La solidaridad con los más necesitados fue una de las muchas enseñanzas de los Salesianos que Manuel Victoria Pardo interiorizó desde su adolescencia, cuando a los 19 años sintió "una llamada" para iniciar su noviciado con la Sociedad de San Francisco de Sales. Durante más de una década se entregó en cuerpo y alma a esta congregación religiosa, hasta que a los 33 años decidió que quería regresar a la vida secular. "En un momento determinado, me replanteé ciertas cosas, y opté por dejarlo, pero las creencias, y los valores, siempre siguen ahí", tal y como reflexiona Manuel Victoria, gerente de TIR Viviendas: una empresa de la construcción, situada en la localidad murciana de Molina de Segura.
Manuel no habla en vano cuando afirma que no ha olvidado ni una sola de las enseñanzas de los Salesianos. Prueba de ello es que el gerente de esta empresa ha puesto en práctica esos valores caritativos, cediendo su flota de furgonetas a sus empleados ucranianos para que rescaten a sus familiares de la sangrienta invasión que está sufriendo Ucrania, a manos de la Rusia de un Vladímir Putin que trata de recuperar el espacio de la antigua Unión Soviética emulando a Hitler.
"El noventa por ciento de los trabajadores de esta empresa son ucranianos porque su fundador es de Ucrania", apunta el gerente de TIR Viviendas, sobre el motivo por el que ha adoptado semejante decisión. Ni que decir tiene que ante las atrocidades que están cometiendo las milicias rusas, ninguno de los cincuenta integrantes de su plantilla estaba centrado en el trabajo: la angustia les atenazaba y su mente estaba a 3.700 kilómetros de distancia, junto a los familiares que dejaron en su país, años atrás, cuando se vinieron a España a labrarse un porvenir.
"Vimos que iba en aumento la preocupación y la impotencia de nuestros empleados ante las noticias que les llegaban de sus familiares en Ucrania", tal y como corrobora Manuel a EL ESPAÑOL, a pie de almacén, en el Polígono Industrial la Serreta de Molina de Segura. "Me empezaron a decir que tenían que ir a la frontera a por sus familiares".
- ¿Y usted qué le contestó a sus empleados?
- Manuel Victoria: Les dejé las ocho furgonetas que tenemos para trabajar. La empresa se lo está aportando todo: la flota de vehículos, los días libres de trabajo que necesiten, la gasolina, y lo que haga falta. Ahora mismo, es tan imperiosa la necesidad de salvar a la gente de una posible muerte que todo lo demás son solo cosas materiales.
De modo que este geremte, con alma de cura salesiano, le cedió a la plantilla los vehículos de trabajo con los que TIR Viviendas -en sus quince años de historia- ha hecho innumerables proyectos: el Hotel Meliá de Milán, el Hotel Pez Espada en Torremolinos, el Río Park en Benidorm, las franquicias de Mango en Düsseldorf, viviendas en Frankfurt... "Tienen capacidad para transportar de seis a nueve pasajeros: es una Renault Máster, una Ford Transit, una Fiat Talento...".
En la práctica, esas furgonetas pueden ayudar a rescatar de la guerra a 72 personas, una cifra pequeña para un país como Ucrania, con más de 41 millones de habitantes, pero cada vida cuenta. Este lunes, tuvo lugar el primer viaje al volante de un vehículo de empresa, en dirección a la frontera entre Moldavia y Ucrania, para recoger a ocho mujeres y niño.
"Ellos mismos se están organizando, este viernes por la mañana, salieron tres empleados de una obra que tengo en Gerona para recoger a familiares". En la actualidad, el 90% de su plantilla y toda su flota de vehículos están en la frontera de la encarnizada guerra Rusia-Ucrania, donde han muerto más de 2.000 civiles y que ha generado un éxodo de más de un millón de ucranianos hacia las naciones vecinas de Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Hungría y Moldavia.
"Las ocho furgonetas de la empresa, ahora mismo, están en la frontera de Ucrania y Moldavia. Estamos haciendo de corredor humanitario", subraya, con gesto serio, el otrora cura salesiano, que hace seis años dejó de ser profesor en el Colegio San Juan Bosco de Cartagena, para empezar una nueva etapa como gerente de una empresa fundada por un ucraniano, que se dedica a las reformas y la construcción de hoteles, centros comerciales, franquicias de restauración, residencias y viviendas.
Recogida de material básico
"Mi sensibilidad humanitaria viene de los Salesianos: allí organicé campañas para recoger comida, medicamentos y ropa". Tal experiencia ha permitido a Manuel improvisar una recogida solidaria de material, junto a Anastasia Zayats, la hija de uno de sus empleados ucranianos.
"Empezamos a moverlo por las redes sociales y se nos ha ido de las manos: recibo 300 llamadas diarias", asegura el gerente de TIR Viviendas, mostrando al periodista sus dos móviles vibrando. Una de las primeras personas que se interesó fue el regidor de Molina de Segura, el socialista Eliseo García: "El alcalde vino en persona a ver en qué podía ayudar y me entregó 3.000 euros para comprar medicinas".
