Cuatro muertos a tiros y dos más a puñaladas en una semana: la mentira sobre la seguridad en España
Reyertas callejeras a navajazos. Violaciones grupales. Asesinatos a sangre fría. Bandas que se disputan las calles a tiros. La inseguridad refuerza la 'cámara de resonancia' del miedo. ¿Pero ha aumentado realmente la violencia en España?
11 octubre, 2022 02:51Un joven de 21 años muere de un tiroteo en una discoteca de Fuenlabrada, al sur de Madrid. A escasos kilómetros, en Alcorcón, una reyerta entre presuntas bandas juveniles acaba con dos heridos por arma blanca y un muerto de un disparo en la cabeza. En Sant Martí, Barcelona, un hombre en motocicleta abre fuego contra un peatón en plena madrugada. Unos días antes, tras la batalla campal posterior a las fiestas de la Mercè, un chaval de 25 años es brutalmente apuñalado y fallece en el hospital de una parada cardiorrespiratoria. Mismo suceso en Algeciras, Cádiz: arma blanca y un finado de 19. Este lunes se sumaba uno más: un militar era matado a tiros en el barrio de El Príncipe, en Ceuta. Seis sucesos sangrientos se concentran en menos de dos semanas. ¿Ha vuelto la violencia a las grandes ciudades de España o se trata sólo de "casos aislados"?
La pregunta es legítima, más cuando los medios de comunicación anuncian en sus informativos una tormenta de sangre, machetes y balas. A las ejecuciones callejeras de las bandas de pandilleros, las menos comunes pero las más mediáticas, también se le suman otros sucesos igual de graves y espeluznantes: asesinatos por violencia de género, violaciones grupales, pinchazos químicos, hurtos con intimidación a turistas, peleas clandestinas y multitudinarias, okupaciones ilegales, menas descontrolados y, para colmo, la amenaza yihadista, un legado omnipresente cortesía del fanatismo islamista.
Ante una avalancha de violencia que parece haberse quedado enquistada en las entrañas de la sociedad, resulta inevitable que los ciudadanos no tengan una sensación de inseguridad. Sin embargo, a pesar del miedo y del sensacionalismo con el que los telediarios abren sus informativos, las estadísticas parecen no reflejar esa tendencia al alza de la violencia. Y, precisamente, he ahí la gran pregunta: ¿por qué existe entonces la sensación de que está desatada? ¿Ha bajado nuestro país varios peldaños en la escala de la seguridad? Y, ¿es una percepción real o han sido los medios, las redes y la politización de la violencia las que han contribuido a crear un reflejo tremendista de la realidad?
Primero, los datos. La información recabada por el Ministerio del Interior en colaboración con la Policía Nacional, los Mossos D'Esquadra, la Guardia Civil y otras organizaciones forales y locales pertenecientes a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sugiere que en nuestro país no han aumentado los crímenes violentos. De hecho, todo apunta a que es justo al contrario: a pesar de que los okupas, los menas, la inmigración ilegal o las bandas latinas copan titulares, España es un país seguro.
Sólo hace falta echar un vistazo a las estadísticas de homicidios, una de las más llamativas de la tabla. En 2005, por ejemplo, hubo 518 asesinatos consumados. En 2007 esa cifra bajó a 482. Mirar a 2013 y 2014 pasa por encontrarse con 322 y 302, respectivamente, mientras que en 2019 la tendencia ascendió ligeramente a 331. 2020, en plena pandemia, registró 298 homicidios, mientras que en 2021 tuvo sólo 290, la más baja desde que hay registros. Es un descenso de casi 228 víctimas mortales por este tipo de delitos entre 2005 y 2021.
Otra clave está en el conteo de las infracciones penales por cada mil habitantes. Todos los trimestres, Interior realiza un informe con los delitos registrados que después recopila en un balance anual. Dentro de ese balance están desglosados los tipos de crímenes cometidos en España divididos por provincias, ciudades y comunidades autónomas. En el Balance de Criminalidad del Cuarto Trimestre de 2021, que engloba todo el año, se especifica que en en 2021 hubo un total de 1.957.719 infracciones penales, de las cuales 493.479 sólo fueron hurtos (es decir, robos sin violencia). El dato total supone una bajada de casi un 11% respecto a 2019 (2020, que fue aún inferior, no se tiene en cuenta por las restricciones a la movilidad de la pandemia).
