Beatriz Flamini, durante la conversación con EL ESPAÑOL.

Beatriz Flamini, durante la conversación con EL ESPAÑOL. E.E.

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Beatriz Flamini destapa sus cartas: "Esto ha sido un entrenamiento para mi próximo reto en Mongolia"

La deportista cuenta a EL ESPAÑOL que su año y medio en la cueva "ha sido un desafío personal" que sólo se logra "si una se lleva bien consigo misma".

16 abril, 2023 02:10

Tiene algo parecido al jet lag, pero no se podría llamar jet lag. Es algo como a lo bestia. En realidad, no hay nombre que pueda definir lo que le ocurre a la madrileña Beatriz Flamini (50 años) en su vigilia tras salir de una cueva después de año y medio a 70 metros de profundidad en soledad. Es ese espacio de tiempo perdió la noción del mismo. La mujer aún no ha dormido, pero atiende en exclusiva a EL ESPAÑOL, el primer medio de comunicación que adelantó su historia el pasado martes y que, pese a conocerla desde octubre 2022, guardó silencio a petición de la organización para velar por la seguridad en la cueva. La enorme gesta, con un enorme valor científico, la culminó Flamini este viernes: su salida ha dado la vuelta al mundo.

-¿Cómo se encuentra?

-Me encuentro como aturdida. No he podido dormir desde que salí. Me he echado en la cama, pero no he dormido nada.  He hecho lo mismo que hacía en la cueva: levantarme y ponerme a leer. Estoy cansada, pero no he logrado dormir.

Desde el viernes, sabe que hay una guerra en Ucrania "lo de Ana Obregón, y poco más". A la cueva entró el sábado 20 de noviembre de 2021, con 48 años y salió el 14 de abril de 2023, ya con 50, minutos después de las 9 de la mañana. Tuvieron que entrar a buscarla. Al ver a los espeleólogos entrar en su sala, exclamó: "¿Ya?". Una de sus primeras frases fue expresar en voz alta su antojo por comer pollo asado. Lo cenó el viernes por la noche. "Me trajeron por sorpresa cuatro muslos asados, con patatas. Qué cosa más rica".

[El caso único de Beatriz Flamini: 500 días metida en una cueva para ver cómo reacciona el cuerpo]

-Mucha gente se pregunta qué por qué lo ha hecho.

-Si te soy sincera, por necesidad. Es decir, empecé a hacer montaña sola y vi que era capaz de hacerlo. Es algo personal e íntimo, y me lo planteo como un reto personal.

"En el peor momento de mi vida, antes de la pandemia, tuve un proyecto que era atravesar Mongolia, sola y en autosuficiencia. No tengo una explicación. Solo que aquel reto, la preparación para aquel reto, me sacó de la depresión. No quiero que suene trágico, pero se puede hacer. Llevo cuatro años preparándome, incluyendo el año y medio de la cueva".

Atravesar Mongolia quedó aparcado por la Covid-19. En su lugar, estaba el reto que la ha convertido en famosa en todo el mundo. "Yo no me planteo en ningún momento esto para batir el Récord Guinness. Con lo de la cueva, me puse a mirar y vi que había un ucraniano que había pasado 468 días. Así que me dije que si él lo había hecho, era posible. Y para redondear, puse 500 días".

El récord, afirma, "es contra mí misma. No le veo beneficio, en principio, a un Guinness para mí ni para el proyecto de Mongolia. Si veo que me beneficia, pues lo mismo inicio los trámites. Esto ha sido un reto personal y deportivo. Yo quería estar ahí, he estado ahí y fin". 

Beatriz Flamini, durante su permanencia de 500 días en la cueva de Granada, a 80 metros de profundidad.

El proyecto Time Cave (la cueva del tiempo) ha sido, por tanto, un entrenamiento para Mongolia. Su intención es atravesar este país "de Este a Oeste, cruzando por el desierto del Gobi y la cordillera Altái. Pretendía hacerlo sola, pero va a haber cambios muy chulos que no puedo avanzar".

[La hazaña de Beatriz Flamini: sale de la cueva donde ha pasado 500 días y bate el récord mundial]

Tal y como avanzó EL ESPAÑOL, en su reto de 500 días en una cueva de Granada ha participado Dokumalia, la productora especializada en aventura, deportes extremos y outdoor que ha registrado su vida cotidiana a setenta metros bajo tierra para un documental.

También ha contado con grupos de investigación científica de las universidades de Granada y Almería, quienes la han seguido, mediante cámaras, para estudiar cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo. La parte de estudio científico, asimismo, ha analizado los cambios neuropsicológicos que ha acarreado este tremendo desafío ante la soledad, la ausencia de luz natural y el aislamiento cognitivo y social.

Beatriz Flamini, durante su charla con este periódico.

Beatriz Flamini, durante su charla con este periódico. E.E.

En cuanto a la logística de la cueva, contaba con un espacio de poco más de 4 metros cuadrados "la sala" mas dos pasillos de unos 30 metros de longitud y en pendiente. Allí tenía instalado un ordenador, "capado" con conexión a internet y programado para no facilitarle ni fecha ni hora, porque tenía "una interfaz muy básica" con la que se comunicaba por escrito.  Este era su feed, necesario para los investigadores, pero no tenía back, es decir, la comunicación era siempre unidireccional.

