Lorena García: "Soy una privilegiada. Mi marido no ascendió para que yo pudiera apostar por mi carrera"
La presentadora guadalajareña copresenta 'Espejo Público' junto a Susanna Griso pese a que su madre le dijo que se iba a morir de hambre con el periodismo.
Lorena García se levanta a las 5:30 de la mañana, y dice que querría ese horario "de forma vitalicia", porque así puede compaginar su exigente trabajo con la crianza de sus dos hijos, y con el resto de sus pasiones. Copresenta Espejo Público y lo conduce en solitario durante el verano: tres horas y media dándole la vuelta a toda la actualidad, política y no política, y a los temas más variopintos: "Terminamos hablando, por ejemplo hace un momento, del pelo de Rosalía".
Su madre le dijo que se iba a morir de hambre con el periodismo y ella, como buena reportera (ha pasado más años en la calle que en plató), quiso comprobarlo con su propia experiencia: "Y me prometí que nunca le diría algo así a mis hijos. Que sean lo que quieran". Lorena es cálida, pero firme. Desprende el carácter que admite tener, y que ha ido templando con los años. El genio ha sido su "gran caballo de batalla", pero trabajar en televisión requiere la doma.
Revirtiendo la normalidad, ha sido su marido quien ha dado un pasito atrás en su carrera: "En mi caso, y me siento una privilegiada, él podía haber optado a ascender en su trabajo, y se quedó en determinado nivel porque se apostó por mi carrera". Hacen un buen equipo, él policía y ella periodista, aunque no entran a debatir determinados temas de actualidad: "Hay un punto de confrontación, porque no suele coincidir con cómo contamos los periodistas las noticias y cómo lo ven las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad".
De Susanna Griso, su codo con codo durante el año, dice que es una "curranta" con la que nunca ha discutido. A Matías Prats lo define como la persona canonizable que parece: "Un profesional como la copa de un pino, y el tío con el que te gustaría irte de cañas". Como aspiración elevada, le gustaría contar a Lorena el fin de las dos guerras que nos atenazan, porque "cuando se cronifica un conflicto, te das cuenta de que no sirve para nada".
Pregunta.– Usted copresenta Espejo Público y son más de tres horas y media… Eso sí que es un deporte olímpico. ¿Cómo lo lleva? Hay que estar fuerte en todos los sentidos, ¿no?
R.– Sobre todo mentalmente. Es muy importante descansar bien y desayunar fuerte porque estás constantemente con el cerebro a tope, con la cabeza dando vueltas y tocando temas totalmente variados, porque empezamos con la parte más política y terminamos hablando, por ejemplo hace un momento, del pelo de Rosalía (risas).
P.– Claro. Y también hace mucho deporte como tal. ¿Cuál es su favorito?
R.– Correr. Volví el año pasado y ya estoy otra vez en los tiempos que manejaba antes de quedarme embarazada y estoy muy contenta y motivada, con carreras en el calendario. Que al final los que entrenamos estamos pensando en objetivos de tiempo y distancia.
P.– ¿De cuánto van a ser?
R.– De 10 y de 11 kilómetros aunque, mmm, también me estoy planteando una media maratón.
P.– ¿Qué le diría a la gente que dice que no se puede sacar tiempo para todo?
R.– Que es cuestión de organizarse y de querer. Yo tengo este trabajo, dos niños, lo que supone llevar una casa, y araño tiempo para entrenar madrugando los fines de semana. Además, es que necesito el deporte, para mí es una vía de escape fundamental.
P.– ¿Cómo fue lo de acabar en la tele? He leído que, si bien desde niña supo que quería ser periodista, lo de la tele llegó después…
R.– Casualidad. Yo empecé en radio, y por la radio acabé en la autonómica de Castilla-La Mancha, en la tele. Estuve en el lugar adecuado en el momento exacto y empecé a pasar de un sitio a otro hasta acabar en Antena 3. Es verdad que cuando empecé en el telediario dije: 'Guau, me gusta la tele'.
P.– Es que la tele engancha, tiene algo que sólo podemos entender los que hemos trabajado en ella. Pero a mí me parece un poco malsana también. Absorbe de más… No sé si está de acuerdo.
