Javier Avellaneda (Palencia, 1974) lleva seis años, nueve meses y más de 20 días sin poder estar con su hijo A. A.M, de 14 años. “Su madre lo tiene secuestrado”, según el padre, después de que se le concedió la custodia compartida del menor y hay dos sentencias firmes del Tribunal Supremo que condenan a la madre, cada una, a dos años de cárcel además de a cinco y a cuatro años de la inhabilitación especial de la patria potestad, respectivamente. Ambas, sin ejecutar.
Javier lleva intentando hacer justicia con la justicia, -valga la redundancia-, desde el día 20 de diciembre de 2015, momento en el cual su madre "le quitó a su hijo”, declara. En 2014, el juzgado por lo civil de Palencia concedió a Javier la custodia compartida por semanas que no se llegó a cumplir. Después, el asunto llegó a lo penal y la primera condena fue ratificada por el Supremo en marzo de 2022, donde se establecía la inhabilitación de la patria potestad y se condenaba a una pena de dos años de cárcel para la madre por “sustracción de menores”. Pero, para la sorpresa del padre, no se hizo nada.
La segunda, -a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL y fue aprobada por el Supremo el pasado 29 de septiembre-, la condena a otros 24 meses más de cárcel y la inhabilitan definitivamente de la patria potestad, pero, tampoco ha habido respuesta.
“Me he presentado en diferentes sitios públicos y comisarías intentando hacer que la policía haga su trabajo porque el delito de secuestro se sigue cometiendo y no se cumple el régimen de custodia compartida por semanas. Yo ya no voy a esperar más: la policía no está persiguiendo a la delincuente ni está haciendo bien su trabajo”, cuenta Javier indignado a EL ESPAÑOL. Además, la condenada está perfectamente localizada y saben dónde vive. Ante esta negativa de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, Javier ha decidido presentar una denuncia contra el jefe de la Policía Nacional de Palencia y a otros miembros implicados.
También, se siente indignado y se muestra muy crítico con los propios magistrados de Palencia al considerar que la situación se ha demorado tanto porque no han aplicado nunca correctamente la ley e insiste: “actúan diferente según si eres hombre o mujer”. Hace referencia en este punto a que se querelló con una magistrada de Palencia, que le dio la razón a su exmujer dándola la custodia exclusiva “injustamente” teniendo incluso “pruebas e informes psicosociales que recomendaban que el menor estuviese con su padre”. Al final, tras la apelación de Javier, dicha sentencia del Juzgado de Palencia fue revocada y se estableció nuevamente la custodia compartida que, en la práctica, no sirvió de nada porque “tampoco lo cumplió la madre”.
La exmujer de Avellaneda, además, tiene antecedentes penales por no llevar durante una temporada al menor al colegio por lo que, “según la ley de enjuiciamiento criminal cuando tienes antecedentes más dos sentencias firmes de sustracción y condenas a cuatro años (en total) de prisión y la retirada de la patria potestad, tienes que entrar a la cárcel”, insiste el padre después de haberse estudiado y mantenerse al tanto de todas las leyes penales.
En medio de todos esos problemas judiciales, Avellaneda reitera que “lo que está en juego es mi hijo” y por eso, se ha llegado hasta tan lejos. El padre lo echa mucho de menos, al igual que cree que su hijo también lo siente así. “Nuestra relación siempre ha sido muy buena hasta que la madre me restringió las llamadas telefónicas con él. Yo jugaba con él al baloncesto y lo pasábamos muy bien. Cada vez que me ha visto porque hemos coincido, se pone muy contento”.
De hecho, Javier se ha acostumbrado a grabarlo todo para que no quepa ninguna duda de la veracidad de lo que cuenta porque, muchas veces y, según su opinión “los hechos se han visto tergiversados por la madre”. EL ESPAÑOL ha contactado con la condenada, pero se ha negado a hacer declaraciones al respecto.
Sin embargo, para poder entender completamente la historia en la actualidad, hay que remontarse a 2014 que es cuando empezó todo este calvario judicial para Javier.
Papeles mojados
Todo empezó el 24 de febrero de 2014 cuando Javier Avellaneda y L.M.M se divorciaron y se estableció la custodia compartida de A.A.M, su hijo en común, por medio de una sentencia aprobada por el Juzgado de Primera Instancia nº3 de Palencia. La madre, disconforme con esta situación, presentó un año después una demanda en el mismo juzgado que fue desestimada.
