Dos ciudadanos vascos que se encontraban de vacaciones en Venezuela han sido acusados de pertenecer al CNI y de participar en un complot para desestabilizar el país.

Dos ciudadanos vascos que se encontraban "de vacaciones en Venezuela" han sido acusados de pertenecer al CNI y de participar en un complot para "desestabilizar" el país. Rodrigo Mínguez

Reportajes

La manía persecutoria del chavismo con el CNI y España: "Atacaron a Aznar, a Rajoy y ahora a Sánchez"

La detención de los ciudadanos bilbaínos José María Basoa Valdovinos y Andrés Martínez Adasme, de 35 y 32 años de edad, ha abierto una nueva crisis diplomática con el país latinoamericano.

16 septiembre, 2024 02:38

José María Basoa Valdovinos y Andrés Martínez Adasme, ambos naturales de Bilbao, son los dos ciudadanos españoles apresados y acusados por el régimen chavista de colaborar con el Centro Nacional de Inteligencia español para "desestabilizar" Venezuela. Según señalan sus familiares, los vascos se encontraban "de vacaciones" en el país desde el 17 de agosto, sábado en el que tomaron un vuelo desde Madrid a Caracas. Al aterrizar en el país tropical, alquilaron un vehículo. Debieron haberlo devuelto el 5 de septiembre para, el 9, estar de vuelta en Madrid. Pero no lo hicieron. Su familia denunció la desaparición a la Ertzaintza y, el sábado, el régimen chavista anunció que llevaban detenidos más de una semana por conspirar para tratar de asesinar a Nicolás Maduro.

Tanto sus familiares como el Gobierno de Pedro Sánchez han negado su vinculación con el CNI. Eso no ha impedido al régimen de Maduro mantenerlos presos, argumentando que ambos poseían en sus teléfonos móviles una serie de mensajes comprometidos con miembros de la oposición venezolana en los que, presuntamente, hablaban de adquirir armas y explosivos para atentar en territorio venezolano.

"No es la primera vez que el chavismo apela a un intento de magnicidio chapucero o a otro de estos escenarios de divertimento para tratar de pasar la página del eco que se escucha cuando se les pide que desvelen las actas electorales", asevera Antonio Ledezma, exalcalde de Caracas y opositor exiliado en España, en declaraciones a EL ESPAÑOL.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Europa Press null

El Gobierno de Nicolás Maduro ya ha señalado en otras ocasiones a España como un agente desestabilizador externo. En marzo de 2016, el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, señaló que algunos medios de comunicación venezolanos estaban tratando de propiciar un golpe de Estado en Venezuela con la colaboración de los gobiernos estadounidense (Barack Obama), español (Mariano Rajoy) y colombiano (Juan Manuel Santos). Igual que ahora, acusó a funcionarios españoles de infiltrarse en el país para reunirse con miembros de la oposición –a los que califican de "extrema derecha"– y, a la postre, influir en la política venezolana. 

"Que agentes de los servicios de inteligencia españoles (CNI) visiten Venezuela y se reúnan con políticos de la ultraderecha y empresarios venezolanos es muy grave, demasiado grave, así que alerta. Que no sueñen que estamos en el siglo XV, cuando vinieron a traer espejitos y viruela", señaló entonces Cabello, hoy ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de la dictadura bolivariana y vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). 

Ledezma considera que esta estrategia responde a una "política del chantaje, de la extorsión, del 'se aviene a mis intereses y son aliados de mis barbaridades o cierro la embajada, los consulados, expropio los bancos, acabo con los pozos petroleros de Repsol'. Es la política de una corporación criminal. Usan presos de cualquier nacionalidad como baratija de cambio. Han hecho lo mismo con Estados Unidos, deteniendo a ciudadanos para hacer intercambios de prisioneros. Lo peor es que no les importa aislarse y romper relaciones con cualquier país. Quieren hacer de Venezuela una Corea del Norte tropical".

La detención de los dos españoles y otras doce personas –entre ellos un checo y tres estadounidenses, de los cuales uno es un Navy Seal– acusadas de atacar al país parece responder a una estrategia de control del discurso político interno y externo. No es la primera vez que el régimen utiliza este tipo de acciones para crear una narrativa de asedio y justificación del control autoritario. Tampoco la primera vez que afecta a alguien con pasaporte español. En febrero de este año, la activista venezolano-española Rocío San Miguel fue apresada en el Helicoide, la cárcel del servicio de inteligencia, por una supuesta conspiración para asesinar a Maduro.

