La vida fuera de 'Pasapalabra' de Orestes: en qué gastaría el bote el filósofo de Burgos
Es Licenciado en Filología y está cursando 3º de Filosofía en la Universidad de Pamplona. Es un gran amante de los cómics y los videojuegos.
20 noviembre, 2022 02:21Orestes Barbero es historia de Pasapalabra. El burgalés es el concursante con más participaciones en el concurso de Antena 3 hasta la fecha con 283 programas (comenzó su andadura el 1 de octubre de 2021), pero el ansiado bote con casi dos millones de euros todavía se le resiste.
Licenciado en Filología, actualmente está cursando 3º de Filosofía en la Universidad de Pamplona, estudios que compagina con su presencia en Pasapalabra enfrentándose a otro concursante histórico, Rafa Castaño.
EL ESPAÑOL ha contactado con Orestes para recordar su época en Telecinco y sus duelos con sevillano, para comentar cuales han sido los rivales más complicados que ha tenido en el concurso y el destino del dinero del bote si se lo llevara, que lo repartiría entre viajar, vivienda y solidaridad, donando parte del importe.
86.900 euros en concursos
A diferencia de otros participantes de Pasapalabra o ¡Boom!, Orestes solo ha acudido a tres concursos televisivos, si bien uno de ellos le cayó de rebote, como fue El Tirón, formato que sustituyó a Pasapalabra en Telecinco tras la sentencia del Supremo y en el que no se esperaba participar. Actualmente, en Antena 3 y tras 14 meses jugando, Orestes ha acumulado más de 165.000 €, cifra que aumenta todas las semanas.
En total, Orestes ha conseguido ganar unos 86.900€ entre los tres concursos en los que ha participado, dinero destinado principalmente en formación académica, y que se reparte en 74.400 € en Pasapalabra cuando se emitía en Telecinco; 5.000 € en El Tirón, donde estuvo unos pocos programas al principio del formato; y El Cazador de RTVE, donde logró 7.500 € viéndose las caras con otro concursante mítico, Erundino Alonso, de Los Lobos.
“Cuando recibí el dinero de Pasapalabra tenía veintitrés años y estaba todavía en edad de merecer estudiantil, decidí acabar el Máster que estaba haciendo para asegurarme una vida laboral y como tenía pendiente estudiar Filosofía, lo he invertido en ello”, afirma Orestes.
P: ¿Cuándo comenzó su afición por los concursos? ¿Cuál fue el primero al que acudió y cuál ha sido su trayectoria desde entonces?
R: Con 17 años comencé a ver Pasapalabra. Lo descubrí cuando iba a visitar a una tía mía ya mayor que vive a nuestro lado y coincidía que justo en ese rato que iba a verla, ella siempre tenía puesto el programa. Empecé a darme cuenta de que se me daba muy bien y que, casi en la mayoría de edad, podía ser un reto, una oportunidad interesante para probarme y, si me caía de paso alguna propinilla, pues miel sobre hojuelas, que decimos en Burgos (risas).
Cuando cumplí los 18 me presenté al casting del programa, me llamaron a los pocos meses y con 19 años concursé por primera vez. En esa primera etapa aguanté solo tres programas contra uno de los mejores concursantes que ha tenido el programa, David Leo. Fue una primera aventura bonita y a partir de ahí comenzó ese cosquilleo por los concursos. Después estuve en otra etapa más, luego en El Tirón y, más recientemente, en El Cazador, donde me enfrenté a Erundino. A los tres años de mi participación en Pasapalabra y El Tirón en Telecinco, me llamaron de Antena 3, y ahí sigo.
P: ¿Se considera un fanático de los concursos de televisión?
