"Me gusta vestirme de mujer, pero en Nador no podía. Son muy cerrados y me iban a matar. Me cubría la ropa con una chilaba para que no me conocieran", recuerda Tony, como se hace llamar Tarek en España.

Tarek tiene poco más de 20 años y es de Nador (Marruecos), pero vive desde hace más de un año en un piso de acogida en Málaga. Huyó de Marruecos por una larga lista de motivos: "No podía vestirme como quería, me echaban de las cafeterías y restaurantes, no me daban trabajo, no podía ir a estudiar a ningún centro, me echaban del autobús, se burlaban de mí, me insultaban en la calle, la familia no me aceptaba... me han pasado muchas cosas muy malas. Si las cuento todas no voy a terminar". Cuando acudía a la comisaría a denunciarlo, "la policía se burlaba más de mí que la gente de la calle".

Su abuelo lo echó de casa. Sus vecinos insultaban a su padre y a sus hermanos. La mayoría del colectivo LGBTI marroquí oculta su condición sexual a la familia. En el caso de Tony solo lo sabe su madre. "Me trata como femenino, pero no me acepta todavía como gay". Habla con su hijo "a escondidas" porque tiene miedo. "Si el abuelo se entera, la puede echar también de la casa".

Marroquíes homosexuales en Sevilla

Ha sobrevivido en la calle, durmiendo debajo de un puente en su ciudad, en el norte de Marruecos. Le han robado y violado, no solo "yonquis de la calle"; en una ocasión un marroquí le engañó para llevarle a su casa. "Se hizo pasar por francés para que le indicara una dirección y me subí a su coche. Después me llevó a su domicilio y me retuvo hasta que conseguí escaparme", recuerda Tony.

Marroquíes LGBTI se juntan en España

Tony se gusta como mujer, se siente bien; por eso quiere mostrar su transformación e invita a EL ESPAÑOL a acompañarle a visitar a un grupo de amigos homosexuales marroquíes en Sevilla, también refugiados en España por su condición sexual.

Casi una docena de jóvenes, incluida una lesbiana, se reúnen en la casa de uno de ellos para tomar té verde, bailar música árabe en el salón y reírse como cualquier chico de su edad.

Tony cuenta cómo en Marruecos le insultaban y hasta la policía se burlaba de su condición sexual. Antonio Sempere

A media tarde comenzó el cambio. Fuera pantalón de chándal, tenis y demás indumentaria masculina y deportiva. A Tony le lleva tiempo maquillarse, perfilarse los labios en rojo pasión y ponerse la peluca que le convierte en una morena de cabello largo y ondulado. Se enfunda un vestido negro y blanco bien ajustado al cuerpo, unas medias de cristal negras y unos zapatos con mucho tacón. Preparado para salir.

El grupo de amigos se desplaza en autobús. Está lleno de pasajeros, pero apenas nadie se sorprende de ver a un grupo de chicos homosexuales, dos de ellos vestidos de mujer. Muy diferente a su país. "Aquí, en España, no te insultan, no te mira nadie. Consideran la sexualidad como algo personal, privado. Hay alguna persona que a veces habla con otros y dice algo, pero si te hacen cualquier cosa, la policía te puede ayudar o la gente te defiende. No como en Marruecos".

ABUSO EXTREMO Y VIOLENCIA FÍSICA

Los jóvenes coinciden y relatan ante la cámara que han sufrido situaciones de abuso extremo, incluida violencia física ejercida por familiares, rechazo reiterado y generalizado por parte de la sociedad y agresiones físicas en la calle.

Un grupo de amigos homosexuales marroquíes en Sevilla, también refugiados en España por su condición sexual. Antonio Sempere

Mientras vivió en Nador y durante mucho tiempo, Tony se preguntaba "¿por qué yo soy así? ¿Por qué yo soy así?", hasta que recibió tratamiento psicológico en España, primero en Melilla y después en Málaga. Desde los 7 años, cuando veía a los chicos sentía algo. "Siempre he sido así, ¿qué voy a hacer ahora, cambiar porque me lo dice un artículo?", se pregunta reflexionando sobre la ley de su país que penaliza las relaciones entre personas del mismo sexo.

Prisión para los homosexuales

Se refiere al artículo 489 del Código Penal de Marruecos, que castiga a "cualquiera que cometa un acto impúdico o contra natura con un individuo de su sexo" con penas de cárcel de seis meses a tres años y una multa de 20 a 100 euros, "a menos que el hecho constituya una acción más grave".

El último arresto se produjo la semana, en pleno Ramadán, el mes sagrado en el islam. La Gendarmería Real detuvo el 5 de junio a dos jóvenes de 16 y 19 años en la localidad de Arekman, provincia de Nador, tras la denuncia de la madre de uno de ellos, que los sorprendió manteniendo relaciones sexuales en una casa abandonada cerca de la playa durante el ayuno. Según denunció la asociación marroquí Akaliyat, defensora de la comunidad gay, se enfrentan a los 3 años de cárcel penados por mantener relaciones teniendo el mismo sexo y al incumplimiento del ayuno en Ramadán sancionado con hasta seis meses de cárcel.

