En Salas (Asturias) se fabrican productos dulces, pero no se edulcora la realidad. Al contrario, el inminente cierre de la fábrica de Danone cubre a este concejo de amargura e incertidumbre. Ni siquiera el alcalde se anda con medias tintas a la hora de calificar esta noticia. “Esto es la ruina, la catástrofe”, lamenta al otro lado del teléfono. La drástica bajada de producción de los yogures Danonino —los Petit suisse de toda la vida— ha provocado que la empresa francesa decida abandonar Asturias 41 años después y trasladar su producción al país galo. Detrás queda un pequeño pueblo huérfano de industria y 71 familias con un signo de interrogación en su futuro.
El viernes de la semana pasada a las 12:30 horas llegó el mazazo. “Vino un equipo de reaching industrial de la central de Barcelona a comunicárnoslo”, explica Juan Carlos García, portavoz del comité de empresa y electromecánico de mantenimiento en la fábrica. “Inmediatamente lo comunicaron al alcalde y publicaron una nota de prensa”.
La decisión es irrevocable y se ejecutará antes de que acabe el 2022. La producción de la planta se ha reducido a más de la mitad en los últimos años por la bajada de las ventas del tradicional postre. Salas llegó a producir 30.000 toneladas anuales de este yogur rosado y azucarado. Representaba el 80% de la producción europea. Actualmente se producen en torno a 11.000 toneladas cada año. Será una fábrica francesa quien asuma esta producción a partir del cierre.
“Los plazos no son los de un ERE normal porque tenemos unos acuerdos de un sindicato europeo. Antes de empezar los procesos de consulta según la legislación de cada país hay que tener hasta tres meses de negociaciones previas. Ahora estamos en esos tres meses de negociaciones que iniciamos el martes”, explica Juan Carlos, que lleva 33 años trabajando en esta fábrica. No es el más veterano: “Hay gente que lleva 41 años aquí”. Es decir, desde que abrió la planta en 1981 en este concejo que ronda los 5.000 habitantes.
Eloy Martínez entró en 1983, lo que le convierte en el más veterano de los entrevistados en este reportaje. “Entré siendo un chaval y me marcho siendo casi un abuelo. Supongo que me propondrán una prejubilación. A una persona de 62 años ya nadie le oferta nada más que viajes del Imserso”, bromea.
Este operario de producción se enteró del cierre estando de baja por una operación. “¿Lo preveía? Yo diría que era la crónica de una muerte anunciada, utilizando un poco ese tópico. Ya se veía venir que la empresa nos dejaba a nuestra suerte”.
—¿En qué lo notaba?
—Nos vendían la moto de que éramos la mejor fábrica de Europa. Venían los altos cargos a traernos una estatuilla… pero nada más. Se aportaba el dinero imprescindible para sobrevivir y se sobrevivía gracias al sacrificio y la lucha de muchos de los compañeros que hoy se van a quedar en la calle, entre ellos, el compañero Juan Carlos. No se hacía nada por mejorar y ampliar las ventas. Una inversión bastante más pequeña que la que se va a aplicar ahora en Madrid podría ser nuestra salvación, nuestro chaleco salvavidas. Pero bueno, las multinacionales son lo que son y los trabajadores somos lo que somos: la escoria social. Nadie se acuerda de nosotros.
Un buque insignia
Sergio Hidalgo, el alcalde de Salas, no esconde su preocupación por lo ocurrido. “Es la ruina para la comarca y para el principado”, confiesa en conversación telefónica con este periódico. “No nos lo esperábamos. Desde hace muchos años se sabía que la producción era la que era, pero en ningún momento se valoraba esto”.
En el momento en que conoció la noticia, el pasado viernes, la puso en conocimiento el gobierno del Principado, bajo la presidencia de Adrián Barbón (PSOE), para buscar posibles soluciones y aminorar los efectos del inminente batacazo. Se ha puesto sobre la mesa de negociación la posibilidad de que la administración mantenga los puestos de trabajo con vistas a traspasar la fábrica a otra empresa. Pero, por el momento, esto es solo una idea.
