Desde su sillón de Alcaldía, Antonio García divisa el imponente castillo de 6.000 metros cuadrados que corona la colina sobre la que se asienta Montemayor. El mandatario, de IU, viste camisa azul y pantalón vaquero. Afuera el calor aprieta, pero en su despacho el aire acondicionado ayuda a sobrellevar las altas temperaturas del verano andaluz.
El regidor de este pueblo cordobés de 4.000 habitantes dice que si la propietaria de la edificación permitiera acceder a su interior a vecinos y turistas, la actividad generaría empleo en una localidad con un 45% de paro juvenil.
“Es mi sueño, pero no ningún capricho. Su dueña ha de entender que también le pertenece a la gente, aunque sea de forma sentimental. Además, ayudaría a que los más jóvenes no se marcharan de su tierra”.
La mujer a la que se refiere el alcalde es María Concepción de Silva y Azlor de Aragón. En 2000, la señora heredó la edificación de manos de su tía, María de Silva. Ésta, tras quedar viuda en 1986 por la muerte de su marido, José María Fernández de Velasco, duque de Frías, decidió adoptar a su sobrina puesto que ella y su esposo no tuvieron descendencia. Así, tras fallecer ella, legó parte de su patrimonio a su ojito derecho, María Concepción.
Desde entonces, la sobrina/hija adoptiva de la viuda del duque de Frías es la dueña del castillo y ha echado el cerrojo a sus puertas. Lo hace sin saltarse las normas, pese a que está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1985 y la Ley de Patrimonio Histórico andaluz obliga a abrir al público la fortaleza al menos cuatro días al mes durante un período de tiempo convenido.
Sin embargo, la heredera, con residencia en Madrid y 800 hectáreas de tierras en Montemayor, consiguió sortear dicha ley. En 2010, el propio gobierno andaluz accedió a su petición y le concedió una dispensa de la obligación de permitir el acceso a su propiedad.
Desde entonces, el castillo de Montemayor, cuya construcción se inició en 1340, es el único BIC de Andalucía del que no se puede pisar ni un solo metro. En la comunidad andaluza hay sólo otra persona con dispensa. Es propietario de un castillo en Gérgal (Almería), pero éste ha accedido a que lo visiten.
“Esto sólo sucede aquí -se queja Enrique López Sillero, coordinador de la plataforma Visitemos el Castillo-. En otros sitios con edificaciones similares, los propietarios se acogen a la ley y permiten el acceso. Eso genera puestos de trabajo y riqueza. En cambio, esta señora [en referencia a la heredera de la fortificación] alega que no puede dejar pasar a su casa, en la que, por cierto, no vive, porque sería alterar su intimidad. Y lo peor, la Junta la protege. Es de chiste”.
“No quiero que todo el mundo pase”
Pero la propietaria del castillo de Montemayor se defiende. Y lo hace con la ley en la mano. En conversación con EL ESPAÑOL, María Concepción de Silva y Azlor de Aragón recuerda que en la norma que regula los bienes de interés cultural en Andalucía se contempla que sus dueños no permitan el acceso al interior de sus propiedades si residen allí o si las visitas atentan contra su intimidad.
La heredera de la Casa Ducal de Frías explica que la Junta le concedió la dispensa en 2010 y que a principios de 2017, tras un nuevo análisis técnico de los funcionarios de la Consejería de Cultura, se la volvieron a prorrogar durante dos años más. “Se me da la oportunidad de no enseñar mi casa, de tenerla cerrada a extraños, pero el alcalde de Montemayor y los de la plataforma no lo aceptan. Están empeñados en algo de lo que no tienen razón”.
María Concepción, a la que en su familia conocen como Miriam, añade que el castillo “es una casa particular”. “No quiero que todo el mundo vaya pasando por delante o por encima de mis cosas”.
- ¿En 6.000 metros cuadrados no hay ni un solo espacio por el que acceder sin molestarla? Además, usted reside en Madrid durante la mayor parte del año- expone el reportero.
- No es cuestión de eso. La casa es pequeña, más o menos como dos pisos unidos uno encima del otro, y allí no hay sitio. Además, los jardines apenas tienen un estrecho pasillo por el que caminar. El resto es arboleda. No tiene sentido que nadie visite aquello.
Exenta del pago de impuestos municipales
El hecho de que el castillo esté reconocido como BIC conlleva ciertos beneficios fiscales, como no pagar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), tasas de agua o de recogida de basuras, así como otros tributos municipales. Sin embargo, la dueña de la edificación hace frente a todos ellos, salvo el IBI, como reconocen en la plataforma que reclama su apertura.
Hasta 2010, la propietaria del castillo tampoco permitía el acceso a nadie. Ese año, la Junta le pidió cumplir la ley y le reclamó abrir sus puertas a los extraños al menos cuatro días al mes.
Pero María Concepción de Silva y Azlor de Aragón movió ficha, solicitó la dispensa y se quejó de que un año antes, en 2009, cayeron dentro del perímetro de su fortaleza restos de un espectáculo de fuegos artificiales disparado en el centro del pueblo. A eso sumó el argumento de que la edificación era su residencia, aunque no de forma continuada ya que ella vive en Madrid. Los técnicos de la Junta visitaron el castillo y le dieron la razón.
