El lado oscuro del marido de Ivanka: así maltrata a sus inquilinos el yerno de Trump
Sus abuelos emigraron a EEUU huyendo del Holocausto y levantaron un imperio inmobiliario heredado por su padre, que fue a la cárcel por un escándalo de corrupción, con chantaje sexual incluido. Ahora es Jared quien está en el ojo del huracán por acosar a sus inquilinos y mantener sus viviendas en estado ruinoso.
27 mayo, 2017 01:20Noticias relacionadas
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Jared Kushner sigue siendo un misterio para muchos estadounidenses. Aunque los medios le atribuyen una amplia influencia a la hora de modelar y moderar el comportamiento de su suegro, el presidente Donald Trump, lo cierto es que el discreto segundo plano en el que se ha parapetado lo protege de una mayor exposición pública que aclararía cuál es exactamente su rol. Por poner un ejemplo, pocos han escuchado la voz del yerno más famoso de EEUU. De hecho, el popular programa Saturday Night Live lo representa como a la benjamina de Los Simpson, como un personaje mudo, sonriente, repeinado y con pinta de no haber roto un plato en su vida.
Pero detrás del casi angelical rostro del marido de Ivanka Trump hay un lado oscuro que no tiene sólo que ver con su desempeño en la Casa Blanca, sino con su faceta empresarial previa. Y eso que como asesor del presidente también está siendo investigado por el FBI dentro del caso de la supuesta injerencia de Moscú en las pasadas elecciones, según se conocía este jueves.
Y aunque este episodio, conocido como el Rusiagate, está logrando monopolizar la cuota de escándalos del país, esta semana Jared Kushner ha conseguido abrirse un hueco en el escaparate de las polémicas gracias a otra investigación, en esta ocasión periodística, llevada a cabo entre The New York Times y la web ProPublica, que desvela las prácticas abusivas de las compañías que gestionan su negocio inmobiliario: acoso legal sin cuartel contra los inquilinos, falta de mantenimiento en las viviendas, pisos infestados de ratas y gusanos, aguas fecales, humedades y un largo etcétera. Lo más llamativo es que las víctimas de estos comportamientos son las clases trabajadoras y bajas, arrinconadas en los suburbios de las principales ciudades de la costa este -principalmente Maryland- como resultado de la última crisis vivida por el país y los procesos de gentrificación urbana.
Antes de repasar estas revelaciones, que no dejan en buen lugar al yerno y asesor del presidente, conviene poner en contexto a este personaje que, pese a lo que pueda parecer a primera vista, guarda muchas similitudes con su suegro.
Para empezar, Kushner, al igual que Donald Trump, forma parte de la tercera generación de una familia inmigrante, tras el desembarco de sus abuelos, provenientes de la Europa de la posguerra. De hecho, como ocurre con el magnate metido ahora a comandante en jefe, su imperio empresarial, basado en propiedades inmobiliarias, lo inició su abuelo Joseph Kushner, un superviviente del Holocausto nazi.
Los orígenes de esta dinastía se narran en el libro El milagro de la vida, que cuenta la historia de sus abuelos. Rae Kushner, la matriarca de la familia, nació en Novogrudok, en lo que hoy es Bielorrusia. Cuando los nazis llegaron en 1941, ejecutaron en la plaza pública a los médicos, abogados e intelectuales judíos de la ciudad mientras una orquesta tocaba. Rae, entonces adolescente, fue una de las 50 chicas que se salvaron al ser seleccionadas para limpiar su sangre de los adoquines. Su madre y una hermana no tuvieron esa suerte y fueron asesinadas. Tras pasar dos años recluida en un gueto, comprendió que su única opción era escapar, y así lo hizo a mediados de 1943, cuando junto a otros judíos excavó un túnel por el que huyeron una noche hasta perderse en un bosque.