El Código Penal de 1962 se reformó globalmente en 2015, aunque el artículo que criminaliza la homosexualidad permanece a pesar de las críticas que recibe desde distintas organizaciones de defensa de los derechos humanos nacionales e internacionales y de los medios de comunicación occidentales.

Desde la independencia de Marruecos en 1956, más de 5.000 homosexuales han pasado por los tribunales por delitos relacionados con este artículo y actualmente hay ciudadanos cumpliendo condenas por su condición sexual. La organización LGBTI marroquí Aswat, de carácter clandestino, documenta que en tres meses se llegaron a producir hasta cuatro arrestos de ciudadanos que habían mantenido relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. 

El Código Penal de Marruecos castiga a "cualquiera que cometa un acto impúdico o contra natura con un individuo de su sexo" con penas de cárcel de seis meses a tres años y una multa de 20 a 100 euros, "a menos que el hecho constituya una acción más grave". Antonio Sempere

Todos los colectivos LGBTI piden la derogación de este artículo. A éstos se unen personas conocidas en el mundo del arte, el periodismo y la cultura. Por ejemplo, el primer artista marroquí que reconoció públicamente su homosexualidad, el escritor y realizador Abdellah Taïa. En una entrevista con EL ESPAÑOL explica que "no podemos pedir a un marroquí que cambié su mentalidad. Pienso que la mentalidad cambiará si el Gobierno marroquí se responsabiliza y protege a los homosexuales, cambiando la ley que los criminaliza". Salió de Marruecos joven y se "refugió" en el cine y la escritura, se construyó él "solo". "No tenía amigos homosexuales cuando era pequeño en los años 80. Transformé ese deseo de emanciparme y existir libremente como homosexual, y me cobijé en mi carrera", recuerda el intelectual.

Sin embargo, ahora los homosexuales se comienzan a agrupar en los colectivos LGBTI no legalizados por el Gobierno y se unen a los asociaciones pro derechos humanos delante de los tribunales cuando se juzga a marroquíes por su condición sexual.

El guardián del orden moral

Mustafa Ramid, a cargo del recién creado ministerio de Derechos Humanos, ha cerrado la puerta a todas las llamadas en favor de las libertades y los derechos individuales de los homosexuales. No recibe a las asociaciones que defienden las libertades personales y anunció en el diario Akhbat al Yaoum que "Marruecos está decidido a rechazar todas las prácticas que atentan contra el orden moral, como la libertad sexual, las relaciones sexuales fuera del matrimonio y la homosexualidad".

Para el político, conocido como el guardián del orden moral, los vídeos donde se ven linchamientos a homosexuales, como los dos casos muy difundidos que ocurrieron en Fez y Beni Mellal, "atestiguan que la sociedad marroquí es muy conservadora y no tolera estas prácticas".

Para el escritor Taïa, está claro que "la homofobia existe en Marruecos". "Se continúa maltratando a los homosexuales, violándolos, linchándolos. Son actos horribles, que hace falta condenar. Y hay que pedir al Gobierno marroquí proteger a estos homosexuales aquí", reclama a las autoridades.

Desde 1956, más de 5.000 homosexuales han pasado por los tribunales. Antonio Sempere

Sin embargo, según Ramid, el rey Mohamed VI no puede aceptar la homosexualidad como comendador de los creyentes, porque el monarca encarna la máxima figura religiosa del país. Esto dificulta una apertura tanto en el ámbito legal como social, porque avala la creencia de la mayoría de los marroquíes, que siguen considerando que la homosexualidad está prohibida por la religión.

Y esto precisamente molesta a muchos marroquíes homosexuales que se consideran igualmente musulmanes. Taïa pide que dejen de "utilizar la religión para criminalizar" y mantiene que él, además de ser homosexual, "representa los valores marroquíes", es musulmán, viste chilaba, come cuscús y bebe té, como cualquier otro ciudadano del país.

"CUANDO ESCUCHO MARRUECOS PIENSO EN SUICIDARME"

Al preguntarle a Tony si volvería a su país, no duda en contestar rápida y firmemente: "¿Y yo qué voy a hacer en Marruecos? No quiero volver a esa vida. Cuando escucho Marruecos, pienso en suicidarme". Ese día en que se le pasó por la cabeza terminar con su vida, tomó una mejor decisión; entró a Melilla y pidió la protección internacional.  

Desde noviembre de 2013, cuando se aprobaron normas para la acogida de los solicitantes de protección internacional en Europa, los homosexuales perseguidos en sus países pueden solicitar asilo en Europa, siempre y cuando quede bien constatado que el demandante corre un verdadero peligro, y que se pruebe que el país del que proviene el solicitante realmente aplique las penas que contempla contra los homosexuales. Tres marroquíes, un argelino y dos malienses residentes en Marruecos solicitaron amparo al tribunal de Melilla solo dos meses después de la aprobación del reglamento europeo.