"Lo que hace Maduro es alimentar la idea de que existen fuerzas externas interesadas en desestabilizar a Venezuela, lo cual sirve para reforzar la cohesión dentro del régimen y mantener un estado de alerta constante entre sus seguidores", asegura el doctor José Vicente Carrasquero, analista y profesor de la Universidad de La Florida, en Estados Unidos.

"En este caso específico, aunque es muy probable que no haya una trama de desestabilización tan grande como la pintan, sí se utiliza para mantener una atmósfera de temor y legitimación del control. Estas acusaciones también le permiten distraer la atención de los problemas estructurales internos, como la crisis económica y la corrupción".

Esta táctica, señala Carrasquero, es recurrente en regímenes autoritarios o totalitarios. Al señalar a potencias extranjeras, se desvía la atención hacia supuestas conspiraciones internacionales, evita el escrutinio sobre los problemas reales del país y alimenta "una suerte de nacionalismo defensivo" que puede "funcionar como un mecanismo para justificar las acciones represivas del gobierno".

Ataques a izquierda y a derecha

Corría el año 2004 cuando el entonces líder bolivariano, Hugo Chávez, cargó contra José María Aznar y lo acusó de ser un secuaz de Estados Unidos que había apoyado el golpe de Estado del 12 de abril de 2002. El mismo que, durante menos de 48 horas, dio esperanza a Venezuela de dejar atrás el chavismo y poner a un líder de la oposición –Pedro Carmona– al frente del Gobierno.

"Lamentablemente, se subordinó a Washington y creo que le costó la pulverización; polvo cósmico se volvió el señor Aznar", dijo Chávez en referencia al expresidente y a las reuniones que mantuvo el embajador de EEUU, Charles S. Schapiro, con el español, Manuel Viturro, en Caracas, días antes del golpe, lo que le sirvió como 'prueba' de la participación.

Zapatero recibe al presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

Zapatero recibe al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Marta Fernández Europa Press

"Los Gobiernos de Estados Unidos y de España, en el marco de su diálogo político reforzado, siguen los acontecimientos que se desarrollan en Venezuela con gran interés y preocupación, y en contacto continuo", emitieron en un comunicado conjunto ambos países el mismo día en el que los golpistas tomaron el Palacio de Miraflores. Nicolás Maduro, que entonces era diputado venezolano, acusó a la administración española y, concretamente, al gobierno de Aznar, de estar detrás del golpe junto a Estados Unidos. También señaló al antiguo CESID –hoy rebautizado como CNI– de proporcionar asesoramiento a los golpistas. Aznar siempre dijo que era "rotunda y absolutamente falso" que España tuviera algo que ver.

La larga lista de descalificaciones vociferadas desde las tribunas chavistas contra expresidentes españoles no sólo han salpicado a Aznar. Maduro llamó "cobarde" a Mariano Rajoy y lo acusó de permitir que el embajador venezolano en Madrid, Mario Isea, fuese "agredido" (en realidad sólo le impidieron el paso) a la salida de un centro cultural de la capital. "Rajoy, tú no puedes permitir que sea agredido un embajador de ningún país. Tú no puedes permitir que agredan la embajada de Venezuela, eso es fascismo", afirmó el mandatario venezolano a través del canal estatal VTV, y acusó al representante del Partido Popular de "ser cómplice" de la agresión.

El momento de máxima tensión entre España y Venezuela se produjo durante el mandato de Rajoy, y se debió a las acusaciones de Diosdado Cabello de que el CNI estaba tratando de infiltrar a agentes secretos con fines espurios. "El régimen llegó a vincular incluso a Rajoy con los cárteles de la droga. Después, ha atacado ferozmente a todos los demás dirigentes", añade Ledezma.

"Desde Aznar hasta Rajoy y Felipe González (al histórico socialista se refirió como 'Felipillo González' y lo acusó de levantarse "medio drogado")". Pero no sólo contra España: lo ha hecho contra la Argentina de Milei, contra el Brasil de Bolsonaro, sistemáticamente contra Estados Unidos. "En el caso de España, siempre se apela a la 'intervención del imperio español'".

