El autor de este artículo con la App 'Me toca' del Ministerio de Igualdad en su móvil

El autor de este artículo con la App 'Me toca' del Ministerio de Igualdad en su móvil José Verdugo

Reportajes

Así terminé discutiendo con mi pareja tras una semana usando la App 'Me toca' de Irene Montero

La aplicación lanzada por el Ministerio de Igualdad pretende visibilizar las diferencias de género en las tareas del hogar y equilibrar su cumplimiento.

16 septiembre, 2023 03:09

“Sabes que esto no va a terminar bien, que mira la hora a la que cerramos todos los días aquí. Yo voy a quedar como un cavernícola que no hace nada en casa y en el periódico van a parecer unos explotadores, que nos tienen trabajando siempre hasta las tantas”. Se lo había advertido a mi jefe cuando me vino con que probara durante una semana la App de Irene Montero. Él me respondió que vale, que se hacían cargo, pero que escribiera el artículo, a ver qué salía. Y yo que soy muy obediente, y tengo que pagar cada mes la hipoteca, cogí el móvil por los cuernos. Total, como buen tío, si el resultado era catastrófico le pensaba echar la culpa a otros. Al jefe, además, no hay mejor víctima propiciatoria.

En fin, Apple Store, buscar, ‘MeToca’, aquí está. Tiene un logo neutro pero agradable, con colorines en estilo neomudéjar, podría servir para cualquier cosa. El subtítulo te da alguna pista, pero tampoco es del todo claro: “estilo de vida”, dice. Con las valoraciones es con lo que se empieza a torcer el asunto, 1,7 sobre 5. El primero de los comentarios que me aparece lo escribe Skeyol, se titula “Basura” y glosa categóricamente: “El esfuerzo de nuestros impuestos degradado en este detritus de aplicación”. Aún no te puedo decir, Skeyol, pero qué prosa. Parece ser que un ejército de trolls anda boicoteando las reseñas. Yo sólo soy un mandado: descargar. 

Se abre la aplicación y aparece el rótulo ‘Me toca, corresponsables’, con unas figuras del Tetris. La estética es esa, la de un videojuego de los noventa. Imagino que para hacerlo sencillo, accesible, porque lo retro está de moda y porque probablemente su público objetivo sea ese, el mismo de la generación de Irene Montero y Ángela Rodríguez ‘Pam’. No es que las quiera colar así porque sí, es que ellas presentaron la aplicación hace una semana. 

Una imagen de la App 'Me toca, corresponsables'

Una imagen de la App 'Me toca, corresponsables' José Verdugo

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Pero bueno, que me lío. Me pide nombre, edad y género, a elegir éste entre masculino, femenino y no binario. Recuerdo una foto que me mandó un amigo con el formulario de un festival británico en el que daban a elegir al menos entre una veintena de opciones en la categoría del género. Aquí han ido mucho más al grano. Lo mío, además, es fácil. En esta casa pertenecemos al patriarcado heterosexual normativo cisgénero. Yo, masculino; y B, femenino. Porque ella, no lo he dicho, se tiene que descargar la aplicación por su lado y asociarnos a una misma cuenta. 

Hay un tercer elemento en la casa. Se llama M y tiene 19 meses recién cumplidos, así que no cuenta. Bueno, sí cuenta y mucho, a él están dirigidas la mayor parte de nuestras tareas, pero sólo ejerce de sujeto pasivo. En cualquier caso, la aplicación solo permite incorporar al reparto de obligaciones a los mayores de 18 años. 

Domingo, procrastinando

Realmente, hemos empezado regular, porque lo primero que he hecho ha sido procrastinar, el Godzilla de la organización doméstica. Me encargaron esto creo que un miércoles y hemos empezado con el experimento el domingo. No sé si de forma consciente o inconsciente, porque con más horas libres, puedo hacer más méritos. Hay partido.

Empiezo el día ocupándome de M, pongo la lavadora, tiendo y me encargo de llevarlo a dormir. B ha hecho la cena para todos y, cuidado, ha doblado dos sábanas para poner la colcha en su sitio. Ahí empiezan los problemas: “¿De verdad te vas a apuntar los tres minutos que has tardado en hacer la cama?”, le digo. Su madre le da la razón. Hemos comido con los abuelos -que no están en la aplicación, pero también se llevan su parte- y terminamos la jornada con ventaja para mí de 10 minutos.

Utilizando la App del Ministerio de Igualdad

Utilizando la App del Ministerio de Igualdad José Verdugo

Lunes, conservo la ventaja

En cualquier carrera eso sería un mundo, pero la aplicación nos dice que nuestro tiempo “está equilibrado”. Miro el armario y compruebo que tengo guardada una bala de plata: una montaña de ropa sin planchar que lleva ahí desde tiempos inmemoriales. Es el momento, con eso das un golpe de efecto imposible de superar. Pero ya es lunes y hay que trabajar. 

Llevo a M a la guardería y me voy al periódico. B se queda en casa trabajando, termina a las 5 y a esa hora baja a recoger a M. Yo he vuelto para comer, me he esforzado en comprar el pan, poner la mesa, calentar la comida, pero sé que a partir de las 5 yo voy a tener más trabajo y B me va a vapulear. Pero, sorprendentemente, ese día hay poca cosa. Termino pronto y salvo el día aún con un 54% del tiempo a mi favor. B se empieza a enfadar: “estás haciendo cosas sólo por apuntártelas en la aplicación”. Y aún no he sacado el botón nuclear de la plancha. 