Además en estos últimos años el número de solicitudes de asilo han ido en ascenso. En 2016, Madrid atendió más de 150 peticiones de asilo sexual procedentes de Marruecos. A la organización Colega Madrid han llegado incluso funcionarios marroquíes con trabajo estable pero que "no soportan la presión social que les supone ser homosexuales". Según el presidente de esta organización, Samir Bargachi, "hay un efecto llamada desde que en los últimos tres años España concediese protección a muchas más personas homosexuales.

Foto: Antonio Sempere

A los marroquíes se suman los migrantes homosexuales en tránsito que llegan al país magrebí con el sueño de pasar a Europa y se quedan atrapados en Marruecos, un país sin garantía de protección. Es el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) quien les reinstala a terceros países para garantizar su seguridad. En 2016 fue el principal motivo, y casi la mitad de los reinstalados en Canadá y Estados Unidos, países que tienen acuerdo de acogida de migrantes con Marruecos, fueron personas LGBTI.

El trato a los homosexuales en los CETI

Los Centros de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI) de Ceuta y Melilla son la primera parada de los marroquíes LGBTI una vez salen del país camino de Europa. Los demandantes de asilo sexual suelen ser de las regiones del norte de Marruecos y tienen acceso a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, donde piden la protección y amparo al Estado español. 

El centro de Melilla acogía a finales de 2016 más de 60 homosexuales, entre ellos también mujeres lesbianas, por ser objeto de persecución y acoso en su país debido a su orientación sexual o identidad de género, explica Amnistía Internacional a EL ESPAÑOL. En Ceuta, según el confirmó el personal del centro a Human Right Watch (HRW), residen entre 70 y 80 solicitantes de asilo, de los que al menos diez son LGBTI. 

La mayor parte son marroquíes que esperan se regularicen sus papeles para entrar en la Península y liberarse así del rechazo familiar y social. Pueden tardar desde tres meses hasta casi un año, depende de la demanda de asilo.

De los 73 marroquíes solicitantes de asilo en el primer trimestre de 2016 en Melilla, la mayoría lo hizo por su condición sexual. No tienen el sueño de El Dorado, solo quieren vivir fuera de su país. La mayoría ha sufrido abusos y violaciones, y pretende huir de Marruecos. 

El CETI "es una cárcel donde nos agreden"

Hamid, de 27, años es de Nador y antes de llegar a Sevilla, pasó por el CETI de Melilla. No guarda buen recuerdo del centro. "Es una cárcel donde la mayoría de los internos nos insultan, nos llaman "maricones, incluso nos agreden", denuncia a EL ESPAÑOL. Cree que los marroquíes, sirios, argelinos y los subsaharianos musulmanes son "poco tolerantes". El rechazo lo achaca a la religión y por eso se ha convertido al cristianismo, que piensa que es "más tolerante" y acepta la libertad sexual de las personas. 

Personal del CETI de Melilla confirmó a EL ESPAÑOL que otros residentes se burlan de ellos y los acosan, dentro del centro y en las calles. Incluso no aceptan compartir una habitación con ellos. Por eso normalmente se concentran todos los LGTBI en las mismas estancias.

Para Judith Sunderland, directora asociada para Europa y Asia Central de HRW, este colectivo tendría que disponer de alojamiento en habitaciones individuales, traslados a centros más pequeños, capacitación específica para el personal y facilitación del acceso a organizaciones LGBT y redes de apoyo".

Amnistía Internacional ha solicitado "el traslado inmediato a la península" de personas en situación de especial vulnerabilidad, como las personas LGBTI. Sin embargo, "están atrapados en Ceuta y Melilla por causa de una política que está diseñada para disuadir las solicitudes de asilo", denuncia HRW en su último informe del mes de abril.

Los homosexuales que solicitan asilo no aparecen en la directiva como personas consideradas vulnerables. Sin embargo, HRW coincide con la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Untersex (ILGA-Europa) que muchas personas LGBT que buscan asilo reúnen los requisitos debido al tipo de persecución que viven en sus países de origen.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) denunció en un informe sobre la persecución que sufren las personas LGTB en diversas partes del mundo que a muchas personas LGTBI las autoridades españolas les están denegando su solicitud de asilo bajo el argumento de que la persona podría evitar la persecución y seguir viviendo en su país sin hacer pública su condición sexual, llevando una vida con discreción, manteniendo oculta su preferencia sexual o su identidad de género.

Precisamente a esto es a lo que se niegan Tony y sus amigos, y también el escritor Abdellah Taïa, que quieren vivir su sexualidad con libertad y sin tener que ocultarse para no ser agredidos. 

Noticias relacionadas