Han transcurrido ya dos meses desde que Pablo González Yagüe (Pavel Rubtsov, para los rusos), de 42 años, abandonara la celda sin ventanas del módulo de alta seguridad de la prisión de Radom (situada a unos 70 kilómetros de Varsovia) y el español sólo ha realizado hasta la fecha una entrevista: la que teatralizaron el pasado 9 de agosto los propagandistas del primer canal de la televisión del Kremlin. Nueve minutos y 23 segundos dura el bloque informativo emitido por Rossiya 1 con la esperanza de persuadir a su audiencia eslava de que el periodista cuestionado en Occidente no era un agente encubierto del Departamento de Inteligencia ruso (GRU), tal y como pretenden los polacos que le mantuvieron confinado en prisión preventiva durante casi 900 días.
Él sigue insistiendo en su inocencia. “Los polacos me acusaron de cooperación con los servicios de inteligencia rusos, pero no de inmediato, sino algún tiempo después de mi detención”, asegura González con su voz de barítono durante la entrevista mientras camina junto a la casa donde pasó su infancia, antes de regresar a España con su madre, hija de uno de esos niños de la guerra acogidos por Stalin. “No pude ver a mi abogado español (Gonzalo Boye), alguien en quien yo confío, hasta después de nueve meses. Es decir, estuve nueve meses maltratado, amenazado y presionado. Preguntaba de qué me acusaban y me decían: ‘Tú ya lo sabes’. Plantearon sospechas, solo sospechas. Nunca he sido acusado formalmente”.
Antes de que los polacos le recluyeran en régimen de total aislamiento, el moscovita fue encerrado con uno de los capos de la mafia polaca. Según él, su intención era quebrarle. “Pero lo que pasó al final es que nos hicimos amigos”, dice en el programa emitido por los rusos. “Él fue quien me aseguró: ‘Si quieren intimidarte y presionarte es porque no tienen nada. Aguanta’. A fin de cuentas, he de decir que los prisioneros polacos me apoyaron moralmente”.
La cámara de la cadena rusa se detiene durante una secuencia en la fachada de una casa cercana a los parajes de la infancia de González donde vivió un conocido cantante postpunk de Leningrado llamado Viktor Tsoi. Rossiya 1 parece más interesada en hablar del modo en que Pablo recurrió al rock ruso para no olvidar la lengua de Tolstoi y Pushin que en confrontarle con algunas de las pruebas fragmentarias esgrimidas por la prensa para demostrar que era un informador del Kremlin.
Es mucho más notorio lo que Yevgeni Liamin no le preguntó que los asuntos por los que sí se interesó. No le preguntó, por poner un ejemplo, por qué Pavel estrechó la mano de Vladímir Vladimirovich Putin tras pisar suelo ruso en Vnukovo embutido en una camiseta de Star Wars donde podía leerse: “Tu imperio te necesita”. Liamin no se interesó tampoco por el modo en que el español percibe la agresión del Kremlin contra los ucranianos, a la que los propagandistas rusos están obligados a designar con el eufemismo de “operación militar especial”.
La nueva vida de Pablo
Pese a que han transcurrido ya dos meses desde su liberación y González sigue todavía parapetado tras el muro de silencio que ha levantado el Kremlin. Y no son pocos los periodistas occidentales que han intentado sin éxito entrevistar a González. Uno de los medios con los que él colaboró (Voice of America) solicitó también hablar con él y, según aseguran en una información, Pavel les respondió a través de su esposa: “Si no hay más base para especulaciones, entonces no entiendo de qué quieres hablar”. O dicho de otro modo, según La Voz de América, Pablo cree que no hay nada sobre lo que abundar u ofrecer explicaciones ulteriores.
¿Cómo ha sido su vida desde entonces? El reportero recibió a su salida del presidio tratamiento médico para alguna clase de dolencia pulmonar provocada por las duras condiciones que afrontó durante su encarcelamiento: frío, calor, comida inmunda. A sus allegados les confesó que salía muy tocado. Una de las primeras cosas que hizo fue llamar a sus hijos. La que era su pareja vasca y la que es la madre de los chicos, Oihana Goiriena, no ha dejado de luchar por su liberación con una encomiable lealtad no ensombrecida por todas las revelaciones divulgadas sobre sus amoríos. Romances como el de Nemtsova han salido a colación desde el entorno de sus defensores para debilitar la credibilidad de sus acusadores. Y esa no es la única aventura que se le atribuye.
De momento, González sigue todavía viviendo en la capital de Rusia con papá, una especie de “apparatchik” del régimen de Putin llamado Alexey Rubtsov. A Pavel no le ha de faltar de nada porque su padre, empresario y científico, goza de una posición muy distinguida y de todas las ventajas e influencias que confieren el estar del lado de la dictadura de Putin. Pablo ni se plantea volver, dadas las circunstancias. Su abogado, Gonzalo Boye, asegura que él mismo le ha recomendado que se quede en Rusia en vista de que la Fiscalía General polaca presentó una acusación formal contra González dos semanas después de excarcelarle durante el canje de presos. Según el letrado, el deseo de su cliente es regresar al País Vasco pero teme que pueda ser detenido nuevamente.
