A Ana Torroja (Madrid, 1959) me la bebí entera mucho antes de conocerla, como a tantos otros de este país criados a los pechos de Mecano. Su música se quedó metida tan adentro que ya por siempre será alguien de la familia. La hija/madre/hermana mayor pródiga que ya tarda en volver, si es que alguna vez se ha ido. Cuando por fin la tuve enfrente en carne entrevistable y mortal, hace cinco años, toda ella se había apaciguado y como que escondido en Tarifa. A ser feliz con su marido, su hija Jara y tres perros de los que por desgracia no queda ni uno. En cambio, ella vuelve con Conexión y con una fuerza del destino que es verdad que carga los motores al otro lado del Atlántico, pero, qué más da.
Claro que me acuerdo de aquella entrevista, señorita Grau, acabamos en San Ginés, tomando churros con chocolate… ¿Decíamos ayer? Pues sí, ya no voy y vengo de Madrid a Tarifa sino de aquí a México, donde estoy muy instalada, y donde el año pasado empezó a rodar esta gira de conciertos, Conexión, que trata de recuperar la banda sonora de la vida de mucha gente. Son conciertos muy divertidos y muy emotivos, sí, la gente recuerda momentos muy especiales. Y eso que tocamos con una banda mexicana, es todo muy distinto. Perdón por el trancazo que llevo, espero no pegárselo a nadie... Bueno, pues, como le decía, Conexión es un disco en vivo que repasa toda mi carrera, Mecano y sin Mecano. Es una especie de biografía musical.
Se me planta usted ahora, señorita, y me dice que algunas de mis, de nuestras canciones, son las de su primer amor. Y que si yo me doy cuenta de la enorme responsabilidad que implica esto. Pues sí, mire, me doy cuenta. No es ninguna garantía de éxito desde el punto de vista musical, ojo. Pero sí constituye una base emocional en la que apoyarte. Por supuesto, sintiendo siempre esa enorme responsabilidad que usted dice. Yo es que nunca dejé de cantar esas canciones, a través de los años las he ido actualizando, musicalmente están vivas, siempre tienen algo nuevo. No es sólo un ejercicio de nostalgia. Si acaso sería como nostalgia en marcha, nostalgia in progress. Recuerdos que viven, que crecen y que nunca dejan de sorprender. Esto de que esas canciones nunca dejan de sorprender me lo dijo uno de mis hermanos, que además es el más criticón de la familia, el que siempre te canta las verdades. Y no pudo encontrar un piropo más bonito, en serio. Porque yo trato siempre de evolucionar, sí, y de sorprender.
Mecano no puede volver porque en realidad nunca se ha ido
¿Se acuerda de que en la última entrevista en que usted y yo nos vimos las caras, señorita Grau, convinimos o casi pactamos que Mecano no puede volver porque en realidad nunca se ha ido? Yo comprendo que esa es la eterna pregunta que siempre y en todos lados me van a hacer. Me lo explica usted muy bien cuando dice que, como ose presentarse en el diario en que escribe sin haberme preguntado a mí esto, la echan, y con razón. La entiendo, les entiendo. A todos. Pero déjeme que me ría a pesar del megatrancazo. Ay… Pues eso, que si nos ponemos serias, Mecano sigue vivo, siempre está ahí. Cuando no es un musical inspirado en nuestros temas de siempre es un homenaje, hay que seguir cantando esas canciones, no dejar de cantarlas nunca, porque la gente las necesita. Y creo que si alguien tiene derecho a seguirlas cantando, ese alguien soy yo.
Muchas veces en mis conciertos iba añadiendo canciones que el público me iba pidiendo, ahora ya voy con un popurrí acústico que empalma distintos trocitos muy especiales de canciones muy especiales. ¿Las grandes arias de Mecano, sugiere usted? Pues sí, algo así. Proyectamos además unos vídeos, donde salen Nacho y José, está muy bien. Aun así la gente siempre pide más, por eso ya estoy acostumbrada a abrirme a la petición de los oyentes al final de cada concierto. Entonces cantamos esos temas a capella con el público, es un momento muy mágico.
