Las prostitutas que celebran el revés a la ley anti proxenetas del PSOE: "Si se prohíbe será peor"
La proposición de ley, rechazada el martes pasado en el Congreso, no atraía a quienes ejercen. "Pretendía dejarnos en la calle sin alternativa".
26 mayo, 2024 02:28El Congreso de los Diputados tumbó el pasado martes la tramitación de la proposición de la ley contra el proxenetismo del PSOE. El resultado no tuvo discusión: 122 a favor, 184 en contra y 36 abstenciones. El objetivo era implantar un modelo por el que han optado países como Noruega, Francia y Reino Unido que consiste en perseguir y castigar a clientes y proxenetas y considerar víctimas a quienes ejercen el trabajo sexual. Para muchas de estas trabajadoras, sin embargo, la ley tiene muchos aspectos criticables.
El Gobierno ha explicado que lo que se pretende es modificar el Código Penal para castigar el proxenetismo, es decir, para castigar el lucro de la prostitución, que consiste en la cesión de inmuebles o de locales para el ejercicio de la prostitución, ha explicado el portavoz socialista en el Congreso, Patxi López.
Sin embargo, la portavoz del Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo (CATS) explica que se han alegrado de que no haya sido tramitada la ley. "Se trataba de una ley prohibicionista, por mucho que la llamen abolicionista. Era pura prohibición. Pretendían dejar a las trabajadoras sexuales en la calle sin alternativas".
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Para ellas, la mejor manera de luchar contra la explotación y los abusos es reconocer, como se ha hecho recientemente en Bélgica, que el trabajo sexual es trabajo. "Las trabajadoras sexuales son merecedoras de derechos laborales y de protección contra los abusos del empresario", explican.
Desde la asociación, reclaman al Gobierno que no tuvieron en cuenta la opinión de ninguna trabajadora sexual antes de redactar la proposición de ley. "Las trabajadoras sexuales deben participar activamente en cualquier iniciativa legislativa que se plantee en el futuro sobre prostitución".
En España hay 45.000 mujeres explotadas sexualmente, según una cifra publicada en el Plan Integral contra el Tráfico del ministerio de Igualdad. Desde entonces, las autoridades policiales no han actualizado este dato.
Una de ellas es Laura, de 34 años, que empezó a los 22 en la Colonia de Marconi y después en la calle Ballesta, en el madrileño barrio de Malasaña. "Me quedé sin trabajo y por más currículum que enviaba no conseguía entrevistas. Tengo una hija de 10 años y una casa que mantener", asegura.
Laura dice que no está de acuerdo con la proposición de ley del PSOE. "No nos protege. Queremos condiciones dignas para ejercer nuestro trabajo. Eso implica tener Seguridad Social", comenta, y cree que la mejor opción puede ser la que se ha adoptado en países como Bélgica o Alemania, cuyos gobiernos han regularizado el trabajo sexual, considerado un empleo más en ambos países a efectos legales.
Llegó a esta calle porque, un día, pidiendo dinero en el metro, un hombre mayor le aconsejó ponerse allí. Recuerda que le dijo que seguro que así iba a conseguir más rápido el dinero que necesitaba para el día. "Llegué aquí y las muchachas hablaron conmigo, me explicaron las tarifas, los tiempos, y empecé".
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Usualmente, la mayoría cobra entre 30 y 50 euros por 20 minutos. "El objetivo es que el hombre eyacule, si lo hace más rápido, terminamos antes", afirma. De ese dinero ella tiene que pagarle 12 euros al dueño de la cama por cliente. "Yo no tengo chulo. Si lo tuviera, no ejercería. Voy por libre", aclara. En un día bueno, cuenta, se puede sacar entre 250 y 400 euros. Sin embargo, hay días malos. El pasado miércoles fue uno de ellos: a eso de las 19:00 de la tarde, cuando habló con EL ESPAÑOL, apenas llevaba en todo el día un par de clientes.
Unos metros más adelante, sentada sobre un pequeño trozo de cartón, está Marcela, de 45 años, esperando pacientemente a que se acercara alguien. "Empecé a los 12 porque mi mamá me obligaba a prostituirme en Colombia. Cuando pude, salir de ahí y me vine para España. Llevo desde entonces siendo prostituta aquí para poder sobrevivir".
"No nos da derechos"
Sobre la ley, considera que es pura propaganda. "No nos da derechos ni alternativas habitacionales ni de trabajos no precarizados. Sin opciones y criminalizando a nuestros clientes sólo van a acabar con nosotras", dice.
Con ella coincide el Sindicato OTRAS, que recuerda que el proxenetismo ya está criminalizado. "La dificultad para condenarlos no es una carencia legislativa, sino la falta de confianza del colectivo de prostitutas en las autoridades".
"Conocemos la realidad del sector porque lo vivimos en primera persona, y aun así no se ha contado con nosotras. Por otro lado, organizaciones internacionales de derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han trasladado al Gobierno lo peligrosa que era la ley y lo perjudicial que iba a ser para el colectivo", comentan desde el sindicato.
Yoselin, de 28 años, llegó hace un año de Perú con su visa de turista y decidió quedarse en Madrid. Ahora ejerce la prostitución en la calle Barco de 17:00 a 23:00 todos los días para mantenerse. "Soy enfermera, pero aquí no he podido conseguir trabajo porque no tengo papales. Una amiga me trajo aquí y no he podido salir", dice.
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Le preocupa una ley que penalice a los clientes porque se pregunta quién pagará por sus servicios. "El que quiere pagar por sexo, lo va a hacer. Esto es una simple transacción donde opera la ley de la oferta y la demanda. Ellos me ofrecen un precio y yo decido si aceptar o no".
A su lado está Valentín, de 26 años. Son amigas porque llevan el mismo tiempo compartiendo la calle y los clientes. "Llegué novata, sin saber, y una amiga me involucró. Psicológicamente, fue muy duro al comienzo, pero ahora lo llevo mejor".
Para esta ecuatoriana, el trabajo sexual es un trabajo como cualquier otro y no debería ser penalizado. "Si se prohíbe, va a ser peor y estaremos menos protegidas. Además, si nos quitan nuestros locales estaremos más inseguras en la calle. Ahora, por lo menos, tenemos dónde limpiarnos después del acto", cuenta.