Hace 20 años, la vedete y presentadora Bárbara Rey, cuyo verdadero nombre es María Margarita García García (Totana, Murcia, 2 de febrero de 1950), protagonizó uno de los episodios más oscuros en la complicada trama de las supuestas aventuras amorosas del hoy rey emérito Juan Carlos de Borbón. Un tema del cual en España siempre se ha hablado pero siempre se ha preferido identificar a los dos protagonistas sin nombre concreto, sino con calificativos como “el rey y la vedete”, o bien “Bárbara Rey y una alta personalidad del Estado”.
La historia de Bárbara Rey con el monarca comenzó a principios de la Transición. Se hicieron amigos por medio de Adolfo Suárez, otro amigo de la entonces vedete en una etapa en la que ella apoyaba al líder de UCD como mejor sabía. Suárez, que había sido director general de Radiodifusión y Televisión, impulsó su salto a la televisión cuando Valerio Lazarov la llamó para presentar en TVE la Gala Especial de Nochevieja de 1975, junto a Ágata Lys, Paca Gabaldón y Didi Sherman.
Un año más tarde, la vedete atrajo la atención de todo el público con un programa de variedades de la noche de los sábados en la televisión pública, titulado Palmarés, que lanzaría definitivamente a la fama a su entonces desconocida presentadora. Bárbara Rey tomó ese nombre por su admiración hacia la actriz Bárbara Streisand y el actor español Fernando Rey. Por entonces Suárez era ya presidente del Gobierno español en el segundo Ejecutivo, dentro del reinado de Juan Carlos I.
SUÁREZ LOS PRESENTÓ
Fue precisamente Adolfo Suárez el que se la presentó, conocedor de los gustos físicos del rey Juan Carlos en cuanto a mujeres se refiere. Dicen que el monarca disfrutaba de un trato muy familiar con todos los miembros de la familia de Bárbara Rey, era considerado como uno más y, además, disfrutaba de las paellas que la actriz murciana le preparaba en la barbacoa de su chalé de Boadilla del Monte y antes en la Moraleja.
Fue a comienzo de los años noventa cuando Bárbara Rey cambió el domicilio conyugal que tenía con Ángel Cristo en La Moraleja por otro en Boadilla del Monte. Según ella misma ha confesado a sus íntimos amigos, eligió esa zona por indicación del rey, ya que estaba más próxima al Palacio de Zarzuela y al monarca le resultaba más fácil desplazarse con su moto. Según fuentes solventes, Juan Carlos I acudía con relativa frecuencia a la casa de la actriz donde se hacían los encuentros; nunca en La Zarzuela.
La relación, iniciada a comienzo de los años ochenta, continuó de manera intermitente a lo largo de muchos años, hasta que un buen día, en el mes de junio de 1994, don Juan Carlos, con frases amables, le hizo saber que la historia había acabado. Pero Bárbara no estaba dispuesta a pasar página tan fácilmente. Para lo cual disponía de todo un arsenal de grabaciones y fotografías obtenidas en varios encuentros. Por alguna razón desconocida, la vedete siempre había tenido la afición de dejar constancia de las conversaciones privadas con sus parejas.
LA DISCUSIÓN FAMILIAR
A primeros de marzo del año 2000, en el programa Crónicas Marcianas, salió en antena la grabación de una discusión entre ella y su ex marido, Ángel Cristo, que su hija Sofía puso vía telefónica a los telespectadores. La intención de Sofía Cristo era hacer quedar mal a su padre, que en la cinta, sin que se supiera a santo de qué, insultaba a Bárbara diciéndole a grito pelado que era una puta. Pero consiguió el efecto contrario cuando el domador de tigres en decadencia, presente en el plató, soltó un lastimoso: “Si esta señora ha sido capaz de chantajear a uno de los hombres más importantes de nuestro país, cómo no va a tratar de destruir a un pobre y humilde hombre de circo como yo”.