Martes, el factor C

Vamos al martes: mismo escenario laboral para ambos. Se repite el ritual, pero ese día tengo que hacer más llamadas, mandar más correos y preparar una entrevista para la mañana siguiente. B ya me ha superado. Sabía que iba a pasar, pero he tratado de retrasarlo al máximo, como esos gregarios que se resisten a entregar el maillot de líder en las carreras ciclistas de tres semanas. A veces, ojo, ocurren milagros y tipos como Sepp Kuss pueden ganar una Vuelta. 

Ese día ha venido a limpiar a casa C, una mujer que nos ayuda simplemente un par de horas a la semana. Así, las tareas son las de todos los días: comidas, baños, compras, cenas, M, M, M… Ese día B se ha ocupado de M cuatro horas, casi el doble que yo. Y yo sólo quiero pasar todas las horas posibles con M, no hay nada que me importe más que él. Pero la conciliación es como es… Según las estadísticas del propio Ministerio de Igualdad, las mujeres dedican 43 horas semanales no remuneradas a las tareas domésticas frente a las 28 de los hombres. Y de ese tiempo, las mujeres se ocupan 30 horas de los hijos por las 19 horas de los hombres. 

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Miércoles, empate

Pese a todo, no estamos tan mal: 53% para ella, 47% para mí. La aplicación sigue diciendo que somos una "pareja equilibrada". Pero yo le digo a B que se está sumando minutos de más y ella sigue con que yo hago cosas para maquillar las estadísticas. Realmente, algo de eso hay. No pongo el lavavajillas, hago la cena y recojo la mesa por aparentar, pero reconozco que un plus de esfuerzo sí que le estoy metiendo. Así somos los tíos cuando entramos en competición, tontos, aunque se trate de causas justas. De una forma u otra, Irene Montero, estás consiguiendo lo que te proponías con esto de la App.

En definitiva, que ese día he conseguido equilibrar la balanza hasta el 51-49. “Pero, ¿no te das cuenta de que estamos perdiendo más tiempo en apuntar las cosas que en hacerlas?”, me pregunta B. Asiento. “Estamos empezando a pelearnos por hacer las mismas cosas de todos los días, y eso que vamos igualados”, termino respondiendo. 

En la cocina junto a la App

En la cocina junto a la App José Verdugo

Jueves, tenemos que hablar

Ese día B trabaja fuera y no vuelve hasta las 8. Al final va a ganar Sepp Kuss, pienso, y no porque ese día conserve el liderato en la Vuelta. Me paro un momento, al final me estoy tomando esto como una competición de verdad. Dónde están tus ideales, que esto no va de sumar puntos. ¿Te has olvidado de que, en última instancia, toda la culpa era de otros? Por la tarde vuelve a venir la abuela y deja las cosas casi como estaban, en ligera ventaja para su hija. 

Nos sentamos B y yo:

I - ¿Qué te parece todo esto? 

B - Lo que te he dicho, una pérdida de tiempo.

I - ¿Puede tratarse de un plan maquiavélico urdido por un poder secreto para enfadar a las parejas, aun cuando no hay grandes diferencias? 

B - No. Porque es verdad que las mujeres se encargan más de la casa que los hombres, especialmente cuando hay niños. Pregúntale a tu prima, a ver quién hace las cosas de la casa. O a cualquiera. Y no te hagas la víctima, que esta semana has terminado antes más días de lo normal. ¿Te habrán liberado aposta? 

Se me vuelve a pasar por la cabeza mi plan inicial de culpar al periódico. Claro, lo han hecho adrede, para que trabajara sin que fuera consciente y quedar todos en buen lugar. Pero desestimo de una vez por todas el pensamiento y suelto otra cosa que no tiene nada que ver. 

I - Un colega de la sección me ha dicho que esto tendría más sentido entre compañeros de piso que en parejas.

B - Claro, porque cuando os sentís observados, aunque sea por una aplicación, todos hacéis las cosas. 

B habla así.

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Viernes, deadline

Resultado de la semana

Resultado de la semana I.M.

Es hora de sentarse a escribir. Me he puesto a comprobar qué dijeron Montero y ‘Pam’ en la presentación de la App. Lo típico de compartir y eso. Veo que la aplicación costó más de 200.000 euros, que se llevó la consultora tecnológica Wairbut S.A., responsable de desarrollarla. Aunque lo que más me llama la atención es una canción que presentaron entonces llamada ‘¿Dónde has estado?’

La abro en Youtube y me aparece un videoclip en el que varias familias se preguntan dónde habían estado esos tíos que ahora se encargan de las cosas de la casa y antes no se les veía el pelo. Tiene un poco que ver con lo que dice B. Pero lo mejor, y juro por lo más sagrado que es cierto, es que al terminar el vídeo se me abre por defecto una canción de Ismael Serrano: Últimamente. "Últimamente ando algo perdido, me han vencido viejos fantasmas, nuevas rutinas…; Ismael, ¿qué te pasa?”. Con los años todos nos preguntamos por esas nuevas rutinas, pero, perdona, ¿me estás hablando a mí?

Aunque, vayamos a lo importante. Si querían el resultado, seamos claros, he perdido: 54-46 para B. M se ha llevado 25 horas en cuidados, cerca del 70% de nuestro tiempo, lo que quiere decir que nos alimentamos, llevamos ropa limpia y nos aseamos de milagro. La montaña de camisas sin planchar, por supuesto, sigue en el armario. Podría ser un mártir como Yolanda Díaz y dormir dos horas, pero no. La pila de ropa continúa creciendo cada día, como M, que me está pidiendo que hagamos pompas de jabón en la terraza mientras yo termino el artículo.