Pablo Sierra, el joven de 21 años desaparecido el pasado jueves 2 de diciembre en Badajoz, tuvo una discusión con un desconocido al salir del bar en el que se encontraba. El chico salió el jueves a tomar algo con sus amigos a un local de la calle Zurbarán de Badajoz. Al salir, alrededor de las 2:00 de la madrugada, Sierra mantuvo una disputa con otro joven por un motivo que todavía se desconoce. La trifulca, sin embargo, no fue a mayores. Según informa el diario El Mundo, ambos intercambiaron sus teléfonos para verse más adelante y solucionar el conflicto.
Fue lo último que sucedió antes de que Pablo se dirigiera con un amigo a tomar un taxi para ir a la Residencia Universitaria de la Fundación CB (RUCAB), donde vivía. El amigo se despidió y regresó al mismo bar. A la mañana siguiente, el joven tenía previsto viajar a su Zorita natal (Cáceres) par pasar el puente de Diciembre junto a su familia. Pero no apareció. Así lo comprobó su hermano mellizo, también alojado en la residencia, con quién debía viajar: Pablo no estaba en su habitación.
Al llamar a su móvil, un hombre respondió al otro lado. Se trataba de un ex Guardia Civil que había encontrado el teléfono tirado en el suelo en Las Crispitas, en la zona de El Pico, en la ribera del río Guadiana. La localización está situada a unos siete kilómetros de Badajoz.
El teléfono presentaba restos de sangre, aunque la policía todavía no ha especificado si se trata de la del joven desaparecido. El móvil se ha convertido así en la principal clave del caso y, aunque no se descarta ninguna hipótesis, la de que Pablo fuera agredido va cobrando fuerza.
Porque Pablo no tenía problemas con nadie. Al menos, que se sepa. "Tanto él como sus hermanos son buenos estudiantes, educados. Es ejemplar. No encaja con lo que ha pasado", aseguró el alcalde de Zorita, Juan Francisco Ciudad Broncano, en declaraciones al diario local Hoy. Por su parte, la tía del joven, relató en declaraciones ante las cámaras de televisión que era un chico modélico. "De diez". Añadió que jamás desaparecería por voluntad propia.
La Policía todavía no rechaza esta vía hasta que no cuente con datos más concluyentes. Por otro lado, tampoco ha aportado más detalles con el fin de no interferir en la instrucción, en manos del Juzgado número 3 de Badajoz.
Ocho días
Además de centrarse en el análisis del móvil y las marcas de sangre, los agentes han interrogado a las amistades de Pablo. Sobre todo, al amigo que estuvo por última vez con él antes de que este se dirigiera a coger un taxi. También han investigado sus teléfonos en busca de cualquier mensaje o llamada sospechosa. Pero, de momento, en los ocho días que Pablo lleva desaparecido, no han encontrado nada.
La Policía revisa, asismismo, las imágenes de las cámaras de seguridad de la calle Zurbarán para aclarar las circunstancias en las que se produjo la discusión previa a la desaparición del joven. También busca dirimir cualquier otro hecho relevante que hubiese sucedido en la madrugada del jueves al viernes en la zona de copas donde se encontraba Pablo.
A pesar del ingente trabajo de la Guardia Civil, las policías Nacional y Locales, de los bomberos y la Cruz Roja, no hay rastro del joven. Los servicios de emergencias han peinado varias veces la zona de la ribera del Guadiana donde se encontró el teléfono. Lo han hecho incluso con drones y helicópteros, pero el resultado es el mismo: nada.
Según ha difundido SOS Desaparecidos, el último día que fue visto Pablo vestía con camisa azul, chaqueta del mismo color, vaqueros y deportivas blancas. Su imagen se ha publicado en la red de los cajeros automáticos Euronet y cuelga en folios impresos por numerosos puntos de Badajoz. Mide 1,75 metros, tiene el pelo moreno y lleva flequillo rizado. Sus ojos son de color marrón.
La desaparición del joven ha consternado a su localidad natal, Zorita, desde donde se han movilizado decenas de voluntarios para colaborar en las batidas de búsqueda. Los padres, ambos médicos, y los hermanos de Pablo, prefieren mantenerse alejados del foco mediático mientras avanza la investigación. Mantienen la esperanza de encontrarlo con vida.