¿Qué ha estado haciendo en Rusia durante estos 60 días de libertad? Además de reunirse y ser interrogado por funcionarios de distintos departamentos de las estructuras rusas de seguridad, procesar toda su experiencia y ponerse al día sobre las informaciones que le señalan como espía, a las que él suele referirse, según sus allegados, como “un montón de trolas”. Equívocos ha habido algunos. Por poner otro ejemplo, la prensa eslava que ha escrito sobre su caso durante estos dos últimos meses (tanto la de oposición como la que apuntala a Putin) suelen referirse a él como una especie de periodista consagrado que fue capaz de construir una carrera como corresponsal de guerra, designación en la que ni él mismo se reconoce.
Tras de Pablo no había ninguna “carrera consagrada ni consolidada”, sino las servidumbres propias de un periodista independiente, apenas conocido antes de su arresto, que realizaba coberturas esporádicas y a menudo mal remuneradas para medios españoles y extranjeros como Público, La Sexta o Deutsche Welle con los que mantenía relaciones eventuales. Sus ingresos como reportero apenas podían cubrir los gastos ocasionados por las coberturas con las que los medios rusos han adornado estos días su currículo, lo que a su vez ha sido utilizado como prueba de que percibía apoyo externo. Sus parientes han repetido hasta la náusea que los 350 euros mensuales que su padre le enviaba era la parte que le corresponde del alquiler de una de las propiedades familiares.
Es justamente con su padre con quien ha estado viviendo estos dos meses. Alexey Rubtsov es un hombre de economía desahogada que trabajaba como directivo del holding RBC (otra de esas empresas cercanas a las estructuras de gobierno) al que los disidentes rusos atribuyen (aunque sin pruebas conocidas) el reclutamiento de Pavel como informador del periodista. Los círculos de opositores en España lo sitúan en una órbita cercana al FSB y el GRU.
En el servicio federal de catastro y cartografía de Rusia (un órgano que se ocupa del registro de bienes inmuebles), hallamos varias propiedades a nombre de Alexey Eugenievich Rubtsov, nacido el 13 de mayo de 1958. Como residencia permanente de los Rubtsov, aparece un inmueble situado en una prestigiosa zona del suroeste de Moscú, el domicilio donde supuestamente ahora vive con su hijo.
Pablo ha dicho de forma reiterada que desea seguir trabajando de reportero. Varios periodistas rusos de oposición a los que EL ESPAÑOL | Porfolio ha consultado aseguran que Pavel ya ha sido invitado a trabajar en RIA Novosti, Russia Today y Tsargrad TV. Es decir, ha recibido ofertas de todo el paquete de medios sancionados por la Unión Europea que conforman la maquinaria de propaganda putinesca. Este extremo no ha podido ser confirmado a través del propio Pablo, a quien también le hemos cursado varias solicitudes de entrevista no atendidas mediante sus contactos. La petición sigue todavía en pie.
Está "tutelado y controlado"
Los agentes españoles que han monitorizado el caso de González Yagüe no albergan duda alguna de que cooperó con los servicios de inteligencia del Kremlin amparándose en su fachada de periodista. Según explica a EL ESPAÑOL | Porfolio un funcionario del Ministerio de Defensa, “González ha sido sometido a un chequeo de seguridad por parte de Moscú. Antes de darle el visto bueno a una nueva vida, han estado verificando todos los pasos que ha dado hasta la fecha y con quiénes se ha relacionado. Se encuentra tutelado y controlado hasta que decidan qué hacer con él”.
En otras palabras, los investigadores españoles creen que González se halla ahora a la merced de sus rescatadores, que son quienes están fijando su agenda y decidiendo cuándo, qué y cómo debe hablar o actuar, sin perjuicio de que trate de mostrarse que es en verdad dueño de sus actos. ¿Cree la inteligencia de nuestro país que Pavel Rubtsov llegó a ser un importante espía en nómina del GRU? No exactamente.
Incluso las filtraciones divulgadas por la prensa para demostrar que espiaba para los rusos insisten en que el propio periodista acompañaba algunos de “sus informes sobre disidentes” de peticiones de compensaciones económicas, lo que sugiere que había un elemento de improvisación y de amateurismo, de estar jugando y haciendo méritos para ser espía de una forma algo azarosa. Incluso si eso fuera cierto, significaría que tenía los canales para transmitir la información pero no los compromisos regulares de asignaciones económicas u objetivos concretos.
Y eso es, en efecto, la idea general con la que trabaja el CNI. Desde su perspectiva Pavel era una especie de aspirante a espía en prácticas que se quedó en informador frustrado. “Hay elementos que claramente indican que era un agente colaborador”, aclara a este semanal el funcionario español. “Pero más bien se perfila como un proyecto de captación fallida. Tenía potencial pero no llegó a cuajar”.
