Elaborar un cachopo de un metro. Es la idea que tuvo Tito, el propietario del restaurante Urumea en Madrid situado en la calle Cochabamba, 7, con la intención de atraer a gente joven al local después de la pandemia. Esta solución e innovación nueva en la carta supuso un antes y un después en la vida del asturiano de Pola de Alllende, porque ha tenido tanto éxito que han llegado a vender alrededor de 400 cachopos individuales a la semana. Ya han pasado 6 años desde que este local abrió sus puertas y sigue manteniendo su esencia: calidad, buen trato y una cercanía que no se encuentra en cualquier sitio…

Después de hacer el servicio militar, en el año 1992, Tito Gómez Rodríguez (Asturias, 1971), hizo las maletas y se fue cargado de ilusiones a la capital española para optar a un trabajo en la hostelería, recomendado un buen amigo suyo. Cuando llegó al restaurante, llamado Urumea que se encontraba en la calle Paseo de la Habana- y que, actualmente ya no existe- todas sus expectativas cambiaron. El local, según el hostelero comenta en declaraciones a EL ESPAÑOL “era cutre no, lo siguiente, aunque tenía su encanto” pero, para su sorpresa, no tuvo que trabajar de primeras allí.

Tito empezó trabajando en otro restaurante -también llamado Urumea- que estaba situado en el Mercado de la Cebada. Allí estuvo 9 meses y aprendió mucho del oficio, conoció a mucha gente y perfeccionó su técnica. Después, empezó a trabajar en el primer restaurante al que fue, el tradicional Urumea, al que acudían como tradición todo tipo de gente: desde personalidades destacadas, taxistas y hasta gente de paso. Nunca faltaba trabajo y además, se “comía estupendamente”.

Interior del restaurante Urumea.

Tras esa etapa, en 2016, Tito se quedó con el local situado una calle más arriba que regenta ahora y que,-como no podía ser de otra manera-, le puso el mismo nombre por tradición y legado. “Mi clientela es muy variada, tradicional y fiel. Aquí vienen políticos, personalidades destacadas del periodismo, famosos e incluso el equipo femenino de balonmano que todos los jueves vienen a cenar”, comenta el propietario.

Con la llegada de la pandemia, su público más fiel, -que en su mayoría eran jubilados con un gran poder adquisitivo-, dejó de venir y Tito tenía que hacer algo para sacar su negocio a flote. Fue en ese momento cuando, junto a su equipo, puso en marcha la creación de un cachopo de un metro. “Realmente era una inversión mínima. Si salía mal no hemos perdido gran cosa, pero si salía bien iba a tener mucho éxito”, responde el asturiano. Y así fue: este plato gustó tanto a la gente que empezó a hacerse viral por redes sociales y los jóvenes empezaron a venir a probarlo. De hecho, debido a la alta demanda de clientela, tuvieron que poner dos turnos de 68 comensales,-la máxima capacidad del restaurante-, en horario de comida durante los findes de semana.

Tradición e innovación

La llegada de este nuevo plato a la carta del Urumea más que un simple plato es “una experiencia gastronómica”. Tito así lo define porque, además de que está buenísimo, destaca sobre todo “la cara de felicidad de los clientes cuando me ven aparecer con el cachopo”. Por eso, las redes sociales están llenas de fotos y videos del innovador cachopo,-que, por cierto, aún no se han atrevido a copiar en otros locales-.

Como Tito es asturiano lleva el cachopo en la sangre. Tanto el plato en formato individual como el de un metro están elaborados con las mejores materias primas que compra Tito en su tierra natal y en diferentes mercados de Madrid, por lo que cuenta con una excelente relación calidad-precio. El cachopo de un metro tradicional lleva 1,5 kg de ternera asturiana relleno de tres quesos asturianos y jamón ibérico que se sirve encima de una cama de patatas fritas caseras. El menú, que es perfecto para seis personas y cuesta 90 euros, cuenta además con un entrante a elegir: chorizo a la sidra, ensaladilla rusa, morcilla de arroz a la plancha, croquetas caseras, tomate de huerta con cebolla y ventresca, calamares a la romana y boquerones fritos. Todo ello, además, viene acompañado por tres botellas de sidra y dos de vino.

