícola, de 37 años, pensaba que su vecino la salvó de las llamas, pero en realidad fue el causante del fuego que la dejó a ella y a sus dos chiquillos en la calle, sin el techo por el que paga un alquiler desde hace tres años.
"He dejado a mis niños con una amiga porque no puedo entrar a recoger nada, tengo todo el salón negro, los cristales de dos ventanas han explotado... pero gracias a Dios mis hijos y yo estamos bien, porque cuando salí huyendo del fuego del bloque, en la calle explotaron los coches".