Era una “caricatura de espía”
Incluso los disidentes rusos entre los que supuestamente se infiltró han restado importancia a la clase de información deslavazada a la que, eventualmente, pudo llegar a tener acceso. Opositores supuestamente espiados por Pablo como Iliya Yashin —de visita este sábado en Barcelona y liberado por el Kremlin durante el mismo trueque del que González formó parte— se han referido también al español como una “caricatura de espía”. Justamente en la línea de lo que dice el CNI, cree que el periodista era un diletante dando palos de ciego en el mundo del espionaje.
Una de las infiltraciones más sonadas que se le han atribuido es la de “la corte de Zhanna Nemtsova”, hija de un líder ruso de oposición asesinado por el Kremlin, el más odiado y temido por Putin y el que probablemente más llegó a desafiar su posición. Nemtsova evitó durante años explicar públicamente lo que había sucedido, amparándose en un supuesto pacto de silencio suscrito con los polacos. De hecho, no comenzó a hablar abiertamente hasta la liberación del periodista e incluso ahora, no ha profundizado en los detalles de la relación sentimental que mantuvo con Pablo.
Este medio intenta preguntarle a su abogado Boye por las razones periodísticas que podían justificar que el periodista hurgara en los discos duros de Nemtsova en el transcurso de esa relación y sobre las acusaciones que ella le ha dirigido recientemente. “¿Te refieres a la mujer que se compró un piso en Barcelona para estar cerca de Pablo?”, responde el letrado zanjando la cuestión.
Tanto Boye como Pablo mantienen su relato de que la detención y el escándalo ulterior fueron el producto de un malentendido relacionado con el hecho de que fuera hallado en posesión de dos pasaportes diferentes: el ruso y el español. El abogado insiste en que las únicas pruebas reunidas por los polacos son una serie de informaciones publicadas por Pablo y contrarias a los intereses de su estado. En suma, nada que, en su opinión, respalde la imputación de espionaje. En palabras de Boye, ninguno de los argumentos posteriormente divulgados para acreditar su condición de espía se hallan recogidos en el escrito de acusación, y ello incluiría, por ejemplo, tanto la mencionada infiltración en los círculos de disidentes como el hecho de que compartiera asiento en un avión con Sergey Turbin, un agente del GRU involucrado en varios crímenes políticos.
El también letrado de Puigdemont afirma que fueron los norteamericanos quienes le incluyeron en el trueque con el fin de intercambiarlo con el periodista del Wall Street Journal Evan Gershkovich, algo sobre lo que no parece existir dudas. Ni España jugó un papel en el intercambio ni, según el Ministerio de Defensa, nada apoya la idea de que los rusos retuvieron en su día al jubilado Mario García Calatayud (secuestrado en Jersón por las tropas de Moscú) para canjearlo por González, tal y como se sugirió también. Boye cree, sin embargo, que Madrid es la culpable de la suerte del reportero. “¿Por qué no le preguntáis al CNI por el informe que enviaron sobre el presunto papel de Pablo en la trama rusa del procés?”, sugiere.
González se complació en referirse a los funcionarios rusos como sus salvadores durante la entrevista del canal ruso de televisión. “En cierto momento, estando ya en Ankara (la ciudad turca donde se efectuó el trueque), entraron representantes rusos y les pidieron a todos los extranjeros que se fueran”, le explicó a Yevgeni Liamin. “Entonces, llegaron los soldados del Grupo Alfa y quedó claro que estos ya no eran nuestros carceleros, sino nuestros defensores. Cuando entré en el avión vi a nuestra azafata y sonreí. (Al llegar a Rusia), salí por las escaleras del avión y vi que nos estaba recibiendo Vladimir Vladimirovich Putin. En un visto y no visto, ya le estaba dando un apretón de manos”. Los miembros del Grupo Alfa a los que menciona como “sus defensores” forman parte de una unidad antiterrorista dependiente del FSB, el Servicio Federal de Seguridad que está detrás de buena parte de los crímenes políticos y la red de gulags del Kremlin. Es el sanguinario KGB de Putin.
A lo largo de los meses, ha habido varias posiciones bien diferenciadas en relación a Pablo: la de quienes o bien han defendido o bien han cuestionado su inocencia y la de quienes, sin entrar a decidir sobre su culpabilidad, se han limitado a denunciar las irregularidades cometidas por los polacos en la tramitación de todo el proceso. El modo en que Varsovia se ha conducido es completamente inaceptable desde el punto de vista de las organizaciones internacionales de periodistas. El propio presidente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras, Alfonso Bauluz, reiteraba a EL ESPAÑOL | Porfolio esta semana que RSF “ha defendido siempre el derecho de Pablo a la presunción de inocencia y a un juicio con todas las debidas garantías legales. Sin condena, no debería haber sido sometido a un régimen carcelario punitivo. También en su momento instamos públicamente a su abogado a que nos explicara el acuerdo de excarcelación”.