Después comenzaron a llegar donativos y una 'legión' de voluntarios dispuestos a invertir su tiempo libre en la logística del envío de material que realizará la próxima semana a la frontera ucraniana. De hecho, este viernes, los voluntarios trabajaban a destajo en la clasificación, empaquetado, y paletización de cinco toneladas de donativos que han colapsado la capacidad del almacén de esta empresa, situada en la calle América del Sur número 6 del Polígono Industrial la Serreta.
"Siento impotencia porque no puedo hacer nada para frenar lo que está pasando en Ucrania, pero no puedo quedarme en casa mirando lo que ocurre en la televisión", subraya Carmen, una maquilladora que ha decidido invertir su día libre en desplazarse desde Alcantarilla para alistarse en el 'ejército' pacífico de Manuel Victoria. "Hago esto para ayudar", concluye Carmen, mientras introduce medicinas en una caja.
Iniciativa con empresas 'top'
En la cadena de voluntarios hay algunos que no pueden reprimir las lágrimas al explicar los motivos por los que están colaborando con esta recogida de material, a la que se han sumado empresas 'top' de Murcia. Es el caso de Primafrío, el gigante de los camiones; Pujante, la comercializadora de pollo, pavo y gallina; Grifols, la compañía de soluciones biotecnológicas; Aqua Murcia, proveedor de agua embotellada; Setramol, una firma de alquiler de automóviles...
"Estoy aquí por la tristeza que me causa la guerra y porque siento empatía con el pueblo ucraniano", resume Lourdes, profesora de Francés en el instituto de Librilla. "Tengo los viernes libres y llamé para ver en qué puedo ayudar", cuenta esta joven docente, de 28 años, sin poder evitar echar unas lágrimas. Tal situación emociona al ucraniano Viktor Dabizha, empleado de Aqua Murcia, y encargado de escribir, en su idioma, el contenido de cada caja que en unos días recibirán sus compatriotas.
"Vine a España en 2007, junto a mi mujer y mis dos niños, con el objetivo de trabajar para tener una vida digna", tal y como explica, luciendo una gorra con su nombre en castellano: Víctor. "En Ucrania tengo a mis padres, a dos hermanos, a mis suegros, y a muchos primos". Esta historia se repite entre el resto de 4.536 ucranianos que residen en territorio murciano y que asisten atónitos a una guerra promovida por un 'hijo de Putin' al que no importa aniquilar a niños, mayores...
- ¿Cómo se encuentran sus familiares?
- Viktor Dabizha: Todos ellos, menos un hermano, se han refugiado en casa de mis padres porque al lado de su pueblo hay una base militar. No paran de escuchar explosiones, ven pasar misiles... Uno de mis hermanos y un cuñado están ayudando al Ejército de Ucrania a patrullar las calles para ver si hay militares rusos porque paran a la gente que huye, quitándole sus vehículos. Están destruyendo colegios, hospitales, y arruinando la capital.
El duro panorama que relata Viktor se refleja en sus ojos inyectados en rabia. "En mi país hay problemas de logística, a veces, no hay ni pan para comer", remarca, antes de volver al tajo porque hay mucho material por empaquetar para cargarlo en un camión de 22 toneladas de Primafrío.
- ¿Qué materiales les pueden traer los ciudadanos y empresarios que quieran colaborar con la campaña?
- Manuel Victoria Pardo: La primera necesidad por cubrir, es la ropa de abrigo por las temperaturas tan gélidas que soportan los ucranianos que cruzan la frontera. Necesitamos mantas, abrigos y camisetas térmicas. El segundo grupo de interés es la comida preparada, no perecedera, y que esté enlatada, porque hay muchos cortes de luz en Ucrania y la gente no puede cocinar. El tercer grupo son los medicamentos, como analgésicos, anticoagulantes y antibióticos. Y el cuarto grupo, el material de primeras curas, como vendas y apósitos, para las heridas causadas por la metralla de las bombas. Tenemos puntos de recogida en centros educativos de Molina de Segura, en urbanizaciones y en el almacén de nuestra empresa.
El reloj marca las 13.20 horas y no paran de llegar donativos de material y ciudadanos de Molina, Ceutí, Lorquí, Alcantarilla, o Las Torres de Cotillas, para preguntar en qué pueden ayudar. "Esta mañana, una mujer, como tenía un brazo escayolado y no podía ayudar en la logística, se ha plantado aquí con café y bocadillos para todos". Manuel, al contar esto, tiene que dejar de hablar con EL ESPAÑOL, porque la emoción de su corazón salesiano se impone al calculador ingeniero en Electrónica, de 53 años, que en los últimos días está coordinando al milímetro esta campaña solidaria.
- ¿Qué siente usted a nivel personal ante la respuesta que está recibiendo de empresas y de ciudadanos?
- Manuel Victoria: Todo esto no lo hago por protagonismo, solo lo hago porque quiero ayudar a la gente, como los voluntarios que están aquí empaquetando material. Desde mi empresa tengo la logística y la capacidad de poder organizar y eso es lo que estoy aportando a la guerra que está sufriendo Ucrania. Está siendo una ola de solidaridad impresionante porque en tres días hemos recogido cinco toneladas de material humanitario y más que está por llegar. Estoy tremendamente emocionado ante la capacidad de respuesta que tiene el ser humano en una situación tan dramática.