Le proponemos un breve ejercicio de memoria: intente recordar cuántas veces, desde 2008, ha visto en las noticias pateras con subsaharianos llegando a costas españolas.

Es difícil concretar, porque han sido muchas. Muchísimas. Intente pensar en alguna de ellas: casi con toda probabilidad, esa patera era propiedad del mayor traficante de personas de nuestro siglo. Se trata del nigeriano Ebo Rabel, el auténtico jefe del tráfico de humanos procedentes de África. Hasta la fecha, le hemos puesto cara a grandes capos de la droga, como Pablo Escobar o el Chapo Guzmán. Pero nunca al que domina el tráfico de inmigrantes.

Póngale cara ahora. Ebo Rabel ha monopolizado esta actividad criminal en el Estrecho de Gibraltar desde hace casi una década. Controlaba desde Marruecos gran parte del flujo de personas que llegaban a Europa a través del estrecho. Ha ostentado esa hegemonía desde 2008. Ahora ha sido detenido en Tánger, en una operación de colaboración entre la Policía Nacional de España y la Dirección General de Seguridad de Marruecos. "Los agentes marroquíes han hecho una gran labor", señalan desde CNP

UN SEMIDIÓS INTOCABLE

Ebo Rabel ha tenido, durante los últimos 9 años, el monopolio del tráfico de personas desde Europa a España. No hay pateras sin él. Se trata de un acaudalado ciudadano nigeriano que, desde la ciudad alauita de Tánger, estableció la mayor red de trata conocida en nuestro siglo. Un semidiós entre sus compatriotas. “En la iglesia evangelista de Tánger en la que se reunen los nigerianos, la misa no empezaba hasta que llegase Ebo Rabel”, señalan fuentes policiales. Además, cuando aparecía por la iglesia, los feligreses se levantaban de sus asientos para recibirle, como si hubiese llegado una deidad.

Ebo Rabel contaba con un elevado tren de vida. Tenía escolta privada, vivía en una lujosa vivienda y presidía los eventos de la comunidad nigeriana en Marruecos. Tan importante era el traficante para sus compatriotas que no podía dirigirle la palabra cualquiera

Desde la Policía Nacional insisten en la importancia del golpe asestado a esta red criminal: “Nos parecía imposible conseguir su detención. Él se sentía intocable. Cada vez que había algún problema con nigerianos en Europa, Ebo Rabel y sus lugartenientes recomendaban una solución: “Échanos la culpa a nosotros porque no nos va a pasar nada”. Porque durante casi una década ha estado disfrutando de impunidad", cuentan agentes de la Policía Nacional. Esta impunidad ya se ha acabado. Los agentes de la policía marroquí lo detuvieron el pasado mes de febrero, junto a sus hombres de confianza, llamados Stanley y Promise.

El monopolio del tráfico de inmigrantes le llevó a controlar, de forma indirecta, negocios como la prostitución. Era su especialidad. Ebo Rabel controlaba el paso de las mujeres que huían de Nigeria y querían empezar una nueva vida en Europa. Su equipo de captación identificaba a chicas con la intención de salir del país y les 'facilitaba' la llegada a nuestro continente. Las deudas que estas personas adquirían con la organización de Ebo Rabel provocaba que él se hiciese con el control absoluto del mercado de la prostitución nigeriana en Europa.

LA COACCIÓN DEL VUDÚ

¿Cuál era su modus operandi? Ebo Rabel tenía a dos hombres de confianza: Promise y Stanley. El primero era el encargado de captar a personas, principalmente en Benin City, una ciudad del oeste de Nigeria situada en el estado de Edo. De esa zona proceden principalmente todas las mujeres nigerianas que ejercen la prostitución en Europa. Cuando localizaban a alguna, la citaban para hacer tratos. Les ofrecían el viaje por una cantidad X de dinero y les pedían un aval personal. Esto es, que la chica viniese a negociar con algún familiar que pudiese responder por ella si tenía lugar algún problema o no pagaba su deuda. Si eso sucedía, la banda de Ebo Rabel iba directamente a por el aval personal y se lo cobraban… o le pegaba fuego a su casa. También las coaccionaban con rituales vudú, una creencia muy arraigada en Nigeria. Afeitaban el vello púbico de las chicas y las amenazaban con maldiciones si no se sometían a las órdenes de los traficantes de personas.

Promise era la persona que se encargaba de transportar a estas personas al norte y pasar a Níger, el país vecino y uno de los más pobres del mundo. “No encontraban oposición. La frontera entre Nigeria y Níger es muy permeable y fácil de cruzar para ellos”, explican los agentes. No obstante, Promise cruzaba con las personas traficadas por la noche, en autobús, para evitar problemas.

Uno de los principales métodos empleados para pasar personas a Europa era esconderlas en el motor de un coche.

El objetivo era llegar a la ciudad nigerina de Agadez. “Es el centro neurálgico del tráfico de seres humanos en África” cuentan agentes españoles. En Agadez se elige ruta. Cuando Promise llegaba con mujeres a esa ciudad de Níger, lo primero que hacía era buscar un sitio seguro donde esconderse y elegir un conductor con pick-up que les hiciese el resto del viaje. Allí además se elige ruta. Dependiendo de la importancia de la persona en cuestión para la organización, se le asignaba una ruta u otra: “A las chicas jóvenes y guapas, por ejemplo, las mandaban a Europa vía Marruecos, que es la ruta más segura. Obviamente también es la más cara. El viaje costaba en torno a 1.500 euros. Pero a las mujeres más mayores, que no tenían aval personal o que no iban a tener tanto valor como prostitutas en Europa, las mandaban por la ruta de Libia. Es un itinerario mucho más barato. Un viaje por esa ruta no supera los 150 euros. Sin embargo, muchas de esas personas jamás llegaban a su destino. Libia es un país desgobernado, los asaltos son más frecuentes y el paso en patera es mucho más peligroso”.