R: No, no diría eso. Los únicos que me atraen actualmente son Pasapalabra y Saber y Ganar, al que me encantaría ir a concursar, pero dentro de un largo plazo porque son formatos muy diferentes entre sí. Para el de Jordi Hurtado no es necesaria una preparación previa tan exhaustiva porque vas con tus conocimientos en bruto, y para los amantes de la cultura y el saber es un desafío muy bonito. Es cierto que en Pasapalabra, sin esos conocimientos en bruto, no vas a ningún sitio porque son la armazón, pero luego el tejado es la preparación específica.
P: Es curioso que su carrera como concursante vaya un poco al revés de lo habitual, que suele ser participar en Saber y Ganar y de ahí a Pasapalabra u otros concursos…
R: Ya… como comentaba, cuando acabe Pasapalabra me gustaría probar suerte en Saber y Ganar dejando, eso sí, un tiempo entre medias, unos tres o cuatro años. Me gustaría despejarme y descansar bien de toda esta maraña mediática que se ha establecido alrededor. Cuando otra vez esté en tabula rasa y descansado, probaré. De momento no estoy todavía para pensar seriamente en ello.
P: ¿Cómo vivió el final de la primera etapa de Pasapalabra en Telecinco?
R: Tengo los recuerdos un poco entre nebulosas porque estos tres últimos años han sido un batuqueo constante de experiencias, de novedades, de personas… Si recuerdo mucha incertidumbre, que es una sensación muy desagradable para el cuerpo, y sobre todo con temor por el equipo. A nosotros, los concursantes, nos iban a abonar todo lo ganado en los programas aunque finalmente no se emitieran, pero había detrás un equipo enorme de personas que se quedaban de un día para otro en la calle. Afortunadamente, a gran parte de ese equipo les reincorporaron en El Tirón y me alegré mucho por ellos. Fueron momentos muy tristes, de llorar mucho por dentro, los últimos días de grabación, que al final no se emitieron, se notaba un ambiente muy extraño en el plató.
Dónde irán los dos millones
Aunque todo es elucubrar, Orestes también se permite fantasear con un posible destino del bote de Pasapalabra, que está cerca de los dos millones de euros (1.810.000 €). Eso sí, tiene muy claro que si se lo llevara, no dejaría de trabajar, pero lo haría con otra perspectiva, “pudiendo calibrar bien en qué sitio y en qué momento”, comenta.
Como soñar es gratis, viajar sería una de sus grandes inversiones ya que le gustaría visitar Argentina, México, Japón o Nueva Zelanda, aunque también haría turismo nacional: “Viajaría por España de forma más improvisada. Tengo muchas ganas de conocer mi país más a fondo”.
Otra parte del premio la destinaría a “alguna inversión fija en vivienda y poder garantizarles a mis hijos, cuando los tenga, una infancia y un futuro sin agobios económicos”. Muchos concursantes destinan parte del premio que ganan en televisión a ayudar a sus familiares, algo que el burgalés también haría, pero también le gustaría ser solidario no solo con sus allegados.
“Buscaría causas concretas de asociaciones u ONG que tengan proyectos que yo sepa de buena tinta que son honestos. Destinaría una partida a Cáritas, es innegable que, gracias a su trabajo, sostienen a un gran número de personas en nuestro país”, afirma. Y concluye admitiendo que “creo que con eso ya me habría fundido todo el bote” (risas).
Seis años en el "ajo"
Si hay algo que caracteriza a los actuales concursantes de Pasapalabra es su formación y sus horas de estudio. Mientras que los participantes del programa en su anterior etapa de Antena 3 o los comienzos de Telecinco como Manolo Romero o Paz Herrera que iban “con lo puesto” a jugar, otros como Juan Pedro Gómez, David Leo o Pablo Díaz acumulaban mucho tiempo preparándose las posibles preguntas de El Rosco en busca del bote.
P: ¿Cuántas horas le dedica al estudio?
R: Lo mío, más que una cuestión de meterme panzadas de estudio, es fruto de llevar ya seis años metido en el ajo. Tengo una especie de sexto sentido siempre activo que hace que cada vez que veo o escucho algo que podría caer en el programa lo interiorizo.
