“Si la alcaldesa de Barcelona da un paso al frente y, oyendo la petición de la CUP, retira el monumento a Colón; nosotros nos ofrecemos a adoptarlo en Palos de la Frontera. Es más, sufragamos todos los gastos para que la estatua venga a nuestro pueblo, a La Rábida. Seguramente aquí la querremos mucho más”. El alcalde del municipio onubense del que partieron las carabelas rumbo al Nuevo Mundo zanja con su ofrecimiento la polémica iniciada por los independentistas catalanes. La idea de relegar la efigie del almirante a un desván o a un museo no entra en la cabeza de Carmelo Romero, tampoco en la de sus vecinos, que ya buscan sitio por si la alcaldesa de la Ciudad Condal decide el destierro del navegante. “Es un símbolo conocido mundialmente –insiste– y tratan de quitarlo, ¡qué catetada!”.
El dedo de Colón no señala a América, tampoco a Génova –su ciudad natal–, ni mucho menos a Palos de la Frontera, de donde partió el navegante rumbo al Nuevo ;undo. El almirante de bronce mira al mar y, en las últimas semanas, no solo los turistas que pasean por las Ramblas lo miran. La petición de la CUP de retirar el monumento del cartógrafo por, según explican los independentistas, enaltecer el colonialismo y la esclavitud, ha puesto el foco y las miradas en esta efigie de más de 200 toneladas convertida en emblema de Barcelona.
Allí llegó en 1888, con motivo de la Exposición Universal, y ahí seguirá –al menos de momento– dada la postura manifestada por el Ayuntamiento que dirige Ada Colau, que ha aclarado que la retirada del monumento “no forma parte de las actuaciones previstas”. Sin embargo, por si –en un giro de los acontecimientos– se decidiese apear a Colón de su emplazamiento actual, ya hay un plan alternativo para que el Almirante regrese a Palos de la Frontera, un municipio de unos diez mil habitantes que vive con pasión cada 12 de octubre. No en vano, sus antepasados fueron protagonistas del descubrimiento del Nuevo Mundo, una hazaña que se festeja profusamente en la localidad.
Un sinfín de rojigualdas ondean en la calle Cristóbal Colón de Palos de la Frontera. Los colores de la enseña patria salpican los balcones del Ayuntamiento de la localidad, situado en la Plaza de España, y de las viviendas aledañas. En las fachadas hay carteles informando de la terna que participará en la corrida Pinzoniana. Serán los diestros Juan José Padilla, Saúl Jiménez Fortes y David de Miranda quienes hagan el paseíllo por la plaza de Toros del Descubrimiento. El constante trasiego de empleados municipales advierte del trajín que se traen para engalanar la localidad para una de sus fiestas más señeras, la que conmemora el descubrimiento de América. Una efeméride que, de forma directa o indirecta, da nombre a empresas, restaurantes y calles del lugar. El hotel la Pinta o la asociación Tres Carabelas, la barriada de los Pueblos Hermanos o la calle Alonso Martín Alonso Pinzón –oriundo de Palos– engrosan una larga lista de referencias.
“En Palos estamos muy orgullosos de la hazaña que protagonizaron los palermos siglos atrás”, concreta Carmelo Romero, alcalde de la localidad desde el año 1995 y Diputado en el Congreso por el Partido Popular. “El descubrimiento de América está en el ADN de los vecinos, de los niños a los mayores, y es algo que debemos conservar y potenciar”.
Parque temático colombino
Hasta la zona se desplazan anualmente más de 200.000 turistas. El pueblo y su entorno cuenta con un importante número de activos relacionados con el descubrimiento y, gracias a importantes inversiones, sigue añadiendo referencias que enriquecen el ya vasto patrimonio histórico y artístico del municipio. Desde el monasterio de la Rábida a la recreación a escala real de las tres carabelas, la casa natal de los hermanos Pinzón, la Fontanilla –donde se aprovisionaron de agua los navegantes–, o la iglesia de San Jorge, donde rezaron los marineros la madrugada antes de embarcar. Un parque temático colombino.
“Principalmente vienen personas de la tercera edad, familias completas y estudiantes, que aprovechan la visita para aprender una lección de historia y recrear el momento de la partida de los marineros”, desgrana la guía municipal de turismo, Pilar González. El grupo al que atiende mira con atención los detalles de las vidrieras de la iglesia de San Jorge, donde hay referencias a las carabelas.
Muchos hablan catalán y todos coinciden en aplaudir el uso que el ayuntamiento hace de la figura de Colón. “Es una buena forma de dar a conocer un suceso clave en la historia”, sostiene Jennifer Vicente Fernández, guía de Lleida y habitual en las visitas a Huelva. “Independientemente de lo que después conllevó el hecho, no se justifica que se tenga que borrar de los libros o de la memoria de la gente”, puntualiza. El suyo es un autobús más de los tantos que recorren las calles del municipio.
Sin embargo, pese al número de visitantes que anualmente se desplazan hasta la zona, la aportación del turismo a la economía de Palos de la Frontera es anecdótica al atesorar el municipio una de las industrias más importantes de Andalucía y una notable producción agrícola donde destacan las fresas y los frutales. “No nos ha hecho falta vivir del turismo”, reconoce el alcalde. “Ahora queremos potenciarlo y convertirlo en una fuente de ingresos más del municipio y, para eso, tenemos uno de los mejores materiales: el descubrimiento de América”.
