La malagueña que alquiló su vientre a una pareja gay: la mala vida de Sonia
Juan Jesús, agricultor, y Luis, peluquero de profesión, pagaron 10.000 euros a la mujer, madre de dos hijos. Ella, sin recursos, decía que tenía una piedra en el riñón.
3 diciembre, 2016 01:54Noticias relacionadas
A la bebé le iban a llamar María. Había pesado 3,4 kilos, lucía cabello moreno y la piel casi nívea. Juan Jesús y Luis, una pareja de novios, la compraron por 10.000 euros. Tras el nacimiento de la niña se la llevaron a su pueblo, Llanos de Vícar (Almería), donde la verían crecer juntos. Se habían convertido en la familia que un día soñaron. Pero su alegría fue efímera.
Todo se frustró cuando la Guardia Civil conoció que habían usado a una mujer de 28 años como vientre de alquiler, una práctica de paternidad que en España es ilegal. La chica, Sonia Calvente Corrales, reside en Villamartín (Cádiz) y se sometió a dos inseminaciones en la clínica Ivi de Málaga. Ambas las pagó la pareja almeriense. En la segunda de ellas, el esperma de Juan Jesús Gómez, que hizo de donante, dejó embarazada a la joven.
Sonia Calvente, que ha vivido durante gran parte de su vida en San Pedro de Alcántara (Málaga), vio en aquellos 10.000 euros el respiro que necesitaba su delicada situación económica.
Divorciada desde 2012, con dos hijos de cinco y nueve años fruto de dos relaciones anteriores, sin trabajo y con su novio actual, Joaquín, también en paro, a Sonia le entusiasmó la propuesta que aquellos hombres le realizaron por teléfono. “¿Estarías dispuesta a ser la madre de nuestro primer hijo?”. Ella tardó poco en responder. “Sí, no lo dudéis”. Le urgía el dinero.
Durante todo el embarazo, la pareja gay fue ingresando en la cuenta de la chica entre 500 y 600 euros mensuales. Habían acordado que ella, tras alumbrar a la niña que llevaba en su vientre, le cedería la tutela a Juan Jesús, el varón que aportó su semen. Sólo entonces ellos pagarían la cantidad restante a percibir por la mujer. Era un plan, en apariencia, perfecto. Aunque se torció. La burla a la Justicia no llegó a darse.
Finales de octubre. Hospital comarcal de Villamartín, una localidad gaditana situada a los pies de la sierra de Cádiz en la que viven 12.300 habitantes. La pareja gay, ambos treintañeros y en buena situación económica, alquilan una casa en la población durante varias semanas. Con Sonia cerca de dar a luz, no quieren perderse el nacimiento de su hija.
Tras el parto, los padres lloran de la emoción. En cambio, la madre tiene sentimientos encontrados. Quiere al bebé que ha llevado dentro durante nueve meses –no en vano, ella puso sus propios óvulos- pero sabe que ha de desprenderse de él dentro de unas horas. Es el trato al que llegaron hace año y medio, cuando los chicos contactaron con ella.
A los dos días del nacimiento, mamá y recién nacida se marcharon a casa con el alta hospitalaria. El parto no tuvo complicaciones, la niña nació lustrosa y la parturienta se había recuperado con normalidad. Sólo una jornada más tarde, la pareja se llevó al bebé hasta Llanos de Vícar. Uno de los chicos le contó a un amigo a través de un mensaje. “Ya soy papá. ¿Recuerdas que te conté que estábamos haciendo lo del vientre de alquiler?”. Pero su felicidad duraría poco. Pronto todo iba a esclarecerse.
Los servicios sociales del Ayuntamiento de Villamartín se presentaron en la casa de Sonia, quien convive con su novio y sus dos hijos –Rocío y Kevin, el mayor de ambos-. Pero la madre de la bebé mintió. Contó que la niña había muerto durante el parto ahogada por el cordón umbilical. También dijo que luego había donado el cuerpo a la ciencia.
