Han transcurrido casi tres décadas. Se continúa sin saber absolutamente nada de su paradero, si es que vive. Un enigma permanente. Sus familiares han pedido que oficialmente lo den por muerto.

Su desaparición está considerado por la Interpol, junto con la del niño de Somosierra, como la más extrema y desconcertante ocurrida en Europa en los últimos tiempos. Pero, a diferencia del camión que volcó bajando el puerto, en este caso no se ha descubierto ni una sola pista.    

David Guerrero Guevara salió de casa en Málaga el 6 de abril de 1987 camino de la academia. Antes de ir al centro donde recibía clases de arte pensaba pasar por la exposición en la que había colgado un cuadro suyo. Se lo había solicitado la galería La Maison para una muestra colectiva titulada Recorriendo la Semana Santa, inaugurada tres días antes. Realizó una copia de la cabeza del sevillano Cristo de la Buena Muerte.

Desde su infancia era considerado como un futuro genio de la pintura. Parecía que, al igual que su paisano Picasso, estaba predestinado a lograr altas cotas artísticas y un gran nombre. Esto último lo consiguió, pero desgraciadamente por otra circunstancia.

Cuando su padre pasó por el centro de pintura para recogerlo, algo que hacía todas las noches a las nueve, no lo encontró. Preguntó al conserje, pero nadie le había visto aquella tarde. Corrió a la galería y le dieron la misma explicación. De inmediato empezó una búsqueda masiva en la que participó numerosa gente con nulo resultado.

David se esfumó a los 13 años. Sin dejar rastro alguno. Y hasta ahora.

David era un amante de la pintura. Desapareció el día que iba a ver una exposición en la que participaba.

NIÑO MODELO

Inicialmente hay quienes pensaron que la desaparición había sido voluntaria. Quizá, una chiquillada. Así, en el semanario El Caso apenas le dedicamos espacio en portada, a diferencia con lo ocurrido al niño de Somosierra diez meses antes. Parecía que todo se solucionaría pronto.

Mientras, su obra con la cabeza de Cristo pasaba a ocupar el mejor lugar de la galería donde estaba expuesta. Fue contemplada por miles de aficionados, escrutada por críticos y observada con toda meticulosidad por policías. Muchos querían comprar la pieza que, con anterioridad a la desaparición del autor, tenía un precio de salida de 60.000 pesetas. La cotización del cuadro se disparó en pocos días. 

El tiempo transcurría sin noticia al respecto. Por eso en los meses siguientes los progenitores de David peinaron la provincia, establecieron contactos con videntes y médiums, realizaron toda clase de pesquisas... Se gastaron dos millones de pesetas en imprimir fotografías y pasquines con el semblante risueño de un chico de pelo castaño claro y ojos verdes, que colocaron por calles y plazas de España. Llegaron a ofrecer una recompensa de un millón a quien facilitara alguna pista fiable. Todo ello gracias al dinero aportado por familiares y amigos, dada su apretada situación económica. El resultado fue nulo.

David era un niño precoz. Desde su infancia destacó por la habilidad con los pinceles. Tenía de profesor a un tío suyo y destacado artista, José Guevara, que formó parte del grupo Montmartre, integrado por varios profesionales malagueños que en su momento marcharon a Francia y fueron agasajados por el autor del Guernica.

Portada de El Caso con la publicación de la desaparición del niño.

Vivía con sus padres y dos hermanos en un ambiente de clase humilde. El cabeza de familia trabajaba en una fábrica de confección de prendas de vestir. La madre se dedicaba a sus labores domésticas. Carecían incluso de teléfono, por lo que una vecina puso el suyo a disposición de ellos por si llamaban los secuestradores. Aunque nadie pensaba en el rescate, dada la falta de recursos económicos, pero tampoco en una fuga voluntaria.

Era un chaval modélico, tanto en su hogar como en la escuela. Se hacía notar por sus cualidades. "Un niño extraordinario: buenas notas y mejor comportamiento. Nada de introvertido, sino muy serio, responsable y perfectamente integrado en el centro docente", afirmó la directora de colegio Divino Pastor.

Su vida se reducía a marchar por las mañanas al centro escolar, retornaba al hogar para hacer los deberes y después acudía a la academia de arte, junto con su hermano menor, de diez años, que también dibujaba muy bien.

Aquel fatídico día, que ha embargado de dolor a la familia, llegó a casa alrededor de las seis para merendar. Como era habitual. Tomó un yogur, cogió su bolsa vaquera con los materiales de pintura, el bonobús y el carné de estudiante. Pero ni una sola peseta.

