Frío, calculador, religioso y muy listo: tres biógrafos desgranan el cerebro de Vladimir Putin
Tres escritores que han escrito sobre el presidente explican a EL ESPAÑOL las claves de por qué Putin es una de las personas más influyentes del mundo.
6 marzo, 2022 02:43Noticias relacionadas
“Esto tendrá sus consecuencias”, vaticinó Vladímir Putin en varias ocasiones. La última hace una semana en una amenaza a Finlandia y Suecia para que no entraran a la OTAN. Predecir sus pasos es arduo, pero hay quienes llevan años inmersos en esa tarea.
En eso coinciden los tres escritores que se han acercado al país y a los que ha entrevistado EL ESPAÑOL para desentrañar y comprender la figura del presidente. Un hombre que abre telediarios y periódicos, pero cuyos mensajes, según los autores, ya avisaban de que preparaba algo grande.
El profesor, historiador y doctor en Sociología Sergio Fernández escribió El renacer de Rusia: De las ruinas de la URSS a la democracia soberana de Vladímir Putin. Ahí habla del colapso de la Unión Soviética y cómo dio un vuelco para encontrar un hueco en el mundo.
El analista político Marcelo Ramírez forma parte de la productora argentina ASIATV que apuesta por la geopolítica global y redactó Cómo Putin puso de pie a Rusia: Historia, tradición, pensamiento y orgullo para unir una nación. Indaga en un “eminente mundo multilateral” encabezado por ese país.
El periodista Llibert Ferri, especializado en periodismo internacional con entrevistas a personajes reconocidos como Mikhail Gorbachev, publicó Putin trenta anys després del Final de l'URSS. En el texto menciona el “rehacer el imperio aplicando a Ucrania la doctrina soviética de soberanía limitada”. Los tres, desde sus perspectivas, crean un relato de luces y sombras; una mirada honesta de los entresijos y evidencias ignoradas.
El punto de inflexión
–¿Cuáles son los antecedentes?
Llibert Ferri: En 2021 se cumplieron 30 años desde el final de la Unión Soviética (URSS). Esa caída lleva incorporado el estigma de su propia destrucción, la etapa final fue de empujones, humillante, como una rendición incondicional, y con personas de un día para otro pasaron a ser pobres.
En aquel momento, Putin, el agente de los servicios secretos del KGB (policía secreta de la URSS), tuvo que encargarse de quemar papeles y se quedó sin trabajo. Un diputado demócrata le dio un puesto en San Petersburgo, se colocó en la lista y llegó a ser teniente de alcalde.
En 1994, un periodista de Oxford, Timothy Garton Ash, fue una conferencia de Putin y se quedó sorprendido y muy inquieto. Fue la primera vez que dijo que la salida de la Unión Soviética había sido la catástrofe geopolítica, económica y humana más fuerte del siglo XX, y que la manera que se había puesto final, ignorando los intentos de los sectores financieros de generar un Plan Marshall, buscaba la humillación. Acaba la conferencia diciendo: “Esto tendrá consecuencias”. Son las que estamos viviendo ahora.
Sergio Fernández: Él aparece cuando Boris Yeltsin, el primer presidente de la Rusia postsoviética, se muestra borracho, enfermo y decide dejar la política. Rusia está colapsada económica y políticamente. Putin es consejero, se convierte en primer ministro, en presidente provisional y se da cuenta de que el país va a la deriva, aparentemente.
Tras aplastar a sangre a sangre y fuego en la guerra Chechnya, se ve que no es un simple peón, sino que tiene un proyecto que poco a poco va desarrollando. Engaña escondiendo sus cartas y dando otra cara en el mundo internacional.
Nosotros nos lo creemos poco a poco y va cumpliéndose el proyecto imperialista ruso por fases: el crecimiento económico en la primera década del gobierno de Putin, una vez que Rusia se popularizó militarmente, se modernizó en sus medios de comunicación, están RT o Sputnik. Esta segunda fase busca devolver a Rusia a ese primer plano para demostrar que se acabó ese juego donde Estados Unidos era quién decidía, como un sheriff que controla todo el globo.
