Están en el Libro Guinness de los récords por méritos propios, ya que son los concursantes que han ganado más dinero en un concurso de televisión con continuidad, 6.689.700 euros. A los 4.130.000 del bote hubo que sumar a la cantidad que llevaban acumulada en 505 programas (2 años y dos meses de participación en ¡Boom!), alcanzando casi los siete millones de euros de premio.
A pesar de eso, la vida de Los Lobos no ha cambiado mucho, exceptuando ese colchón económico que lograron, ya que dos ellos están jubilados (Alberto y Valentín, aunque este último no oficialmente), otro trabaja en Correos repartiendo cartas (Manu) y otro (Erundino) que participa en el concurso El Cazador de RTVE.
EL ESPAÑOL ha contactado con los cuatro para que cuenten cómo es su vida tres años después de pasar a la historia de los concursos de televisión, en qué han invertido el dinero logrado en ¡Boom! y si les siguen reconociendo por la calle a pesar de los años que han pasado.
Un colchón económico
En total les correspondió a cada uno 1,6 millones de euros brutos (sin descontar lo que debían de pagar a Hacienda), logrando un colchón económico importante de cara al futuro, permitiéndoles vivir sin agobios, pero tampoco haciendo que se retiren de sus trabajos. El mejor ejemplo es Manu Zapata, que tras ganar el concurso aprobó las oposiciones en Correos. Trabajó en Madrid y consiguió el traslado a su Navarra natal, repartiendo cartas y paquetes en Peralta, cerca de su casa en Tafalla.
Otro que sigue trabajando es Erundino Alonso y, además, en televisión. Funcionario en excedencia, ahora hace de anti-concursante en El Cazador de RTVE: “Para llegar a hacer este papel ha sido necesario todo mi pasado de concursante en Saber y Ganar o ¡Boom!”, afirma.
Valentín Ferrero reconoce que lleva una vida tranquilísima viviendo casi como un jubilado, pero sin serlo. El zamorano dedica su tiempo a aprender a tocar el piano, porque es algo que siempre había tenido ganas de hacer: “Diría que las clases, mi mujer, mi nieto de dos años y los paseos por la playa de Alicante llenan mi tiempo, así de sencilla es mi vida ahora. Quiero volver a coger los pinceles y retomar la pintura, que también me gusta mucho. Soy un apasionado del arte en todas sus facetas”.
El único que ya estaba jubilado antes de entrar en el concurso era Alberto Sanfrutos por lo que ya tenía una estabilidad económica “cobrando una pensión más que digna y mi mujer seguía en activo trabajando así que no teníamos ningún problema económico”, reconoce. Eso sí, el premio les ha servido para “llenar las alforjas más de lo necesario” encargándose de que el dinero no se quedara mucho tiempo parado en el banco, transformándolo la liquidez de la cuenta corriente en la solidez del ladrillo. “Mis dos hijos todavía no tienen el futuro muy resuelto porque está la cosa tremendamente complicada para los jóvenes. Espero que el dinero del bote les sirva para darles cierta tranquilidad en ese sentido”, comenta Alberto.
Pregunta: ¿En qué ha cambiado su vida el paso por ¡Boom!?
Alberto: Tengo mucho tiempo libre porque estoy jubilado e intento llenar ese tiempo con cosas que me interesen y me gusten, también a veces es bueno estar sin hacer nada, no sufro ese ‘horror vacui’ de algunos jubilados que tienen menos disponibilidad de su tiempo ahora que cuando trabajaban. Siempre he formado parte diferentes asociaciones culturales y reivindicativas y sigo trabajando en ellas. Las principales con las que estoy colaborando son la organización y comisión lectora del Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda; formo parte de la Plataforma por la Defensa del Sistema Público de Pensiones de Linares; y también estoy en ‘Úbeda Laica’, una organización que pertenece a ‘Europa Laica’, donde una vez al mes nos reunimos y trabajamos para intentar que la vida pública esté realmente separada de la religión, para que las instituciones no se impregnen de ningún tipo de religión, sea la que sea, y se mantengan asépticas.
En mi tiempo libre colaboro haciendo artículos de opinión para Radio Úbeda, participo como jurado en los concursos de mi localidad, leo, escribo y, por las mañanas, voy al gimnasio o salgo a caminar, que quiero mantenerme en la mejor forma posible para mi edad. La verdad es que no me aburro.
Erundino: Sigo siendo funcionario, pero llevo ya más de tres años en excedencia y me dedico a la televisión, ese es el cambio básico que ha dado mi vida. Tengo más tiempo y más libertad al dedicarme solo al programa.
Manu: He seguido un poco por el camino por donde iba antes del concurso, conseguir la plaza en Correos, que llevaba detrás de ella desde 2011.