Cachopo Trisabor.

Tal fue el éxito que tuvo este primer cachopo “siendo uno de los platos más demandados del restaurante” que decidieron innovar creando el denominado tricachopo que tiene tres sabores diferentes. En este caso, el primer sabor es clásico, el segundo es de cecina, queso de cabra y cebolla caramelizada y el tercer sabor es de jamón ibérico, morcilla de arroz y pimientos del piquillo sobre una cama de patatas fritas casera. También se puede escoger el menú que es para 4 o 6 personas y cuesta 140 euros con entrantes y bebida a elegir.

Sin embargo, este restaurante no solo se diferencia por esta innovación sino que Tito considera que desde siempre sus platos estrella han sido los boquerones con navajas e incluso la fabada asturiana. ¿El secreto para el propietario? “Yo compro muy buen género, lo que no haces se estropea y cuanto más simple lo hagas mejor. Si echas muchas salsas se suelen perder los sabores”.

—Tito, ¿por qué debería la gente venir a este restaurante?

—Yo considero que el trato y la cercanía son imprescindible. Yo no tengo clientes, tengo amigos y quiero que cuando vengan aquí además de que coman bien, se sientan como en casa.

—¿Cree que la hostelería es vocacional? ¿Qué se necesita para ser un buen hostelero?

—Sin duda. Yo llevaba desde los 16 años en la hostelería, aunque no me viene de familia, - soy un tío raro- (se ríe). Desde entonces nunca he pensado en dejarlo y disfruto mucho de mi trabajo. No hay una mesa que no convierta en clientela. A mí me llaman personalmente para hacer las reservas y disfruto mucho de eso. 

Tito echando sidra en un vaso.

—Viendo el éxito que ha tenido la creación del cachopo de un metro, ¿ha pensado en sacar alguna innovación más?

—De momento no. Aunque sí que tenemos ideas, no damos a basto con la gran demanda que tenemos ya pero no se descarta nada en el futuro.

El restaurante Urumea solo cierra los domingos y durante el mes de agosto. De hecho, ya está cogiendo reservas para septiembre. La llegada de la gente joven supone para Tito una alegría y disfruta mucho con ellos. De hecho, este local destaca por sus sobremesas largas tanto de la gente joven como de la gente más mayor que acuden de cosa hecha a este restaurante.  Sin duda, venir a probar el cachopo es uno de los mejores planes de un día.

Interior del restaurante Urumea.

Probamos el cachopo

“Crujiente por fuera y sabroso por dentro”. Así es el tricachopo de Urumea, que en EL ESPAÑOL decidimos probar. Para disfrutar de la experiencia completa, pedimos el menú de 140 euros y dos entrantes: tomate fresco con ventresca y croquetas caseras.

Los platos eran muy generosos y se notaba que todo lo que probamos era de una calidad excepcional elaborado de forma casera. Tras comer esos primeros aperitivos, apareció Tito con el gran cachopo trisabor a nuestra mesa. La pinta que tenía era espectacular e incluso daba hasta pena empezar a comérselo. 

Sin duda, el resultado nos sorprendió y merece la pena pedir el de tres sabores.  La carne estaba hecha al punto, el empanado crujiente y la explosión de sabores que se producía en la boca era espectacular. Cabe destacar que el cachopo de 1 metro es ideal para compartir con seis personas (con dos entrantes) o con cuatro personas (si no pides entrantes). Por tanto, es un plan estupendo para disfrutar con familia o con amigos.

Tomate con ventresca del restaurante Urumea.

 

Para terminar bien la comida y, con el objetivo de probar más alimentos de su carta, pedimos dos postres: un arroz con leche con canela casera y una tarta de queso casera. Los dos platos estaban, sin duda, espectaculares. De hecho, consideramos que la tarta de queso era una de las mejores que habíamos probado en Madrid. 

Si con algo nos quedamos directamente es con la amabilidad de Tito y su cercanía a la hora de servir los platos que hace que te sientas como en tu propia casa. A la comida, por supuesto, la ponemos una nota de 10 y destacamos, sobre todo, ver ese cachopo tan grande e innovador servido en directo. 

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