Ramón Espinar: "Iglesias busca que gobiernen PP y Vox para crear una izquierda de resistencia"
EL ESPAÑOL se cita con uno de los fundadores de Podemos en Vallecas, origen sentimental de la formación morada, ya lejos de las escaramuzas entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz.
29 abril, 2023 02:58Un tatuaje en el brazo como el de Paulo Dybala delata al entrevistado a su entrada en la Plaza Vieja de Vallecas. Tiene otros, pero ninguno que ponga el he nacido para revolucionar el infierno de aquel personaje de Manuel Vázquez Montalbán, a quien muerto le siguen floreciendo las novelas como al Rey Emérito los hijos. Nunca fue su propósito. Si acampó en la Puerta del Sol en 2011 y posó como el Che Guevara ante Korda en 2015, una vez cruzado el umbral institucional, asegura que fue para sustituir al PSOE, no para ser su muleta. Para fundar una nueva izquierda hegemónica a través de un partido ahora marchito.
La camiseta negra y las bermudas beige recuerdan al rat pack de politólogos que sacó de quicio al establishment con insumisos aires de grandeza. Abandonada la Secretaría General de Podemos en Madrid y sus escaños en el Senado y la Asamblea madrileña, la política, en definitiva, hace algo más que cuatro años, Ramón Espinar (Madrid, 1986) encuentra ahora la gloria en los cinco minutos al día en los que cepilla el cabello de su hija.
Las cuentos sobre aquel partido que rozó el cielo con los dedos, los recuerdos con unos compañeros que se "mataron demasiado pronto" y que desaparecían de la foto como los costaleros del ataúd de Lenin, los cubatas en el barrio con un líder que no acepta su retiro, la aparición de una nueva ilusión en el espacio sideral de la izquierda, las leyendas de bicicleta, los razonamientos de un politólogo de izquierdas que ahora se despacha a gusto en las tertulias con jerga politicona y adiposa, siempre tolerante.
Espinar es una voz autorizada con quien hablar de esa lucha entre Sumar y Podemos, entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias, que tiene en vilo a la izquierda española. Marchando un agua con gas para conversar con EL ESPAÑOL.
PREGUNTA. No acudió al acto de presentación de Sumar el pasado 2 de abril, aunque ganas no le faltaron.
RESPUESTA. Yolanda sabe que apoyo la iniciativa, pero llevo sin ir a un mitin de estas características desde que dimití. Si estás cuatro años sin ir a un mitin y el día que se presenta esta plataforma vas es como si te haces Linkedin. No tengo ganas de que todo el mundo me pregunte: "Oye, ¿vuelves?". No, no, yo no vuelvo. Estoy bien haciendo lo que hago. Esa es la razón por la que no fui, porque podía lanzar un mensaje que no quería. No voy a estar en ninguna lista, en ninguna candidatura, no tengo ganas, y no me apetece entrar en ese juego de especulaciones.
P. Ahora está en un lugar donde puede decir tanto que apoya a Yolanda como que su entrevista con Jordi Évole fue un error.
R. Me pareció un error darla por una razón: una entrevista con Jordi Évole es una bala de las seis o siete que uno tiene cuando lanza una candidatura. Es importante para cualquier político, pero para un político progresista es clave porque te va a ver todo tu electorado. Tuve la impresión viéndola de que estuvo mal planificada. Por dos razones: una, de escenografía, que creo que era muy mala y no beneficiaba en nada a Yolanda, aunque eso es secundario; y otra principal: si tú generas uno de tus hitos comunicativos más importantes —al menos del año— tiene que ser para zanjar la polémica que tienes encima de la mesa o para ofrecer una situación, pero no puede ser para comentarla.