Al parecer, la discreción no ha sido nunca uno de los mejores atributos de Juan Carlos de Borbón. Con su supuesta amante hablaba sin tapujos de todos sus problemas, incluyendo aspectos íntimos sobre la reina. Era el hijo mayor de Bárbara Rey, Angelito, el que se encargaba de realizar casi todas las grabaciones de audio y las fotografías al rey. Según fuentes de total solvencia, no había grabaciones de vídeo; solo había grabaciones de voz y múltiples fotografías tomadas en el jardín de la casa de Boadilla. Hay que situarse en el tiempo y observar que por esas fechas las grabaciones de video eran muy escasas y hasta el CNI, entonces CESID, tenía en sus archivos una fonoteca donde grababa las conversaciones de voz de los principales actores de la vida pública española y no una videoteca.
Durante esos años de placentera relación, las atribuciones mensuales que Bárbara Rey recibía de los fondos reservados del Ministerio del Interior rondaban entre un millón y dos millones de pesetas. Más tarde fueron ingresados en una cuenta bancaria en Luxemburgo. Según ha publicado Ok Diario, los agentes del CNI le abrieron una cuenta bancaria en el Kredietbank Luxembourg a la que transfirieron una primera cantidad de 26,3 millones de pesetas (160.000 euros). La cuenta secreta tenía asignado el número 55-209185-88-1 y estaba calificada como “compte kt plus”, un servicio de mayor remuneración financiera. Para ocultar la identidad de los verdaderos beneficiarios, figuraba a nombre de la firma comercial W.K Dibiapur, una sociedad off shore constituida en un paraíso fiscal.
UNA LEALTAD REAL
Sin embargo, los ingresos se cortaron cuando la relación se interrumpió y fue cuando ella intentó llegar a un acuerdo indicando que tenía material gráfico y audiovisual complicado para los intereses de la Casa del Rey. La operación la llevó personalmente Manuel Prado y Colón de Carvajal, el gran amigo financiero del rey Juan Carlos, fallecido en 2009 en Sevilla y cuyas memorias tituladas “Una lealtad real”, que iban a ser publicadas por la editorial del ex ministro del Partido Popular, Manuel Pimentel, no salieron finalmente al mercado, ya que los libros editados fueron guillotinados en lo que se define en el argot literario como “el molino”.
Dicen que cuando los cómplices que ayudaron a Bárbara Rey en la operación que tenía previsto hacer, vieron y escucharon algunos ejemplos de lo que tenía grabado, se asustaron de la sangre fría de la vedete. Bárbara le echó imaginación y se inventó que había recibido un paquete en su casa, con algunas copias del material gráfico. Lo único que hizo ella, según su versión, fue entrar en contacto con la persona correspondiente para avisarla del peligro.
Quienes han escuchado las conversaciones dicen que lo verdaderamente preocupante son las palabras, como si nada pasara, del monarca sobre cuestiones de política nacional y, muy especialmente, algunas frases relativas a los sucesos del golpe de Estado del 23-F. Según una versión muy distinta, la gravedad de las confesiones del rey a la vedete era, sobre todo, por la imagen frágil que transmitía en lo referido a su estado anímico.
Por otro lado, también había material gráfico abundante. “Se trata de recuerdos de mi vida privada. No tenían ningún objetivo”, según declaró en su día la vedete al autor de este reportaje, entre los cuales estaban fotos amateurs hechas por su hijo Ángel desde el jardín, mientras la pareja disfrutaba de una paella.
Pero además se supo que, desde 1993, asesorada por un proveedor de materiales de espionaje, en su chalé de Boadilla del Monte había montado todo un nido de “vigilancia” que disponía de una cámara de vídeo camuflada en las cortinas del dormitorio. La artista había comprado un equipo de grabación a su amigo Antonio Durán, el dueño de la famosa “Tienda del espía”, que se lo instaló en un lugar oculto de su casa para que nadie lo notara. Y había hecho copias de los materiales grabados que tenía repartidas supuestamente tanto en España como en el extranjero, guardadas en una caja fuerte en Luxemburgo, donde tenía instalado su paraíso fiscal.