Tras la guerra, se casó con otro superviviente del Holocausto, un carpintero llamado Yossel, con el que años después emigró a EEUU, donde Yossel se convirtió en Joseph Kushner. Se instaló con Rae y sus hijos en Brooklin y empezó a trabajabar en la construcción en Nueva Jersey, según recoge The New York Magazine.
Al poco de su llegada al nuevo mundo, este emigrante levantó una pequeña empresa de construcción en Nueva Jersey que acabó convertida en una compañía arrendataria que administraba unas 4.000 viviendas. Los Kushner prosperaron hasta convertirse en una familia conocida dentro de la comunidad judía, muy popular por sus causas filantrópicas. Llegaron a abrir una escuela ortodoxa y fundar el Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos.
Su hijo Charles, padre de Jared, heredó el negocio familiar, que amplió adquiriendo espacios comerciales e industriales, aunque manteniendo su principal actividad en los apartamentos iniciados por su padre. Las posesiones de los Kushner fueron creciendo hasta que a mediados de los años 2000 la compañía comenzó a desprenderse de los más de 25.000 casas multifamiliares en alquiler que gestionaba, culminando este proceso en 2007 con casi 17.000 pisos vendidos por 1.900 millones de dólares, justo antes de que explotara la crisis económica e inmobiliaria. Una operación redonda.
ESCÁNDALO FAMILIAR: EVASIÓN DE IMPUESTOS
Pero durante estos años no todo fueron buenas noticias. Charles, que era un importante donante del Partido Demócrata, tuvo que pasar un breve período en una prisión federal después de declararse culpable de 18 cargos de evasión de impuestos, manipulación de testigos y donaciones ilegales. Cuando regresó al negocio, comenzó una expansión hacia Nueva York, justo antes de pasarle las riendas a su hijo Jared, que acababa de obtener una licenciatura en Derecho y Empresariales de la Universidad de Nueva York.
Aquel escándalo marcó la vida de Jared. Su padre había entregado medio millón de dólares a campañas políticas, saltándose los límites legales. Para hacerlo, disfrazó alguna de sus donaciones, como si hubieran sido obra de sus familiares y socios, sin que éstos lo supieran, incluyendo 90.000 dólares que le atribuyó a Jared. Para evitar que el caso fuera a mayores, en 2002 se declaró culpable de los cargos y fue condenado a dos años de prisión. Su hijo siempre le apoyó, visitándole la mayoría de los fines de semana e insistiendo, como aún hace, en que la acusación de su padre era injusta, según recoge The Washington Post.
A este oscuro episodio no le faltó el punto de sordidez, ya que el padre de Jared presuntamente contrató a una prostituta por 10.000 dólares para que sedujera a su cuñado y lo filmara, a fin de luego enseñar el vídeo a su hermana, como amenaza. La jugada le salió mal, ya que la cinta acabó en manos del FBI, lo que desencadenó su arresto.
Los problemas legales de su padre, que como ya mencionamos él entendió injustos, llevaron a Jared Kushner a abandonar su idea inicial de convertirse en abogado fiscal, optando finalmente por continuar con el negocio familiar. "Viendo la situación de mi padre, sentí que la forma en que lo persiguieron fue obviamente injusta", dijo al respecto en 2014. "Simplemente no quería estar a ese lado y causar a otras familias el dolor que yo pasé".
Tras aquello, se convirtió en director de Kushner Companies en 2008 y protagonizó una de las operaciones económicas más sonadas de las últimas décadas en Nueva York, la compra del edificio 666 Fifth Avenue por unos 1.800 millones, la mayor transacción de un solo inmueble en EEUU.
Previamente había intentado convertirse en un magnate de los medios de comunicación comprando en 2006 el The New York Observer, un periódico semanal, al que sumó en 2007 PolitickerNJ.com. La aventura mediática acabó con la victoria de Donald Trump, cuando Jared vendió su participación en estas compañías.
