“A Pedro no lo ha matado la cárcel, lo ha matado la mala salud que le dejaron de herencia sus antepasados”.
La frase pertenece a un familiar directo de Pedro del Hoyo Hernández, el terrorista de ETA fallecido este lunes de un infarto mientras practicaba boxeo en la prisión de Badajoz, donde cumplía condena. “Su abuelo padecía del corazón y al final le costó la vida. Su padre, que murió con 64 años, igual. Un tío suyo, hermano de su padre, falleció a los 52 años de un ataque cardíaco. Otra tía suya acaba de pasar por quirófano…”
Este familiar del etarra fallecido atiende a EL ESPAÑOL bajo la condición de mantenerse en el anonimato. Lo hace al día siguiente de la muerte del terrorista. Abre las puertas de su casa en Almendralejo (Badajoz), localidad en la que nació Pedro del Hoyo Hernández en 1970.
La fuente prefiere que no se revele su identidad para evitar “enfrentamientos” con la madre del finado y sus cuatro hermanas. “Si para mí es un momento doloroso, no quiero imaginar lo que será para ellas”, explica.
En el salón del comedor de su casa, la persona con la que habla el reportero describe la vida de un niño criado en una familia de inmigrantes extremeños que, siendo un adolescente, comenzó a simpatizar con la banda terrorista hasta que se abrazó de lleno a ella.
- Su padre nunca le perdonó aquello. Emigraron al País Vasco a trabajar, no a matar a nadie- señala.
- ¿Qué le parece que Arnaldo Otegi [coordinador general de EH Bildu] haya dicho que lo mataron en la cárcel?
- Eso son sandeces. Pedro tenía un corazón tan débil como toda la familia del padre. Los genes han acabado con él, no estar entre rejas.
Hijo de taxista y ama de casa
1970, Almendralejo. En la población pacense azota el paro y los jóvenes emigran en multitud: Cataluña, Madrid, País Vasco, Comunidad Valenciana… Pedro del Hoyo y Catalina Hernández acaban de ser padres por tercera vez. Ya tienen dos niñas: María Luisa, la mayor, y Baltasara. Pero ahora llega su primer varón. Le ponen Pedro, como su padre y su bisabuelo paterno. Lo que el matrimonio no intuye es que su niño, con el paso de los años, acabará llamándose Kepa y uniéndose a ETA.
Cuando el bebé tiene año y medio, el matrimonio decide probar suerte y se marcha junto a sus tres retoños hasta el País Vasco. Se instalan en Galdácano (Vizcaya). Con la ayuda de un dinero que le entrega su padre, Pedro compra una licencia de taxi y comienza a trabajar.
Catalina se dedica a cuidar de sus tres niños y a las labores de la casa. Como allí empiezan a ir bien las cosas para los Del Hoyo Hernández, la pareja decide ampliar la familia. Al poco nacen Pilar y Manuela.
En 1976, Pedro, Catalina y sus hijos viven de cerca, por primera vez, la barbarie etarra. El 9 de febrero de ese año la banda terrorista asesina a tiros a Víctor Legorburu, alcalde de Galdácano. Fue a las 08.10 horas.
Cuatro pistoleros de ETA lo acribillaron a balazos cuando salía de su domicilio en dirección a la imprenta en la que guardaba su coche. Nunca llegó a su puesto de trabajo, en la Caja de Ahorros de Bilbao. “Nosotros –dice este familiar que habla con el reportero- casi nunca les visitábamos. Nos daba mucho miedo. Los años siguientes ETA provocó auténticas matanzas”.
Captado por ETA en 1995
Pasaron los años y los hijos de Pedro y Catalina se hicieron mayores. Aprendieron euskera, estudiaron… Pero Pedro, el mediano de los cinco, se salió del carril, hasta acabar tomando las armas.
Siendo un adolescente ya empezó a rondar ambientes abertzales. Entre sus nuevas amistades aseguraba que en su casa, desde niño, siempre le habían llamado Kepa, Pedro en vasco. Pero era mentira. Y aunque el chaval no ocultaba que su familia era de Badajoz, decía que él había nacido en Galdácano, algo que desmienten en el registro civil de Almendralejo. “Nació aquí”, dicen. Y así lo demuestra la partida de nacimiento que se archiva en estas oficinas y sobre la que el Ministerio de Justicia ha fijado “publicidad restringida”.
Pedro guardaba otro secreto que jamás se atrevió a contar. Su abuelo paterno, Francisco del Hoyo Sánchez -empresario ganadero, agrícola y del transporte-, luchó con el bando nacional durante la Guerra Civil española. Aunque fue más por “casualidad que por ideología”, cuenta su familiar de Almendralejo. “Le llamaron y tuvo que ir, como miles de personas en este país. Era un chaval. Combatió durante tres años”.
El otro abuelo de Pedro, Baltasar Hernández, murió en un accidente de tráfico. Cada día hacía la ruta Algeciras-Almendralejo por carretera con su camión cargado de pescado fresco. Un día se salió de la carretera y se estrelló.
Pedro del Hoyo se integró definitivamente en ETA en 1995. Formó parte del ‘comando Vizcaya’. La banda terrorista lo usó para realizar seguimientos de posibles objetivos y como suministrador de información de éstos (horarios, movimientos, familiares, trabajo…).
Gracias a su labor, ETA asesinó en septiembre de 1997 al policía nacional madrileño Daniel Villar. Estaba casado y tenía dos hijos. Fue la primera víctima mortal de los etarras tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Le pusieron una bomba-lapa en los bajos de su coche, estacionado en Basauri.
El etarra de origen extremeño también participó en el asesinato ese mismo año de otro policía, Modesto Rico. Lo conocía de haberle servido cañas y tapas en el bar de una de sus hermanas. Según reconoció él mismo años después durante un juicio, ambos habían discutido en varias ocasiones y por eso lo señaló.