Las infracciones penales en 2021, según ese mismo balance, fueron de 41,4 por cada 1.000 habitantes, cifra que supuso un nuevo mínimo histórico. En 2019 fueron de un 46,8, mientras que en 2017 llegaron al 43,9. Todo ello teniendo en cuenta que los delitos cibernéticos, que suponen hoy en torno al 10% del total, están disparados y engrosan las tablas delictivas a pesar de ser los menos violentos y menos graves. Remontarse a 2003 y 2004 –cuando la estafa digital aún no estaba tan instaurada– implica toparse con un repunte de delictividad que llega al 48,8, 7,4 puntos más que el año pasado. La tendencia, una vez más, es descendente.
Luego está el terrorismo, una preocupación general pero cuya actividad reciente se encuentra también bajo mínimos, especialmente gracias a la eficacia de las autoridades nacionales en la desarticulación de células yihadistas. A pesar de que España mantiene el nivel 4 de alerta antiterrorista y que todos los meses se conocen casos de detenciones de potenciales terroristas radicalizados que pretenden captar a lobos solitarios para atentar en España, las últimas muertes provocada por el islamismo radical en territorio nacional se produjeron en el trágico atentado de Las Ramblas, en Cataluña, de 2017, en el que fallecieron 16 personas. Hace falta remontarse al 11 de marzo de 2004 para encontrar una masacre de tal magnitud, con entonces 193 muertos.
Ambos sucesos suman un total de 209 víctimas a manos del yihadismo. Menos de la mitad de las 669 personas a las que asesinó ETA durante su actividad terrorista entre 1968 y 2011, año en la que la organiazción vasca dejó las armas definitivamente. Los homicidios y los asesinatos de origen terrorista, por tanto, también han caído en el último lustro de forma abismal.
Los datos demográficos parecen secundar la idea de que España está reduciendo su criminalidad a pesar de la violencia que se percibe en las calles y en los medios de comunicación. En diciembre de 2003 había en España 42.547.454 personas. A finales de 2021, esa cifra ascendía a 47.432.805. En casi veinte años ha habido un aumento demográfico de más de 4.800.000 ciudadanos, pero eso tampoco se ha traducido en un aumento exponencial de los delitos más graves. No en vano 2021 España se congratulaba alcanzar "la tasa de criminalidad más baja de la serie histórica reciente", en palabras de Moncloa. Una tesis que corroboran fuentes anónimas de la Policía Nacional consultadas por EL ESPAÑOL.
¿Blanqueo estadístico de Interior?
A pesar de los datos, hay miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que no perciben una sensación de tranquilidad y seguridad. José María Benito, portavoz del sindicato Unión Federal de Policía, considera que las estadísticas que ofrece el ministerio del Interior no se hacen correctamente. "Si las comparas con las de la Fiscalía General del Estado, estas últimos son mucho más abultadas", asegura, y pone el ejemplo de un hurto en un garaje: "Si una persona roba ocho coches, en las estadísticas de Interior figurará como un delito, pero en las de la Fiscalía habrá ocho".
A pesar de que las estadísticas anuales de los balances no señalan que haya una mayor tasa de inseguridad en España, Benito sugiere que su percepción sobre el terreno es justo la contraria, pero que no si no se dice de forma oficial es para "no generar alarma" ni dañar el turismo. "Nosotros sí notamos que han aumentado los delitos violentos, especialmente los cometidos por bandas juveniles. También estamos percibiendo muchas más agresiones sexuales, riñas y muertos. En Interior dicen que es por las campañas de concienciación, que mueven a denunciar más, pero por mi experiencia creo que si hay más denuncias es porque hay más delitos. Eso es así. A nadie se le escapa. Esto venía de antes, pero no con tanta magnitud".
Y pone el ejemplo de Barcelona: "Eso se ha salido de madre. Lo que está pasando en Cataluña no es normal. Si sucediera en cualquier otra comunidad autónoma se adoptarían medidas. Se les han desbordado los delitos: los menas, los inmigrantes, la okupación que se justifica por parte de la alcaldía: no tiene parangón. Hay reyertas de todo tipo, a todas horas y en todos los lugares. Está habiendo cientos de encuentros a navajazos, a puñetazos o como sea. También se cometen muchas agresiones sexuales y hurtos. La criminalidad está desbocada", sentencia.