MATRIMONIO DISCRETO
En lo que no se parecen Jared y su suegro es en la forma de llevar sus vidas privadas. Kushner e Ivanka, que comenzaron a salir en 2005 tras conocerse en un almuerzo de negocios -se casaron en 2009, previa conversión al judaísmo por parte de ella-, no han protagonizado ningún escándalo de tipo sexual o marital de momento, ni han sido objeto de rumores significativos. Por el contrario, llevan su matrimonio con una absoluta discreción, sólo rota cuando la hija del presidente sube a sus redes sociales fotos familiares de sus hijos Arabella, Joseph y Theodore.
Sin embargo, este idílico retrato del yernísimo de la Casa Blanca ha comenzado a resquebrajarse tras la publicación del citado reportaje de investigación sobre la gestión de sus viviendas de alquiler, que conforman la mayor parte de sus negocios. Según publicó el pasado diciembre la revista Forbes, la fortuna Kushner supera los 1.800 millones de dólares, de los que la mayor parte -1.150 millones- provienen del sector inmobiliario. Jared renunció como director ejecutivo de Kushner Companies en enero, aunque sigue ligado accionarialmente a la compañía.
La firma que protagoniza este escándalo es JK2 Westminster, sociedad que se disolvió formalmente en diciembre, aunque otras compañías de la familia se quedaron con sus activos y continuaron con estas prácticas.
Básicamente, una parte importante de este negocio consiste en gestionar y adquirir viviendas modestas en los suburbios de grandes ciudades, donde reside población trabajadora que nutre de un flujo de capital constante al conglomerado Kushner. Es precisamente en este segmento donde se registran los presuntos abusos. Una de las prácticas denunciadas es el acoso legal y la persecución que ejercen sobre aquellos inquilinos que dejan las viviendas antes de que cumpla el contrato, sea cual sea la circunstancia que rodee esta marcha.
ACOSO A MADRE SOLTERAS Y ENFERMOS DE CÁNCER
Uno de los casos es el de una madre soltera con tres hijos que por circunstancias personales tuvo que irse de esta propiedad después de lograr, eso sí, un permiso firmado por el encargado de llevar las viviendas. Pese a esto, las compañía de Kushner la persiguió durante años por una supuesta deuda de casi 5.000 dólares, originada por su salida anticipada. Aunque la mujer contaba con el visto bueno del responsable de su casa para marcharse, perdió en los tribunales al presentarse sin defensa legal. Hay que recalcar que la mayoría de estos inquilinos son personas sin demasiados recursos. Le embargaron sus sueldos y su cuenta bancaria, sin tener presente su difícil situación personal.
Otro caso fue el de una enferma terminal de cáncer de páncreas que se mudó de su vivienda antes de que se cumpliera su contrato, para instalarse en un centro especializado donde tratarse. Esto fue dos años antes de que los apartamentos donde residía fueran adquiridos por Kushner Companies. Con el desembarco de la firma de Jared, empezó la persecución judicial por una supuesta deuda de otros 5.000 dólares. La mujer, llamada Joan, murió al poco de comenzar la batalla legal. Su esposo, Tyrone Beverly, un estibador jubilado, todavía tiene que lidiar con la reclamación judicial.
Matthew Hertz, abogado habituado a casos como estos, explica en el reportaje que hay una lógica detrás de estas tácticas tan agresivas. Los costos para localizar a un inquilino moroso no son elevados. "Si compras una propiedades, estás comprando sus deudas, no sólo sus activos. Tomas lo bueno y lo malo. Incluso si sólo recuperas el 5 por ciento, estás ganando algo", apunta. Además, en su opinión, otro beneficio colateral a esta persecución es que se manda una advertencia a los habitantes actuales.
