Víctor Nuño salió de casa temprano para ir a trabajar. Era viernes y le tocaba turno seguido. De siete de la mañana a tres de la tarde. Quedó con su compañero Julián, otro chaval que había empezado recientemente en su empresa y con el que había hecho buenas migas. Víctor llevaba 12 días en su primer trabajo y no volvió a casa. Una planchadora de metal acabó con su vida.
Ahora hace más de un año del trágico accidente. Un accidente "grave", en palabras del Departamento de Trabajo de la Generalitat de Cataluña, y no "muy grave" como reclaman los padres del chico.
El próximo día 28 se reúnen con el presidente consejro de Trabajo, Roger Torrent, y con el secretario del mismo departamento, Enric Vinaixa. “Quiero decirles que mi hijo no era un número, que tenía ojos y boca. Que era una persona”, dice Noelia Salvador, su madre, a EL ESPAÑOL.
La historia de Víctor es esa que le puede pasar a cualquiera. Llevaba 12 días “ilusionadísimo” con su primer trabajo. Con 18 años, nunca fue un chaval al que se le diesen bien los estudios, así que decidió empezar a echar currículos.
-Mamá, ¡me han cogido, me han cogido!- gritaba mientras corría a contárselo a Noelia.
“Estaba contentísimo, la verdad”, recuerda su madre. La empresa donde iba a empezar le quedaba muy cerca, a unos 15 minutos de la casa donde viven todavía su madre, su padre Víctor y su hermana Lucía, en Castellar del Vallès, en Barcelona.
La compañía se llama Ferros Sabadell, una empresa metalúrgica localizada en el mismo pueblo de donde era Víctor. Él, apasionado de la motos, nunca condujo la suya los 12 días que estuvo trabajando, quedaba con Julián para ir juntos. “Tuvo que dejar el trabajo a los meses, no soportaba quedarse después de lo que pasó. A mí todavía me cuesta mirar a la puerta”.
Los hechos
Los hechos pasaron hace poco más de un año, el 27 de noviembre de 2020. Víctor llegó a la fábrica y empezó a trabajar. “Aquel día consideraron que no había mucho trabajo y lo dejaron solo con la máquina, que llevaba años sin usarse. Él era el ayudante de un chico que se encargaba de distinta maquinaria. Sin experiencia alguna, sin el EPI necesario, sin la ropa de seguridad, sin nada”, explica la madre.
Su trabajo consistía en apilar las planchas de metal que salían de la planchadora curvadora y que el compañero le daba. Una detrás de otras, dejándolas ordenadas y bien colocadas en un palé.
El turno empezó. “Al encargado, hijo del dueño, se le ocurrió ponerlo al frente de la máquina”. Pocos minutos después, Vïctor quedaba atrapado entre los rodillos que alisan metal hasta convertirlo en una plancha lisa, de apenas unos centímetros. Los compañeros intentaron sacarlo de ahí. No les quedó otra que desenchufar la máquina.
“No tenía cinta de seguridad, no había cable perimetral, ni seta de emergencia, ni sensor de movimiento, ni papeles de la máquina, ni sello de la Comunidad Europea”, resume la madre, que mantiene la serenidad durante toda la entrevista pero a la que de vez en cuando se le resquebraja la voz.
Cuando consiguieron que la máquina parase de hacer aquellos “ruidos raros” que alarmaron a todo el mundo, no había nada que hacer. Llamaron a los servicios sanitarios que confirmaron lo que, en el momento en que intentaron sacar a Víctor, ya todos sabían. Al final, tuvieron que ser los bomberos los que lo 'rescataran' muerto.
Más negligencias
Víctor tenía diagnosticada una discapacidad del 35% por TDA y TDH. Los dos trastornos se los diagnosticaron de pequeño, y toda su vida estuvo medicado, principalmente con concerta: "Al entrar en la empresa le hicieron el contrato por este asunto, pero no lo notificaron al Servicio de Prevención, que es el que le tenía que hacer una evalución de riesgo para ver en qué puesto tenía que estar mi hijo".
