Pablo Lorenzo 'el ruedas', jefe del Cártel de Sinaloa en Barcelona: condenado por blanqueo en México y 20 años en España
- El mexicano, de 51 años, es un distinguido narcotraficante de esta organización en el país azteca. Llevaba aproximadamente 20 años residiendo en España.
- Más información: La Policía descubre en un chalet de Barcelona una habitación de tortura del cártel de Sinaloa.
Sin moverse de su silla de ruedas, a la que quedó anclado hace años por un accidente de moto, Pablo Lorenzo Ampudia Bernal (México, 1973) dirigía y gestionaba la célula del cártel de Sinaloa desarticulada hace unos días en Barcelona. Una facción dedicada a la introducción de metanfetamina, éxtasis y marihuana en territorio nacional aprovechando las facilidades de los puertos de la Ciudad Condal y Tarragona.
Pero no fueron ni las sustancias ilegales ni la vida repleta de lujos las que propiciaron su detención, sino el secuestro, la tortura y el asesinato de otro narcotraficante de los Balcanes, con nacionalidad de Serbia y Kosovo, el pasado mes de octubre. Hasta ese momento, Pablo Lorenzo no había cometido "ningún fallo": según revelan a EL ESPAÑOL fuentes judiciales, el narcotraficante lleva aproximadamente 20 años asentado en Cataluña. Allí diversas fuentes le asocian a la gestión de varios restaurantes.
'El Ruedas', como era apodado por su condición física, sólo se reunía en persona con sus lugartenientes. Nunca utilizaba otros medios, ni llamadas telefónicas ni otra clase de comunicaciones. Siempre quedaba cara a cara para organizar a sus hombres. Lo hacía en distintos lugares de Cataluña, pero también dentro del chalet en el que residía y desde el que dirigía el clan. Era ahí donde mantenía las reuniones. "Extremaban enormemente las medidas de seguridad", explican los investigadores.
Esta ha sido, de hecho, una de las mayores dificultades de la operación. En la investigación llevada a cabo por la Sección de Secuestros y Extorsiones de UDEV Central de la Comisaría General de Policía Judicial y los Mossos D'Esquadra.
Ambos cuerpos policiales han destapado una operación en la que este clan llegó a utilizar la habitación de un chalet en la localidad de Sant Andreu de Llavaneres, Barcelona, para realizar secuestros y torturas a un presunto narcotraficante de otro clan que trajababa con su organización. Ahora se encuentra en prisión provisional junto a los otros 13 detenidos de esta célula del cártel de Sinaloa. 9 de ellos eran de nacionalidad mexicana.
Su inclusión en el narcotráfico, sin embargo, bastantes años atrás. Criado en el seno de una pudiente familia mexicana, vivió en el Reino Unido durante su infancia junto a su hermano y padres. Al regresar a la Ciudad de México, accedió a la Universidad del Valle —una de las más prestigiosas y también costosas del país— donde estudió Administración y Dirección de Empresas. Después entró en el negocio de la hostelería con su tío, como copropietario de varios restaurantes en Ixtapa y Zihuatanejo —dos ciudades situadas en la conocida como la Riviera mexicana, en el estado de Guerrero—.
Inicios en el narco
En aquellas décadas comenzó a colaborar con el crimen organizado. "Pero no supimos de sus negocios hasta los 2000, ya trasladado a España", explican a este periódico fuentes de la Procuraduría General de la República de México. Este presunto narcotraficante aparece también en una investigación junto a la Administración de Control de Drogas estadounidense y la Policía Nacional española, llamada "Operación Tacos"— por la operación financiera delictiva del Cártel de los Beltrán Leyva.
"Pablo Lorenzo tiene aproximadamente tres o cuatro años llevando y vendiendo cocaína hacia España, obteniendo ganancias aproximadas de 40 millones de euros mensuales, mismos que son enviados a México a través de movimientos financieros, utilizando las casas de cambio Ribadeo e Intercam", sostuvo en aquel entonces el narcotraficante colombiano Ricardo Mauricio Bernal Palacios en una corte del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Incluso investigaciones periodísticas de años atrás se hacen eco de sus vínculos con el narcotráfico. Una de esas investigaciones es el libro Narcotráfico, corrupción y estados (Debate, 2012). En él varios testigos señalan que Lorenzo Ampudia Bernal traficaba con cocaína de México a Europa, "directamente a España". Y que trasladaba dinero de España a México cuando las operaciones llegaban a buen puerto.
