Ratpenat y Nora Barcelona, dúo mítico de la escena porno española, se consideran unos chicos del montón, como diría ella. Sin embargo, cuando la gente menos liberal les pregunta en qué trabajan, al recibir la respuesta abren los ojos como platos. Nora Barcelona y Ratpenat llevan siete años juntos y los últimos cinco como pareja artística; empezaron en el porno juntos y hasta la fecha no planean que ocurra de otra manera.
Su casa es también su estudio. Desde allí se conectan a la webcam, realizan algunos vídeos de porno caseros –no siempre- y, sobre todo, gestionan sus redes sociales, una tarea hercúlea si se tiene en cuenta que Nora tiene unos 220.000 seguidores en Twitter, cientos de admiradores y que su fama ha ido creciendo hasta actuar en películas con el mismísimo Nacho Vidal.
Sin embargo, insisten: “La gente cree que nuestra vida es un kamasutra perpetuo, que vivimos de orgía en orgía, pero se equivocan”. Su vida no es muy diferente a la de sus vecinos, a excepción, quizás, de que el día para ellos empieza a las tres de la tarde, y no porque la noche les confunda, sino porque han trabajado tanto de madrugada que tienen el reloj cambiando. “Aunque nos vayamos a la cama a las dos no podemos dormirnos hasta las seis de la mañana, así que aprovechamos la noche para ver películas. Entre otras cosas…”. Son costumbres adquiridas, dicen, de haber estado en Ámsterdam y, en el caso de Nora, de haber sido stripper y bailarina de Pole Dance.
“Somos un poco vampiros”, bromean. Y si uno atiende al nombre artístico de este punki que nunca ha dejado de serlo, Ratpenat, que en catalán significa murciélago, lo entiende todo. Aunque baste echarle una ojeada a su casa para que a uno le quede más claro: calaveras por doquier, pósters y música de la época dorada del punk y, sobre todo, un cartel de tamaño XL de Nora Barcelona posando con su lencería hard, junto al desnudo de una mistress amiga y un acuario gigante en el que alguna vez hubo 200 peces. “Desde joven sentía pasión por los acuarios, pero desde que se murieron los peces accidentalmente arrastro un trauma que ni te cuento”, cuenta el actor.
También tienen otras mascotas: dos gatos y una rata, para ser más exactos, a los que Nora echa tanto de menos cuando viaja que no quiere pasar demasiado tiempo fuera. “Se nos murió un gato hace unos meses, se cayó de la cornisa y vivimos en un séptimo”, se lamenta Ratpenat y lo siente, vaya si lo siente. Tanto que sorprende ver a un punk, actor porno para más señas, con los ojos un tanto vidriosos mientras lo cuenta.
Las tareas domésticas no son problema para ellos. “Nora arregla la casa, cocina y hace la compra, y mientras tanto yo trabajo en la web. Luego ella llega y se sienta en su ordenador, porque trabajamos codo con codo, y gestiona sus redes”.
Viven por y para el porno, al cual dedican gran parte del día. No obstante, para ellos la familia es importante. Mientras hablamos, Ratpenat conversa por teléfono con su madre, que ha tenido un problema de salud, y el día anterior tuvieron una comida familiar, y como no hay secretos ni tampoco tabús, hablar de trabajo no les supone ningún problema. “Hombre, no entramos en detalles, pero lo tienen bastante superado”, dice él. “A mi madre le costó más asimilarlo. No quería que sus amigas se enterasen. Ahora se ha pasado al otro extremo y presume enseñando mis fotos”, explica Nora. Al padre de Ratpenat sigue sin hacerle gracia, no le gustaba que fuese un melenudo ni que tocase en un grupo de metal, y tampoco le agrada ver a la mujer de su hijo teniendo sexo con otro. Un hombre de otra generación.
Pero es su vida, dicen, la que han elegido. Aunque no casen demasiado con el estereotipo de actor porno al uso. A saber: mujeres neumáticas, adonis de miembros olímpicos y una actividad sexual que por mucho que les guste el sexo es pura y llana ficción.
“Odio que me idolatren, porque soy bastante hippie y del montón”, dice Nora, a la que le gusta ir por casa con ropa ancha de rapera y cuando no está subida a un escenario o rodando, pinta o relee una y otra vez el mismo libro de Tim Burton. También cuida las plantas. De hecho, una vez trabajó de jardinera.