El portavoz de UFP sugiere que España no es más segura que hace 35 años, las tres décadas y media que él lleva en el cuerpo de la Policía Nacional. "Pero tampoco es que el nivel de inseguridad general sea preocupante. Hay países de nuestro entorno con mayor criminalidad". ¿Su receta para reducir el crimen? Que lo jueces impongan otro tipo de medidas que logren que los delincuentes dejen de actual con impunidad. "Mira el clan de las Bosnias de Madrid, que después se fue a Barcelona. 350 detenciones tras cometer 1.000 o 2.000 delitos. Y no han puesto un pie en la cárcel ni un solo día. O las okupaciones, que ni siquiera se consideran delito".
Tal y como indica Benito, hay algunos crímenes que sí han aumentado en los últimos años e Interior así lo corrobora. Por ejemplo, los relacionados con los delitos sexuales. En el último informe semestral del ministerio de Interior, publicado en agosto de 2022, se recogieron 1.211 delitos de agresión sexual con penetración, es decir, violaciones. Esto supone un 62% más que en el mismo periodo entre 2017 y 2019 (2020, una vez más, no cuenta debido a las restricciones de movilidad). También aumentaron los delitos de riñas multitudinarias (43,5%) y los intentos de asesinato no consumados (36%).
Las bandas juveniles –eufemismo con el que ahora el Estado se refiere a las otrora bandas latinas– es otro de los problemas que saltan a la prensa diaria. "Lo que hemos detectado, y por eso se ha empezado a llamar juveniles, es que antes eran estrictamente latinas", asegura Benito. "En esas bandas hoy se han integrado marroquíes, rumanos, españoles" y perfiles de otras nacionalidades o etnias. Preguntado por si la inmigración es un problema en la mayoría de los 'otros' delitos, el representante de UFP asegura que no necesariamente, "salvo en el caso de las violaciones en manada, que suelen ser marroquíes".
Comparando estos datos con los años de menor actividad delictiva –de 2015 a 2017, cuando las cifras de delitos por mil habitantes fueron de un 43,7–, la violencia ha aumentado ligeramente. También hay un mayor número de crímenes cibernéticos, de tráfico de drogas y de delitos sexuales, pero en estos dos últimos dos casos Interior justifica el incremento al enmarcar el primero en la lucha cada vez más exhaustiva contra el narcotráfico y, en el segundo, en respuesta a las campañas de concienciación sobre feminismo. A más concienciación, más denuncias. Por tanto, algunos crímenes suben mientras que otros descienden, lo que sugiere que existen nuevas formas de criminalidad en detrimento de las demás. Sin embargo, si se tiene en cuenta el cómputo total desde que hay registros, la criminalidad es mucho más baja que hace décadas.
¿Cambio de tendencia en 2022?
A pesar de que la seguridad general de España es mejor que hace veinte años, el último balance trimestral del ministerio del Interior parece marcar un cambio de tendencia en 2022, y uno de los ejemplos más notables está en Barcelona. En comparación con el mismo periodo en 2021, los homicidios de la capital catalana aumentaron en un 150% (de 2 a 5). Madrid también sufrió un incremento del 82%, estadísticamente menor, pero cuya realidad se traduce en una subida de 7 a 13 homicidios. A pesar de todo, ambos son datos relativamente bajos si se tiene en cuenta que, por ejemplo, en 2012, en el mismo periodo del año, se asesinaron a 27 personas en Barcelona y a 17 en Madrid. O que en ese mismo año hubo 28.496 robos con violencia e intimidación en la capital catalana y, en 2021, 20.151.
En el caso de los delitos graves y menos graves o de riña multitudinaria, en el primer semestre de 2022 se dispararon en Barcelona un 69,2% y en Madrid un 28,1%, mientras que el tráfico de drogas, que registró 400 casos en 2021, duplicó su actividad hasta llegar a los 800 en Barcelona en 2022 (un 100% más) y a 1.200 casos en Madrid (un 25% más). Si se tiene en cuenta que la capital española resguarda a 3,22 millones de habitantes y Barcelona a 1,62 millones, se puede decir que, Madrid tiene más delitos totales pero menos crímines por número de habitantes.