Entre sus cómplices se encontraba Ramón Martín Ibáñez, quien entró en escena encarnando a quien da la cara como supuesto chantajista para solicitar nada menos de 12.000 millones de pesetas. Pero el montaje no funcionó. Ya no se fiaban de ninguna manera de su palabra. Ante la negativa de Prado de negociar, la vedete intentó ponerse en contacto directamente en el Rey, pero no lo consiguió. Y en los tiras y aflojas del asunto, los cómplices acabaron quedando fuera de la negociación, pero Bárbara Rey se salió finalmente con la suya.
BÁRBARA VUELVE A LA TELE
Todo parecía que entraba en vías de solución gracias a un programa de TVE que arregló el entonces director del Ente, el castellonense Jordi García Candau, luego director general de la televisión pública de Castilla-La Mancha con José Bono, y que hizo volver fugazmente a Bárbara Rey a la fama de la pequeña pantalla.
El 4 de noviembre de 1994, Bárbara Rey regresó inesperadamente a la pequeña pantalla como presentadora-vedete del programa de variedades “Esto es espectáculo”, en la primera cadena de la televisión estatal, en un día privilegiado y a una hora estelar. Tras 17 años de ausencia televisiva, pocos se acordaban ya de lo grave que sonaba ante las cámaras la voz de la artista.
UNA EXTRAÑA ENFERMEDAD
El 23 de febrero de 1996 la vedete padeció una extraña enfermedad en medio de la grabación del programa “Esto es espectáculo”. Dicen que le acababan de dar la noticia de que personas no identificadas estaban buscando en casa de sus padres, en Totana (Murcia), las mencionadas grabaciones. La preocupación principal de Zarzuela seguía siendo recuperar el material comprometedor.
Debido a lo delicado el material del que se trataba, sobre todo en el ámbito político, la Casa del Rey informó al entonces CESID (hoy CNI), cuyos espías se encargaron el asunto mano a mano con Manuel Prado y Colón de Carvajal, por entonces presidente de honor del parque temático urbano Isla Mágica, en la isla de la Cartuja de Sevilla. Dicen que Prado, implicado también en el caso de Javier de la Rosa, dudó de Bárbara desde el primer momento, convencido de que lo había hecho ella misma.
EL MALETÍN ARDIENDO
Los miembros del CESID llegaron a un principio de acuerdo con Bárbara Rey: tenían que visionar el material para ver si éste era verdadero y cuantificar la importancia económica. Para ello le entregaron un maletín para que Bárbara depositara allí el material. Las llaves las tenían ellos y la actriz sólo tenía que entregárselo. Cuál fue su sorpresa cuando depositó el material, y al cerrar el maletín comenzó a salir humo de él.
Los miembros del CESID habían incorporado un material químico dentro de la maleta, para eliminar y destruir todo el material conforme se introdujera en él. Al ver salir humo y ante el temor de que fuera una bomba, Bárbara Rey arrojó corriendo el maletín a la piscina de su casa de Boadilla, donde permaneció en su fondo casi una semana. Afortunadamente para ella, la actriz tenía otra copia de seguridad guardada en una caja fuerte de Luxemburgo, bajo clave de 18 dígitos.
A partir de entonces todo empezó a ir mal, sobre todo cuando no le renovaron el contrato en televisión. El programa desapareció de la parrilla por falta de audiencia y Bárbara, muy enfadada, empezó de nuevo a presionar otra vez exigiendo un aumento de la asignación mensual. Algunas personas aseguran que lo que de verdad quería la vedete era volver a estar en la tele, satisfacer su ego; pero los encargados de negociar con ella no lo entendieron así.
ENTREVISTA CON MARIO CONDE
El asunto se complicó sin remedio desde la primavera del año 1996. Ya al comienzo de 1997 se puso en marcha la fase más dura del supuesto chantaje. Así, Bárbara Rey se entrevistó a finales de enero de ese año con el ex banquero Mario Conde para facilitar al expresidente de Banesto la información que la actriz calificaba de “comprometedora”. Durante el encuentro, Bárbara Rey manifestó a Conde que había sido presionada por Manuel Prado para que no se difundiera lo que ella sabía y que había sido vetada en todos los medios de comunicación.