Marcelo Ramírez: El mundo anglosajón siempre ha buscado la destrucción de Rusia de forma intermitente, con épocas calientas y de distensión. Ha habido varios intentos de someterla, porque quieren que se desarticule y que sea una simple proveedora de materias primas, adoptando puntos de vista culturales de occidente.
Por otra parte, la OTAN avanza sobre la frontera rusa, lo que provocó que retrocedieran. Ya no tienen más a dónde ir. Además, EEUU se protege; de manera que cualquier cosa que pase, significa la destrucción de Europa. Eso lleva Putin a dar el paso ahora.
Personalidad
–¿Cómo describiría a Putin?
Sergio Fernández: Putin es un autócrata profundamente oriental que hereda tradiciones soviéticas porque es un hombre criado en la KGB, el mundo de la caída del muro Berlín y la Unión Soviética. Se acerca al imperialismo ruso y reconoce que tiene una misión histórica y que su espacio vital debe ser diferente al mundo occidental.
Se ha declarado enemigo de toda ideología de género y de colectivos LGTB. Considera que los valores tradicionales tienen que ser el pilar fundamental de la construcción y supervivencia su estado. Se ha convertido para muchos países e muchos intelectuales en el referente de la familia natural, de la colaboración entre Iglesia y Estado y de la moral pública.
Hasta la guerra de Ucrania muchos lo consideraban como una especie de referente moral frente a la decadencia de occidente. Para él, Ucrania abandona la histórica civilización rusa basada en la familia y en la autoridad para irse con los pervertidos de occidente.
Marcelo Ramírez: Putin es una persona pragmática, fría, calculadora y tiene una visión profunda de los modelos estrategas. Trato de no ponerle valores morales porque es subjetivo, pero en los hechos muy concretos tiene planes a largo plazo. Es carismático, un hombre al que se puede considerar religioso.
Es muy inteligente, de todos los líderes del mundo, el más capaz. Estamos en una época donde hay una carencia de capacidades y liderazgos, como antaño fueron Churchill o Roosevelt. Ahora lo encabeza él.
Llibert Ferri: Es un personaje típico de la KGB: frío, calculador, de mirada impenetrable, que se jacta de ser un hombre con principios irreductibles. Desde fuera es impredecible, no da pistas, y si las da, son falsas. Cuando está callado hay que temerle, como en 2014, cuando la evolución de las tropas rusas en Donbass. Fue un efecto sorpresa.
Ahora no lo ha hecho: estaba avisando. Los servicios secretos norteamericanos y británicos tenía mucha información y llegaron a hacerles creer que estaban exagerando y él también decía que estaban histéricos.
–¿Por qué ganó popularidad?
Sergio Fernández: En el siglo XXI hay mundos como el árabe, el chino y el ruso que no tienen los mismos valores que nosotros en su visión de los derechos humanos, del territorio y de la política. Eso se demuestra en el año 2007, en la famosa conferencia de Munich, donde Putin da un golpe sobre la mesa y advierte a occidente de que se acabó la era débil y el gobierno mundial de Estados Unidos y euroatlántico. Al año siguiente decide invadir Georgia.
En ese momento, Estados Unidos, gobernado por George Bush, quiere reconquistar Abjasia y Osetia del Sur –que son independientes– con el apoyo de Rusia. Allí en la primera vez que ese imperialismo ruso aparece en la escena: cuando dice que esa zona es su patio trasero. Se demuestra esa figura de Putin que no comprendemos ahora en el siglo XXI ni en la crisis de Ucrania.
Nadie entiende lo que está haciendo, lo que quiere conquistar, nadie sabe cuáles son sus planes de futuro, no se ha estudiado ese perfil político, histórico, sociológico. Es un señor que tiene un proyecto imperialista, que no cae en las categorías históricas de izquierda y derecha y que quiere restaurar esas glorias perdidas de Rusia.
Marcelo Ramírez: Empieza cuando consigue tomar el poder. Durante la guerra de Chechnya va a visitar unas tropas que le ofrecen hacer un brindis. Él baja la copa y dice que brindará cuando esté la victoria. Muestra una personalidad que encaja muy bien con el espíritu ruso. Necesitaba restablecerse y encontrar los puntos de anclaje.
Ofrece es una identidad, esa es la clave de cómo Putin consigue hacerse popular. Le refresca a los rusos lo que fue su historia y potencialidad y lo hace basándose en tres o cuatro pilares claves. Uno de ellos, es la lengua rusa como una cultural universal, ya que es un país con más de 150 nacionalidades internas.
