Pau Garcia, un pastor de ovejas y cabras, llega a las 8 de la mañana a la finca donde descansa su rebaño. Lo primero que se encuentra es a dos perros de presa sentados en la puerta. “Malo”, piensa Pau. Confirma sus sospechas cuando mira la valla metálica y ve que hay un agujero.
La finca tiene un enorme patio y una nave. El pastor cruza la valla y se da de cara con una veintena de cadáveres. Hay ovejas degolladas por todos lados. Pau corre hacia el interior de la nave y encuentra un espectáculo dantesco: casi la mitad de sus 297 animales han sido masacrados. Cuerpos de cabras y ovejas muertas se amontonan en una pila.
El holocausto ovino se produjo la noche anterior. Sucedió en Matadepera (Barcelona), un pueblo de 8.000 habitantes a las faldas de una montaña. De una casa con un enorme jardín se escaparon dos perros de presa, de raza American Staffordshire Terrier. Como lobos a medianoche, rondaron el pueblo a la luz de la luna, buscando algo que echarse a la boca.
EL REBAÑO MÁS POPULAR
No tardaron en llegar a un cercado repleto de ovejas. Los perros (obviamente) no lo sabían, pero se encontraban frente al rebaño más popular y querido del pueblo: las denominadas “ovejas bomberas”. 297 cabezas de ganado contratadas por el Ayuntamiento para hacer tareas de mantenimiento forestal contra los incendios. Se comen las malas hierbas de las franjas de seguridad, manteniéndolas limpias. Por las noches descansan en una finca de una zona rural rodeada por una valla metálica.
Los dos perros, un macho y una hembra, empujaron la valla con la cabeza, la mordieron y escarbaron la tierra con las patas. Al final consiguieron abrir un agujero lo bastante grande como para colarse. Una vez dentro, empezaron su macabro festín.
Las casi 300 cabezas de ganado (60 cabras y el resto ovejas y corderos) huyeron despavoridas hacia el interior de la nave. Por el camino, los perros fueron atacando a los animales que se iban quedando rezagados. Mataron a 20 ovejas en el patio y embocaron el almacén repleto de animales espantados. A 50 metros del lugar hay una casa, pero está deshabitada. Como en los cuentos, nadie avisó de que venía el lobo, o en este caso, de que venían los American Staffordshire Terrier. Las ovejas bomberas intentaron cobijarse en el interior de la nave, pero eran tantas huyendo a la vez que provocaron un tremendo tapón y murieron chafadas o asfixiadas.
“Es su reacción natural”, cuenta Pau Garcia, propietario y pastor del rebaño masacrado. “Cuando se ven amenazadas, se apilan entre ellas, se amontonan. Sobre todo las ovejas. Las cabras son más listas y se escapan. De las 60 cabras que tenemos, sólo han muerto 10. El resto han sido ovejas y corderos. Y las causas principales de las muertes han sido el aplastamiento y la asfixia. Los perros no se habrán cargado a más de 20. El resto han muerto hacinadas, como si fuera una cámara de gas”, se lamenta.
UN PASTOR VOCACIONAL
Ha sido un duro golpe para Pau Garcia. Tiene sólo 28 años, pero siempre ha tenido vocación de pastor. “Cuando era niño, siempre pedía una cabra para Reyes, pero nunca me la trajeron”, recuerda ahora. Una vez le regalaron dos tortugas. Se enteró de que a su amiga le habían regalado una cabra y se la cambió. Así empezó su carrera como pastor, que se profesionalizó hace cuatro años.
El Ayuntamiento de Matadepera lleva diez años empleando a ovejas y cabras para limpiar el sotobosque. En sus orígenes, el rebaño era municipal y desde la concejalía pagaban a un pastor. Pero los resultados no fueron los esperados y, hace 4 años, decidieron contratar a Pau Garcia, que empezaba a ampliar su pequeño rebaño. La experiencia fue muy positiva. Desde entonces no han cambiado el formato y el número de incendios ha descendido.