Hay días que puedo estudiar cinco o seis horas, no más, pero sin un horario fijo, voy aprovechando ratos muertos, como en los trenes de ida y vuelta a Madrid, en los ratos de espera, antes de acostarme, al levantarme…
En mi caso, le presto mucha atención y presencia a Pasapalabra, pero el programa no es mi única dedicación ni quiero dejar que monopolice mi vida, eso es algo que siempre he tenido claro. No dejo de hacer planes que me apetezcan por quedarme estudiando para el programa, voy arañando ratitos. El ir a clase en la Universidad y el entorno cultural que lo rodea también me hace aprender un montón de datos útiles para las respuestas.
P: ¿Está estudiando en la Universidad mientras graba el programa?
Sí, actualmente estoy en tercero de Filosofía en la Universidad de Pamplona. Estudio Filosofía porque me gusta y además me viene muy bien para quitarme la voracidad constante que llevo por memorizar datos sueltos y centrarme en algo más específico en profundidad. Eso sí, este último año voy rindiendo como puedo y como me permiten las grabaciones, menos mal que los profesores lo saben y el trato en la universidad es inmejorable.
P: ¿Nota, después de tantos programas sin conseguir llevarse el bote, cierto cansancio físico y mental con el programa?
R: No. Es un formato en el que cada programa es distinto, sigo manteniendo la emoción y ganas por ir a grabar. Además lo veo así, mientras siga en el programa voy amortizando los viajes, voy acumulando dinero y los próximos cinco o seis años de mi vida ya los tengo cubiertos y con un buen colchón, independientemente de que me llevara o no el bote.
Soy muy afortunado porque voy a tener la posibilidad de poder elegir y probar laboralmente hasta encontrar mi sitio sin tener una presión económica detrás. Cuando me noto que la acumulación de programas va haciendo mella pienso en esto y se me pasa (risas).
P: Pablo Díaz es muy amigo suyo. ¿Qué sintió cuando superó su récord de permanencia en el programa? ¿Le ha pedido consejo?
R: A Pablo le tengo mucho cariño, siempre ha estado ahí para darme los mejores consejos, para ayudarme en todo. Los dos somos los benjamines del programa y tenemos una química muy buena. El día que sobrepasé su permanencia en el programa fue algo bonito, pero, a la vez, me dio mucho vértigo.
Un repaso de sus rivales
Tanto en Telecinco como en Antena 3, gracias al gran número de programas en los que participó o lo está haciendo, Orestes ha tenido muchos rivales al otro lado del Rosco, pero hay algunos como Jero Hernández, con el que concursó en 2019; Jaime Conde que estuvo 102 programas enfrentándose al burgalés o Rafa Castaño, rival y amigo en ambas épocas, son algunos adversarios que han marcado la trayectoria del burgalés en Pasapalabra.
P: De todos los adversarios que ha tenido en Pasapalabra, ¿nos puede hablar específicamente de alguno?
R: Puedo empezar por Jero, con el que día a día en el programa y en la convivencia fui creciendo a su vera. Le debo muchísimo a sus consejos porque no tengo una estrategia de juego, no soy nada estratega, tengo actitud. Me ayudó a la hora de no perder la concentración y de permanecer impertérrito aunque encadenes varias malas rachas, eso se lo debo tanto a sus consejos como a su mismo ejemplo. A nivel personal, es muy cuidadoso con la gente querida, está siempre pendiente de que todos a su alrededor estén bien… es una gran persona.
Después destacaría a Jaime, con el que compartí más de 100 programas. Es una persona que, en un primer momento, es muy tímido, muy introvertido, pero poco a poco, a medida que vas conociéndole y va abriéndose, tiene un mundo interior de cultura, de conocimientos, de sensibilidad, de propósitos portentoso. Es un erudito del siglo XIX en el cuerpo de un chico de treinta años en 2022. Le deseo lo mejor porque era un gran merecedor del bote del programa.