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Si esa entrevista fuera un partido de fútbol, diríamos que el 70% de la posesión la tuvo Pablo Iglesias. Hay que dejar de hablar de Pablo Iglesias. Hay que zanjar eso. Si se va con Podemos, se va con Podemos; y si no se va con Podemos, no se va con Podemos. Tampoco creo que haya mucha gente que lo vaya a echar de menos. Lo que hay que hacer es tomar una decisión y, cuando tengas un hito comunicativo grande, salir a comunicarlo. No me imagino a Feijóo dando una entrevista similar para hablar de Casado. Es un error que la izquierda tiende a cometer más que la derecha: deliberar demasiado en público cosas que a la gente hay que darle por cerradas y ya está.
P. ¿Le auguras éxito electoral a Yolanda Díaz?
R. Sí, pero queda mucho, tienen que pasar muchas cosas. Creo que le va a ir bien. Pero, ¿cuál es la medida del éxito? ¿Es que le vaya mejor de lo que le fue a Unidas Podemos? Espero que sí. ¿La medida del éxito es que recupere el espacio político que nosotros tuvimos cuando nos quedamos a 200.000 votos de ganarle al PSOE la posición como fuerza hegemónica en la izquierda? Creo que eso está lejos y responde a un ciclo político que se ha cerrado.
R. Hasta hace pocas semanas parecía que el pacto entre Yolanda Díaz y Podemos estaba teleológicamente destinado a cerrarse, sin embargo, ahora no. Yolanda Díaz llegó a decir en El País que no sería un fracaso ir por separado.
R. Yolanda es una mujer muy inteligente, que tiene mucha experiencia política y que sabe lo que tiene delante: una operación diseñada por Pablo [Iglesias] que funciona de la siguiente manera. [Se toma un respiro, lo piensa]. Las primarias abiertas son un señuelo. Si te acuerdas, antes de las primarias, con la misma contundencia, le exigían que dijera que se iba a presentar. Cuando lo dijo, le empezaron a exigir las primarias. Y cuando anuncie las primarias le discutirán el modelo, si hay listas conjuntas o se compite. Siempre va a haber un McGuffin que alimente el conflicto y la fijación de posiciones y de identidades diferentes entre Podemos y Sumar.
"Siempre va a haber un McGuffin que alimente el conflicto entre Podemos y Sumar"
¿Por qué Podemos está haciendo eso? Porque está en una posición win-win, que dicen ahora los cursis. ¿Por qué es win-win? Porque lo que Podemos le está diciendo a Yolanda es: si llegamos a un acuerdo es porque nosotros te hacemos la lista; si no llegamos a un acuerdo, es muy difícil que se revalide la mayoría de gobierno y, por tanto, tú lo tienes muy difícil, porque no tienes una herramienta política, un partido, sino una candidatura articulada fundamentalmente en torno a la idea de que eres la vicepresidenta del Gobierno y a que este gobierno repite. Si vamos juntos —además de que te hemos hecho la lista y vamos a controlar el cotarro al día siguiente— y va bien, genial, porque controlamos; y si va mal, te vamos a echar la culpa y será Yolanda quien lo pague.
P. Siempre gana Iglesias, entonces.
R. En cualquiera de los escenarios posibles —ir juntos, ir separados, que vaya bien, que vaya mal— Podemos ya tiene escapatorias para cargar a Yolanda con la responsabilidad, para satisfacer la narrativa con la que han generado un núcleo duro de apoyos y adhesiones y para mantener su principal objetivo, que es la supervivencia del aparato político y del aparato empresarial y mediático que está montando Iglesias. ¿Para qué? Para mantener la hegemonía de nuestro espacio político otra década.
Ese es el objetivo. Una vez que Pablo ha descubierto, o se ha dado cuenta, de que no iba a cambiar este país, decidió que le valía con el nicho, con el porcentaje de gente que vota a nuestras posiciones. Gente a la que le estás ofreciendo ser muy de izquierdas, pero no transformar el país. Lo que ahora propone Podemos es la creación de una comunidad en los términos en los que ahora se conciben las comunidades en las redes sociales, es decir, tienes un canal audiovisual —YouTube, Twitch o lo que sea—, un partido político al que puedes votar, distintas actividades, pasas por caja y te sientes parte de una identidad.