Los servicios sociales no creyeron a la chica y le trasladaron sus sospechas a la Guardia Civil, que comprobó que tanto la madre como la bebé recibieron el alta dos días después del parto. Ambas presentaban un perfecto estado de salud. Fue entonces cuando agentes de la Benemérita empezaron a seguir tanto a la pareja almeriense como a la madre biológica de la recién nacida.
El plan diseñado era el siguiente: Sonia cedería la tutela de la niña a su padre biológico, Juan Jesús. Según habían acordado en conversaciones telefónicas y a través de WhatsApp, ante el juez contarían que ambos habían mantenido una relación, durante la que ella se quedó embarazada. Luego, explicarían que habrían roto y que Sonia decidió desentenderse de la pequeña, de la que se haría cargo Juan Jesús.
En uno de esos mensajes que intercambiaron, Juan Jesús le decía a Sonia lo que debía contar. “Nos conocimos en San Pedro de Alcántara en junio [del año pasado]. Yo estaba de vacaciones (…) Empezamos una relación a distancia y nos veíamos algunos fines de semana (…) En febrero quedaste embarazada, entonces planeamos irnos a vivir juntos, irme yo para allá. Pero la cosa se enfrió y tú me pusiste los cuernos con un tal Joaquín, y ya llevas viviendo con él cinco meses (…) No querías hacerte cargo del bebé pero tampoco abortar, pero mantuvimos el contacto para hacerme yo cargo de mi hijo…”.
Pero su plan se vino abajo. La Guardia Civil los detuvo antes de acudir al juzgado. Ahora, los tres están libertad con cargos, acusados de cometer un delito contra las relaciones familiares por alteración de la paternidad, estado o condición del menor. La bebé se encuentra bajo amparo de la Junta de Andalucía, que la ha puesto en manos de una familia de adopción de forma temporal.
Sonia se ha convertido en la segunda mujer española que se ha prestado para engendrar a un niño que luego no criará. El primer caso de vientre de alquiler se dio en Valencia, en 1994. Un matrimonio madrileño pagó a una joven embarazada para que les entregara su bebé tras el parto. En el hospital donde dio a luz sospecharon que la pareja –ambos con más de 40 años- no parecía haber acabado de tener un bebé y denunció.
Sonia siempre negó que estuviera encinta
Sonia Calvente lleva viviendo poco más de dos meses en Villamartín, por eso entre sus habitantes apenas se la conoce. A este pueblo gaditano llegó de otra localidad vecina de la sierra de Cádiz, Prado del Rey, de donde procede su novio, Joaquín, al que conoció cuando trabajaba de albañil en la costa malagueña.
Al llegar a Villamartín, la pareja y los dos hijos de ella se instalaron en la casa de un tío de Joaquín, llamado Pepe. El novio de Sonia -por aquel tiempo embarazada de unos ocho meses- le pidió a su familiar poder quedarse un tiempo en su casa. Se trata de una humilde vivienda de una sola planta situada a las afueras del pueblo, cerca de un cerro.
En aquella casa, la pareja y los niños compartieron una habitación que este martes, cuando el reportero accede a ella de la mano de José, un primo de Joaquín, aún tiene dos camas con las sábanas hechas un revoltijo pese a que hace poco más de un mes que Sonia y los suyos ya no viven allí. Un par de semanas antes del parto se trasladaron a una vivienda que encontraron cerca del hospital del pueblo.
Siempre que los vecinos o la familia de su novio le preguntaban, Sonia decía que no estaba embarazada. “Tengo una piedra en el riñón y, aparte, estoy gordita”, contaba la mujer, aunque casi nadie la creía. Lo mismo le decía a sus dos hijos. La única persona que sabía que estaba encinta, más allá de su novio, era el tío Pepe, al que poco después de instalarse en su casa se lo contó. “Me van a pagar 10.000 euros por tener una niña para unos gays. Necesito el dinero. Espero que no diga nada”, le pidió al hombre. Pero Pepe se lo contó a sus hijos.
