Jorge Buxadé, el falangista que controla Vox y llegó a Mérida como el "capataz de un señor feudal"
Representa el ala nacionalcatólica del partido, en contra de un sector más liberal encabezado por Iván Espinosa de los Monteros.
21 junio, 2023 02:48Cuando los campesinos de Novecento inician la revolución contra los terratenientes, no es el patrón, el señor Berlinghieri, quien acude a sofocar los ánimos. Para ello ha contratado a Attila, un fascista de la primera hora, que actúa como capataz. Administra las tierras y le sirve como matón a sueldo, mostrando más mano dura que su propio jefe. El campo casi siempre estuvo en manos de hombres fuertes, pero rara vez fueron estos quienes se mancharon las manos.
La revuelta había estallado esta vez en Extremadura. Aunque los protagonistas no eran ni mucho menos los campesinos, sino María Guardiola, la líder del PP en la Comunidad, que desde el principio se negó a abrirle la puerta de la Junta a Vox para obtener el poder. "No puedo dejar entrar en el Gobierno a quienes niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes deshumanizan a los inmigrantes o a quienes tiran a una papelera la bandera LGTBI”, dijo Guardiola, recia, aún sabiendo que sin un pacto con Vox la presidencia de la Asamblea iba a parar al PSOE y que la repetición electoral quedaba más cerca.
Santiago Abascal había advertido ya antes del 28-M que su partido no se conformaría esta vez con simples fotografías, querían sillones. Como en Valencia o como ya ocurrió con anterioridad en Castilla y León. Pero él la batalla de Extremadura la vería por televisión. Hasta allí se había desplazado el Attila del partido, Jorge Buxadé, quien probablemente tampoco se sintiera incómodo en la comparación con los camisas negras.
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Siempre dijo estar muy orgulloso de su pasado falangista. Representante del ala más dura del partido, Buxadé es de esos políticos sin complejos a los que les gusta imprimir su sello con dureza. Militar como su padre, pasó de las listas de Falange en los noventa al PP de Aznar. Y de ahí a Vox, del que es vicepresidente segundo, portavoz político y desde 2019 miembro del Parlamento Europeo, lo que le ha permitido tejer relaciones con el resto de ultras europeos.
“No podemos renunciar a que Vox tenga miembros en el Gobierno que aseguren y garanticen cualquier cumplimiento del acuerdo de gobierno de Extremadura. Es de sentido común, es de lógica”, había anticipado Buxadé el lunes desde Madrid. Y ya el martes en Mérida insistió en que los votos de Vox “no se regalan” ni "pueden estar al albur de un chantaje”, en referencia al PP. El emisario fue quien dio la cara ante los medios para dejar clara la postura que había dictado el partido.
Las dos cabezas de Vox
Buxadé ha aumentado su ascendencia sobre Abascal, pero ni siquiera se podría decir que sea su mano derecha. Vinculado al Opus Dei y a círculos ultraconservadores, encabeza el sector dominado por el nacionalcatolicismo del partido. En el otro extremo estaría Iván Espinosa de los Monteros, más ligado al mundo de la empresa y al liberalismo económico. Ambos encarnan las dos almas más visibles de Vox, en reciente disputa. El partido, en cualquier caso, se rige por un sistema muy jerárquico bajo un liderazgo monolítico.
Natural de Barcelona, “en las últimas semanas se llegó a postular para ir de número uno por la ciudad el 23-J”, aseguran fuentes próximas al partido. Pese a su condición de europarlamentario, tiene la vista puesta en las generales para trasladar a Madrid el poder que ha ido ganando en Bruselas. Se sacrificó al marcharse exiliado, hizo carrera y ahora quiere su recompensa.
“Lo que ha pasado es que Espinosa de los Monteros y Enrique Cabanas [vocal del partido y hombre de la total confianza de Abascal] lo han frenado un poquito”, insisten estas mismas fuentes. En ese círculo más íntimo del líder, al que aspira a entrar Buxadé, estarían Espinosa de los Monteros, Cabanas o Javier Ortega Smith.
Buxadé es también abogado del Estado y fue presidente del Foro Catalán de la Familia, una institución ultracatólica muy cercana a otras como Hazte Oír, que protagonizaba manifestaciones contra el aborto, la asignatura de Educación para la Ciudadanía o el modelo lingüístico basado en el catalán seguido por la Generalitat.
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Valioso por sus relaciones internacionales
Desde aquí le fue fácil entrar en contacto con otros grupos europeos y la corriente más conservadora de Estados Unidos que ya venían preparando las actuales guerras culturales. Ese momento, en el que Vox se integra en una corriente transnacional y empieza a hablar de globalismo, sustitución étnica o de la Europa de las familias coincide con su gran irrupción a nivel nacional.
En Bruselas, Buxadé ha compartido grupo político con los ultracatólicos polacos o con Hermanos de Italia, de la actual primera ministra, Giorgia Meloni. Ella misma ha reconocido en alguna ocasión tener una excelente relación con su “amigo Santiago” y con el propio Buxadé.
El modelo de Vox para después del 23-J también pasa por Italia, con la unión de todas las derechas. Fue en Italia también donde se levantaron los campesinos en la película de Bertolucci. Attila, el capataz enviado por el patrón, consiguió sofocar la primera revuelta a sangre y fuego. Pero, ojo, porque en esas guerras que iban más allá de lo cultural, su final no fue precisamente feliz.