Así desvalijó una banda de adolescentes 20 iglesias en Murcia: el dinero, para apuestas y discotecas
El Grupo de Policía Judicial de la Comisaría de El Carmen acaba con una oleada de robos en templos de Murcia, Alicante, Almería y Granada.
27 junio, 2022 02:07'El Cutu' disfrutó por todo lo alto de la última edición del festival de música Warm Up de Murcia: durante doce días se hospedó en el Hotel Nelva de cuatro estrellas y todo lo que consumió se lo costeó la Iglesia, merced a los beneficios que obtuvo del presunto robo de 10.000 euros en una parroquia de Guardamar del Segura. Este ecuatoriano es uno de los dos supuestos cabecillas de la banda de adolescentes desmantelada por la Policía Nacional y que llevaba de cabeza a la curia porque sumaba veinte palos en templos religiosos de Murcia, Alicante, Granada y Almería.
En cada golpe desvalijaban las imágenes sagradas que albergase la parroquia en cuestión. Le quitaban todas las joyas a cualquier Virgen que se les pusiera por delante, desposeían de su corona al Niño Jesús, se llevaban tallas religiosas, incluso sustraían hasta el último de los enseres empleados por los curas en las eucaristías: cáliz, hostiario, cetros, rosarios… También robaban los donativos de los lampadarios y las colectas de los fieles.
El dinero que robaban de la labor pastoral acababa en salones de juego de las pedanías murcianas de Beniaján y Puente Tocinos. Allí introducían las monedas de los lampadarios y de las huchas en las máquinas de cambio para obtener billetes. A las joyas religiosas le daban salida en tiendas de compro oro, de antigüedades, o se las vendían a un ciudadano árabe de Beniel que conducía un Volkswagen Golf tuneado.
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El reparto del 'jornal' daba pie a noches de farra pecaminosa por todo lo alto. Eran asiduos de casas de apuestas, de la zona de ocio de Atalayas y de la exclusiva discoteca Odiseo de Murcia donde pedían rondas de botellas de champán que un camarero les llevaba sobre una bandeja luminosa, con forma de billete gigante de 1.000 dólares, para dejar claro que ellos eran los reyes de la fiesta.
Para lograr el botín ocasionaban cuantiosos destrozos en los templos. Valga como ejemplo lo ocurrido en la Iglesia de La Purísima Concepción de la Aljorra (Cartagena) donde rompieron los bombines de seis puertas y arrancaron un trozo de la puerta, tres lampadarios y una alcancía, para sustraer unos pendientes de plata, una sortija de oro, 1.000 euros de colectas y un ordenador. En la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Almoradí (Alicante) causaron daños al motor de las campanas, valorado en 8.500 euros, para llevarse dos cadenas, un par de pendientes y una medalla de oro, así como 100 euros de donativos por encender velas.
La investigación del Grupo de Policía Judicial de la Comisaría de El Carmen que ha atajado esta oleada de robos en iglesias ha tenido mucho mérito por varios motivos. El primero: la movilidad con la que actuaba esta banda de jóvenes, de 18 a 23 años, de nacionalidad ecuatoriana, venezolana, española y marroquí. Así lo recogen las diligencias a las que ha accedido EL ESPAÑOL donde se detalla que geolocalizaban sus objetivos vía GPS: "Se dirigen a un lugar lejano donde realizan su primer robo, por ejemplo, la zona de Alicante, Granada o Almería, y de camino de vuelta a Murcia, van parando en diversas localidades para seguir realizando estos hechos".
Eran tan osados a la hora de actuar que en una misma población desvalijaban varios templos de una tacada. Prueba de ello es lo sucedido en Cieza y Jumilla donde se hicieron un hat-trick de iglesias en cada localidad. Incluso asaltaron tres veces la Parroquia del Santísimo Cristo de Las Misericordias en Los Garres. Precisamente, en esta pedanía murciana se estrenó la banda dando su primer palo el día de Navidad: se llevaron una copa y 2.700 euros tras reventar la caja fuerte.