A execepción de los secuestros, el único indicador que baja en el balance de criminalidad del segundo trimestre de 2022, todos los demás apartados delictivos suben este año. El total de infracciones penales en lo que va de enero a junio es de 1.127.147, un 25,7% más que en 2021. Este año, por tanto, marca un ligero cambio de tendencia en la serie reciente.
Inseguridad y cámaras de resonancia
Más allá de que la situación haya mejorado en ciertas áreas y empeorado en otras, lo cierto es que la percepción que tiene la sociedad en torno a la violencia general es de que ha aumentado de forma exponencial. Eso, a pesar de que la serie histórica de la Policía señala una clara mejoría global. El profesor de sociología de la comunicación y vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, José Antonio Ruiz San Román, explica este fenómeno mediante la 'teoría de las cámaras de resonancia'.
"Obviamente, que nadie entre a robar a una casa no es noticia, a pesar de que haya millones de casas en las que nadie entra a robar. Hasta ahí, la propia noticia hace que lo raro o poco habitual esté sobrevalorado en los medios", señala el experto. "Sin embargo, el modo en el que actualmente nos informamos agrava la percepción que tenemos de casi todo, en el sentido de que si yo quiero creer que, por ejemplo, el Real Madrid es el mejor equipo de fútbol del mundo, entro en esas cámaras de resonancia de las redes sociales fomentadas por los algoritmos que sólo me darán a leer esa idea. Lo mismo pasa con la violencia: quiero percibir eso, y los algoritmos lo refuerzan".
"Si busco noticias porque estoy agobiado con la seguridad, los algoritmos de las redes llevarán a mí toda esa avalancha de noticias", asegura el sociólogo de la comunicación José A. Ruiz San Román
Gran parte del problema, asegura San Román, lo tienen los propios medios de comunicación, que suelen "atraer a usuarios con información muy llamativa", y cita un concepto desarrollado por el sociólogo Homero Gil de Zúñiga: las conocidas como News Find Me ('las noticias me buscan'). "Si busco noticias porque estoy agobiado con la seguridad, los algoritmos de las redes llevarán a mí una avalancha de noticias. Propongo un reto: que busquemos constantemente que Madrid es el sitio más seguro del mundo y Europa un lugar de seguridad. O algo así como 'Madrid, 24 horas de calma'. Veremos cómo empiezan a llegar a nuestras redes ese tipo de teléfonos y cambia nuestra percepción sobre la seguridad".
Y añade que, si de algo tienen capacidad los medios de comunicación y los políticos, es de crear agendas temáticas. "Si yo decido una agenda porque tiene eco, o porque hay un grupo de interés que lo tiene, obviamente puedo reforzar esa idea. Por ejemplo, a mí me llama la atención la mezcla de publicidad sobre empresas de seguridad y los reportajes sobre okupación. Como que huele regular, ¿no?".
El sociólogo asegura que la población no acaba de ser del todo consciente de cómo funcionan las cámaras de resonancia que nos hacen magnificar ciertos aspectos de la realidad sin que necesariamente sean verdaderos. "Los sociólogos de la comunicación somos conscientes, los colegas periodistas son muy conscientes y los de la publicidad son absolutamente conscientes", considera el profesor de la UCM. No en vano algunos partidos políticos han invertido decenas de miles de euros en campañas de marketing destinadas a azuzar el fantasma de la inseguridad sobre la inmigración ilegal para ganar votos. El problema, sugiere San Román, es que "estamos contentos y tranquilos con seguir viendo las noticias que nos gustan e indignarnos con los que no piensan como nosotros".
A pesar de los titulares morbosos, de la viralización de las noticias y de que cada uno pueda tener un teléfono móvil que le permita grabar cómo le abren la cabeza al otro y difundirlo a través de Twitter e Instagram, o de que los titulares de los medios de comunicación apuesten por sucesos escabrosos y morbososo para abrir sus telediarios, los datos, una vez más, parecen no secundar que España sea un país más inseguro que hace décadas. Otra cosa es la percepción que la ciudadanía tenga de las calles, en parte por culpa de esas cámaras de resonancia que desatan el desasosiego y el miedo. Y aunque las nuevas formas de violencia sean una realidad que merezca ser estudiada y atajada, los datos no secundan que España sea más insegura.