R.– Yo creo que el periodismo en general te absorbe. A mí no me agota el periodismo, lo reconozco, porque vivir informada y estar constantemente pegada a la actualidad es parte de mi forma de ser, llámame loca. Cuando estoy de vacaciones desconecto de la rutina constante, de estar 24 horas pendiente del teléfono, pero cuando pasa algo estás igualmente pegado a la pantalla, a la radio… Al final estar actualizado forma parte de nuestro día a día, pero para mí es mi pasión.
P.– Nos llevamos dos años. Estudió en la Carlos III, y yo en la Complu. De mi grupo de amigos amplio de aquel momento, unos 20, sólo dos personas trabajamos en medios convencionales. ¿Le pasa más o menos igual?
R.– Es verdad que en mi promoción sí que hay gente que trabaja como periodista, pero en mi grupo de amigas, con las que mantengo contacto diario, te diré que dos son funcionarias, una trabaja en comunicación de empresa, y la otra se ha pasado este año también a comunicación. Lo que es en medios de comunicación es verdad que cada vez somos menos.
P.– ¿Qué le diría a uno de sus hijos si el día de mañana le dice: 'Mamá, quiero ser periodista'?
R.– Pues mira, mi madre siempre me decía: '¿Periodista?, te vas a morir de hambre, de eso no hay trabajo'. Y a mí eso me afectó, yo hice Periodismo porque siempre lo tuve claro, y me prometí que nunca le diría algo así a mis hijos. Que sean lo que quieran. Es verdad que mi hijo tiene 5 años y tiene buenas dotes de comunicación, te tengo que decir.
P.– Apunta maneras.
R.– ¡Sí! Pero no puedes ir contra la situación, puedes aconsejar a tus hijos, pero por muy padres que seamos no podemos decidir sobre su futuro. Que sean lo que quieran ser y que sean felices.
P.– Ha publicado este año Claves para una maternidad estoica (Planeta), un libro en el que habla, entre otras muchas cosas, de la corresponsabilidad en la crianza. ¿Quién se despierta en casa cuando uno de sus hijos se desvela?
R.– Mario duerme del tirón, pero con la de dos años reconozco que me levanto yo, pero porque le doy el pecho todavía. Es verdad que llama a mamá, o a tetita directamente, que ya he asumido que soy una tetita con patas para mi hija. Entonces es verdad que el insomnio de las noches lo tengo un poco más yo, pero por esa dependencia de la teta.
P.– Con idea de que cambie.
R.– Sí, ya lo del pecho va a cambiar, y me imagino que ella dormirá bien. Confío en que esto en medio año esté subsanado. ¡Todo pasa, que es una de mis máximas en el libro!
P.– Yo no tengo una sola amiga que no sea la que ha parado su carrera total o parcialmente desde que ha sido madre. ¿Qué hace falta para que esto no siga pasando?
R.– Es verdad que biológicamente te obliga a parar, físicamente te obliga. El embarazo si se te da bien puedes estar trabajando prácticamente hasta el final, pero hay otros que no se dan tan bien. Y luego después del parto son muy pocas las mujeres que se pueden poner a trabajar de forma inmediata, y luego las que no quieran. El problema es que te saquen de la circulación por ser madre, no que tú voluntariamente decidas que quieres dedicarte 100% a la maternidad, que me parece muy respetable.
El problema está cuando te hacen la típica pregunta de '¿tienes hijos?', como si el hecho de convertirnos en madres nos inhabilitara para determinados puestos. Yo ahí sí que veo un problema y eso sí que hay que cambiarlo. Puedes ser la mejor madre del mundo y la mejor trabajadora a la vez. Tus prioridades cambian, evidentemente, y las mías se llaman ahora Gabriela y Mario, pero creo que sigo siendo igual de profesional y que se puede compaginar perfectamente.