Traza su proyecto sobre las tradiciones y tiene una alianza con la Iglesia Ortodoxa muy clara. Los rusos son personas con una personalidad mucho más conservadora y el modelo occidental que en los 90 se intenta imponer va a contrapelo. Él empezó hablar de lo que los todos querían escuchar: de que podían estar orgullosos.
Se han creado una serie de mitos alrededor de su figura. Se le ha llamado asesino, y en realidad; no hay opositores, porque tiene una mayoría: entre el 60 y el 80%.
–¿Cree que eran predecibles sus pasos?
Sergio Fernández: Sí, era predecible para el que lo estudia de manera neutral. Aun así, tenía un plan con muchas décadas, ellos lo han dicho por activa y por pasiva. La sorpresa ha sido que se ha cumplido la profecía, no pensábamos que en el siglo XXI iban a haber países que se saltan los derechos humanos occidentales o que a provocar guerras e invadir países.
Marcelo Ramírez: En Donbass, Rusia estaba sufriendo un genocidio desde hace 8 años, con cerca de 14.000 muertos. En Ucrania hay un gobierno de derecha donde la gente está más radicalizada. Hay un nazismo, porque tiene que ver con la depuración racial: hay sectores que están intentando eliminar físicamente aquellos a ucranianos que son de origen ruso.
Por otra parte, la OTAN intenta hacer una purga de lanza contra Rusia. Si se neutraliza Ucrania hay riesgo para la seguridad los rusos. Están masacrando a los ciudadanos y necesitan mostrar fuerza, porque si Rusia abandona su gente, este mensaje no va a ser bien recibido por otros pueblos. Es difícil generar un frente de resistencia.
Ya se ha advertido que Putin quiere revertir el orden mundial con Rusia en la cabeza de un grupo de naciones que están cansadas de esa estructura. Hay un montón de países demonizados por occidente, como la propia China; han ido señalados de forma repetitiva.
Mucha gente en occidente ha comenzado a asimilar parte de ese discurso y lo justifica porque está viendo solo un cuadro de la película. Es lo que pasa hoy: se presenta como “Rusia invade Ucrania”.
–¿Cómo son las relaciones internacionales con Rusia?
Sergio Fernández: Putin tiene importantísimas alianzas, tiene muchos aliados, movimientos identitarios nacionalistas y socialistas que le valoraban, como la Hungría del Víktor Orbán, la Brasil de Jair Bolsonaro o incluso la EEUU de Donald Trump, quien reconoció que era muy inteligente. Por otra parte, la expresidenta alemana Angela Merkel lo veía como alguien de otro siglo, de la Edad Media. Ahora ella está cuidando de su jardín y él invadiendo un país entero.
Llibert Ferri: Si Trump hubiera estado en estos momentos en activo, no habría invadido Ucrania. De hecho, le ha beneficiado que no estuviera ni él ni Merkel, a la que tenía respeto porque los dos hablaban alemán y ruso.
–¿Cuál es el objetivo del presidente?
Marcelo Ramírez: Comparten posición con China: ven a occidente en profunda decadencia. Rusia necesita reaccionar porque si no va a tener que entrar en guerra. Putin intenta anticiparse.
La política ideal sería dejar que occidente caiga pacíficamente, porque es un gigante peligroso con armas nucleares. Tienen una ventaja estratégica importante y necesitan cerrar esta situación antes de que Estados Unidos vuelva a conseguir una ventaja militar.
Sergio Fernández: Tenemos una realidad violenta que la gente no quería conocer, no quería comprender. La historia es una ciencia que predice muchas de las cosas que están pasando.
Rusia, hasta hace muy poco tiempo, era un gran desconocido. Putin era un típico autócrata oriental que no interesaba, que no importada en el mundo occidental, pero ahora vemos que tiene una importancia mediática, política y geopolítica muy relevante.
Su proyecto era un imperialismo casi étnico: quiere recuperar todo el espacio. Ahora, en los medios de comunicación, se le considera el heredero de la KGB. Yo creo que hay que estudiarlo más, porque si no podemos comprenderlo, tampoco podemos pararlo.