El exbanquero, condenado a prisión por los casos Argentia Trust y Banesto, aseguró en su día que, tras la entrevista, se limitó a informar a los afectados, pero que nunca vio ni adquirió el material. Fuentes solventes dicen que la actriz hizo escuchar a Conde una cinta magnetofónica de una de las conversaciones que mantuvo con la persona de confianza de Juan Carlos I. Mario Conde y Bárbara Rey se conocían desde hacía años, ya que Conde contrataba el circo de Ángel Cristo para una función de fin de año a todos los empleados de Banesto.
Por otra parte, Cristina Ordovás, condesa de Ruiz de Castilla, un antigua amiga de la actriz, también señaló que Bárbara Rey le contó los hechos denunciados y que ella le recomendó que se pusiera en contacto con el policía Miguel Ángel Díez, el agente que investigó la carta-bomba sin reivindicar que en 1992 hirió gravemente a su marido, Juan Goyeneche Moreno.
PRESENTA DOS DENUNCIAS
La actriz presentó inicialmente dos denuncias en comisaría: una, el 25 de mayo de 1997 y otra, el 1 de junio del mismo año. El motivo era el robo de “tres cintas de cassette, cinco de vídeo y veinte diapositivas”, de contenido comprometido para una “alta personalidad”. En la denuncia, la actriz mencionaba los nombres de “un tal Eladio García Suárez” y el nombre de Luis Anasagasti como unas de las personas que la presionaron. Se da el caso de que algunos agentes del CESID utilizaban habitualmente el apellido Anasagasti.
En la denuncia se decía que el año anterior, cuando en su casa estaba el servicio de reserva porque el habitual se encontraba de vacaciones, dos personas acudieron a su residencia en Boadilla del Monte y “les dijeron que querían tomar fotos de la entrada y del salón de mi casa, que iban a hacer un libro sobre mi vida”. El servicio accedió. Una vez en la casa, y siempre según su versión, los dos reporteros se interesaron por otras dependencias, “incluso por dónde estaba la caja fuerte”. El servicio empezó entonces a sospechar y a pesar de que les ofrecieron un millón de pesetas para poder volver, contaron a Bárbara Rey lo ocurrido. “Un millón es mucho dinero para esta gente, usted comprenderá. A pesar de eso me lo contaron y yo puse una denuncia en Boadilla del Monte”, indicó la actriz murciana en su día a este periodista.
Se montó entonces un dispositivo policial para averiguar quiénes eran los intrusos. Bárbara Rey explicó que al empleado protagonista de la historia “le pusieron un micrófono, y varias personas fueron a tomar fotos y vídeos del encuentro con esas dos personas”. Se suponía que este empleado debía darles algún tipo de información. Al parecer, la clave para desactivar la alarma de la vivienda de Boadilla.
“Cuando fui a la comisaría me dijeron cosas increíbles: las fotos se habían velado, el vídeo no servía, no se había grabado la cinta porque el señor (el empleado) habría tocado un botón, que no se podía localizar a los que fueron a mi casa porque el número del móvil que le habían dado para contactar con ellos era el de una tarjeta”, explicó Bárbara Rey a los periodistas. La denuncia de Boadilla fue remitida al juzgado de Móstoles. “El caso se ha paralizado allí. Lo único que me llegó a decir el señor juez fue que si yo tenía algún problema, porque el día que se hicieron las fotos y los vídeos les pareció reconocer a un policía retirado”.
CAMBIAR LA CERRADURA
En ese intervalo, la vedette había cambiado la alarma y la cerradura de su casa. “El día que me robaron, unas personas que dicen ser mis amigas me tuvieron toda la noche de aquí para allá, para que esta gente pudiera hacer su trabajo bien hecho. Me hicieron entrega del Bombín de plata y después me llevaron de un lado para otro”, afirmó en su día la vedete a este periodista.
