Al igual que el test de las manchas de tinta de Rorschach revela rasgos de la personalidad, o el eneagrama ofrece tipologías de persona, el de Casa-Árbol-Persona (HTP, por sus siglas en inglés) es otra de las pruebas proyectivas clásicas más utilizadas por los psicoterapeutas con el mismo fin. Solo que en este último no se trata de distinguir figuras, sino de dibujarlas. Los dibujos ayudan a los psicólogos a evaluar a una persona porque proyectan sentimientos, preocupaciones, necesidades, emociones...

Desarrollada por el psicólogo estadounidense John Buck en 1948, el objetivo de esta prueba gráfica es “obtener información sobre la sensibilidad, madurez e integración de la personalidad de un sujeto y la interacción de esa personalidad dentro del entorno”, según Buck, quien actualizó esta técnica junto con el psicólogo Emanuel Hammer en 1969.

Si bien lo más habitual es realizar el HTP en niños (a partir de ocho años) y adolescentes, esta técnica también es válida para adultos. Se emplea —como un complemento a otras pruebas— en el ámbito clínico para detectar trastornos, dificultades o conflictos de personalidad y también en el ámbito psicopedagógico y el forense, por ejemplo, en procesos judiciales para peritajes de familia con el fin de determinar la custodia o incluso en casos de maltrato y abuso sexual.

La dinámica es muy sencilla. Se solicita a la persona que dibuje una casa, un árbol y una persona (cada figura en un folio en blanco diferente). “Se suele dejar entre 30 y 90 minutos para dibujar, pero puede estar todo el tiempo que quiera y también puede borrar todas las veces que lo necesite”, detalla Naiara Alonso Herranz, psicóloga jurídica.

Al terminar los dibujos, el psicoterapeuta plantea una serie de preguntas (Buck propone una lista de 60) para que el sujeto explique qué ha plasmado en cada uno de ellos. Luego, el psicoterapeuta interpreta por separado los dibujos, basándose en el manual de Buck. “Se tienen en cuenta el tamaño, la disposición, el trazo y objetos presente o ausentes, entre otros factores. Se analizan todos los elementos dibujados en su conjunto y, a partir de ahí, se ve qué hipótesis se puede corroborar o refutar”, comenta Naiara Alonso Herranz.

La psicóloga da algunas interpretaciones de esta prueba que pueden dar una idea de la personalidad del evaluado. En general, dibujar estos elementos con un tamaño grande denota extroversión y en pequeño, lo contrario, introversión. Por supuesto, para efectuar un análisis en profundidad siempre se debe recurrir a un profesional con experiencia en este test.

Dibujo de la casa

Este revela, principalmente, aspectos de la vida y las relaciones con la familia.

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-Si en la casa se ha dibujado la chimenea y saliendo humo, quiere decir que el ambiente familiar es el adecuado y que está a gusto en casa.

-Las puertas y ventanas indican la interacción del sujeto con los demás. Si pinta cerradura o rejas en las ventanas, se trata de una persona introvertida, que se está protegiendo del mundo exterior.

-Las cortinas muestran perfeccionismo. Si no hay cortinas, muestra más extroversión, que se está mostrando al mundo.

-Una casa muy pequeña (con respecto al tamaño del folio) podría significar que se siente rechazado en el ambiente familiar o en el hogar. Por el contrario, una casa exageradamente grande podría indicar que el sujeto se encuentra abrumado en el hogar. Una casa grande se asocia con alegría, abundancia y bienestar. Y una casa pequeña podría ser síntoma de introversión, miedo y dificultad para relacionarse con los demás.

-Si dibuja elementos de la naturaleza (sol, nubes, jardín...), quiere decir que se siente querido. Los animales representan un soporte afectivo, es decir, que recibe afecto de su hogar. No obstante, la ausencia de elementos de la naturaleza no tiene por qué significar desafecto en el ámbito familiar. La psicóloga explica que a la hora de evaluar los dibujos también se tienen en cuenta variables como la edad de la persona. Porque influye la fase pictórica en la que está el sujeto. No es lo mismo un niño de 8 años que de 12, especifica.

-Un techo demasiado grande suele asociarse con personas más idealistas. Las paredes muestran la fuerza interna del individuo. Una pared rota es síntoma de algún tipo de dolencia psicológica.

Dibujo del árbol

Muestra sentimientos inconscientes acerca de uno mismo. 

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-Si se dibujan ramas cortadas o marcas en el tronco, podría indicar la existencia de traumas tempranos o dolencias psicológicas.

-Las raíces, cuando están bien unidas al suelo, suelen ser señal de seguridad y de buen vínculo afectivo en la familia. En cambio, su omisión, sí que puede indicar sensibilidad extrema y temor.

-Los frutos simbolizan la productividad, las ganas de madurar, el deseo de dar y hacer felices a los demás. Son personas sociables, altruistas, generosas y trabajadoras. Se relacionan con la necesidad de mostrar las propias capacidades y la búsqueda de resultados.

-Algunos autores interpretan el sol como el símbolo del padre. Cuando aparece en el dibujo significaría que reclama su presencia para que se ocupe de él de forma más activa. Sin embargo, la ausencia del sol no se tiene en cuenta.

-Las hojas cayendo del árbol indican un temperamento sensible, timidez, melancolía, inestabilidad. Y un árbol frondoso no necesariamente se vincula con lo contrario.

Dibujo de la persona

Este último muestra aspectos de uno mismo.

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-Este dibujo se relaciona con el autoconcepto, con la idea que se tiene sobre uno mismo y la manera en la que actúa ante los demás. También es importante saber a quién está dibujando. Si es a sí mismo —algo habitual en los niños pequeños— es un signo de egocentrismo. Cuando dibuja a otra persona se evocan los sentimientos que tiene hacia ella.

-Repintar el dibujo a veces es un indicador de ansiedad y angustia. En niños pequeños es habitual este repintado y no sería indicador de problema psicológico, pero sí en adultos. Es importante ver qué zona del cuerpo se repinta más.

-Si dibuja a su madre o padre, se valora el tamaño. Si es una figura grande quiere decir admiración hacia esa persona. También se tienen en cuenta si están sonriendo o enfadados.

-Se consideran la asimetría de las extremidades y las transparencias (esto último se refiere, por ejemplo, a dibujar el estómago, los órganos sexuales... e implica preocupación por la parte del cuerpo dibujada). En el trazo, las líneas fragmentadas o rotas se asocian con temor, inseguridad, ansiedad, negativismo.

-Indicadores por omisión: si no dibuja la nariz, se asocia con una conducta tímida y retraída. La ausencia de boca refleja sentimientos de angustia, inseguridad, retraimiento. La omisión del cuerpo es más frecuente en personas con necesidades educativas especiales. Si no pinta el cuello podría indicar conductas disruptivas (no se tiene en cuenta si son niñas menores de 9 años y niños menores de 10, ya que por debajo de estas edades no dibujan esta parte del cuerpo, precisa la psicóloga).

-La cabeza grande puede tener varias interpretaciones. Esta figura es común en los dibujos de los niños más pequeños. Se asocia con esfuerzo intelectual, inmadurez, agresión, retardo mental, migraña, preocupación por el rendimiento escolar.

-Unos ojos vacíos o que no ven: por un lado, suponen algo normal en los dibujos infantiles, por otro, se asocian con sentimientos de culpa, vaga percepción del mundo, inmadurez emocional, egocentrismo y dependencia. La mirada de reojo indica suspicacia y tendencias paranoides.

-Las manos ocultas se asocian con sentimientos de culpa o pasividad, entre otros aspectos.

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