“Revertir la decisión de la empresa es imposible. Hay que ser realistas y trabajar en escenarios que puedan ser positivos para los trabajadores y el municipio. El Gobierno del Principado y el Ayuntamiento vamos de la mano y las dos administraciones hemos planteado la cuestión. Lo principal es el mantenimiento del empleo y de la actividad. Habrá que abrirse a ventas y compras”.
Además de los 71 trabajadores fijos e indefinidos, hay otros ocho temporales y una serie de subcontratas que mantienen la fábrica a flote. A su vez, Danone se abastece de unos 40 ganaderos comarcales. Todo va de la mano y por eso el alcalde habla de “la ruina”.
Además, Danone es a Salas lo que Citroën a Vigo o Repsol a Puertollano. “La fábrica era el buque insignia de nuestro municipio. Un gran número de asturianos ha ido de visita escolar a la fábrica”.
—¿Es su caso, Sergio? ¿Estuvo de visita con el colegio?
—Sí, yo estuve varias veces de niño. Ahora me reuní con el presidente de la Cámara de Comercio, Carlos Paniceres, y él también fue de visita escolar a la Danone de Salas.
Ahora los colegios tendrán que buscarse otro destino de excursiones, por ejemplo, el nuevo macro centro logístico de Amazon que hay en Siero y que este periódico visitó cuando las obras daban sus primeros compases.
12 millones para Madrid
Conscientes de que la producción se iba a pique, el comité de empresa propuso a finales del año pasado ampliar su producción más allá del Danonino, por ejemplo, con los lácteos de la línea 'YoPro' para deportistas. Pero Danone rechazó esta propuesta y esas 10.000 toneladas anuales de producto deportivo de Danone se fabricarán en Madrid, según explica el comité. Una inversión cercana a los 12 millones de euros que Asturias ni olerá.
“Una de las cosas que nosotros hacíamos también era proponer ideas nuevas, productos nuevos. En base a nuestra propia fabricación podíamos hacer otras cosas con costes bajos y poca inversión. Nos decían a todo que no”, explica Javier García, que lleva 24 años trabajando en la planta y actualmente es jefe de turno. “Más o menos íbamos viendo que la fabricación iba bajando, que no había más inversiones. Si nadie hacía nada íbamos a acabar así”.
La gran duda ahora es: ¿qué va a pasar con los trabajadores de Danone? “Hoy [jueves] nos presentaron un poco como va a quedar la cosa. Va a haber prejubilaciones”, explica Juan Carlos, el portavoz de los trabajadores. “Todavía no se sabe cuántas personas se podrán prejubilar, es una toma de contacto y todavía no se va a parecer nada a la realidad”, afirma con cautela. “Luego habrá indemnizaciones y hay opción de recolocación en otras plantas”. Concretamente la empresa francesa mantiene fábricas en Madrid, Barcelona y Valencia.
“Están hablando de que entramos a partir de 60 años en la prejubilación”, afirma Juan Fernández, otro veterano trabajador de la planta. “Poco a poco se van filtrando detalles”. Pero, de nuevo, queda mucho por negociar entre la empresa, el comité y la administración. Juan tiene muy difícil entrar de nuevo en el mercado laboral a sus 61 años y con dos hijos a su cargo.
“Fue una puñalada trapera”, considera. “Os enterasteis los medios de comunicación antes que nosotros. ¿Se veía venir? Bueno, sí, algo. Pero cuando te la sueltan así de cuajo, pues mal, mal”, afirma este envasador.
—Claro, usted ya no puede reinventarse laboralmente...
—No, no. Iba a ser que no. Iba a ser jodido. Aunque haya experiencia de años, para encontrar un hueco a estas alturas… malo.
De esta historia van a salir pocas personas bien paradas. Por ejemplo, Javier, el jefe de turno, tiene 49 años. “Creo que no lo tengo fácil precisamente por eso. Quedo en una edad intermedia. Quizás la ventaja que tengo es que sé hacer muchas cosas. Trabajé muchos años en mantenimiento, como electricista, mecánico y demás. Entonces, tampoco es que esté especialmente preocupado porque algo encontraré, pero es empezar de cero. Quieras que no, eso es un problema”.
Hace poco más de un año Asturias aplaudía con ilusión la llegada de Amazon, hoy llora la partida de Danone y sus 41 años de historia en el Principado.