Colón, un reclamo turístico
Colón recaló en Palos en la primavera de 1485 con un proyecto que le llevó siete años poner en pie. Antes lo había intentado sin éxito con el rey de Portugal Juan II y su éxito posterior con la Corona de Castilla se debió, en buena parte, a la ayuda de dos frailes del monasterio de La Rábida: fray Juan Pérez, superior de la casa y confesor de la reina Isabel; y fray Antonio de Marchena, astrónomo y humanista, que además era consejero de los reyes.
“Colón vino expresamente a La Rábida, no a España, sino a La Rábida; primero porque era franciscano seglar y, segundo, porque sabía de la existencia de estos dos frailes que le podían ayudar en su empresa”, concreta a sus 80 años el hermano Eloy Majadas García, el mayor de la comunidad de cinco frailes que todavía vive en el monasterio.
En la actualidad, además de atender a los cultos, la comunidad franciscana de La Rábida se dedica a gestionar las visitas, unas 80.000 anuales que antes de la crisis llegaron a las 100.000. “Supone un trabajo bastante grande”, apostilla el religioso.
A escasos días de la conmemoración del descubrimiento, el espacio se convierte en un ir y venir de turistas. Llegan en nutridos grupos y rápido sacan sus cámaras para retratarse en la iglesia, la sala capitular o junto a los frescos que el pintor Vázquez Díaz dedicó a Colón y sus hombres. También en el claustro mudéjar, donde en 1892 la reina regente María Cristina, viuda de Alfonso XII, declaró el día 12 de octubre como Día de la Raza, lo que en la actualidad es el Día de la Hispanidad, fecha marcada en rojo en el calendario de los españoles y, especialmente en el almanaque de los palermos.
“Tenemos muchas fiestas religiosas, como muchos pueblos de España, pero a esas nosotros también añadimos las históricas como el día de la partida de las tres carabelas –3 de agosto de 1492–, el día del descubrimiento o el regreso de la Pinta y la Niña el 15 de marzo de 1493”, desglosa el alcalde de la localidad. “Y lo hacemos a bombo y platillo, siempre con nuestras mejores galas”.
Ese último día, el del regreso de los navegantes, es uno de los más señalados para los vecinos. “El 15 de marzo de 1493 tuvo que ser un estallido de alegría porque la marinería que zarpó rumbo a América estaba formada por muchos palermos”, comenta el historiador municipal, Eduardo García Cruzado. “Ese reencuentro, con la noticia del descubrimiento, tuvo que ser bien celebrado al tratarse de una gesta sin parangón”.
Orgullosos de su papel en la historia
El experto traza ya no solo vínculos históricos con la efeméride, sino también emocionales que se desatan el 23 de marzo de 1492, fecha en la que Colón vuelve a Palos tras unas duras negociaciones con la corte y después de firmar las capitulaciones de Santa Fe, donde se establecen las peticiones que el navegante hace a la Corona. La reina Isabel obliga al pueblo de Palos, por medio de una real provisión, a aportar dos carabelas al servicio de Colón. “Y ahí comienza el capítulo del enrolamiento de la marinería, donde juega un importante papel los hermanos Pinzón”, detalla el historiador.
“Los testimonios de la época dicen claramente que Colón era un extranjero desconocido en la comarca, sin ningún prestigio como marinero, y que nadie en la comarca del Tinto y el Odiel quería enrolarse con un él”, explica García Cruzado. “Y ahí, los hermanos Pinzón, convencidos de apoyar el proyecto, inician una intensa campaña de enrolamiento de sus parientes y amigos”.
“Después de hacer el gran esfuerzo de convencer a la Corona –sigue el historiador–, Colón no iba a dejar el proyecto en manos de cualquiera, de ahí que recurriese a los marineros de Palos, que tenían una fama internacional, no solo en la Corona castellana”. Portugal conocía muy bien las habilidades de los marineros palermos porque a lo largo de todo el siglo XV compitieron a nivel náutico por hacerse con el comercio y la pesca de la zona atlántico-africana. “No cabe duda de que Colón tenía un claro conocimiento, por los años que pasó en Portugal, de la pericia de los marineros palermos, los más adecuados para ejecutar su proyecto”, zanja el experto.
“¿Cómo no sentirse orgullosos del papel que desempeñaron nuestros antepasados?”, se pregunta el alcalde. “Aquel capítulo está en nuestros genes y nosotros, de forma generosa, queremos ofrecerlo al resto del mundo”.
“Se habla ahora de genocidio cuando se trata la figura de Colón. Yo creo que ignorantes y catetos en cuanto a la historia siempre los ha habido”, zanja Carmelo Romero. “En este caso, los ciudadanos de la CUP están demostrando su ignorancia y su catetismo. Pero lo llamativo es que mientras esos señores tratan de renegar de la historia de Colón, hay otro sector de la sociedad catalana que se empeña en robarle la historia a Palos de la Frontera. Me refiero a Pals, un pueblo de Gerona, que trata de demostrar que Colón salió de allí”, prosigue. “Nosotros, cada vez que escuchamos ambas historias nos llevamos las manos a la cabeza y decimos: ‘¡Qué ignorantes unos y otros!”.