Aún sin resolver lo anterior, la madre volvió a presentar otra demanda al mismo juzgado en 2016. La juez destinada entonces en ese tribunal era Marisol González Encinas y falló a favor de la madre revocando la custodia compartida e incluso, pidió un informe psicosocial del menor a Servicios Sociales, -al que ha tenido acceso este periódico-, al que “hizo caso omiso”. El informe concluía que “lo más beneficioso desde el punto de vista psicológico y en el momento actual es que el menor permanezca bajo el cuidado de su progenitor”. Sin embargo, esta situación solo duró unos meses porque, recurrida en apelación, dicha sentencia fue revocada el 3 de mayo de 2017 estableciendo nuevamente la custodia compartida.
L.M.M no cumplió el régimen aprobado y siguió sin llevar al niño con su padre lo que propició que Javier presentase una demanda de ejecución en julio de ese mismo año: el juzgado nº3 de Palencia dictó un auto en el que se establecía que la madre ejecutase la sentencia y entregase al niño en el plazo de 14 días. Tampoco lo hizo.
En medio de este jaleo judicial, el 10 de octubre de 2017, el juzgado de Palencia nº1 impuso a la madre una multa de siete meses con una cuota diaria de seis euros por no llevar a su hijo al colegio durante 74 días. La Audiencia Provincial confirmó la razón: “un absentismo escolar cifrado en el 84,52%.
Ante la negativa de la madre de llevar al niño con su padre, la Audiencia Provincial de Palencia y el Tribunal Supremo ratificaron la condena en marzo de 2022 a L.M.M por sustracción del menor a una pena de dos años de cárcel y a cinco de inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad. Mientras tanto, la madre presentó ante el Tribunal Supremo un recurso de casación contra esta situación que fue desestimado y el padre volvió a denunciarla al ver que su exmujer no cumplía la sentencia.
El Supremo ratifica ahora otra sentencia que la condena a fecha 29 de septiembre de 2022, a 24 meses más de cárcel y a cinco años de inhabilitación de la patria potestad. Javier insiste en que no se cumple la ley e, indignado por esta situación, afirma: “Ya son dos sentencias firmes de secuestro y hoy, el delito de sigue cometiendo y no hay ninguna detención”.
El caso de Javier no es el único, cientos de padres están pasando por la misma situación, pero, con la diferencia de que a Javier sí que le ha dado la razón el Tribunal Supremo.
Javier y su hijo
El día 29 de septiembre, cuando el Supremo hizo firme la segunda sentencia, Javier avisaba a este periódico de que “ahora tiene que mover ficha la policía, pero creo que estamos a días y a horas de que me devuelvan a mi hijo”. Pero esas palabras distaron mucho de lo que pasó en realidad porque, hoy, Javier sigue sin recuperar a su hijo. Además, siente peligro por él: “No olvidemos de que está con una secuestradora que le está privando de la libertad de ver a su padre e incluso, le restringe de hablar con él por vías telefónicas. Además, lo tiene muy controlado porque no le deja ir solo a ninguna parte. De alguna manera, le está quitando su adolescencia”, considera.
Después de casi siete años, Avellaneda espera y confía en que ya quedé menos para acabar con todo esto. De hecho, tiene guardadas todas las cosas de su hijo y pretende recuperar todo el tiempo perdido haciendo todo tipo de planes con él: “Cuando consiga estar con mi hijo le contaré todo lo que he luchado por él en su debido momento, cuando esté preparado".
A Javier le gustaría que, cuando todo termine, pueda enseñar a su hijo todo lo que ha hecho por él y pueda volverlo a educar en valores: "Si mi hijo leyese esto, en su debido tiempo y cuando esté conmigo, quiero volverlo a educarlo en respeto, en educación, en valores y en lo que es la legalidad, en lo que es ser buena persona. Son muchas las cosas que me gustaría contarle y sobre todo, perdonarnos mutuamente los dos por no haber hecho muchas cosas antes. También, quiero que aprenda a perdonar a su madre porque yo no quiero que viva en el odio y que entienda que las personas se equivocan".
Javier, como padre, quiere ser su referente, su guía y su apoyo. Y, aunque, el tic tac del reloj se hace cada vez más pesado y la espera se está haciendo muy larga, su lucha es diaria y no parará hasta que se ejecuten todas las sentencias que están a su favor. Por eso, no se cansa de hacer ruido por sus redes sociales y de movilizarse públicamente para reclamar justicia.