FUEGO Y PERROS DE PRESA
Matadepera es el municipio con la renta per cápita más alta de Cataluña. Algunos años incluso ha liderado las estadísticas de España. Es un pueblo situado a los pies de una montaña, con grandes extensiones de bosque y numerosos chalés con amplios jardines. Por sus características, el fuego y los perros de presa han sido dos de sus problemas recurrentes en los últimos tiempos.
El fuego ha azotado con fuerza al municipio durante varios veranos. En 1986 se declaró uno de los mayores incendios forestales que se recuerdan en la comarca. Por eso, desde el Ayuntamiento siempre han destinado importantes partidas económicas a la prevención de incendios. Entre ellas, la relativa a la contratación de ovejas.
El problema de los perros de razas potencialmente peligrosas se debe a la fisonomía de los hogares. Abundan las casas muy caras con grandes extensiones de terreno. Casi todos los propietarios tienen perros de guarda, lo que alguna vez ha provocado sucesos graves. En 2002, dos pitbulls se escaparon, derribaron a una cartera que circulaba en moto y le destrozaron la cara.
“Recientemente hemos tenido algún otro caso, de un joven atacado por otros dos perros de presa”, reconoce el concejal de Medio Ambiente, Marcellí Bosch, “por eso hemos modificado la ordenanza de tenencia de este tipo de animales. Para intentar evitar daños como el de esta semana”. Bosch recuerda que “la semana pasada me encontré con Pau y me habló de la idea de ampliar el rebaño, por los buenos resultados que estaba obteniendo. Y ahora mira…”.
Ahora, el pastor ha perdido 122. La mañana después del desastre habían muerto 96 animales. Al día siguiente la cifra se había elevado a 113 y, en el último recuento, se habla de 122 fallecidas. “Están las que murieron a bocados. Luego las que fueron asfixiadas y chafadas. Y otras que hemos tenido que sacrificar de malheridas que estaban. A eso le tenemos que sumar los corderos que se han quedado sin madre que les amamante y los abortos de las ovejas que estaban embarazadas, que han sido muchos. Y durante los próximos 15 días pueden abortar otras tantas, porque han estado sometidas a un estrés enorme. Un desastre”, reconoce.
CADA ANIMAL TIENE UNA HISTORIA
Pau Garcia asegura que no le duele solamente el daño económico que le ha causado el ataque: “Como las personas, cada oveja y cada cabra tienen una historia detrás. Y yo las conozco todas. A medida que iba recogiendo los cadáveres, iba identificando a cada animal y acordándome de la historia que cada una tiene detrás. Ha sido terrible”.
Pau consiguió aislar a los perros en una habitación y avisar a los Mossos. La policía pudo comprobar que los perros tenían chip y así localizaron al dueño. El seguro que tiene contratado el pastor tendrá que ponerse de acuerdo con el seguro del dueño de los dos Staffordshire. De momento, Pau Garcia ha mantenido algunas reuniones con el Ayuntamiento para intentar conseguir soluciones. “Ahora, cuatro días más tarde, empiezo a estar más tranquilo y a verlo de otra forma, pero los primeros días he estado muy mal”.
PAU LES DIO DE BEBER
Cuando se le pregunta a Pau si se le pasó por la cabeza matar a los perros al ver la carnicería que habían provocado, Pau reacciona rápido: “En absoluto. No quiero ni que los sacrifiquen. De hecho, lo primero que hice cuando vi lo que habían hecho fue darles de beber. Estaban deshidratados por el suceso de la noche y necesitaban agua. A mí no me hicieron ni el amago de atacar. Ni a mí ni a nadie. Ellos en realidad estaban haciendo su trabajo: son perros de presa y hacen estas cosas”. Donde Pau ve realmente el problema “no es en los animales, sino en sus dueños, que algunos no saben lo que tienen, o al menos no saben poner las medidas suficientes como para que no provoquen una desgracia. Se trata de hacer pedagogía y de saber qué tiene cada uno entre manos”.