Marchó solo porque pensaba acudir a la exposición, antes de ir a recibir la clase diaria de artes plásticas. Estaba citado con un periodista de una emisora local que le iba a hacer una entrevista, dado que era el único niño que formaba parte de la exposición.

Su padre le hizo un croquis. "¿Sabes dónde está el sitio? Si terminas pronto, te vas a la pintura. Si no, te esperas allí y yo voy a recogerte". Se despidió como todas las tardes. Le hacía ilusión hablar por la radio. 150 metros separaban su casa de la parada del transporte municipal que le llevaría al centro de la urbe. Nunca subiría a ningún autobús. Su rastro se desvanecía en este centenar y medio de metros.

La Policía descarta el secuestro

¿Qué sucedió en el corto trayecto entre el portal y la marquesina del bus? Ningún conductor de los autobuses que paraban allí lo vio subir. No llegó nunca a la sala de arte.

La Policía descartó inicialmente que hubiera sido secuestrado. Se trataba de una jornada muy especial. "Se dio la circunstancia de que coincidió dicho día con la visita de la reina doña Sofía a la capital malagueña y, puesto que esa zona correspondía a uno de los itinerarios trazados, había rigurosa vigilancia, tanto de agentes de paisano como uniformados, lo que induce a descartar que fuera introducido a la fuerza en un vehículo", explicó el comisario de Málaga por aquel tiempo, José María García Calabuig.

La monarca estaba de visita institucional y, en su recorrido desde el aeropuerto, tenía que pasar por esa zona, por lo que los vecinos de la barriada se echaron a la calle para verla. A David nadie lo vio.

La madre de David, recientemente, sosteniendo una foto de su hijo desaparecido.

EL EXTRAÑO AMIGO SUIZO

David era un prometedor artista. De ahí las múltiples hipótesis que se han barajado en torno a él. ¿Secuestrado por una red de falsificadores? ¿Explotación de futuros genios? O... ¿se marchó de modo voluntario?

"El pequeño, considerado muy normal y ajeno a cualquier idea de fuga infantil, es calificado por los críticos de arte como un niño prodigio de la pintura, con un gran porvenir nacional por sus excelentes dotes en el plano figurativo y realista", escribía Francisco Acedo en ABC.

Diez mil personas se manifestaron por las calles malacitanas para exigir mayor dedicación y esfuerzo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Especialistas en la búsqueda de desaparecidos, acompañados de perros amaestrados, inspeccionaron locales abandonados y semiderruidos, rastrearon la sierra, después la provincia de arriba abajo, pero sin logro alguno. Los filtros en las fronteras con los países vecinos tampoco dieron resultado. 

Los investigadores trabajaron con la hipótesis de que había sido convencido, mediante engaños y falsas promesas, por alguna red de falsificadores de obras de arte que querían aprovechar su habilidad con los pinceles. Las primeras señales condujeron hacia Lisboa, después de que un matrimonio de profesores canarios afirmara haberlo visto acompañado de otros muchachos de su edad pintando vírgenes en el suelo por las zonas más turísticas. El gabinete de prensa de la policía judicial portuguesa confirmó que existían más testigos que ratificaban la presencia de David en un barrio de los suburbios. Los funcionarios españoles que marcharon en su búsqueda regresaron de vacío.

También había suposiciones, como la de un posible accidente o amnesia producida por algún golpe. Toda clase de rumores y teorías empezaron a circular al respecto. Como sucede casi siempre que desaparece alguien, numerosas personas afirmaban haberlo visto en un lado u otro. Que era él, que se le parecía, que podía ser él... Lo habitual en este tipo de sucesos. A ello había que sumar el habitual testimonio de videntes que afirmaban conocer el paradero pero, cuando se investigaba, nada de nada.

En la redacción de El Caso recibimos abundantes testimonios de este estilo. Incluso el de una vecina que sigue afirmando cómo vio al niño cuando salía de casa acompañado de su padre. Algo que de ser verdad cambiaría toda la historia. La Policía no le dio crédito. Y la familia afirma todo lo contrario.

A los tres años en un hotel malagueño una camarera encontró una servilleta en la que ponía 'David Guevara. Huelin'. Este último nombre corresponde al barrio donde vivía. En dicho establecimiento estuvo alojado un par de meses, coincidiendo con la desaparición, un acaudalado suizo de 70 años, aficionado a la fotografía. Había conocido al chico, que le hizo una caricatura del rostro y que guardaba en su casa.