María Bueno es hija de Pepe y prima hermana de Joaquín, la pareja de Sonia. Cuenta que la mujer que se ha convertido en vientre de alquiler es una chica posesiva, “sin oficio ni beneficio” y a la que le gusta “la mala vida”. ¿A qué se refiere”, le pregunta el reportero, a quien varios vecinos le han contado poco antes que la joven consume estupefacientes. “Le gustan las drogas, desatiende a sus hijos… De eso te hablo”, corrobora la mujer, sentada en el comedor de su casa junto a su hermano, José, que confirma lo que dice María.
Ucrania y EEUU, países de referencia
Pese a que se ha dicho que la pareja gay de Almería se acogió al método del vientre de alquiler, en realidad no fue así exactamente, aunque se acerca mucho. La gestación subrogada consiste en la implantación de un óvulo ya fecundado en el vientre de una mujer con capacidad de engendrar. Pero en ningún caso la receptora aporta su carga genética. El caso de la madre de Villamartín es distinto. A Sonia Calvente se le introdujo vaginalmente el semen de Juan Jesús Gómez durante uno de sus períodos de ovulación.
En España no es legal la gestación subrogada ni tampoco existe ningún tipo de registro de cuántos niños han nacido mediante esta práctica. Aquí, las personas que quieren ser padres y les es imposible por algún motivo (esterilidad, parejas del mismo sexo, solteros) han de recurrir a terceros países. Aunque las legislaciones de Reino Unido, Grecia o Portugal lo aprueban –con notables diferencias entre ambos-, sólo pueden acogerse a ellas las personas con la nacionalidad de dichos estados, por lo que se excluye a los extranjeros.
“En Grecia se está modificando la legislación para que los foráneos puedan acogerse a esta medida”, explica Óscar Torrico, portavoz de Son nuestros hijos, una organización que aboga por la regulación de la gestación subrogada en España.
En Europa, por el momento sólo Ucrania acepta a extranjeros, aunque han de ser parejas heterosexuales. Los homosexuales y las madres y padres solteros no pueden recurrir al vientre de alquiler en este país. “Las parejas digamos tradicionales -formadas por un hombre y una mujer- están yendo allí para poder tener hijos”, asegura Torrico. “Y cada vez son más por dos razones: una, en España resulta muy complicado adoptar; dos, el contrato de gestación subrogada resulta nulo ante el Estado, que no legisla”.
Fuera de Europa, los vientres de alquiler están permitidos en países tan dispares como Tailandia, India, EEUU o Canadá. En estos dos últimos, está permitida sólo en algunos estados, como el de California, que fue pionero en legislar esta práctica, hace ya casi cuatro décadas. Los dos países norteamericanos se han convertido en la tabla de salvación para las parejas homosexuales que quieren ser padres, cuentan desde Son nuestros hijos.
En EEUU y Canadá se somete a pruebas psicológicas a la madre, quien, como condición indispensable, debe haber gestado previamente para poder participar en el proceso. También está regulado el precio mínimo o máximo a recibir por la mujer, que suele oscilar entre los 25 y los 35.000 dólares en función de cada estado, cuya legislación también varía.
El proceso es sencillo: uno de los dos miembros de la pareja (sean hombres o mujeres) cede semen u óvulos. Luego, escogen a un donante del sexo contrario dentro de un catálogo que les facilita la clínica de reproducción elegida. Después, el óvulo fecundado externamente se implanta en el vientre de alquiler.
“Es muy complicado que un proceso de reproducción de este tipo baje de los 80.000 euros de coste”, dice Oscar Torrica, quien ha recurrido, junto a su novio, a la gestación subrogada en EEUU. Ahora mismo, la pareja espera su primer hijo. “Es imperioso que en España se regule para que personas como yo, y otra mucha gente, podamos tener hijos sin la necesidad de recurrir a clínicas reproductivas en el extranjero”.
