'Love the Twenties': música, nostalgia y orgullo hortera en el festival para la generación 'millennial'
Rosa López, David Civera, Marta Sánchez, o Camela congregan a miles de asistentes que buscaron revivir los recuerdos de su adolescencia 'dosmilera'.
26 junio, 2022 17:16"¿Qué es prensa?", espeta un joven voluntario nada más pisar el recinto ferial de IFEMA. "¿Eso es como periodismo, ¿no?", añade. Intento asentir mientras me pregunto cómo hemos llegado hasta aquí, pero me siento ciertamente boomer al criticar a una generación más joven, si es que lo era. Minutos después de encontrar la zona habilitada para las acreditaciones llego a Love the Twenties, un festival que aunaba toda la melancolía de los años 2000 entre tres escenarios: la primera generación de Operación Triunfo, la música dance propia de la ruta del Bacalao y una dosis pop para los que todavía no han superado la salida de Amaia Montero de la Oreja de Van Gogh.
El festival lo tiene todo: el Europe's Living a Celebration de Rosa López, la Purpurina de Alberto Gambino y un popurrí de 'hits' (o temardos, como apelaba un asistente con un cartel que levantaba en cada actuación) que entraron de cabeza en los Caribe Mix veraniegos. "Qué placer ver a Raúl", gritó una joven asistente durante la actuación del cantante. El poder de Sueño Su Boca sigue intacto: Raúl se sentía Mick Jagger en el escenario y animaba a sus feligreses millennials a darlo todo.
"¿Queréis otra?", dijo el intérprete a un público entregado. "¿Cuál queréis?", preguntó, generando en mí una confusión palpable, pues no es que Raúl tenga precisamente una amplia gama de canciones como para elegir la que cantar. La sorpresa llegó con la entrada de David Civera para cantar junto a él su gran éxito, además de narrar un alegato a favor de la amistad: "Siempre nos hemos llevado bien", explicó Civera para zanjar unos rumores que poco importan ya en el imaginario colectivo, pero que aquella noche fueron similares al anuncio de una rebaja fiscal por parte del Gobierno.
Otro de los grandes momentos de la jornada se produjo en el escenario pop. Marta Sánchez cantó en un set de 10 minutos -sin el himno de España- y se marchó escopetada, dando paso a Carlos Baute. Cuando el público ya daba por hecho que Colgando en tus manos no sonaría, el venezolano pidió un aplauso para su compañera, que regresó para poner el broche de oro a la noche.
Mientras me planteaba si era la persona más joven de todos los allí presentes -además de certificar que, sin duda, pertenezco a la generación Z-, me percaté de una cosa: había demasiadas despedidas de soltero/a. La lluvia constante de grupos de más de 10 personas coordinados con una vestimenta cutre me hizo pensar por qué le regalarías una experiencia petarda y masiva a una persona ya de por sí estresada. Entre el menú de diez platos y la organización floral, un festival lleno de gente borracha.
Si el 'mamarracheo' tuviese un espacio único, sin duda sería el Love the Twenties: con actuaciones cortas de media hora o menos, el asistente puede modular su propia fantasía generacional. Puede escuchar a Selena, sin Sonia, interpretar el Yo quiero bailar y diez minutos después tener a Loona con Bailando o a Pignoise con Nada que perder.
El festival es como una playlist de Spotify en directo: artistas conocidos, mayoritariamente, por marcar la casilla del one hit wonder -un gran éxito que sigue alimentado su carrera musical- se congregan en la iglesia de la nostalgia pop para hacer olvidar a los asistentes que el precio de la gasolina supera los dos euros el litro.
En el escenario Playa Mix, que contaba con arena -esperemos que del Embalse de San Juan-, una jovial Melody levantó al público con el Baile del Gorila. El "uh, uh, uh, uh" sonó como un estruendo, pese a que alguno levantó las manos hacia arriba cuando había que ponerlas hacia abajo.
Una de cal y otra de arena
El espacio habilitado para las actuaciones no era suficiente para el público que acogía, que se desbordaba por los laterales. En Camela, pioneros de la música de gasolinera y del tecno-rumba que ahora C. Tangana ha querido rebautizar como 'rumbachata', resultaba casi imposible diferenciar a Dioni de Ángeles. Sin embargo, el gran fallo residía en la música: los sonidos se solapaban entre escenarios y la Gasolina de Daddy Yankee se fusionaba con el Smells Like Teen Spirit de Nirvana. Una combinación sólo apta para aquellos con más de dos cervezas en su aparato circulatorio.
Una escena bizarra que se produjo al final de la noche tuvo a una joven como protagonista. Necesitada de asistencia médica por su avanzado estado de ebriedad, se negaba a sentarse en la silla de ruedas y ser atendida por los profesionales. No vaya a ser que se perdiese un temazo. Tras una pataleta de niña pequeña que busca cabrear a sus progenitores, la joven consiguió espantar a los de la ambulancia, consumados por la desesperación.
Entre bandanas rojas y tutús de colores estridentes descoloridos, la generación 'dosmilera' encontró en Love the Twenties un motivo más para seguir recordando su juventud con cariño. El año que viene, con suerte, estarán Chenoa y David Bisbal.