Al percatarse del robo de los documentos, Bárbara Rey interpuso la consiguiente denuncia en la comisaría de Tetuán (Madrid) el 25 de mayo. “Yo llevaba la copia en una maleta. Tonta que fui. Viajaba a Murcia y, cuando bajamos del avión, Mari Trini me dijo que le habían abierto la maleta y a mi representante también. Cuando miré la mía también estaba abierta. Sólo faltaba la denuncia. Después reparé en que el avión estuvo en Barajas una hora”, dijo. Días después hubo un segundo robo. En este caso fue su hijo el que la alertó. Fue entonces cuando interpuso la segunda denuncia.
Todo se endureció poco después con una tercera denuncia, el día 13 de junio, también en la comisaría del distrito madrileño de Tetuán. En esta tercera denuncia ya se acusaba personalmente al empresario y embajador de España Manuel Prado y Colón de Carvajal de robarle casetes, cintas de vídeo y fotografías comprometedoras. Este material, afirmó ella, además de afectar a su intimidad, perjudica a “una persona importante de la cual no desea en estos momentos decir su identidad”.
LA DENUNCIA DICE:
Éste es el contenido íntegro de la denuncia, firmada por María García García, nombre verdadero de la actriz, y que fue desvelada por el fallecido periodista Antonio Herrero en la Cadena Cope:
“El pasado día 25 del mes de mayo, denunció en estas dependencias un robo en su domicilio de documentación personal, la cual implica a personas importantes de este país por ser comprometedoras para ambos (…) El día 5 del presente mes, se ausentó de su domicilio y su hijo entró en su casa en la madrugada del día 9, notando el día 10 que personas extrañas habían entrado en el domicilio sustrayendo del mismo carretes fotográficos sin revelar, cintas grabadas de varios autores, una agenda personal, todo esto propiedad de su hijo, tres cintas de casete, cinco de vídeo, 20 diapositivas, todas ellas comprometedoras para ambas partes y propiedad de la declarante, especialmente relevantes para esta persona importantes de la cual no desea decir su identidad (…) Que sospecha que las personas autores de este hecho, han podido ser mandadas a su domicilio con el fin de retirar toda la documentación comprometedora para dicha persona por el seño Manuel Prado y Colón de Carvajal así como un tal Eladio García Suárez ya que estas personas se pusieron en contacto con ella queriendo tener información de tales documentos así como involucrar a la declarante en un negocio supuestamente legal, el cual, por grabaciones obtenidas por esta persona se tiene la sospecha de que el mismo no es legal, o bien la querían involucrar aportando cheques supuestamente de ventas ilegales, para luego implicarla si la operación salía mal”.
“Que la denunciante, ante todo, quiere salvaguardar el nombre de la persona con quien mantuvo relaciones sintiéndose utilizada para que en caso de problemas, aparezca la culpable del daño que le pueda producir a esta persona a través de estas operaciones, para lo cual ha sido robada en su domicilio, intentado ser estafada, así como amenazada de muerte tanto ella como sus hijos, acusándola mediante llamadas telefónicas de haberse deshecho del material y puesto en circulación en prensa”.
“Que quiere hacer constar que tiene en su poder cintas magnetofónicas grabadas por la denunciante en las que se demuestra el intento de involucrarla en una operación financiera mencionada anteriormente, así como ponerla en contacto con Luis Anasagasti a quien considera Prado una persona de su entera confianza”.
“Que teme hacia la declarante y sus hijos cualquier tipo de daños físicos producidos por estas personas o por personas mandadas por ellos dado que hasta la fecha a la declarante ya se le han producido daños irreparables profesional, moral y humano así como boicot en su medio profesional. Igualmente, teme que se utilice a la persona con la que ésta mantenía una relación para hacerle un daño irreparable”.
LA CASA REAL INTERVIENE
La noticia se difundió primero de manera anónima, escrita en un informe de siete folios que se dio a la prensa, del cual el Rey dijo no saber nada, aunque la Casa del Rey nunca desmintió ni una palabra del contenido. El documento narraba la historia con toda clase de detalles e incluía una copia de la última denuncia.