El complejo Highland Village, a lo largo de la autopista que conecta Baltimore y Washington, es uno de los de mayor tamaño de las empresas Kushner. Sus residentes también se quejan de las prácticas agresivas de recaudación. Desde que la firma de Kushner se hizo cargo, tienen que desplazarse hasta un centro comercial al que hay que llegar en coche para abonar las rentas, un método de pago que además tiene un sobrecargo de 3,5 dólares. Si alguien se retrasa o no paga la mensualidad, ya no dejan una notificación en el buzón o debajo de la puerta, sino que pegan un cartel en la entrada o las paredes del vestíbulo. "Se entera todo el barrio”, lamenta Marquita Parmely, una de las arrendatarias que paga 1.010 dólares al mes para alquilar una casa en la zona. Otro inquilino, Dareck Cromwell, jubilado, también protesta: "Pusieron el cartel en las ventanas para que todos vieran. Eso no está bien”.
Y aunque querer cobrar las deudas o la renta tiene su justificación empresarial, ésta se disipa cuando se conoce el pésimo mantenimiento que las compañías Kushner realizan sobre las viviendas arrendadas.
Alishia Jamesson, de 30 años, vive en Highland Village y paga 842 dólares al mes por una pequeña casa donde vive con su pareja y dos hijos. Las paredes de su salón presentan tres grandes agujeros, que la compañía arrendataria lleva tiempo diciéndole que reparará. "Cada vez que le pregunto por los paneles de yeso, dicen: 'Oh, bueno, sólo tenemos una persona que se encarga de eso”. El cuarto de baño no está mejor: moho negro alrededor de la bañera, una mancha marrón en la pared y una grieta en la ventana del baño que deja entrar la lluvia y la nieve. Además, la nevera estuvo sin funcionar durante más de un mes sin que nadie la cambiara.
EXCREMENTOS DE RATONES Y GUSANOS
Las quejas de este tipo abundan en otros complejos de los Kushner. En Essex Park, al este de la ciudad, la inquilina Marquita Parmely padecía una plaga de ratas en casa. Su hija de 12 años se encontró una noche un roedor en su cama. Su otro hijo, de dos años, sufre asma, una dolencia que se agrava por los alérgenos de los excrementos de ratones. Incluso debe guardar la colada en bolsas para evitar que los animales se mezclen con la ropa. Otra vecina denuncia que tuvo que esperar semanas para que le cambiaran una ventana con un agujero provocado por una escopeta de perdigones.
Las denuncias se repiten a lo largo de las propiedades analizadas. Persianas rotas, humedades, moho debajo de la moqueta, gusanos, malos olores, aguas fecales, fregaderos atascados… Ninguno de estos inquilinos conocía la identidad que se escondía detrás del nombre de la empresa gestora JK2 Westminster. La sorpresa llega cuando aparece el nombre del yerno del presidente. La revelación ha impactado a los residentes, parte de ellos votantes de Trump. “¿Ese Jared Kushner? Oh Dios mío. Y pensaba que era el bueno”, reaccionó uno de los vecinos.
La corporación matriz responsable de estos complejos de viviendas responde en el reportaje que como administradores de propiedades tienen derecho perseguir el cobro de los alquileres. “Westminster Management sólo toma medidas legales contra un inquilino cuando es absolutamente necesario. Si se lleva a cabo una acción legal, la compañía sigue pautas acordes con los estándares del sector”.
En cuanto al mantenimiento, Kushner Companies repite argumento: sigue los estándares del mercado. No obstante, destacan que se han hecho inversiones para mejorar las viviendas. “A pesar de esas mejoras, todavía surgen problemas, dada la edad de las propiedades”.
Curiosamente, el pasado mes salió a la luz la renta que Ivanka Trump y Jared Kushner pagan por la lujosa mansión en la que residen en Washington, en el elitista barrio de Kalorama. El alquiler asciende a 15.000 dólares mensuales, calderilla para dos de las mayores fortunas del país, agraciada ahora además con el poder político que otorga la Casa Blanca. Mientras, lejos de allí, en Highland Village, Alishia Jamesson sigue esperando que alguien vaya a reparar los agujeros de la pared de su apartamento.