Johan le dio más de 50 puñaladas a Claudia como venganza por dejarlo: "Es un monstruo"

Una fuente de las Fuerzas de Seguridad define de esta forma lo que Johan le hizo a Claudia como venganza por romper la relación: "Es un monstruo". De otra forma no se puede entender cómo actuó este adolescente, de 19 años, que tuvo la sangre fría de quedar con su exnovia, una menor de edad, de 17 años, y con la excusa de devolverle unas cosas supuestamente le arrebató la vida con una navaja.

Además, lo hizo dentro del trastero número 14 de un bloque de pisos de la avenida Rambla de la Santa de Totana: el mismo lugar que durante un año fue el nido de amor de estos adolescentes. Allí se metían para hacerse arrumacos tras hacer pellas en el instituto Juan de la Cierva y allí condujo Johan a Claudia para vengarse por la ruptura. Este martes por la tarde, con la excusa de devolverle unas cosas, el chico le arrebató la vida a su expareja empleando con contundencia un arma blanca.

"Parece ser que le dio decenas de cuchilladas, más de cincuenta", según indican fuentes de las Fuerzas de Seguridad, en alusión al resultado que se obtuvo de la primera inspección del cuerpo de la chiquilla cuando fue localizado dentro de aquel trastero, la madrugada del miércoles. De momento, eso lo debe precisar la autopsia que no ha sido notificada a la familia. Entretanto, este viernes, Johan ha sido puesto a disposición judicial, y todo apunta a que la juez considera que el adolescente no actuó fruto de un calentón, en el marco de una discusión con su expareja, sino que supuestamente tenía premeditado acabar con la vida de Claudia.

Prueba de ello es que la titular del juzgado de instrucción número 3 de Totana, con competencias en violencia sobre la mujer, tras escuchar a Johan, ha acordado su ingreso en prisión por un delito de asesinato, con la agravante de género. La tipificación penal de ese delito incluye actuar con alevosía o ensañamiento.

Tales circunstancias son las que 'a priori' se desprenden de las primeras pesquisas realizadas por la Guardia Civil, a la vista de que el adolescente quedó con la menor de edad, dejó su cuerpo oculto en el trastero, y horas más tarde mintió en dos ocasiones sobre su paradero. Primero, lo hizo con Patricio, el padre de Claudia, cuando este le llamó por teléfono ese mismo martes para preguntarle dónde estaba su hija. Esto fue lo que dijo: 'No la veo ni conversamos desde hace tiempo'.

Después, volvió a mentir, cuando unos agentes de la Benemérita se presentaron en su casa y afirmó que no sabía nada de la menor. De hecho, Johan solo se derrumbó tras verse presionado por las Fuerzas de Seguridad y su anterior familia política, confesando los hechos a su madre: Paulina. Esta mujer se ocupó de llamar otra vez a la Guardia Civil y pedirles que regresaran al piso de la avenida Rambla de la Santa: básicamente tuvo que señalar a su propio hijo como responsable de la desaparición de la adolescente.

Johan estaba impasible

Cuando los agentes bajaron al garaje, el chico no colaboró abriendo la puerta del trastero número 14 y tuvo que se requerida la presencia de los bomberos. "Estuvo todo el rato sentado, sin hablar y sin llorar". Ni siquiera parpadeó cuando nada más abrir la puerta con un equipo hidráulico, lo primero que se vio fueron los pies de la pobre Claudia: yacía tirada en el suelo y desangrada. De nada sirvió la presencia de un equipo médico.

La confesión de Johan de los hechos de poco ha servido a la juez que ha ordenado su ingreso en prisión sin fianza, según ha informado un portavoz del Tribunal Superior de Justicia: "La instructora aprecia, en particular, un evidente riesgo de fuga, derivado de la gravedad de la pena que pudiera corresponder al delito". El asesinato está penado con penas de 15 años en adelante.

Johan se comportó como un cobarde desde el principio hasta el final. Solo confesó cuando era evidente lo que había hecho. Este jueves, a la salida de los juzgados, cuando decenas de cámaras le esperaban para recoger la imagen del autor del primer crimen de violencia machista en 2022 en la Región de Murcia, aquel chico que proyectaba con sus características gafas de pasta, una imagen de bueno y calladito, se ha escondido tras una capucha para que nadie filmase su rostro, pero eso no ha evitado que le dedicasen varios insultos antes de entrar al coche patrulla.