P. De una identidad sectaria.
R. Bueno... En este caso es sectaria, pero tú no dirías que Ibai Llanos tiene una secta, dirías que tiene una comunidad virtual. Pablo Iglesias está generando eso.
P. La naturaleza de ambas son muy diferentes.
R. ¿Por qué? ¿Porque a una la votas y a otra no? Hay un texto de Giovanni Sartori, que no es ningún izquierdista, sino un politólogo muy conservador, que ya hablaba de telecracia y demovisión en los años noventa, escandalizado con Mediaset, desde una posición muy boomer, que diríamos ahora. Atisbaba un poco este camino de generación de identidades colectivas alrededor de fenómenos audiovisuales. Y además los votas. Pablo está en eso. Y de momento, le está saliendo. ¿Cuál es la piedra angular del proyecto? Que este Gobierno fracase. Una vez que él ya no es vicepresidente del Gobierno, para que eso vaya bien, a este Gobierno le tiene que ir mal. Y cuando a este Gobierno le vaya mal y gobierne Feijóo con apoyo de Vox podremos rasgarnos las vestiduras, ser muy de izquierdas, decir yo tenía razón y crear una izquierda de resistencia y de combate contra un gobierno del PP y de Vox. Esa posición será atractiva si eso sucede, porque todos los de izquierdas nos sentiremos muy violentados con un gobierno en el que esté Vox.
"La piedra angular del proyecto de Pablo Iglesias es que este Gobierno fracase"
P. El ticket electoral, expresión que ha hecho fortuna, entre Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, por donde pasa toda posibilidad de revalidad el Gobierno de coalición, ¿es imposible si no hay acuerdo entre Sumar y Podemos?
R. ¿Son un ticket electoral Yolanda Díaz y Pedro Sánchez? Yo creo que no. Yolanda Díaz tiene una trayectoria política acreditada de un proyecto político diferente al del Partido Socialista. Ahora, ¿para que Pedro Sánchez sea presidente del Gobierno tiene que sumar con Yolanda Díaz? Sí, del mismo modo que Feijóo tiene que sumar con Abascal para llegar a la Moncloa. ¿Eso constituye un ticket? ¿Dirías que lo hay?
P. Pero el PP no se agarra tanto a Vox. De hecho, lo que está intentando Feijóo es separarse lo máximo posible. A Juanma Moreno le funcionó en Andalucía.
R. Porque son caladeros electorales diferentes. Feijóo identifica que necesita recuperar lo que fue el electorado de Ciudadanos y lo que es buena parte del electorado tradicional socialista que él identifica que puede no votar al PSOE, y Pedro Sánchez le quiere hacer el abrazo del oso a Yolanda porque cree que puede atraer a buena parte del electorado que cree que puede salir del espacio de Unidas Podemos o se puede quedar en casa. Son estrategias electorales diferentes, pero la realidad de los hechos es que Feijóo necesita a Abascal igual que Sánchez necesita a Yolanda. El sistema político español ha cambiado. Ya no estamos en un sistema bipartidista y va a haber que construir mayorías y alianzas. Feijóo está haciendo énfasis en sus diferencias con Vox porque entiende que le viene mejor electoralmente; del mismo modo que a Sánchez le viene bien aparentar sintonía y cercanía con Yolanda Díaz. Son apuestas, veremos cómo salen.
P. Hablaba antes de la conquista del poder antes que de ciertas políticas. No es por romper una lanza por Iglesias, pero él y la dirección de Podemos llevan a gala que los grandes hitos de este Gobierno han sido promovidos por Podemos. Monedero y Feijóo, incluso, están de acuerdo en la idea de que Sánchez se ha podemizado.
