Los supermercados siguen sufriendo la falta de existencias de varios productos como arroz, harina de trigo, aceite de girasol o leche. Así lo atestigua EL ESPAÑOL tras dos días visitando hasta ocho superficies de distintas cadenas. Y en todas ellas ocurre lo mismo: los pasillos de la leche están prácticamente desérticos, al igual que los espacios donde se suelen albergar productos de primera necesidad como el arroz, la harina de trigo o el aceite de girasol. En estos últimos casos, la guerra en Ucrania es la principal causa detrás de esta escasez de cereales o productos derivados. Pero no es la única.
También, el comportamiento humano a la hora afrontar las crisis o los momentos de incertidumbre influye en que los consumidores acumulen –y compren de más– ciertos productos básicos que no son perecederos. Así lo defendió Marta Burgos, del Colegio de Politólogos y Sociólogos, que remite al “miedo” para explicar la situación. “Es una emoción que se contagia rápidamente. Ante la incertidumbre, ante el qué va a pasar, ante la falta de información sobre lo que implica, la gente toma decisiones. Y dice: ‘Yo me voy a preparar’. Y lo hacen comprando lo básico. Incluso, algo exageradamente, como si se estuvieran preparando para el fin del mundo”, ha contado a EL ESPAÑOL.
Prueba de ello es lo que ha vivido este diario durante la mañana de este martes. En un supermercado de Lidl, situado en un municipio al suroeste de Madrid, una mujer salía de la superficie con un carrito con ocho paquetes de un kilo de harina de trigo. Sólo llevaba eso, pero había vaciado previamente la caja donde se albergaban esas últimas unidades. Esta consumidora no ha querido ser fotografiada, pero sí ha asegurado a este medio que había comprado tanta harina porque elabora “mucha repostería” y “llevaba dos días buscando harina por diferentes supermercados”.
Pese a ello y como se ha indicado anteriormente, el acopio de los consumidores de determinados productos no es el motivo fundamental de escasez, al menos en ciertos cereales como el arroz. En este caso, la guerra desatada en Ucrania por la invasión de Rusia desempeña un papel fundamental en la falta de cereales, en especial del trigo. ¿Por qué? Porque “las perturbaciones de la cadena de suministro y la logística de la producción de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania y Rusia, así como las restricciones a las exportaciones rusas, tendrán importantes repercusiones para la seguridad alimentaria”, ha informado un estudio firmado por el director de la FAO, el chino Qu Dongyu.
De hecho, la propia FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación) sostiene que Rusia es el mayor vendedor de trigo del planeta, mientras que Ucrania es el quinto, y ambos proporcionan el 19% del suministro de cebada, el 14% del trigo y el 4% del maíz del mundo, y venden el 52% del aceite de girasol. Es decir, la invasión rusa ha detenido la industria de cereales ucraniana y, además, ha desatado sanciones que también impiden importar a Europa o España cereales rusos.
Por tanto, la ecuación es simple: si hay menos trigo, hay menos harina y, por ende, el consumidor final en España la ha dejado de ver en los supermercados. No obstante, siguen comerciándose sustitutivos como harinas de maíz, arroz o garbanzos, por ejemplo.
La huelga, otro factor
A la falta de acceso a ciertas materias primas como los cereales, se suma un factor más: la huelga de transportistas que este miércoles cumple su décimo día de parón “indefinido”. De poco ha servido el plan de ayudas anunciado por el Gobierno de España en el cual se han puesto sobre la mesa 500 millones de euros en bonificaciones al combustible usado por los profesionales. Esto se traduce en que no se ha desconvocado la huelga y la falta de movilidad de las mercancías por todo el territorio nacional tiene consecuencias.
En el sector lácteo, como informó ayer este diario, se ha hecho visible la escasez de leche. “Cada mañana, sacamos algunos cartones de los almacenes, pero rápidamente vuelan”, ha explicado una trabajadora de Mercadona a este medio. Es decir, según ha dicho, “lo poco que se vende lo teníamos ya, pero no están llegando nuevas remesas”. Esto, por otra parte, está empujando a los ganaderos a dejar producir leche al no poder darle salida.
Ejemplo de este problema en los lácteos es que Danone, una de las gigantes del sector, ha anunciado este miércoles que si no resuelve la huelga de transportistas se verá abocada a interrumpir de forma temporal su actividad tanto en sus cuatro plantas en España de productos lácteos, como en las tres de agua mineral natural.
Como ha informado Invertia, de no llegar a un acuerdo, Danone se verá obligado a tomar la drástica decisión de interrumpir el proceso de recogida de leche, y como consecuencia, el proceso de producción en sus fábricas y posterior traslado de producto terminado a las cadenas de distribución alimentaria, anuncia la compañía en un comunicado. Si los pasillos lecheros de los supermercados visitados por EL ESPAÑOL estaban desnudos, la cristalización del anuncio podría agravar la situación.
Aceite de girasol, en mínimos
Sin novedad en el frente. La invasión de Vladímir Putin a Ucrania ha asfixiado la producción y exportación del aceite de girasol. La guerra en Ucrania ha detenido la actividad en las refinerías de ese país, desde el que España recibe el 62% del aceite de girasol que utiliza. Además, los barcos ya no circulan por el estrecho del Bósforo y ya sólo queda el aceite que estaba en existencias.
El aceite de girasol, en este sentido, es el producto más damnificado de la guerra y sus precios ya se sitúan a la par del aceite de oliva, tradicionalmente más caro. Aún quedan algunas existencias del producto, sin embargo, todos los supermercados se han visto obligados a limitar su venta a cinco litros por cliente con el fin de evitar el acopio de este producto.
Y, de hecho, la falta de cereales ucranianos, como se ha ido explicando, también repercute en la escasez del trigo. Por ello, los consumidores en España tienen dificultades para conseguir harina de trigo o aceite de girasol. Así que la guerra, sumada a la huelga “indefinida”, y el exceso adquisitivo por parte de algunos consumidores provocan que productos como el arroz, la harina, la leche o el aceite no se vean en los lineales. “Y lo poco que sacamos, vuela”, esgrime una trabajadora de Mercadona.
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