Agosto de 2015. Una playa cualquiera. Entre cachimbas, cubatas y risas, todos los miembros de La Manada se fotografían en grupo. Aparecen sonrientes, relajados. Sin saberlo, la persona que hace la foto de aquellos chicos musculados está retratando a los siete integrantes del chat de Whatsapp por el que, casi un año después, circularán los vídeos de los abusos sexuales cometidos por cuatro de ellos sobre dos mujeres, una en mayo, en Pozoblanco (Córdoba), y otra en julio en Pamplona (Navarra).
En el centro de la imagen, con gorra blanca y un collar de cuentas al cuello, aparece Jesús Escudero, peluquero de profesión y con un tatuaje en el costado derecho de su torso simulando la huella de un lobo. Por aquel tiempo aún trabajaba en la peluquería que su tío tiene en la calle Pagés del Corro, en pleno corazón del barrio sevillano de Triana.
A su izquierda, también de rodillas, está Alfonso Jesús Cabezuelo, soldado de la Unidad Militar de Emergencia (UME) destinado en la base sevillana de Morón de la Frontera. Él, en su pie derecho, se tatuó a un lobo aullando y la frase ‘El poder del lobo reside en la manada’.
A la derecha de la imagen, de pie, aparece José Ángel Prenda, que sostiene un vaso de plástico con la mano. En uno de sus codos se le puede leer: ‘Si no hay dolor, no hay juego’. A su lado está el guardia civil Antonio Manuel Guerrero Escudero, quien luce gorra negra y gafas de montura amarilla.
En la parte superior de la imagen, a la izquierda y también de pie, aparecen los otros tres miembros de La Manada, nombre que eligieron para uno de sus chats de móvil. Son Sergio C., al que apodan Caly y luce bañador amarillo; Jairo V., quien sostiene la goma de la cachimba, y Luis David D., Luisda, que hace el gesto de victoria con su mano derecha. Ellos no participaron en ninguna de las dos presuntas agresiones sexuales, pero fueron los primeros en ser testigos de las fechorías de sus amigos cuando recibieron los vídeos que la banda de El Prenda se grabó.
De los cinco acusados de San Fermín, sólo falta Ángel Boza. Él ni es miembro del chat La Manada ni participó en los abusos cometidos en mayo de este año sobre una joven de 21 años de Pozoblanco.
En cambio, Boza sí estuvo presente –y se encuentra preso por ello junto a sus cuatro amigos- la madrugada del 7 de julio, cuando él, el militar, el guardia civil, el peluquero y El Prenda abusaron de una chica madrileña de 18 años en el patio de un edificio de Pamplona. En ambas ocasiones, tanto en Navarra como en Andalucía, la banda de El Prenda envió varios vídeos al chat La Manada. Luisda, Jairo y Caly los recibieron, los visualizaron y los comentaron con sus amigos.
“Vino de follarse a la bella durmiente”
En una de esas primeras grabaciones –registrada a las 7.23 de la mañana del 1 de mayo por José Ángel Prenda con el móvil del agente de la Benemérita- se ve a ambos en los asientos delanteros de un Volkswagen Golf conducido por el guardia civil. Detrás van el militar y el peluquero, quienes le toquetean los pechos a una joven cordobesa en visible estado de inconsciencia. Luego, se suman sus dos amigos de fechorías, el peluquero y el militar.
José Ángel Prenda envió ese vídeo al chat La Manada a las 7.45 de la mañana. Él mismo decía en referencia a su amigo guardia civil: “Vino de follarse a la bella durmiente”. Y luego añadía: “Perdimos el salto [la oportunidad] de hacer algo histórico”.
También enviaron esas imágenes al chat Peligro, donde hay 21 miembros. "Madre mía que le echasteis burundanga. K bueno", celebraba Ángel Boza, el quinto miembro de los detenidos en San Fermín, quien esa noche no estuvo en Pozoblanco. "Está muerta o que?", pregunta otro. "Estaría en coma", le responden. "Madre mía os van a meter preso chavales jajaja. Carman (Prenda) ve un cuerpo humano inconsciente y ahí está el tío ya sea para robarle o para meterle mano jajaja", tercia otro de los 21 miembros del chat.
Dos meses más tarde, ya con la compañía de Ángel Boza, los cinco amigos sevillanos violaron, presuntamente, a una joven madrileña de 18 años que habían conocido la primera noche de fiesta de los Sanfermines. Aquellas imágenes también las enviaron a ambos grupos. Desde entonces, ellos están en prisión a la espera de juicio.
“¿Quién es el mejor?”
El peluquero Jesús Escudero Domínguez y su primo el guardia civil, Antonio Manuel Guerrero Escudero, estudiaron juntos en el colegio Juan Nepomuceno Rojas. Está situado a un par de minutos de Nervión, el estadio del Sevilla CF, el club de sus amores.
En este centro educativo conocieron a Caly, Jairo y Luisda. Los cinco, junto a El Prenda y el militar, formaron el grupo La Manada siendo sólo unos niños, cuando aún jugaban por las calles de los barrios sevillanos de Amate o Los Pajaritos. Decían que eran lobitos. Luego, de adultos, usaron ese nombre para un chat de Whatsapp.