Todas las fuentes consultadas en México sostienen que Pablo Lorenzo se convirtió en un profesional del blanqueo de capitales transfronterizo durante su estancia en nuestro país. Aunque en el Registro Mercantil no aparece ninguna sociedad a su nombre, lo cierto es que en estos años su entorno ha abierto y cerrado negocios, principalmente restaurantes de comida mexicana. El último, inaugurado en el año 2021 y clave en la investigación que se saldó con su detención, está a nombre de su esposa, una mujer de Europa Central con la que tiene tres hijos.
Una sombra
En las redes sociales de sus familiares, en las que Pablo Lorenzo no aparece y se mantiene como un completo desconocido, su círculo presume de viajes en primera clase entre México y España, una vivienda unifamiliar con jardín y piscina adyacente, coches de lujo y estudios en universidades catalanas con matrículas de 60.000 euros.
Una vida que, según los investigadores, habría ganado a base del blanqueo de capitales, primero, y al tráfico de estupefacientes desde México a España, después. "Comenzó trayendo cocaína en amortiguadores de corcho de México a Barcelona. Tenía sobornadas a todas las autoridades en México y buenos contactos en la Interpol de España", prosiguen desde la Procuraduría General mexicana.
En el país azteca todavía le constan diversas viviendas de lujo, según las autoridades mexicanas. Tres propiedades en Las Brisas de Acapulco [uno de los complejos turísticos más cotizados de México], una oficina en la calle Masaryk de Polanco [la avenida con el metro cuadrado más caro del país] y una casa en el Club de Golf de Interlomas, en Huixquilucan.
Operación Balcanes
Así, tras años viviendo en España, se llega a la Operación Balcanes, que es la que ha propiciado su caída. Al finalizar esta investigación, todavía bajo secreto de sumario, han sido detenidas 14 personas, nueve de ellas de origen mexicano. La operación ha estado comandada por la UDEV en colaboración con investigadores de la policía catalana. Esta célula concreta se organizó hace apenas dos años, aunque Lorenzo llevaba en España desde antes del 2004.
La investigación comenzó este verano, tras dos denuncias del padre y de la mujer de un individuo de nacionalidad serbia y kosova. Los datos de la víctima llegaron a través de Interpol a Kosovo y Europol Italia. En ellas explicaban que habían secuestrado a su familiar en Barcelona y pedían un rescate de 240.000 euros.
Días después, la familia se puso en contacto con los agentes para informar que habían realizado un pago en criptomonedas ante la presión que tenían y bajo la condición de volver a recibir pruebas de que la víctima estaba viva. En concreto, realizaron el pago de 32.000 dólares en un monedero virtual de criptomonedas, siguiendo instrucciones de la organización para dificultar el rastreo del dinero, pero en ningún momento recibieron noticias sobre la víctima y los secuestradores continuaban exigiendo nuevos pagos.
La víctima tenía 46 años y tenía relación con el mundo del narcotráfico. Trabajaba, presuntamente, para la organización y había viajado desde Italia a Barcelona para reunirse con algunos de los líderes de la red criminal. Hasta ese momento, Pablo Lorenzo había logrado siempre eludir los filtros de la Policía Nacional y también los de la Policía Federal mexicana.
Los narcos asentados en Barcelona enviaron a la familia una fotografía para demostrar que ese individuo estaba en su poder. Lo tenían en el citado chalet de la localidad catalana, donde, según fuentes de la investigación confirman a EL ESPAÑOL, el hombre fue torturado durante días tras su secuestro en una habitación de esa vivienda.
Cuando los investigadores irrumpieron hace apenas unos días en la vivienda, los miembros del Cártel de Sinaloa ya habían acondicionado la habitación para que pareciese que nadie había pasado por allí. Era como si la sala de torturas no existiera. Habían tapado los interruptores y los enchufes. Pese a ello, tras el registro la investigación ha podido acreditar lo que realmente sucedió en esa estancia.
En la casa hallaron bridas similares a las que habían utilizado para atar a la persona que habían secuestrado. También restos de sangre. Los hombres de Pablo Lorenzo, el cabecilla de esta célula, tardaron entre 3 y 4 días en acabar con la vida de el tipo al que habían encerrado.
Pese a haberlo asesinado, mantuvieron la farsa y siguieron pidiendo el rescate a la familia. En el marco de la investigación, el pasado 5 de agosto los agentes localizaron el cuerpo sin vida de este invididuo. En él se apreciaban claros signos de violencia, y ese encontraba en avanzado estado de descomposición.