"Todo se verá"

"Todo esto se verá en el documental. Hasta a la cámara con la que me grababa para el documental le habían quitado el visor donde aparece la fecha y la hora. Yo no me veía al grabarme. Estaba todo preparado para incomunicar". La comida se la dejaba el grupo de espeleología de Motril en un punto de la cueva cada 20 o 30 días. En el mismo punto también recogían sus residuos y las tarjetas de memoria de la cámara con la que se grababa.

Beatriz, durante la entrevista con EL ESPAÑOL.

Beatriz, durante la entrevista con EL ESPAÑOL. E.E.

Julio Santiago, del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada, ha sido quien ha liderado la parte científica centrada en "cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo".

No existen estudios previos de tal calibre, aunque sí de experiencias similares de menor duración. A este periódico detalló esta semana que "la desconexión de claves temporales, como los ciclos de luz y oscuridad, los relojes o calendarios, produce cambios muy importantes en los ritmos circadianos de la persona". Se sabe porque se han documentado aumentos importantes de la duración objetiva de los días, aunque no en procesos tan largos como el de Beatriz. En ellos, la persona "experimenta como un día duraciones que llegan a alcanzar 4 días reales".

-¿Intentó no perder la noción del tiempo? ¿Cuándo se dio cuenta de que ya no podía medirlo?

-Me di cuenta cuando nada funcionaba. El cerebro lo busca, pero al no tener ni luz ni nada... Hay funciones físicas y biológicas, como seres humanos que somos, vinculadas a la percepción temporal.

"Es decir, yo no buscaba orientarme en el tiempo, pero mi cerebro sí. No sabes cómo es la mente... yo entré sabiendo que iba a perder la noción del tiempo, pero la mente lo busca. Mi cerebro solo encontró la calma, la mente se relajó, cuando encontró algo que posibilitaba cierto cálculo: mis deposiciones, o mejor dicho, la frecuencia entre ellas. Eso fue la referencia que encontró el cerebro para marcar el tiempo. La verdad es que los seres humanos somos excepcionales".

Beatriz Flamini, durante su entrevista con EL ESPAÑOL.

Beatriz Flamini, durante su entrevista con EL ESPAÑOL. E.E.

Beatriz se mantuvo en forma con una tabla de ejercicios de fuerza que abandonaba y retomaba en función de su pérdida o ganancia de peso. "Al no tener referencia temporal, no comes. Tú te crees que ordenando un bidón has pasado 5 minutos y lo mismo han sido 13 horas". Cuando se veía delgada, dejaba la tabla. Con moverse por el habitáculo y desplazarse por la cueva -incluía unos 20 metros de escalada- tenía suficiente.

Comía proteínas y carbohidratos. "Comida de deportista", puntualiza. Carne, verdura, arroz... ¿Fruta? "En potitos. Alguna vez me dejaban un kiwi fresco". No era posible más porque no se sabía cuándo recogía Beatriz la comida una vez al mes, al no tener referencias temporales. "No he tenido ni una infección ni he enfermado". Beatriz, por su edad, se encuadraría en una etapa premenopáusica. Para ello, ha tomado vitamina D, además de vitamina K, mediante suplementos orales. 

-Disculpe la pregunta, pero ¿se estriñó en algún momento?

-Pues no tengo ni idea, porque no podía medir cada cuánto tiempo lo hacía. Es que esto ha sido una experiencia brutal.

Una captura de las imágenes captadas por las cámaras durante su estancia en la cueva.

Una captura de las imágenes captadas por las cámaras durante su estancia en la cueva. E.E.

¿El momento más duro? "Hubo una plaga de moscas. En las cuevas hay bichos, pero yo lo de las moscas no lo controlé". Entraron moscas "y pusieron huevos que se transformaron en larvas. Yo no las veía (las larvas) y cada vez había más moscas. Moscas gordas, gordas. Llegó un punto que había que poner remedio por motivos de salubridad". ¿Cómo lo solucionó? "En uno de los intercambios me pusieron sal, porque estos insectos no resisten en climas salinos, y bandas de las que pegan. Y luego me puse a buscar larvas".

-Le rompió la rutina...

-Sí, pero las guardias eran mías, porque estaba sola. Fue un momento crítico.

-Hubo otro momento muy crítico también...

-Me avisaron de que se había perdido la seguridad: no funcionaba ni el router ni el botón antipánico, ni las cámaras. Había una zona de aislamiento a la que me fui, incomunicada, para que lo arreglaran. Con un silbato me avisaron de que ya estaba todo bien y al volver, un ultrasonido, o un infrasonido, no sé qué pudo ser, me empieza a provocar un tremendo dolor de cabeza. Me fui a la cámara de seguridad y empecé a hacer señas. Luego tuve más síntomas, como opresión en el pecho y en la garganta. Cuando me empezó a sangrar la nariz, por protocolo de seguridad, obligatorio, salí de la sala y me refugié en una tienda de campaña aislada justo en la entrada de la cueva. Perdí el aislamiento solar, que se vio interrumpido.

-¿Eso invalida la investigación científica?

-Al contrario, me han dicho que aporta. Los científicos han valorado que es mucho más difícil continuar con un ambiente hostil como el de la cueva. Por lo que ha ocurrido se va a obtener mucha más información. 

Para afrontar un reto así, advierte, por último, a EL ESPAÑOL, "tienes que llevarte muy bien contigo misma, y saber vivir sola. Tienes que aprender a soportarte. Con tus pensamientos y tus demonios. Porque, sin estímulos, ¿dónde vas? Solo tienes tu pasado, tu presente y tu futuro. Si eso metida en una casa causa ansiedad, imagínate en una cueva. Yo esto no se lo recomiendo a nadie sin preparación".