P.– Sí. Me refería también a los sueldos. En el caso de mis amigas, han dejado ellas de trabajar porque ya eran las que ganaban menos, y se han sacrificado por la economía familiar…
R.– Sí, que a la hora de decidir quién se queda en casa, suele ser la mujer por los sueldos y porque su trabajo suele ser el más precario del núcleo familiar. Es verdad que en mi caso, y me siento una privilegiada, no hemos tenido esa tesitura. Si alguien ha puesto un poco más su carrera en suspenso ha sido mi marido, que podía haber optado a ascender en su trabajo, y se quedó en determinado nivel porque se apostó por mi carrera. Yo creo que estamos en el camino de cambiar, pero aún queda camino por hacer. Se siguen cuestionando también los permisos de paternidad y maternidad, cuando a mí me parece uno de los grandes logros que se han conseguido: que tengas a tu pareja contigo en los primeros meses de crianza de un hijo. Lo que me parece inhumano es lo de antes, que ellos no tuvieron permisos.
P.– Su marido no es de los medios, ¿no?
R.– Nada, para nada.
P.– ¿Y se siente apoyada? Ya sabe lo que nos han dicho siempre: como no encuentre a otro periodista, igual de comprometido con su trabajo y con estos horarios difíciles, lo llevas claro…
R.– Sí, porque tiene un trabajo de los que se consideran esencial, y sí tiene esto del 24/7. Y luego tengo la suerte, aunque tendría que ser lo normal, de que él me ve disfrutar a mí. Sabe que lo vivo con muchísima pasión, y lo vive él igual. Y no tiene ningún problema, sabe que si pasa algo, esté donde esté yo, no hace falta que me llamen porque soy yo la que se ofrece. Mañana porque es jueves y vamos a contar que viene Puigdemont, pero si fuera sábado yo me habría ofrecido, y mi marido eso lo entiende perfectamente.
P.– ¿Se puede contar qué hace él?
R.– Bueno, él es criminólogo de carrera. Es policía.
P.– Anda que no necesitamos en nuestra profesión a expertos criminólogos.
R.– (Ríe). Sí, pero es verdad que hay un punto de confrontación, porque no suele coincidir cómo contamos los periodistas las noticias y cómo lo ven las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
P.– ¿Y debaten en casa de algún caso concreto?
R.– Sí, pero no hablamos mucho de eso en casa porque él es muy hermético para eso, para su trabajo. Es muy profesional.
P.– He leído que su hija está en la adolescencia, los terribles dos años, los de las pataletas… ¿Qué tal con eso?
R.– Uf, pues mira. Mario no las tuvo, no fue un niño de rabietas. Y Gabriela, que ha heredado el tierno carácter de su madre (dice con ironía), pues tiene un temperamento complejo. Yo sufro mucho con Gabriela porque me veo en ella, y eso lo tienes que gestionar para evitarle sufrimientos por los que tú has pasado. La gente con ese temperamento es muy difícil de manejar.
P.– ¿Cuándo sale el carácter de Lorena García?
R.– El carácter de Lorena García se ha ido moderando mucho a través de los años, ha sido mi gran caballo de batalla. Pero tengo carácter, no lo puedo negar.
P.– Volviendo a la tele. ¿Cómo definiría a Susanna Griso con una sola palabra?
R.– Curranta. Sin duda.
P.– ¿Y qué tal con ella? Porque se ve que tiene genio también…
R.– (Ríe). Pero te diré que no ha discutido con nadie del equipo de Espejo, nos llevamos muy bien, y con Susana es difícil discutir. Ella rema muy a favor de obra y, aunque cuando tiene clara una idea la pelea, es muy razonable también. Y escucha mucho, que eso es muy bueno.
P.– Por mi experiencia en esta casa, si hay alguien a quien nadie crítica, es a Matías Prats. A mí me invitó a desayunar un día, simplemente porque estaba pidiendo mi desayuno antes que él en la cafetería. ¿Es el hombre canonizable que parece?
R.– (Ríe). Totalmente. Yo siempre digo que Matías es lo que se ve en la tele, no hay trampa ni cartón. Un tío majo, entrañable, un profesional como la copa de un pino y el tío con el que te gustaría irte de cañas.
P.– ¿Qué hace falta para transmitir a través de una pantalla esa verdad que él atesora, por ejemplo?
R.– Yo creo que es naturalidad. Lo que veo de Matías es que tiene una naturalidad aplastante, lleva toda la vida en la tele contándonos noticias y no tiene una mácula. Y tener la capacidad de ser equidistante, contar las cosas con la neutralidad con la que las cuenta él. Y es muy natural, lo bueno que tiene Matías es que te cuenta las cosas como si estuviera sentado aquí con nosotras. Y eso traspasa la pantalla.