Me pregunta usted qué tal nos llevamos hoy en día Nacho, José y yo, yo le digo que muy bien y usted rebota que eso la gente no se lo cree. ¿No? Mire, nosotros nos queremos, siempre nos hemos querido, pero es verdad que fuera del trabajo no teníamos, no hemos tenido nunca la costumbre de hacer vida en común, nuestras vidas personales siempre han discurrido cada uno por su lado. ¿Que si nos íbamos nunca de copas por ejemplo con Penélope Cruz cuando fue novia de Nacho? Ah, mire, entonces sí, porque además era la época que vivíamos en Nueva York, íbamos juntos de copas, de compras y al gimnasio. Cuando ellos dos lo dejaron ya no nos hemos vuelto a ver, pero yo a Penélope le tengo muchísimo cariño, creo que hay pocas como ella. De pronto nos mandamos un correo o un whatsapp, por ejemplo, para felicitarnos por haber sido mamás, pero cada una tiene su vida. No es como cuando en Nueva York vivíamos en el mismo edificio, en el 666 (el número de la bestia, sí…) de Greenwich St, en el East Ville. Ay, aquellas puestas de sol perfectas frente al Hudson…
Luego yo pasé mis años en Londres, luego volví y pasé un tiempo encerrada en Tarifa. De aquello ya no queda nada, ni los tres perros, que por desgracia se me fueron muriendo uno a uno. Ahora mi marido, la niña y yo estamos plenamente instalados en México. ¿Cómo dice? ¿Que eso le suena a fuga de capitales humanos, a evasión de talento? No… Son momentos en la vida, tú te crees que ya te vas a quedar tranquila, que ya no te vas a mover más, y de repente la sorpresa, te llaman para algo, surge una nueva aventura. Además, yo con México he tenido siempre una relación muy estrecha.
Nacho, José y yo nos queremos pero nunca hemos hecho vida juntos después del trabajo, excepto en Nueva York, cuando Nacho estaba con Penélope Cruz, vivíamos en el mismo edificio, íbamos al mismo gimnasio…yo a ella le tengo mucho cariño
Fue un cambio radical, eso sí. Ahora vivo en el DF, que es donde tengo que estar por el curro y para estar disponible para viajar a toda Latinoamérica. De repente, he pasado a llevar otra vez una vida muy ajetreada. A tener mucho trabajo, muchas colaboraciones con artistas de allí. Siempre te están invitando a hacer cosas. Además, sigo siendo esposa y madre. No paro, en resumen. Me levanto a las 6 de la mañana y a las 9 de la noche me duermo como un angelito.
Comenta usted que esta entrevista la estamos haciendo veinticuatro horas más tarde de lo previsto por el incendio que se declaró esta semana en la Gran Vía. Lo cual le da pie (un poco traído por los pelos, reconózcalo, pero algo de pie sí que le da) para soltar si será verdad eso de que hay una especie de maldición gitana que pesa sobre Mecano, que mientras no nos volvamos a juntar, nos perseguirá algún tipo de desgracia, de mala suerte. Pues qué quiere que le diga, el incendio fue una cosa fortuita y yo más bien tengo la sensación de tener siempre una suerte increíble, fíjese que se quemó la azotea y yo estaba en la segunda planta.
Pero, en resumen, me siento en un momento muy lleno de energía y de reactivación, también de sorpresas, y por eso procuro no planificar demasiado o incluso no planificar nada de nada, tirar sin miedo rumbo a lo desconocido. Es que hasta el viaje de Semana Santa que traté de planificar para este año me lo han partido por la mitad los conciertos. Pero no me quejo, disfruto intensamente de todo lo que hay.
Da usted un saltito y me pregunta por mi antiguo y célebre personaje andrógino, el que fue imagen de marca de Mecano. ¡Protesta usted que por mi culpa, tener tetas llegó a parecer poco moderno, algo casi casposo! (Risas) ¿Usted me ve más femenina desde que canto en solitario? ¿Usted cree? Vamos a ver. Lo de mi personaje andrógino se lo inventó un poco la gente, aunque es verdad que yo cantaba canciones escritas desde el punto de vista masculino y ante eso opté por una estética bien tirando a masculina, bien tirando a neutra. Entre eso y lo de llevar el pelo tan corto, y cantar temas tipo Mujer contra mujer, bueno, pues la gente se hace su película. Yo nunca renegué de eso, pero tampoco lo viví como ninguna renuncia a mi feminidad, que quizá aflora más ahora, en esta nueva etapa, cuando canto en primera persona femenina. De todos modos, al retomar las canciones de antes puedo volver a transformarme en ese personaje, todo eso está dentro de mí, todo eso soy yo.
El 21% del IVA cultural es un atraco a mano armada, esto no pasa en México ni en ningún país de la América Latina, allí protegen la cultura
Cambiando de tercio, me pide que me retrate sobre el 21% del IVA cultural. Cómo no voy a retratarme, cómo no voy a estar en contra. Me parece un atraco a mano armada. La cultura ya es delicada de por sí, ya ha sufrido mucho con la crisis, aunque ahora mismo en España va mejorando despacito. Pero le metes el 21% de IVA y te cargas la cultura en España. En México y en otros países latinos esto no sucede,. Además, allí las entradas a los conciertos se venden a precios razonables, los teatros se llenan siempre, siempre, siempre. Me pregunta usted en tono jocoso si hay que cargarse a Montoro para que yo vuelva a vivir aquí. No, para nada, yo sigo queriendo a España, España sigue siendo mi país. ¿Cómo dice? ¿Que esto le ha sonado como Julio Iglesias desde Miami? (Risas). Oiga, que yo no me he ido porque quiera, me he ido a donde me han salido proyectos, cosas.