A partir de ese momento, según los investigadores, empezaron a desvalijar iglesias de las pedanías de toda la Costera Sur de Murcia y luego dieron el salto a otros municipios de la geografía murciana y de "varias provincias" limítrofes. Todo ello, con el objetivo de "enfriar la actuación delictiva" ante la alarma que estaba causando entre los fieles tanta profanación delictiva de templos religiosos.
El segundo motivo de dificultad de la investigación era el perfil de los supuestos integrantes de la banda: algunos aparentaban llevar una vida honrada, trabajando de camarero en un afamado restaurante murciano, en una empresa de grúas o de mozo de almacén en Molina de Segura. Y el tercero: los policías se tuvieron que entrevistar con curas, camareros de la virgen, presidentes de hermandades y dueños de tiendas de compro oro para buscar imágenes de cámaras de seguridad que destapasen alguna pista de los sospechosos porque siempre actuaban ocultando su identidad con capuchas y mascarillas contra el coronavirus.
La 'curva de la felicidad'
Las citadas pesquisas permitieron a la Policía Nacional identificar a uno de los dos presuntos cabecillas de la banda: 'El Cutu'. Este ecuatoriano, de 23 años, supuestamente fue filmado en el robo con fuerza de la parroquia de La Aljorra que ilustra este reportaje, en el palo a la iglesia de Los Dolores y acudiendo a una tienda de compro oro de Murcia a entregar dos anillos, medallas y una cadena con la princesa de oro, con la inscripción "A" y brillantes alrededor, que constaban como sustraídas en la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles en El Fenazar (Molina de Segura).
Lo más gracioso de todo es que fue la 'curva de la felicidad' de 'El Cutu' la que le delató. Así lo expone el Grupo de Policía Judicial: "Tanto en las imágenes de la Parroquia de La Aljorra como de Los Dolores se observa, acompañado de otro u otros individuos, a una persona de complexión gruesa, de estatura más mediana, con una apreciable curvatura en la zona abdominal, portando una indumentaria similar en las imágenes pertenecientes a ambos hechos y con un tipología corporal, y una forma de andar y moverse, que esta instrucción considera que se trata del mismo autor que el identificado en las cámaras del establecimiento de compra-venta de oro".
Este ecuatoriano acabó en la diana policial porque cometió errores como subir fotos de juerga a su Instagram, fumando un buen puro y posando con botellas de Whisky reserva. Hasta se hizo un selfie luciendo un medallón de oro religioso. Tal ritmo de vida contrastaba con el hecho de que tenía menos de tres años cotizados en la Seguridad Social y demasiados antecedentes: "Este individuo es bien conocido por la Policía debido a sus numerosas detenciones".
'El Cutu' era el puesto cabecilla de la banda junto a 'Pablo': un joven, de 21 años, empleado en almacenes de frutas y con experiencia en la fontanería. El adolescente ecuatoriano y el español se conocieron en una fiesta y ni que decir tiene que hicieron tantas migas que presuntamente acabaron 'cortando el bacalao' en esta trama de palos eclesiásticos.
"De los hechos investigados queda patente que los jefes o cabecillas del grupo criminal son J.P.A.O., alias 'Pablo', y J.J.P.C.B., alias 'El Cutu'. Ambos son las personas que elegían los sitios, planeaban las rutas a seguir en su itinerario de iglesias, hacían el reparto de tareas entre los demás, siendo los encargados de abrir las puertas", tal y como concluye el Grupo de Policía Judicial de la Comisaría de El Carmen en Murcia. "En la ruta trazada marcaban la geolocalización de las iglesias, llegando en el caso de 'El Cutu' a utilizar varios móviles, como medida de seguridad. Respecto a 'Pablo', éste era el que decidía en qué iglesia robar, si se descartaba la entrada al no estar seguro del éxito y el que valoraba la entrada, según la proximidad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, posibles alarmas o cámaras de vídeo vigilancia".