P.– ¿Cree que llegará un momento en que las presentadoras de la tele no tengan que ser guapísimas? Porque ahora es difícil encontrar una que no lo sea. Mientras que ellos siguen siendo guapos, feos… de todos los colores.
R.– Hombre, la exigencia del físico yo creo que suele ser más hacia la mujer que hacia el hombre, eso es innegable, pero creo que en televisión cada vez se ve más diversidad.
P.– Quizá en el mundo de los reporteros. Pero en plató veo muchas más mujeres guapas que hombres.
R.– Pero los chicos que hay también son guapos, ¿no?
P.– Mmm, no la gran mayoría. ¿Irá cambiando esto?
R.– Bueno, yo creo que al final irá evolucionando. En cualquier caso, el hecho de que seas guapa no supone que no tengas la capacidad para llevar adelante un programa. A mí, mientras la persona que está en el programa, tenga la capacidad profesional de hacerlo… Si además se da la circunstancia de que es guapa, pues bienvenido sea. Pero que se nos juzgue por cómo lo hacemos.
P.– ¿Qué noticia le gustaría dar?
R.– Pues este verano me he estrenado con la noticia de que España había ganado la Eurocopa. El día que me incorporé de vacaciones contábamos justo esto. Estábamos todos súper felices y fueron unos días muy chulos para contarlo.
P.– ¿Y algo internacional?
R.– Me gustaría que se acabaran las guerras. El problema es que normalizamos las noticias, hemos normalizado los conflictos y tenemos dos guerras muy graves a unos kilómetros, porque están aquí al lado. Y ojalá seamos capaces de controlar esas situaciones. Cuando se cronifica un conflicto te das cuenta de que no sirven para nada, porque una vez que llevamos dos años o camino de tres con Ucrania, y en Gaza camino de uno, y la situación sigue igual de enquistada, te das cuenta de que no lleva a ningún sitio.
P.– ¿Cuál ha sido su entrevistado más difícil?
R.– Siempre puede haber alguien rocoso, pero en general de las entrevistas -que me encantan- no me viene nadie a la mente que diga 'qué complicado'.
P.– ¿Y alguien que le haya sorprendido por su calidez, sin esperarlo?
R.– Pues siempre hablo de Bisbal.
P.– Pero no vale, que ya lo ha dicho alguna vez.
R.– (Risas). No, pero en general tengo suerte con los entrevistados. No he tenido ninguna entrevista tensa.
P.– ¿Dónde se ve Lorena García dentro de 10 años?
R.– Uf, a ver, tendré 52. Yo en esta casa soy muy feliz. Donde decidan, pero en un sitio así, que estoy muy bien cuidada. Al final tengo que trabajar para comer, pero espero que haciendo algo que me llene.
P.– ¿Haciendo pantalla le gustaría?
R.– Yo tengo muy claro que la tele es lo que es y que un día estás y al siguiente no, desapareces. Y eso hay que asumirlo, hay que ser muy realista en televisión. Lo de los focos está muy bien, pero el día que se apagan, se apagan, y muchas veces no es porque tú quieras, sino porque alguien decide que se apagan para ti. No sé si me veo haciendo pantalla, pero sí algo que me llene. Si es detrás de las cámaras, pues donde decidan. Que sea disfrutable.
P.– ¿La conocen mucho por la calle? ¿Le agobia?
R.– Sí que me presiona, aunque ya menos, el típico comentario de 'no pareces tú'. Estos comentarios que te hacen sin filtro.
P.– O 'estás más delgada que en la tele'.
R.– Eso sí es verdad que me lo dicen también, y digo '¿cómo saldré?'. Pero tampoco me van parando por la calle. Me conocen sobre todo en los sitios a los que voy habitualmente, la gasolinera, el centro comercial, el supermercado… Y cada vez me he quitado más esa presión porque no tienes que estar 24/7 maquillada y pareciéndote a la de la pantalla. Y en redes lo he normalizado mucho, salgo sin maquillar, y me alegro. Me lo apunto como tantito.