La prensa, por entonces, sólo se atrevió a explicarlo entre dientes, pero la Casa Real tuvo que intervenir directamente cuando la misma Bárbara pretendía ir a explicarlo todo en directo al plató del programa Tómbola (líder entonces de audiencia en la televisión valenciana Canal Nou, en Telemadrid y en Canal Sur).
Se le vetó la presencia en el último momento, pero nadie pudo impedir, en primer lugar, que hablara por teléfono y que cobrara lo que le correspondía por la intervención fallida en el plató del programa; y, en segundo lugar, como consecuencia de lo anterior, que por lo menos se diera a conocer que se había impuesto la censura desde la Casa del Rey, cosa que ya era bastante grave por sí misma.
500 MILLONES DE PESETAS
Después de aquello, las cosas finalmente se arreglaron con una nueva negociación, al parecer esta vez llevada a cabo por Fernando Almansa, el nuevo jefe de la Casa Real impuesto en su día por el banquero Mario Conde. Dicen que en lugar de una asignación mensual, se optó por comprar el material por una única suma, que se sitúa en unos 500 millones de pesetas (3 millones de euros de ahora). Se trataba de una cantidad más que suficiente para que Bárbara no volviera a tener problemas económicos en su vida y pudiera dejar que su asunto con el Rey se olvidara y reinara por siempre el olvido.
Si al CNI no se les escapó ninguna copia escondida por algún cajón, esta operación sirvió para cerrar un caso, que ahora 20 años después se ha reactivado. Algunas fuentes dicen que por deseo expreso de Bárbara Rey, que busca de nuevo protagonismo. Sin embargo, la actriz lo niega y manifiesta que ella jamás se benefició de ese dinero ni tuvo a su nombre una cuenta en Luxemburgo.
EL INFORME DEL CESID
Unos meses después de aquellas negociaciones, salió a la venta el libro “Yo entré en el CESID”, escrito por Pilar Urbano. En el mismo, la autora mantiene una conversación con el jefe de seguridad del servicio de inteligencia al que llama Efrén Puentes y que en realidad era Andrés Fuentes. Partiendo de lo que Fuentes llama “hipótesis de trabajo”, le relata con todo lujo de detalles, cómo harían ellos para entrar en casa de Bárbara Rey y llevarse las cintas comprometedoras para un personaje público que tenía en su poder.
El agente habla de la ausencia de perros, que tanto dificultan las penetraciones. De cómo controlarían las salidas del servicio mientras ellos penetraran en la casa. De la necesidad de entrar varias veces para poder ejecutar el trabajo. De la obligación de llevar varios reproductores de video para poder visualizar todas las películas de su enorme colección…
Andrés Fuentes, en su “hipótesis de trabajo”, explica que lo lógico sería que Bárbara Rey escondiera la grabación comprometedora en una cinta ya grabada, quizás parapetada tras una de las muchas películas de sus hijos, lo que la haría más difícil de localizar. Para darle más realismo todavía, contaba que en la supuesta penetración en la vivienda de Bárbara Rey, cuando los agentes de los grupos operativos descubrieron la grabación, la duplicaron y en la cinta original grabaron la película de “Independence Day”.
¿INVENTO O REALIDAD?
Surge una pregunta: ¿Fue todo un ejercicio teórico? Un invento del divertido y bromista Andrés Fuentes, un espía que vivió muchos años en Alemania, para que Pilar Urbano llenara cuatro páginas de su libro. O fue un reconocimiento, dirigido a Bárbara Rey, de lo que paso a paso había ocurrido.
Hoy, veinte años después de las complicadas negociaciones de Bárbara Rey con los agentes del servicio secreto español, el contenido de esas grabaciones confidenciales, registradas personalmente por la actriz en sus encuentros con gente de su entorno, incluido el rey emérito Juan Carlos de Borbón, nunca se ha revelado ni sus imágenes se han reproducido públicamente.