Mamá, déjame el coche
Las detenciones se produjeron en cascada conforme fue identificado 'El Cutu' y los investigadores encontraron pruebas que inculpaban a los integrantes de la banda juvenil. Entre otros motivos porque no se caracterizaban por ser ladrones de guante blanco: fracturaban puertas, reventaban cajas fuertes, cortaban rejas de las ventanas o recurrían al método del escalo. En uno de los robos, en la Iglesia de La Purísima de Molina de Segura, la Policía Científica encontró cinco huellas en los azulejos de la repisa de una ventana que permitieron cazar a otro miembro: Taha.
Cada vez que se producía un arresto el detenido cantaba por soleares: se lo contaba todo a la Policía Nacional. Y poco a poco iban cayendo 'Pablo', Mario, 'El Picota', 'Lacra', 'El Negro', Bilal y Ayoub. De hecho, a raíz de esos testimonios en las diligencias se detalla los presuntos roles que desempeñaban en la banda:
"Estamos ante un grupo criminal especializado en cometer delitos contra el patrimonio, especialmente el robo en iglesias por los siguientes motivos: se trata de un concierto de varios individuos, más de tres, con reparto de tareas, pues tal y como se puede dilucidar de todo lo expuesto en las presentes diligencias existe un individuo que se encarga del trasporte, pues suele poner el vehículo y conducir".
"Otros planifican que rutas hacer, que iglesias visitar, que días salir, organizando de alguna manera los robos con fuerza, otros que por sus características físicas presentan una mayor facilidad de acceso a aquellos sitios que requieren una mayor pericia para penetrar, otros que presentan una mayor habilidad a la hora de abrir puertas y cerraduras, otros que se dedican a realizar labores de vigilancia...".
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El supuesto chófer de la banda era Mario: un camarero de un famoso restaurante de Murcia y estudiante de un Grado Superior de Automoción. El propio Mario confesó en su declaración que le pedía prestado a su madre su Citroën C3 para dar los golpes:
"Mi papel era poner el coche de mi madre, conducir hasta el lugar donde robaban, esperar fuera y luego marcharme, generalmente, a algún salón de juego, en Puente Tocinos o Beniaján, donde tras entrar 'El Cutu' a cambiar dinero me daba una parte, entre 100 y 200 euros, dependiendo de lo que habían cogido y de cuántos íbamos. A veces nos quedábamos de fiesta en los salones o nos íbamos a una discoteca de Murcia".
La Policía Nacional pidió un mandamiento judicial para cuadrar las señales de los teléfonos móviles de los detenidos porque había 70 robos sin esclarecer en parroquias de Murcia, Alicante, Granada y Almería. De momento, a la banda se les atribuyen 20 palos en iglesias en los que se hicieron con un botín de unos 50.000 euros que quemaron en noches de fiesta, cubatas y apuestas en locales de juegos de azar.
De los testimonios de los jóvenes se desprende que todos no participaron en cada uno de los veinte golpes en templos religiosos. El número de adolescentes movilizado en cada palo variaba. Además, nunca entraban en grupo a la iglesia, ya que siempre se quedaba uno fuera para ejercer de vigía: si veía movimiento de las Fuerzas de Seguridad, la alerta en clave para abortar el robo consistía en tirar una piedra a la ventana de la parroquia o golpear dos veces con fuerza la puerta principal.
Una de las claves del proceso judicial será dilucidar los roles de cada uno en la banda, ya que los supuestos cabecillas se inculpan el uno al otro como supuestos cerebros de toda la trama.
"En declaración prestada por 'Pablo', éste carga los ilícitos penales, principalmente, sobre 'El Cutu'. Mientras que por otro lado, 'El Cutu' reconoce haber participado, pero que el verdadero jefe es 'Pablo'. Todo ello se debe posiblemente a que se haya creado una cierta animadversión entre ellos, posiblemente por deudas o mal reparto de las cantidades obtenidas, pues tal y como se desprende de las actuaciones, 'El Cutu' y 'Pablo' eran los que repartían posteriormente el botín obtenido, pagando pequeñas cantidades de lo obtenido a los demás participantes".