Kepa del Hoyo también elaboró informes sobre el expresidente del PNV Xabier Arzalluz o los miembros del PP vasco Carlos Iturgaiz y Leopoldo Barreda. Se le detuvo el 2 de febrero de 1998. Un año y medio después, en octubre de 1999, la Audiencia Nacional lo condenó a 25 años de prisión por el asesinato de Villar.
Condenado en dos juicios por delitos de asesinato, atentado y colaboración con ETA, en la actualidad cumplía 30 años de condena acumulada en una prisión a sólo 60 kilómetros del pueblo que lo vio nacer. Tenía un hijo.
El anterior preso de la banda terrorista que falleció en una cárcel fue Arkaitz Bellón. La causa: un edema pulmonar. Llevaba trece años entre rejas. Murió en febrero de 2014. Con la de Pedro del Hoyo son 18 las muertes de etarras en prisiones del país.
El entierro de su abuelo: la última vez que pisó Almendralejo
La última vez que el etarra Pedro del Hoyo pisó Almendralejo fue hace 26 años, con motivo de un entierro. Por aquel entonces él tenía 20. Aunque ETA no lo había reclutado aún, ya merodeaba los ambientes del independentismo radical y violento. Por eso nunca se dejaba ver por casa de los familiares de sus padres en tierras pacenses, como sí hacían sus hermanas, que pasaban algunos veranos en el pueblo.
La visita de Pedro del Hoyo a su localidad natal fue efímera. Su abuelo paterno, Francisco del Hoyo Sánchez, había fallecido en Madrid, a donde emigró tras venirse abajo sus negocios, y había que trasladar su cadáver hasta el cementerio de Almendralejo. El etarra acompañó el féretro de su abuelo por carretera. Tras la misa y el entierro, Pedro se volvió a Galdácano para volver a ser Kepa.
Durante una de las visitas de Pedro del Hoyo a su abuelo en el hospital clínico San Carlos de Madrid, el etarra demostró su “odio” a la capital de España. “Dijo que algún día volvería para ver todos los edificios volar por los aires”, recuerda la persona con la que habla EL ESPAÑOL, quien estaba presente aquel día. “Le tenía asco a todo lo que suponía Madrid en aquel tiempo para ETA”.
Su padre sólo lo visitó una vez en prisión: fue un mes antes de morir
El padre de Kepa del Hoyo falleció hace tres años. Tenía 64 años. Su débil corazón, unido a otra enfermedad agravada por su dolencia cardíaca, le impidieron seguir con vida. Por ese entonces ya se había bajado del taxi y le había cedido la licencia a uno de sus yernos.
Un mes antes de su muerte, Pedro del Hoyo padre visitó a Pedro del Hoyo hijo en la cárcel de Badajoz. El etarra llevaba allí 12 años. Antes había pasado por Valdemoro y Alcalá Meco. Era la primera vez que su padre iba a verlo a la cárcel. También fue la última. Padre e hijo charlaron durante unos minutos. No se sabe si Pedro perdonó a Kepa, pero aquel encuentro sirvió de despedida entre ambos.
El cuerpo del padre del etarra se incineró en Galdácano, según pidieron su mujer, Catalina, que hoy tiene 71 años, y sus hijos. Instituciones Penitenciarias permitió al preso salir de la cárcel para velar el cadáver en el tanatorio. La izquierda abertzale usó aquel acto para honrar a su mártir y volver a reclamar el acercamiento de los presos etarras a cárceles del País Vasco.
Murió luchando... con guantes de boxeo
Pedro del Hoyo Hernández murió este pasado lunes. Sucedió a mitad de mañana. Tenía 46 años. Le dio un infarto mientras boxeaba junto a un grupo de reclusos en una sala de 30 metros cuadrados del módulo cuatro de la prisión de Badajoz. Allí, los internos disponen de guantes, saco, protecciones… Sudado y con las pulsaciones altas, se vino abajo de súbito y cayó al suelo. Su corazón no aguantó más.
La enfermería la tenía a sólo 10 metros de allí. Los miembros del servicio sanitario intentaron salvarle la vida, pero no tuvieron éxito. Fue un infarto fulminante. Kepa desoía a menudo las indicaciones que le hacían los médicos del centro penitenciario. “No hagas deportes exigentes o tu corazón quebrará”, cuenta que le decían los galenos un funcionario de la prisión con el que contacta EL ESPAÑOL. Al final, el etarra murió luchando con guantes de boxeo.
Ese mismo día, el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, afirmó de la muerte de su “compañero”: "Han matado a un abertzale a 750 kilómetros de su casa en una prisión española".
Otegi señaló también que no se trataba de una “muerte natural” ya que, a su juicio, “no se puede entender” el fallecimiento del etarra “sin hablar de decenas de años de encarcelamiento, de dispersión, de malos tratos, de huelgas de hambre y de luchas incesantes por mejorar las condiciones de vida en las cárceles”.
Este pasado martes, en torno a las diez de la noche, el féretro de Pedro del Hoyo llegó al tanatorio de Bolueta (Bilbao), donde lo recibieron un centenar de personas, muchas de ellas portando ikurriñas y pancartas de apoyo a los presos de ETA. Al día siguiente fue trasladado al tanatorio de Galdácano, su pueblo de acogida. Allí le rindieron homenajes y celebraron un acto de despedida.
La izquierda abertzale ha convocado para este próximo sábado una manifestación y un acto político en Galdácano, donde el hijo de los extremeños Pedro y Catalina vieron crecer a su único hijo varón hasta convertirse en el etarra Kepa del Hoyo Hernández.