Debate en España
Muchos rostros conocidos en España han recurrido a la gestación subrogada para ser padres. Los cantantes Miguel Bosé y Miguel Poveda, o el empresario hotelero Kike Sarasola y su marido, Carlos Marrero, quienes tuvieron su segundo hijo a finales del año pasado. Pero también centenares de heterosexuales.
La figura política que más abiertamente se ha mostrado a favor de regularizar la gestación subrogada en España ha sido la popular Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid gracias a su acuerdo con Ciudadanos. Eso sí, apuesta por incluir la prohibición de que que entre las partes se produzca un intercambio económico.
“Soy partidaria de regular jurídicamente la gestación subrogada porque es una realidad que está ahí. La falta de regulación produce efectos muy perjudiciales. Recurren a este sistema aquellas familias que pueden permitirse viajar a países donde está permitida- sostiene la presidenta madrileña- y eso genera una importante desigualdad con aquellas otras que carecen de recursos económicos. Si se regula, debemos garantizar que sea completamente altruista y no se convierta en un intercambio mercantil”.
A mediados de marzo de este año, el PP y Ciudadanos presentaron una proposición no de ley en la Asamblea de Madrid para regular los vientres de alquiler. La iniciativa fue rechazada por 64 votos en contra (PSOE y Podemos) y 62 a favor. Se da la circunstancia de que tres parlamentarios díscolos de las filas populares impidieron que la medida saliera adelante. Dos de ellos se ausentaron durante la votación y otro, Luis Peral, rompió la disciplina de partido y votó contra la propuesta de su lideresa.
En el caso de Podemos, su negativa vino porque no se había aceptado una enmienda presentada por la formación magenta. Sin embargo, el partido liderado por Pablo Iglesias a nivel nacional se muestra partidario de la apertura de un debate sobre esta práctica de reproducción.
Por su parte, el PSOE se posicionó en contra porque, según dijo la diputada madrileña Josefa Navarro, la gestación subrogada es "algo que ya está regulado", puesto que está prohibida y es "ilegal". La formación socialista mantiene esta misma postura en todo el país.
Ni rastro de ellos
Juan José y Luis son vecinos de Los Llanos de Vícar, aunque desde hace días la puerta de su vivienda, ubicada en la calle Mar de Alborán, permanece cerrada. Lo mismo ocurre con la de la peluquería de Luis, situada en la misma casa, un dúplex que se ha convertido en el centro de las reivindicaciones de gran parte de los vecinos de esta pareja que, incluso, han colgado pancartas pidiendo que paren “las mentiras” o que “la niña merece estar con su padre”.
El abogado de la pareja, Carlos Aranguez, los defiende. “En absoluto se ha alterado la filiación de la recién nacida: se promovió su inscripción en el Registro Civil, constando en todo momento como madre Sonia y como padre Juan José”. El letrado añade que “la menor jamás estuvo desamparada”.
Esta misma versión defienden quienes conocen a la pareja. Los vecinos de Los Llanos no dudan en afirmar que la niña “no va a estar con nadie como con ellos”. “Conozco a estos chicos del barrio, uno de ellos (Luis) es de una familia de aquí de toda la vida y son una pareja excepcional”, indica el propietario de la cafetería a la que suelen acudir habitualmente.
No en vano, ambos residen en esta casa desde hace casi una década y son miembros activos en la vida social de la barriada. Juan José “se dedica a la agricultura”, indica su abogado, mientras que Luis se encarga de la peluquería. Cuando tuvieron a su hija, “muy deseada” -dice otra vecina- vieron cumplido el sueño de muchas parejas treintañeras.
Ambos son dos chicos que permanecen juntos en todo momento. Luis acompañó a Juan José cuando esta semana ha tenido que declarar por videoconferencia ante el juez de Arcos de la Frontera (Cádiz) que lleva el caso. Fue este pasado miércoles. Lo hizo desde Almería.
Mientras tanto, en su vivienda, cerrada a cal y canto, sólo se escuchan los ladridos de su perro esperando a que vuelvan sus amos, quienes, a punto de tocar el cielo, ahora lloran lejos de la que veían como la hija que siempre anhelaron.