R. Yo creo que las posiciones de este Podemos y la derecha van, paradójicamente, a coincidir cada vez más. Vamos a oír a los opinadores de derechas decir: "Yo estoy muy lejos de las posiciones de Pablo Iglesias, pero hay que reconocerle que tiene razón". ¿Por qué? Porque Pablo Iglesias es tu hombre si quieres erosionar a este gobierno. Si tú quieres que caiga el Gobierno de coalición, tu hombre perfecto es Pablo Iglesias.
P. Pero cada vez llega a menos gente lo que dice, se dirige casi única y exclusivamente a los suyos. La derecha no se hace eco. Canal Red lo ven muy pocos, sólo llega a los suyos.
R. No sé cuánta gente lo ve, la verdad es que no me interesa mucho, a pesar de que hay gente a la que aprecio y conozco desde hace mucho tiempo ahí dentro. La batalla de la comunicación tiene sentido si, desde tus posiciones, tratas de hablarle al conjunto de la sociedad y te mezclas y manchas de lo que la sociedad es; y tiene menos sentido si construyes altavoces muy uniformes para gente que está ya muy convencida. Yo creo que eso sirve más para reclutar que para convencer. A mí me interesa poco.
P. Apelaba también a esa ilusión que despertó Podemos en su irrupción y que trascendió el nicho de la izquierda, especialmente entre la juventud. A algunos diputados —como a Gabriel Rufián, en concreto— le preocupa que entre la clase obrera haya calado Vox. Está la paradoja, puesta en entredicho por muchos también, de ese voto que oscila de un lado para otro.
R. No. Yo creo que hay muy poca transferencia de voto entre Podemos y Vox. Es un argumento que no se sostiene. Creo que hay un voto popular que tiene Vox, cada vez menos, porque es una fuerza en declive y a la que le va mejor en el barrio de Salamanca que en Villaverde. Que nadie se equivoque: la adhesión a Vox es, básicamente, la adhesión nostálgica del franquismo de toda la vida. Punto. Es un sector sociológico claramente identificado, que existe, que ha existido siempre y que conocemos todos. Todos tenemos en nuestro entorno gente así. ¿Que luego lo vota gente que no es exactamente así? Es posible, pero —lo dijo Feijóo a la inversa— Vox es el PP con tres copas de más.
P. Me decía que Vox está en declive. No sé si considera lo mismo de Podemos, pero parece que es el bipartidismo quien se va a ensanchar en las próximas elecciones.
R. Yo creo que Podemos ya ha vivido su declive. Yo participaba de la dirección —era secretario general en Madrid— de un partido que, ahora, son no sé cuántos partidos. Eso ya implosionó. El declive ya está. De hecho, la entrada en el Gobierno que protagoniza Pablo Iglesias es una entrada en debilidad. El espacio de Unidas Podemos había pasado de 71 diputados a 35 [entre junio de 2016 y noviembre de 2018]. Iglesias entra en el Gobierno porque es la única forma que tiene en ese momento de vender como una victoria lo que había sido una derrota monumental.
"Podemos ya ha vivido su declive"
Además, en la entrada en el Gobierno, Iglesias hace una trampa histórica, que es decir "hemos entrada por primera vez en la Historia en el Gobierno". Ese hemos es el de la izquierda comunista. En su caso es cierto, él viene de ahí, pero Podemos no era la alternativa de la izquierda comunista para llegar a gobernar con un par de ministerios.
P. ¿Y qué era?
R. Era la alternativa progresista en este país para sustituir al PSOE. Nosotros queríamos ser más grandes del PSOE, les queríamos ganar porque entendíamos que a raíz de la crisis de 2008 y de su gestión los principales pilares que habían sostenido el régimen político español desde la Transición estaban quebrados. Y que había la posibilidad de una sustitución al menos del ala progresista del régimen por una formación que impulsara reformas del modelo de país a fondo, incluido tocar la Constitución, el modelo de Estado, la estructura territorial... Es decir, un nuevo pacto social en España. Eso era Podemos. Y eso no entró en el Gobierno.