Valentín: Antes trabajaba como profesor de la Universidad y estaba metido en diferentes grupos de investigación, esto me requería una dedicación casi plena, pero como profesor asociado que era ganaba poquísimo dinero, los sueldos en la docencia son muy bajos. Ahora no tengo ninguna preocupación económica, puedo ir a comprar y no mirar los precios, puedo decir que el paso por ¡Boom! me ha cambiado la vida por completo. Es verdad que soy más tranquilo y familiar que el resto de mis compañeros, por ejemplo Alberto, que es muy activo y está metido en mil historias, no obstante, estoy muy contento de poder llevar esta vida tan apacible gracias al dinero que gané en el programa, porque en otras circunstancias no habría podido. Vivir despreocupado y dedicándome a lo que me llena es un auténtico lujo.
El destino del dinero
Casi siete millones de euros dan para mucho, y lo primero que hicieron Los Lobos fue darse un capricho en equipo. Menos Valentín, que se que tuvo que quedar en su casa al estar haciendo reformas (invirtiendo parte del dinero del premio), el resto se fueron de viaje juntos a la Patagonia ya que “Erundino es muy conocedor de esas tierras porque va todos los años allí a pescar”, señala Alberto. Pero la pandemia casi les aguó el viaje: “Nos pilló al final de las vacaciones. Los demás se volvieron, pero yo me quede un poco mas y al final viví el confinamiento allí. Luego tuve muchos problemas para conseguir regresar a España, fue muy complicado”, recuerda Erundino.
El funcionario en excedencia también se gastó parte del dinero en regalarle un coche a su pareja, en más viajes y, en la actualidad, está haciéndose una casa. Reconoce que el dinero le ha servido, sobretodo, para tener desahogo económico y quitarse una preocupación de encima: “No obstante, hay que tener en cuenta que el premio no es infinito ni ilimitado, si no mides lo que haces puedes acabar fatal”, asegura.
Lo primero que hizo Manu en cuanto cobró el dinero fue comprarle un coche nuevo a su madre, ya que el día que se emitió el programa en el que ganaron el bote hubo una inundación tremenda en Tafalla y a su familia le tocó de lleno al vivir al lado del río. El vehículo de su madre se fue con la riada. “Me he comprado un piso nuevo y estoy pendiente de independizarme en breve, en cuanto los terminen después del verano”, señala el empleado de Correos, que también ha gastado el premio en viajar (aparte de a La Patagonia) a destinos nacionales porque “antes de entrar en ¡Boom! estaba escribiendo críticas de cine y no me daba ni para llegar a fin de mes”.
Alberto, por su parte, reconoce que “el dinero del premio me ha llegado ya a una edad que no estoy para hacer demasiadas tonterías”, invirtiéndolo en vivienda para garantizarles a sus hijos que no sufran demasiado “con esta vuelta tan preocupante que ha dado el mercado laboral y las condiciones tan precarias que hay a pesar de la excelente preparación de muchos jóvenes”. Admite que no se ha dado ningún capricho, porque ni los coches ni las joyas le gustan, eso sí, ha invertido el dinero en hacer turismo cultural y gastronómico por España con su familia.
Por último, Valentín tampoco ha realizado grandes gastos con el premio de ¡Boom! ya que lo ha invertido en “ganar paz, serenidad y tiempo para mí, eso desde mi punto de vista tiene un valor incalculable”. Recuerda que días después de llevárselo, “me dieron mucho la lata los directores de varias sucursales bancarias para que invirtiera en fondos, en bolsa, pero yo no lo veía muy seguro y me he quedado quietecito. Da bastante miedo ver cómo está el mundo. Prefiero dejar tranquilo mi dinero y esperar a lo que nos va a venir encima. El mundo que viene, en el que ya estamos entrando, es demasiado hostil y desagradable y creo que la solución más inteligente es estar expectante”.
Barajó comprarse un piso nuevo, pero valoró como estaban los precios de la vivienda y pensó que no le merecía la pena, prefiriendo reformar el piso que ya tenía (obra que le impidió viajar con sus compañeros de concurso a La Patagonia). Eso sí, tiene pendiente un viaje a Roma que le había prometido a su mujer, pero lo han ido dejando por la pandemia que les da mucho respeto, no obstante, sí que han hecho pequeñas escapadas por toda España.
Un grupo de WhatsApp
Los cuatro viven separados de cientos de kilómetros, pero hablan casi todos los días en su grupo de WhatsApp para estar al tanto de todo lo que les sucede o cuando ven gazapos en algún concurso. “Hablamos de todo menos de fútbol, porque solo le gusta a Manu, que es de Osasuna”, afirma Alberto.