La Policía se desplazó de inmediato a Berna, pues sospechaba que podía haberle prestado cobertura económica para que abandonara a los suyos. Las indagaciones chocaron con un serio contratiempo. Aunque localizaron rápidamente su vivienda, había fallecido de muerte natural pocos meses antes. La esposa les mostró el laboratorio fotográfico y toda la colección de imágenes tomadas por el difunto, muy acostumbrado a parar a la gente en la calle para retratarla. Pero en ninguna aparecía David. La mujer no sabía nada al respecto. Adiós a la última pista fiable.

Al tiempo se comentó que un par de pintores belgas de origen magrebí, relacionados con la galería La Maison, habían tenido que ver con la desaparición. Se les investigó en Marbella, donde vivían en un chalé. Uno de ellos había muerto de sida en 1992. Tampoco se descubrió nada.

Hace un tiempo se desarticuló una organización de falsificadores de arte en Portugal y ahí se plantó de nuevo la Policía española por si existía alguna relación con David. Hay quienes afirman haberlo visto asomado en un yate, en ambientes pictóricos, con amigos... Pero siempre bastante lejos de nuestras fronteras, por lo que el rastreo no ha conducido a buen puerto.

Se han seguido pistas en Holanda, Marruecos, México... Doscientas entrevistas sin resultado alguno. Nadie ha podido aportar un solo rastro que conduzca al esclarecimiento del suceso.

"Lo que hace diferente a este caso es que no hay nada. Es una desaparición limpia. Sin testigos, como si se lo hubiese tragado la tierra o se hubiera disuelto en el aire. Muchas veces he llegado a pensar que si alguien quisiera hacer desaparecer a una persona tendría que utilizar el mismo método que lo acaecido alrededor del niño pintor. En el caso de David no hay nada. Se han planteado mil hipótesis. Se ha buscado en todos los lados. Se ha investigado cualquier pista que nos ha llegado... Nadie puede desaparecer así", manifiesta José Luis Calvo, presidente de PRODENI, asociación cuyo fin es la defensa de los derechos de los menores y que se volcó de lleno en la resolución de este caso.

La madre de David ha tenido que dar por muerto a su hijo para poder abrir el testamento de su difunto marido.

Extraña que se marchara por voluntad propia, engañado por las falsas promesas de algún adulto. "David era un chico normal, nada callejero, y no tenía motivos para irse de casa. No le gustaba bajar a jugar a la calle. Sólo estaba con su hermano, siempre pintando", recuerda su madre, Antonia Guevara.

UN CASO QUE SEGUIRÁ ABIERTO

Hace diez meses falleció el padre. La familia se ha visto forzada a solicitar que sea declarado muerto, dado que David legalmente es uno de los herederos y se precisa su firma para desbloquear la herencia.  

El pasado día cuatro el juzgado hizo público el procedimiento, a través del BOE, y citó a la familia para el próximo 28 de septiembre. A partir de ahí será considerado oficialmente como fallecido. El Código Civil contempla esta posibilidad una vez transcurridos diez años sin noticias del ausente para que sus allegados puedan disponer de sus bienes o acceder a prestaciones.

"Por una miseria de dinero y la casa nos hemos tenido que meter en este jaleo. No queremos nada, pero la ley es la ley", precisa la afligida madre. "Ojalá esto sirva para que aparezca. Seguiremos luchando hasta que el cuerpo aguante".

Hace años que no se registra ninguna novedad al respecto. Pero el caso continuará abierto aunque David sea declarado como fallecido. "El mes pasado tuve que ir a la comisaría a solicitar una copia de la denuncia de su desaparición y el inspector me aseguró que siguen en ello, pero que es muy difícil después de tanto tiempo y no hay nada nuevo", comenta Antonia.

Si lo secuestraron, quizá le fue imposible regresar. "Cualquier psiquiatra sofrólogo sabe que, inyectándole determinados fármacos durante diez minutos, se olvida hasta de su nombre. Y en una semana, a base de sesiones de hipnosis, se le cambia su historial e ignora por completo quién fue su familia», comentó Juan García Legaz, portavoz en el caso del niño de Somosierra.

Se esperaba mucho de David. Apuntaba para genio. Si sigue vivo, ¿lo habrá conseguido? Es una incógnita. Durante muchos años sus padres y sus hermanos, Raúl y Jorge, aguardaron con la esperanza ciega de que pudiera llamar a la puerta en cualquier momento. Nunca se echaba el pestillo. Su habitación se mantenía intacta, con pinceles y pinturas, borradores y lienzos en blanco, estanterías con libros de arte...

Ha transcurrido demasiado tiempo desde aquel Lunes de Pasión, víspera de la Semana Santa. El inicio de un calvario interminable para la familia.

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