Por último, Rafa. Es el concursante con el que más programas he compartido, primero en Pasapalabra de Telecinco, en El Tirón y actualmente en Antena 3. Nos conocemos mucho, estamos muy unidos y me lo paso muy muy bien con él. Es un tío que siempre responde con una educación, con una alegría y con un saber estar admirables. Le veo muy proyectado, muy preparado y muy fuerte como concursante. Concursar con él es una sensación muy curiosa porque se mezcla el muchísimo cariño que nos tenemos con mucha tensión y rivalidad, pero siempre desde una deportividad grande. La mejor parte de no llevarme yo el bote sería que se lo llevara una persona como Rafa.
P: Rafa le define textualmente a usted como el mejor concursante de la historia de Pasapalabra, ¿qué opina al respecto?
R: No me lo creo, ¿de verdad ha dicho eso de mí? Estoy alucinando. Para mi Rafa es el concursante que más nivel actualmente ha alcanzado en la historia de Pasapalabra gracias a su tesón, así que me deja sobrepasado y muy agradecido que opine eso de mí, a la cara no me lo dice (risas).
Un niño soñador
Orestes recuerda que de pequeño era un niño muy soñador que estaba siempre imaginándose aventuras en su cabeza y recreando historias, “estaba mucho a mi bola”, afirma. Pero hay algo que no ha cambiado, el ansia por aprender cosas: “En mi casa me enseñaron que el conocimiento te hace más libre”, comenta.
A Orestes siempre le ha gustado ver películas de Disney con sus padres y su hermano, pero también le encantaba leer cómics, sobre todo los de Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape y Astérix. A medida que se acercaba a la pubertad se volcó en la literatura fantástica tipo Las crónicas de Narnia, El señor de los anillos y los de la escritora valenciana Laura Gallego. “El despegue social lo tuve ya en la adolescencia, cuando me abrí mucho y me convertí en el tipo bromista y extrovertido que soy hoy”, asegura.
P: ¿Cuáles son sus aficiones en el poco tiempo libre del que dispone?
R: No sé si cuenta como afición, pero yo soy muy epicúreo y lo que más me gusta es compartir ratos afables con gente querida ya sea en un contexto de tertulia cultural o en uno lúdico-festivo. Los fines de semana me encanta ir a conocer pueblos, hacer escapadas por la naturaleza y me alucina leer todo tipo de géneros salvo terror o dramones. Me gustan también los videojuegos, sobre todo los de Nintendo: Pokemon, Súper Mario, Donkey Kong, Zelda…
Uno de los grandes objetivos de llevarme el bote es que ya me quitaría por completo el chip de recabar datos sueltos pasapalabreros y ya podría por fin zambullirme en todo tipo de libros documentalísticos, de naturaleza, de física… pero el gusto de aprender en sí mismo, sin tener presente si esta palabra puede caer o no.
P: ¿Qué le dicen por la calle?
R: Ya es algo inabarcable. Desde que soy una cara fija en la parrilla televisiva cada vez que salgo a la calle es un bombardeo continúo de las mismas preguntas y conversaciones. Ya tengo las respuestas preparadas y los chascarrillos listos antes de que me digan nada. Si me comentan: “eres un genio”, les contestó: “sí, de la lámpara”; si dicen “eres un grande”, respondo “pero no un glande”; sí alguien me grita “eres un máquina”, rápido le espeto “sí, pero de coser”; o “eres un fenómeno” y yo digo “meteorológico” (risas).
Que se me acerque tanta gente me sirve para hacer un análisis de la catadura humana porque te puedes encontrar desde las personas más vocingleras y chabacanas a la gente más educada y agradable que te puedas imaginar.
Lo que más me gusta de que me reconozcan por la calle es ese componente tan familiar que tiene el programa y como acompaña y sirve de refugio a las personas cuando están viviendo un trance, como una enfermedad. Ese alcance humano que tiene el programa es fantástico y lo recalcaría sobre cualquier otra cosa.