También se suelen ver frecuentemente, ya sea para quedar los cuatro o bien porque les reclaman en algún evento: “Este año, por ejemplo, nos han invitado a participar como jurado en un concurso de poesía que se celebra en Úbeda y gira en torno a Joaquín Sabina (que también es natural de la localidad), nos vamos a juntar en una casa rural los cuatro para organizar nuestra participación en el certamen”, comenta Alberto. “La verdad es que ilusiona que se sigan acordando de nosotros para cosas tan chulas después de tres años”, añade Manu.
Pero el plató de ¡Boom! lo siguen pisando a pesar de los años ya que “entre medias hemos estado grabando programas especiales para el concurso que se emitirán próximamente y que fue divertidísimo hacer. La verdad es que cuando nos juntamos lo pasamos siempre fenomenal”, asegura Erundino. “Seguimos en contacto constante. Se siguen acordando de nosotros y nos llaman para diferentes eventos”, comenta Valentín.
Pregunta: ¿El público les sigue reconociendo por la calle?
Alberto: Pues yo ya había pasado por eso de cuando salí en Saber y Ganar el primer año del concurso y allí donde iba me reconocían siempre. Antes me conocía gente más mayor y, a raíz de mi paso por ¡Boom!, me reconoce gente mucho más joven.
Erundino: Sí, he notado el cambio que antes me reconocían y me ubicaban rápido en Los Lobos de ¡Boom! y ahora me reconocen más por El Cazador. También, muy de vez en cuando, alguien me reconoce de mi paso por Saber y Ganar.
Manu: Cuando reparto el correo me reconocen los vecinos, ahora ya se han acostumbrado porque llevan viéndome más de un año, pero al principio la gente se quedaba alucinada. Iba con mascarilla hasta hace muy poco y se quedaban mosqueados mirándome y escuchándome la voz porque les sonaba sin conseguir ubicarme.
Valentín: Continuamente, en todos los sitios me saludan y me reconocen. Ha bajado un poco la intensidad, ya no es tanta gente como cuando estábamos en el concurso, pero me sigue pasando. Me tratan siempre con muchísimo cariño y es de agradecer que, después de casi tres años, no se hayan olvidado de nosotros.
Erundino, ¿Cómo se siente ahora en el otro lado de los concursos trabajando en El Cazador?
Es una sensación anómala. Ya llevo más de dos años, pero es cierto que al principio me sentía bastante raro. La mecánica del anti-concursante es parecida, tengo que contestar a todas las preguntas que pueda lo más rápido posible, pero sabiendo que cuanto mejor lo haga más fastidio a los concursantes y yo no puedo dejar de tener presente mi etapa de concursante. El sentimiento es bastante ambivalente porque cuando gano me alegro y a la vez sufro por ellos, cuando ganan los concursantes disfruto, pero claro, yo también quiero ganar.
Pregunta: ¿Se animarían a participar en otro concurso o a enfrentarse a Erundino en el concurso de RTVE?
Alberto: No, yo solo he concursado en Saber y Ganar y luego en ¡Boom! cuando me llamaron Los Lobos para sustituir a José Pinto, como estaba ya jubilado, acepté. También participé en ¿Quién quiere ser millonario? y me llevé 20.000€. Luego me han llamado de diferentes concursos, pero no he querido participar. Por ejemplo, me han llamado de Pasapalabra, pero no he ido porque no es un concurso que me guste especialmente, solo El Rosco. No me gusta ser concursero.
Manu: Sí, nos invitaron a ir y coincidí con Alberto en ¿Quién quiere ser millonario? y me llevé 20.000€. No me importaría trabajar en alguno más, en La Ruleta de la Suerte, por ejemplo, que lo veo todos los días cuando llego a casa y me parece divertidísimo, me encantaría participar. Pasapalabra solo me gustaba al principio, en los primeros tiempos en Antena 3. El nivel de profesionalización que tiene ahora mismo me parece equivalente a tener que hacerte una oposición para tener opción a concursar. Tienen que estudiar muchísimo, para mí sería imposible, pasarme meses y meses preparándolo. Lo de estudiar para ir a un concurso no me gusta, prefiero ir con él bagaje que lleva cada uno encima, igual es porque soy un romántico de los concursos, echo de menos ese tipo de concursante. Admiro mucho y reconozco el mérito de la gente que se ha llevado botes en Pasapalabra, pero yo soy incapaz.
Valentín: No tengo la necesidad de participar ahora en otro concurso, además me quedó tan buen sabor de boca de la experiencia en ¡Boom! que creo que sería difícil igualarla. No solo la experiencia del concurso sino también la experiencia vital, la relación que se ha creado entre nosotros, creo que eso sería irrepetible, ha sido un privilegio poder vivirlo. Enfrentarme a Erundino en El Cazador tampoco me apetecería nada, es muy bueno y muy peligroso, lo prefiero tener en mi equipo.