Siete años después, el alcalde de Montemayor sigue reclamando el acceso a la construcción. “La Junta establece que los 6.000 metros cuadrados del castillo están habitados”, dice el regidor. “Pero tenemos que hacerle entender que eso no es así. ¡Si la última vez que vino esa señora fue en Semana Santa!”.
El regidor de este pueblo ubicado a 20 minutos por autovía de la capital cordobesa encargó recientemente a la Policía Local un informe sobre la situación real del castillo. Dicho documento, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, recoge que en la edificación no reside nadie, que de noche no se ve ni una sola luz encendida y que las dos únicas personas que atienden durante el día son una limpiadora y un jardinero.
“Está vacío –insiste el alcalde de Montemayor- pero el Gobierno andaluz no lo quiere ver. No sé qué influencia tiene esa mujer, pero es evidente que la tiene”.
El castillo en el que durmió el rey Juan Carlos
El castillo de Montemayor fue el germen de lo que hoy es el pueblo que lleva su nombre. Lo mandó construir en 1340 el religioso agustino Martín Alonso de Córdoba para mejorar la defensa del territorio que un siglo antes conquistó Fernando III. Su levantamiento conllevó la paulatina llegada de gente que acabaría asentándose en la zona. Se encuentra situado a unos 410 metros de altitud.
La fortaleza está considerada como uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar de la provincia de Córdoba. Está formada por un recinto triangular en cuyos vértices se sitúan sus tres torres: la de las Palomas, la Mocha, carente de almenas, y la del Homenaje, la más alta, rematada con cuatro garitas en sus esquinas.
Los ancianos del lugar recuerdan que el anterior duque de Frías, José María Fernández de Velasco, fue tutor de Juan Carlos I durante el Franquismo, cuando el hoy rey emérito aún era príncipe.
Enrique López Sillero, de la plataforma Visitemos el Castillo, asegura que el monarca visitó el pueblo de joven en varias ocasiones y que, una vez accedió al trono, también estuvo en Montemayor acompañado de su hijo Felipe, hoy al frente de la Corona española.
“Los duques de Frías siempre accedieron a cargos públicos y estuvieron bien relacionados. Quizás sean esas las razones en las que hay que buscar la dispensa de que disfruta la actual dueña”, asegura el alcalde de Montemayor.
“Durante un tiempo albergamos la esperanza de que los Borbones heredaran el castillo y permitieran acceder a él, pero al final la viuda del duque adoptó a su sobrina y ella se quedó con él”.
La leyenda que contradice a la Historia
Como todo castillo que se precie, sus paredes siempre albergan una leyenda. La cuenta Enrique López Sillero, y viene a contradecir la Historia de cómo murió, el 29 de marzo de 1956, el infante Alfonso de Borbón mientras él y su hermano Juan Carlos jugueteaban con una pistola.
El coordinador de Visitemos el Castillo narra lo siguiente: “Aquí vivía un vecino que fue mandadero en el castillo. Un día me contó que en aquella fecha le mandaron llamar para que transportara con otra gente una alfombra hasta la calle. Les dijeron que no miraran dentro de aquel bulto, pero, claro, ellos eran chavalitos y no se pudieron contener. Dentro estaba el infante. Los libros de Historia dicen que eso pasó en Estoril. Pero los vecinos de este pueblo dicen que fue aquí”.
“Aquí rodarían Juego de Tronos”
Pero es 2017 y el castillo, aún con leyendas infundadas, está en manos de María Concepción de Silva y Azlor de Aragón. “Vamos a seguir luchando por él”, dice López Sillero. “Este pueblo ha perdido 200 habitantes en sólo ocho años. Poder acceder a la edificación sería un revulsivo y una herramienta de creación de empleo”, afirma el alcalde del municipio. “Estamos a 30 kilómetros de una de las ciudades más importantes y visitadas de España. Podríamos entrar en el circuito de visitas de los turistas”, añade el regidor.
De la misma opinión es el coordinador de Visitemos el Castillo. Enrique López Sillero recuerda que el castillo de Almodóvar del Río, otro pueblo cordobés, a finales de 2016 fue escenario de rodaje de la séptima temporada de Juego de Tronos. “¿Por qué no seguir el camino de ellos? ¿Acaso nuestro castillo no es tan bonito como el suyo? ¡Quién sabe si no lo podríamos usar como escenario para películas o series tan conocidas! Aquí la hubieran rodado seguro”.
Pero mientras se niegue a abrir las puertas su dueña, heredera de la viuda del penúltimo duque de Frías, y la Junta le siga otorgando la dispensa para no hacerlo, la batalla entre ambas partes seguirá viva. “Si algún día logro que mi pueblo y quienes nos visitan puedan acceder al castillo, yo ni siquiera querré ya entrar. Habremos ganado la guerra, con eso me basta”, sentencia el alcalde de Montemayor. El desenlace sólo el tiempo lo dirá.