Ella y Rat discuten mucho, pero es la sal de su relación. “Dicen que somos como los Roper, pero no tengo ni idea de quiénes son”, confiesa ella. "A pesar del trabajo que tenemos nos seguimos buscando y atrayendo, aunque hay días que estemos demasiado saturados y no tengamos ganas de hacer el amor", explica Ratpenat. Son una anomalía en la industria porno, una pareja estable en un mundo en que las relaciones solo duran un par de meses o se rompen por culpa de los celos. “Hay casos como el del mítico Max Cortés, que lleva más de 14 años con su mujer y ella es ajena a la industria, pero es difícil, y más si ambos se conocen dentro del mundillo. Conocemos a una pareja que solo quieren grabar escenas juntos y, claro, se les cierran muchas puertas”.
Admiten no ser celosos y si un día se separan no será por el sexo, porque a pesar de estar compenetrados saben que jamás podrán dar al otro todos los placeres.
Con sexo, corazón y cabeza
Para ser actor porno, dice la pareja, tiene que gustarte, pero además debes ser buena persona, porque es importante ser un poco psicóloga y ayudar al compañero de rodaje cuando no logra excitarse y entrar en acción. “Hay muchas actrices que van de divas y no se preocupan por conectar con el otro. En una ocasión, una de estas Barbie Porno Star le dijo a un actor jovencito que si no lograba empalmarse era su problema, que a ella le pagaban para otra cosa, y le criticaba porque el chico estaba sudando y apurado. Al final, con un par, logró rematar la faena, pero si llego a estar allí yo…”, cuenta Nora.
Para ejercer esta profesión, dice Ratpenat, hace falta verdadera vocación y si el dinero es lo que mueve tus orgasmos, fingidos o no, te quedarás por el camino junto al resto de actores o actrices que alguna vez lo intentaron y no consiguieron hacerse un lugar en un mundo difícil, precario y en donde la competencia es feroz. También en el porno hay intrusos, e incluso 'becarios'.
“Internet ha aportado mucho a nuestra industria, pero también nos ha perjudicado. Ahora todo el mundo puede subir un vídeo montándoselo e incluso hay quien trabaja gratis solo para hacerse un nombre o se baja tanto el caché que es imposible competir”, dice el actor.
Torbe, la oveja negra
A mediados de año el productor de cine porno Torbe fue acusado de traer jóvenes ucranianas a España, algunas menores de edad, para grabar porno extremo y a las que obligaba a tener encuentros sexuales con conocidos futbolistas en hoteles. “Eres imbécil si te arriesgas a rodar con menores. Aunque tengan 17 años y sepan lo que hacen. Torbe ha hecho muchas encerronas a actrices con futbolistas y hemos conocido a chicas que no lo han contado, aunque es un caso aislado en el mundo del porno. No conocemos ningún otro productor que se preste a eso”, aseguran.
Ratpenat tiene un hijo de 18 años producto de un anterior matrimonio y cuando cumplió los 16 decidió explicarle en qué trabajaba. “¡No fastidies! Hace años que lo sé…”, le contestó él, quien ya había atado cabo antes y no solo porque en la casa de la pareja de actores todo queda a la vista: un póster de Nora Barcelona de gran tamaño, una foto dedicada de la sensual Mistress Minerva y otras imágenes explícitas comparten las paredes con carteles de grupos de música, esqueletos disfrazados y estanterías de libros.
Para ambos el cine porno traumatiza a muchos adolescentes cuya única fuente de educación sexual es internet, donde no es bastante sencillo saltarse ciertas barreras legales. “Hay una frase que suele decir: eres más inútil que el control de edad a una web porno”, cuenta el actor, quien responsabiliza al conservadurismo del Gobierno y a las políticas de redes como Facebook de una absurda doble moral muy norteamericana, y se pregunta: “¿Por qué mi hijo puede ver peleas de perros en internet o encontrar un manual sobre cómo hacerse una raya de coca y sin embargo se censuran los desnudos?”.
Reyes de la transgresión y ‘freaks’ a mucha honra, han decidido llevar su universo ‘burtoniano’ a los escenarios del Salón Erótico de Barcelona, que se le celebrará del 6 al 9 de octubre, con una propuesta radicalmente diferente: “En el stand de Nora Barcelona va a haber de todo: artistas de circo, un hombre perro, ‘rubber dolls’, actores transexuales, BDSM convencional y del bestia, y también una poeta que se marcará una escena de la obra Justine, del Marqués de Sade, con uno de los actores porno”. Si para Susan Sontag el porno no habla de sexo, sino de muerte, este dúo de actores a caballo entre el punk y lo gótico van a hacer que se levante más de un muerto viviente.