Nació de la necesidad
“La ocurrencia surgió de la desesperación”, reconoce Valentín, el artífice de la formación de Los Lobos. El zamorano afincado en Alicante recuerda que todo partió de su precario trabajo en la Facultad, donde daba clases de Arte mientras que, con una beca, iba haciendo la tesis. Su director de departamento y de tesis le prometió que una vez que la acabara, le haría un contrato con mejores condiciones. Pero llegó el momento y le dijo que no había sitio para él, incumpliendo su promesa. Al final le hicieron profesor asociado, cargo con el cual ganaba 255€ brutos al mes, y le dijeron que sería así para siempre.
Con esa situación, Valentín buscó alternativas, solicitando una plaza vacante como profesor de dibujo de Secundaria en Cataluña, que era donde había. Hasta que llegara ese momento, a su mujer se le ocurrió que podía apuntarse a algún concurso de televisión, como ya había participado previamente en Saber y Ganar porque, lo poco o mucho que sacase, bienvenido era para ir tirando.
“Fue una idea de Valentín, si no hubiera sido por él, nunca se nos habría ocurrido ir. El reunió al equipo para que cada uno aportara su granito de arena a la causa”, añade Erundino.
Pregunta a Valentín: ¿Por qué eligió ¡Boom! para concursar?
Valentín: Me decidí por el programa de Juanra Bonet porque daban bastante dinero y porque estaban concursando Las Extremis, que las ya conocía. Luego resultó que, mientras estaba en el concurso, me llamaron para comunicarme que me habían concedido la plaza de profesor, pero ya llevábamos mucho dinero ganado y pude permitirme renunciar.
Después empecé a pensar en quienes podían formar equipo para concursar conmigo. El primero que me vino a la mente fue Erundino, con él que ya había coincidido en Saber y Ganar y habíamos hecho muy buena amistad. Erundino me dijo que sí y juntos empezamos a pensar en los dos integrantes restantes. Él pensó en un amigo suyo y yo, a través de un contacto en común, conseguí el número de Manu, que había concursado también en Saber y Ganar. Como en esos momentos estaba en paro, me dijo que si a la primera, sin haber hablado conmigo nunca antes.
Parecía que el equipo ya estaba completo, pero el amigo de Erundino dijo en el último momento que no quería participar, por lo que otra vez nos quedaba un puesto vacante. En ese momento estaba participando en Saber y Ganar José Pinto, que llevaba ya casi cien programas y a mí me parecía un concursante buenísimo. Busqué su dirección y se me ocurrió mandarle una carta con mis datos pidiéndole que formara parte del equipo, nada más recibirla, me llamó por teléfono y me dijo que sí. Hicimos el casting y nos cogieron.
Cuando José, después de año y pico participando, nos dijo que quería dejarlo, nos pusimos a buscar un sustituto. Conocíamos a Alberto, se lo ofrecimos, lo aceptó y empezó la segunda etapa de Los Lobos.
Creo que una de las claves de nuestro éxito, a parte de la suerte, fue que nos llevábamos todos de maravilla y nos entendíamos muy bien. Nos hicimos grandes amigos y llegamos a conocernos perfectamente entre nosotros. Tuvimos la suerte también de que cada uno de nosotros dominaba diferentes áreas del conocimiento y nos complementábamos.
Pregunta a Erundino: ¿Qué supuso para usted participar en ¡Boom! más de dos años?
Erundino: Recuerdo que fuimos al casting en Alicante en abril de 2017, luego nos comunicaron que habíamos sido seleccionados y empezamos a grabar. Fue muy difícil de gestionar, yo estaba trabajando y tenía que hacer ingeniería vacacional para cuadrar días libres, vacaciones y demás con las grabaciones, que eran en Barcelona. Grabábamos cuatro programas al día dos días a la semana. Así estuvimos dos años y dos meses, en total 505 programas. Calculo que pude hacer unos 70 viajes de ida y vuelta a Barcelona. Era muy cansado física y mentalmente, pero en las grabaciones nos lo pasábamos tan bien. Considero que eso es imprescindible y era el motor que nos hacía aguantar ese ritmo.
En un concurso el cansancio te hace mella a la hora de contestar a las preguntas frente a otros concursantes que vienen frescos a jugar en nuestra contra, lo bueno es que al ser cuatro cuando uno estaba peor, los otros lo compensaban, y así íbamos complementándonos. Había veces que estabas tan cansado que deseabas que te eliminaran el primero del equipo porque no querías meter la pata y ser una lacra para el resto.