Las relaciones entre Venezuela y España, por tanto, han pasado por infinidad de momentos de tensión. "Con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se intentó un acercamiento, aunque con críticas de la oposición venezolana, mientras que con Mariano Rajoy la relación se deterioró considerablemente debido a la postura firme del Partido Popular contra el chavismo", continúa el doctor José Vicente Carrasquero, quien, no obstante, no recuerda ningún tipo de conflicto hasta la fecha con Zapatero, principal interlocutor de España ante la dictadura bolivariana.

"Lo importante es que Sánchez se desligue de la agenda de Zapatero, que es la que ha predominado desde el 28 de julio", añade a este diario Julio Borges, expresidente de la Asamblea Nacional de Venezuela. "Debería tener la postura de Boric. Es el referente que esperamos de la izquierda democrática. Por el contrario, Zapatero fue el que armó todo el plan junto a Maduro para exiliar a Edmundo González, es decir, Maduro fue el policía malo que hostigó a Edmundo y Zapatero se presentó cómo el policía bueno que lo salvó, pero ambos son perversos. El presidente Sánchez ahora tiene una oportunidad de oro de corregir el rumbo y contestarle a Maduro en sus términos reconociendo a Edmundo como presidente electo, tal y como lo hizo el parlamento".

En el último ataque declarativo a un ciudadano español –por el momento–, el ministro de Exteriores venezolano, Yván Gil, calificó al exministro y actual responsable de la diplomacia europea, Josep Borrell, de "vocero del mal", después de que este calificase el régimen chavista de "dictadura".

"Cuando decimos el basural de la historia, nos referimos al lugar donde está Borrell ahora, de entrevista en entrevista, vocero del mal, una retirada de la política con las manos manchadas de sangre, doblemente fracasado en sus intentos por dañar al pueblo venezolano, inventando Gobiernos ficticios", dijo Gil en un mensaje en Telegram, agregando que Borrell deja un "oscuro legado" al convertir a la UE en una "institución decrépita, colonialista y guerrerista".

Ataque a los medios

Una de las principales misiones del chavismo consiste en controlar el relato. Y, para manejar el discurso, debe pervertir los medios de comunicación. El chavismo siempre ha señalado a la prensa como uno de los principales agentes de desestabilización interna. Cuando en 2004 una turba de militantes enfervorecidos asaltó la sede del diario El Nacional, Hugo Chávez hizo la siguiente comparativa: "¿Ven este vaso de agua? Comparar el comportamiento amoral y violento de pequeños grupos que yo condeno con el 'a-tro-pe-llo' de gran parte de los medios contra el pueblo de Venezuela, es como comparar este vaso con todo el inmenso mar Caribe". Así lo recogió el propio Pedro J. Ramírez en una columna de opinión fechada en aquel año. 

La frase de Chávez es ilustrativa sobre la manera en que tanto él como Maduro han tratado a los medios en estos últimos años. "El chavismo ha intentado deslegitimar cualquier crítica asociando a los medios con conspiraciones y ataques contra el pueblo venezolano", incide Carrasquero.

"Chávez y Maduro han seguido una estrategia de control a través de la censura, la compra de medios críticos y la creación de canales gubernamentales para difundir la versión oficial de los hechos". Los medios juegan un papel fundamental en la construcción de la narrativa oficial del gobierno y, en momentos como este, las detenciones de extranjeros son utilizadas para controlar aún más el discurso mediático.

Con Maduro han desaparecido más de 500 medios. "La estrategia fue cerrar espacios como Radio Caracas Televisión", añade Julio Borges. "Luego llegó una segunda fase, que fue crear medios afines o comprarlos, como fue el caso de Globovision o El Universal. En un sólo año, Nicolás Maduro acabó con 200 emisoras". La demonización de la prensa ha sido una constante en los regímenes autoritarios, y en Venezuela, los medios se presentan como uno de los principales enemigos del proyecto chavista.

"Han proscrito la libertad de expresión", concluye Antonio Ledezma. "Chávez aplicó la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, es decir, la Ley para controlar los medios (diciembre de 2004). No hace falta cerrar un medio, tan sólo ponerle sanciones administrativas. Mandarle a las oficinas tributarias. Marearlos con sanciones publicitarias, como cuando le dicen a los órganos públicos del Estado que no contraten actas de ciertos medios. Por no hablar de las detenciones de periodistas o editores críticos con el estado. Si no los compran, los asaltan, como pasó con El Nacional en 2021. O, directamente, les cortan el suministro de papel para que no puedan seguir publicando".