SI NO TIENES DINERO, PAGAS CON SEXO

Una vez elegida ruta y pick-up, Promise se desentendía de sus compatriotas. Les proporcionaba un paquete para el viaje, que contenía una tarjeta plastificada (para que no se moje cuando llegue el momento de montar en la patera) con el número del contacto al que llamar al llegar a Europa. También incluía una cantidad de dinero para sobornar a los eventuales funcionarios que pudiesen poner problemas si les interceptaban por el camino. En el caso de las chicas captadas para prostituirse, si se les acababa el dinero tenían que pagar con sexo.

Llegados a Agadez, lo fundamental era “salir de Níger cuanto antes. El siguiente objetivo era, si se había elegido la ruta marroquí, llegar a la ciudad de Ouijda, en Marruecos. Se trata de una zona fronteriza con Argelia en la que hay un gran bosque, ideal para ocultarse. Esa era otra de las características de la organización de Ebo Rabel: había que pasar desapercibidos. Para ello, una de las principales épocas en las que cruzaban era la de Ramadán. Hay menos gente por las calles a la luz del día, menos vigilancia, y las tapaban como si fuesen musulmanas para que nadie las reconociese.

Un inmigrante subsahariano, escondido en el interior del motor de un coche

Aquí la dificultad consiste en que la frontera de Marruecos con Argelia es una de las más impermeables del mundo. Ambos gobiernos están enemistados y el control de paso es exhaustivo, hasta el punto de que hay un muro de 150 kilómetros que separa estos países, (como el que quiere construir Trump para aislar a México) y la zona está vigilada por drones. La organización de Evo Rabel se valía, para cruzar la frontera, de un guideman: un guía que conoce la zona y sabe cuándo y por dónde cruzar. Hasta ese nivel llegaba el poder de Ebo Rabel y su banda: a controlar el paso por la frontera más difícil del mundo.

Una vez superado el escollo de la frontera, en Ouijda les esperaba Stanley, el otro hombre de confianza de Ebo Rabel. Cogía el relevo de Promise y acompañaba a los inmigrantes hasta llegar a Tánger, el auténtico centro de operaciones de la organización. Allí tenía fijada Ebo Rabel su residencia. Es un hombre con mucho dinero y poder. Es el que tiene los contactos y, sobre todo, los motores. Es decir. La fuerza motriz de las pateras que luego cruzarían el Estrecho de Gibraltar. 

GASOLINA SUFICIENTE PARA QUEDARSE TIRADOS

En Marruecos ya coincidían todos los subsaharianos que pretendían cruzar a Europa: las chicas traficadas por los secuaces de Ebo Rabel desde Nigeria y los que habían llegado por otros medios. Fuese cual fuese su nacionalidad y la forma en la que habían llegado a Marruecos, si querían cruzar el Estrecho de forma clandestina con garantías, tenían que pasar por Ebo Rabel. Su poder, su patrimonio y sus contactos le acabaron confiriendo el monopolio. Nadie se atrevía a hacerle competencia.

La operativa para cruzar difería en función de las personas que fuesen a emprender el viaje. El método principal era la patera, alimentada con motores de Ebo Rabel. Antes de salir les advertían (o no) de que les iban a poner el combustible justo para llegar a aguas internacionales. Cuando eso sucediese, el barco se quedaría tirado en alta mar y los inmigrantes deberían llamar a Cruz Roja para que los rescatasen.

No era el único sistema para cruzar el estrecho. A otros inmigrantes los pasaban en coches o furgonetas, introduciéndolos en lugares tan impensables como el interior del motor o la tapicería de los asientos. Las personas que optaban por este sistema a menudo llegaban gravemente lesionados por las abrasiones que produce un motor.

Este método es más caro, porque asegura un mayor porcentaje de éxito. Así, si cruzar por Libia en patera cuesta 150 euros y hacerlo por Marruecos con el mismo método valía 1,500, pasar a Europa ocultado en el interior de un coche podía suponer una deuda de 3.000 euros. Las personas que contraían esa deuda difícilmente podían pagarla por lo que, especialmente las mujeres, se veían obligadas a ejercer la prostitución ad aeternum, si no querían que Ebo Rabel y su banda se cobrasen con el aval personal y matasen a sus familiares de Nigeria.

BUSCA EL CETI PARA ESTAR SEGURO

Al llegar a España, las instrucciones que recibían los nigerianos eran claras: busca el CETI que allí estarás a salvo. El centro de estancia temporal de inmigrantes ofrece un refugio seguro. Sin documentación, el siguiente paso consistía en hacerse pasar por ciudadanos de otros países subsaharianos de habla inglesa (por ejemplo Liberia o Sierra Leona) y permanecer allí hasta que alguna persona las reclamase. Por normal general, en el caso de las mujeres era la madame la que las llamaba. Así se plantaban en ciudades como Madrid, Alicante o Algeciras y empezaban a ejercer la prostitución para poder pagar sus deudas. En el caso de las menores de edad, en Marruecos las tenían mendigando hasta que cumpliesen los 18 años. Una vez llegadas a Europa, todas a ejercer la prostitución.

Ebo Rabel no se preocupaba de la suerte que corrían sus compatriotas. Le era indiferente que se ahogasen en el estrecho, que los violasen en Libia, que los interceptasen las autoridades o que se muriesen en el interior del motor de un coche. Él cobraba y con eso podía mantener un tren de vida altísimo y convertirse en uno de los hombres más respetados de Marruecos. Tenía la connivencia de la iglesia para que lo protegiesen y allí realizaba casi todos los tratos. Ahora está entre rejas y se espera su llegada a España en breve para ser juzgado.

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