Pero sí, ya que usted me lo pregunta, sigo conectada con la actualidad española, sigo de cerca los temas políticos. Y mi impresión es un poco la del día de la marmota, te vas, vuelves, y todo igual, no avanza nada, eso produce cada vez más desánimo. Yo en su momento me hice ilusiones de que al estallar todos estos casos tan grandes de corrupción se produjera una especie de catarsis, se hiciese como una gran limpieza. Pero es que no acaba de salir nunca, por muchos cubos de lejía que arrojes, sigue saliendo porquería. Es verdad que no sólo pasa aquí, que en otros países es lo mismo, pero, qué quiere que le diga. A mí me duele lo de aquí.
La política en España me parece el día de la marmota, yo sigo votando, es verdad que sin ninguna fe
Me pregunta usted con cierta malicia si para tapar esas vergüenzas se abusa un poco de la persecución fiscal al famoso, como me pasó a mí o como les ha pasado, por ejemplo, a los actores de Cuéntame. Es verdad que muchas veces se montan grandes polvaredas que luego quedan en nada, el tiempo pone las cosas en su sitio. No creo que se pueda negar que hay cierto abuso de la fama de algunas personas para meter miedo a la gente de a pie. Y creo que a veces no se mide el daño causado, que puede ser muy desproporcionado.
Me pregunta usted si estas cosas estigmatizan a un artista. Por ejemplo, una amiga de usted se ha negado a pagar por ver películas de Almodóvar desde que salieron las informaciones sobre los papeles de Panamá. Mire, eso es tan absurdo, pero tan absurdísimo, como no querer ir al concierto de un artista del PP porque tú eres o te consideras de izquierdas. El arte debería estar por encima de todas estas cuestiones. Es cierto que a menudo la gente no sabe la verdad, cómo son de verdad las cosas, porque eso a la gente no se lo cuentan, porque no interesa que se sepa. Pero en su conjunto me parece todo muy poco inteligente. Y hasta malvado, cuando parecen estar esperando que alguien se equivoce o se tropiece para meterle la estocada. Hay maldad, sí. Gracias a Dios no es general. Pero yo al final tengo la conciencia muy tranquila, no me preocupa lo que piense o diga de mí la gente que no sabe la verdad.
Me pregunta usted si los hechos demuestran que a Ana Torroja no se la puede estigmatizar, que es un mito indestructible. Pues no sé qué decirle. Yo no creo ser indestructible para nada. A lo mejor a alguien se le ha caído alguna vez el mito. Yo sé lo que he vivido, yo sé lo que fue todo esto para mí, salí de ello y estoy mucho más fuerte que antes, he aprendido a no sentirme atenazada por el miedo al qué dirán, eso es fatal, no se puede caer bien ni gustar a todo el mundo. Sufriría como una loca si lo intentara. Yo sé quién soy, sé cómo soy, y el resto no me preocupa.
¿Que si sigo votando en las elecciones, aunque ahora tenga que ser por correo? Pues sí, sigo votando. Pero no porque no haya perdido la fe. Es porque creo que hay que votar aunque sea sin fe, porque si todo el mundo deja de votar, esto sería un caos. Fíjese en lo difícilísimo que ha sido, en lo que costó, formar gobierno.
De la política a los toros pasa usted, da vértigo… ¿Que si me gustan los toros? Yo los veía cuando era joven. Por la tele y alguna vez yendo a la plaza. No hace tanto estuve en México viendo torear a Morante y creo que al Juli. Pero sufrí muchísimo, demasiado. Sufro por el torero y por el toro. Reconozco que es un arte maravilloso, estéticamente precioso, hacía mucho que no iba, me invitaron mis amigos taurinos, y me pasé casi toda la corrida con los ojos tapados.
En Mecano iba de andrógina, pero nunca he renegado de mi feminidad
¿Última pregunta? ¿De verdad? A ver, intenta usted confirmar si, como dice un amigo suyo, ese señor, ese amigo suyo, me aconsejó hace muchos años dejar a una “birria” de novio que yo tenía para meterme en Mecano. Pues para nada, noticia desmentida. No es verdad. Nunca dejé a ningún novio para meterme en Mecano. Si algún novio me hubiera pedido que dejara Mecano, o que dejara la música, dejaría al novio, entonces sí. Pero eso no ha ocurrido.
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