Un excompañero de clase de Jesús que exige mantenerse en el anonimato para hablar con el periodista, cuenta que el ahora peluquero detenido, cuando tenía 14 o 15 años le pedía a su novia –su pareja actual- que “le mordiera, besara o tocara su pene en medio de la clase”. “Lo hacía aprovechando que no había profesores y durante los cambios de turnos entre asignaturas. Ella se agachaba a su pupitre y lo hacía. Eso sí, siempre con el pantalón puesto, sin llegar a tocar carne”.
Escudero y su novia se sentaban juntos, pupitre con pupitre. En ocasiones, según cuenta su antiguo compañero, Escudero, al que llamaban Escu, le preguntaba a su novia en voz alta: “¿Quién soy yo?”. Y ella respondía: “Super Escu”. “¿Quién es el mejor?”. “Escu”. Todo ello en un tono de superioridad y dominio ante ella.
Aquella novia del peluquero sigue siendo su pareja. Pese a su entrada en prisión, continúan juntos. Durante una de las comparecencias ante el juez instructor, Jesús Escudero dijo entre lágrimas que, siendo un adolescente, violaron a su novia. Debido a ello, aseguró que sentía “odio hacia los violadores”. Sin embargo, su excompañero de clase pone en duda que fuese ella la adolescente de la que abusaron.
Este conocido de Jesús Escudero con el que habla EL ESPAÑOL cuenta del detenido que no era buen estudiante y que se pasaba el día jugando a fútbol. Además, explica que “nunca” fue un chico que tuviese “problemas graves con otros niños, ni tampoco era agresivo”. Pero añade: “Era machista”.
Violaciones, robos…
Las conversaciones de Whatsapp mantenidas por los cinco sevillanos durante las semanas que transcurrieron entre los abusos de Pozoblanco –mayo- y los de Pamplona –julio- evidencian las principales obsesiones de los amigos: el sexo, el culto al cuerpo, las drogas, el fútbol...
En el chat La Manada (y también en otro llamado Veranito) los chicos hablan entre sí de robar, del uso de sedantes para mantener relaciones sexuales e, incluso, realizan afirmaciones sobre “violar” a mujeres. “Estas vacaciones son la prueba de fuego para ser un lobo”, le dijo el guardia civil a Ángel Boza –único amigo que no está dentro de dicho chat-. Fue sólo unos días antes de viajar juntos a Pamplona.
Los grupos La Manada y Veranito eran los dos principales foros de encuentro de los cinco acusados. En ellos, el militar Alfonso Jesús Cabezuelo, el guardia civil Antonio Manuel Guerrero, José Ángel Prenda, Jesús Escudero y Ángel Boza compartían confidencias sobre sus vidas, incluidas las más íntimas, como las relaciones sexuales con mujeres, sus salidas nocturnas, su afición por el Sevilla CF o los preparativos de un viaje que iban a realizar a Pamplona, previo paso por Barcelona y San Sebastián.
A mediados de junio, pocos días antes de dar inicio la Eurocopa de Francia de fútbol, el agente de la Benemérita al que se le ha apartado de su puesto dijo que, en caso de ir a algún partido de la competición, “violaría a una rusa que vea despistada y [le daría] un palizón a un niño de 12 años inglés. 2-0 y pa’ casa”.
En esas mismas fechas, el guardia civil comentó que prefería visitar un centro de personas “enfermas mentales” junto a sus amigos de La Manada que ir a “un puticlub”. “¿Tú sabes el lote de reír que te puedes dar?”, preguntó a los seis miembros restantes del grupo, entre ellos Luisda, Jairo y Caly.
Precisamente, fue en el grupo Veranito, formado exclusivamente por los cinco presos, donde el mismo agente planteó el 22 de junio la posibilidad de integrar a Ángel Boza en el chat La Manada. “Jaja, no que aún no he hecho méritos para ser un lobo”, le respondió el aludido. “Estas vacaciones son la prueba de fuego”, le desafió su amigo el uniformado.
En ese mismo chat, mientras planificaban sus vacaciones, Ángel Boza planteó llevar drogas a Pamplona. Fue el 24 de junio, justo dos semanas antes de que se les detuviera. “¿Llevamos burundanga? Tengo reinoles (pastillas sedantes) tiraditas de precio. Para las violaciones”. Raudo, respondió el guardia civil. “Yo llevo la pistola, no quiero mamoneos. Cuando estemos borrachos se saca la pistola”. Tras varias risas y comentarios, José Ángel Prenda interviene. “Como me vea acorralado le meto un tiro en la rodilla al que sea. Jajaja”.
Ya en Pamplona, sólo dos horas y media antes de estar con la víctima de la violación, el militar Alfonso Jesús Cabezuelo confirmó a sus amigos de La Manada que los planes de “locura y desenfreno” estaban cumpliéndose.
“Las mejores vacaciones de mi vida. He estado en Cuba, Las Vegas, Los Ángeles, pero vaya despipote este viaje”, escribió a las 0.51 horas del 7 de julio, ante lo que se interesó Caly: “¿Robado y follado mucho?”. “Robado todos menos yo”, le respondió el militar. “Ángel, disfruta ahora que en la celda te acordarás de estos ratillos”, le aconsejó el mismo amigo de La Manada a otro de los acusados. Aquello sonaba a premonición.