Es decir, Víctor nunca tuvo que estar haciendo el trabajo que le costó la vida. Nunca debió llevar maquinaria, y mucho menos en el puesto de trabajo.
La inspección, en una primera valoración, detectó “muchísimas negligencias tanto en la fábrica como en la máquina” que se llevó la vida del joven por delante. “Nuestro abogado siempre pensó que sería calificado como muy grave, más teniendo en cuenta la discapacidad de nuestro hijo”.
Pero la sorpresa llegó cuando salió la sanción para la empresa: la catalogación fue de grave, lo que reducía sustancialmente la multa a la compañía que, como reconoció los hechos y pago de manera rápida, terminó pagando 24.960 euros de los 40.100 iniciales, que es la máxima de este tipo. Si la calificación hubiese sido de “muy grave”, la cuantía podría haber alcanzado los 300.000 euros.
La familia de Víctor no sabe, a día de hoy, por qué decidió catalogar la muerte de su hijo como grave. La Generalitat de Cataluña no les ha facilitado el documento sancionador “debido a la ley de protección de datos”. Noelia sabe de lo que habla por su trabajo, por eso duda si han tenido en cuenta la discapacidad de Víctor, “porque entonces sí que tendría que ser una sanción “muy grave’”, como la del caso del joven Xavi Cayuela, en Cornellá. A este último, por quedar atrapado entre la maquinaria, sí le dieron la razón calificando su accidente laboral como "muy grave".
Toda la vida por delante
“Tenía toda la vida por delante”, rememora su madre, a la que se le escapa un sollozo. A Víctor le gustaba lo que a todos los chicos de su edad: salir, entrar, estar con sus amigos. Ya empezaba a tener a su primera novia formal, Alba. “Ella se vino con nosotros de vacaciones, él ya entraba en su casa. Estaban empezando a hacerlo todo más serio”, recuerda Noelia.
Había otras dos cosas que le apasionaban. La primera era las motos. Era fácil verlo con la suya dando vueltas por el pueblo, o en el circuito que hay en Castellar del Vallès pasando más de una y dos horas. Pero su ídolo, ese al que se quería parecer, estaba lejos de los centímetros cúbicos.
“Él todo quería hacerlo como Cristiano Ronaldo. En todos lados donde firmaba ponía el '7', que es su número”. Víctor era merengue, para ‘desgracia’ de su padre, culé de pura sangre.
Ese número de la suerte le ha valido a la familia para confeccionar el logo de la asociación que lleva su nombre, 'junto a dos alas'. El objetivo es poder impartir cursos de seguridad laboral y prevención de riesgos a chavales como el hijo de Noelia y también a las empresas que se interesen. Todo de forma gratuita. No por nada la progenitora del protagonista de esta historia se dedica a ello.
“Queremos que no se repita algo así, que tomen consciencia de lo importante que es trabajar seguro”. Desde un primer momento, la familia se volcó con el proyecto. Pero es más, todos los allegados, incluido el jefe de Noelia, han participado en la puesta en marcha de la fundación. Esta es la página web donde uno puede aportar lo que desee.
Hace poco realizaron un acto de homenaje en el pueblo, con el beneplácito del Ayuntamiento. “Nada de lo que recaudamos es para nosotros, ni siquiera si le aumentan la sanción a la empresa, eso va para Trabajo. Lo que recaudamos, todo, va para los cursos, para que los chavales puedan tener el material necesario si las empresas no se lo dan”.
En la reunión del próximo día 28 con Torrent y Vinaixa, los padres exigirán que les expliquen por qué se ha hecho esta calificación, buscando que a Ferros Sabadell se la sancione “de manera ejemplar” para que muertes como la de Víctor no se vuelvan a repetir.