P. Era una opción más de izquierdas que el PSOE.
R. No hablábamos de eso. Sí, nosotros tenemos una trayectoria indudablemente más de izquierdas que la del PSOE, pero a mí no me gusta cuando hablo con alguien del PSOE ponerme a discutir quién es más de izquierdas. ¿Tú cuando te encuentras con alguien de derechas os ponéis a discutir si eres más de derechas que él? No, hablas de otras cosas y construyes los acuerdos y los desacuerdos no en base a una identidad más de izquierdas o menos, sino en base a qué queremos transformar.
P. Al teclear tu nombre y el de Iglesias en Google, lo primero que aparece es cuando lo llamaste "caricatura de un liderazgo tóxico".
R. Lo ha sido en algunos momentos.
P. ¿Y cuándo enloquece?
R. Yo no creo que haya enloquecido. Él tiene una posición política perfectamente coherente, clara, bien definida. Es una persona muy inteligente de la que yo admiro mucho una cosa: la tenacidad y la capacidad para, no sólo tener en la vida objetivos o lecturas de coyuntura, sino cuando lee una coyuntura y fija un objetivo trabajar en esa dirección hasta que lo consigue articulando a su alrededor lo que tenga que articular. Es una persona con una capacidad de liderazgo incuestionable. Loco no está, otra cosa es que yo crea que Pablo en 2014, 2015, 2016, 2017, representaba un liderazgo capaz de hacernos crecer y aglutinar cada vez más gente; y que, en un momento dado, decidió que era mejor ser menos gente para seguir siendo él. Eso no es enloquecer.
P. Hay quien dice que preferiría tres diputados que pudiera controlar que 33 con Sumar pero que no le hicieran caso.
R. Él decidió ser menos para seguir siendo él en un momento dado. Esa línea la ha mantenido hasta el final. Es más, se ha ido y quiere seguir siendo el que manda. Todo el conflicto con Yolanda es un conflicto para que mande él.
P. Se habla mucho también del enfado en el rostro de los políticos de izquierdas en contraposición a la alegría, por ejemplo, de Isabel Díaz Ayuso. Yolanda Díaz parece buscar justo lo contrario que Iglesias, aunque se le nota algo forzada.
R. Sí, pero esto es el cuento del burro de El conde Lucanor. El abuelo que va con el niño y tienen un burro. Cuando el niño va en el burro, le dicen que por qué no va el abuelo; y cuando va el abuelo, por qué no va el niño. Al final, sonrías mucho o sonrías poco, te enfades mucho o te enfades poco, es irrelevante. Lo relevante es ofrecer esperanza y que no sea prefabricada. No se trata de ser Albert Rivera. Ofrecer esperanza porque ofreces un proyecto al que se le pueden atribuir expectativas razonables de que las cosas mejoren e ilusionen.
P. Por qué se habla en la izquierda constantemente de espacio, una jerga que en la derecha puede sonar muy etérea.
R. Es algo muy sencillo, la derecha lo comprende muy bien.
P. Me refiero a esa necesidad de la izquierda de tener que cambiar continuamente de packaging electoral para vender lo mismo. Aquello tan manido de los Monty Python: elegir entre el Frente Judaico Popular o el Frente Popular de Judea.
R. Pero, ¿por qué en la izquierda sólo? Yo estoy cansado de ver en la Comunidad de Madrid, especialmente en la sierra, partidos locales de derechas que cada vez se llaman de una forma. La derecha ha tenido UPyD, Ciudadanos, Vox. Si esto pasa en todos lados. Hay formas electorales más clásicas y que no cambian, que son el PP y el PSOE, porque son las que ganan, y el resto pues van buscando la forma de ganar. Eso no tiene la menor importancia.