Al mundo actual no lo reconoce nadie. Donald Trump es presidente de EEUU, Reino Unido se ha salido de la Unión Europea, los jóvenes reconocen antes a El Rubius que a Pedro Almodóvar y las chicas hacen caso de los consejos de Dulceida en vez de leer a Virginia Woolf. En algún momento la sociedad se fue al garete y nadie se enteró. De vez en cuando surgen personas que se ponen las pilas para dar un toque de atención y gritarle a la gente que algo falla.
El arte siempre ha tenido esa función crítica, y el arte ahora está en muchos sitios. Ya no se queda encerrado en las páginas de un libro o en los fotogramas de una película, sino que los nuevos formatos han abierto un abanico de posibilidades expresivas. Hasta Youtube puede ser un altavoz de denuncia. Que se lo digan a Celia de Molina, la actriz -protagonizó Cómo sobrevivir a una despedida- que se lió la manta a la cabeza y a un par de amigos para crear El Antivlog. El nombre del proyecto lo dice todo: un medio que va en contra de la tendencia actual y que se ríe de los influencers, de los tutoriales y de las rutinas.
Con mucho morro y humor, pero también con mucha capacidad crítica para poner en el foco el atolondramiento de los jóvenes y el auge del machismo gracias a nombres como Jorge Cremades o Álvaro Reyes. Con ayuda de Javi Giner e Ignacio Mateos como realizadores, han dado forma a un producto fresco que ha dado que hablar, tanto que Flooxer -la plataforma de Atresmedia donde nació Paquita Salas- decidió que querían El Antivlog para ellos. Les dieron libertad para sacar toda su locura y lanzar todos sus dardos.
La idea nace de Celia de Molina. En su cabeza llevaba tiempo rondando una idea. “Como mujer he sentido muchas cosas, cómo nos machacan en muchos aspectos y se lo comenté a Nacho y a Javi. Yo viendo estos blogs y a estas mujeres que te explican lo que hay que hacer o cómo debes llevar tu vida no me reconocía en ellas, y otras muchas mujeres tampoco lo hacen. De ahí nace, yo soy El Antivlog porque no tengo nada que ver con ellas”, cuenta la actriz a EL ESPAÑOL. Para sus directores esto surge de una necesidad, de querer reivindicar el feminismo. “Nace como un grito personal de Celia y de su experiencia ante las presiones e imposiciones que se les hacen, y esto es un relato transversal entre mujeres de diferentes edades y estratos sociales. Nosotros lo recogemos y lo convertimos en un grito en contra de lo políticamente correcto, del pensamiento único y del consenso”, añaden Ignacio Mateos y Javier Giner.
Los límites del humor
En esa defensa de lo políticamente incorrecto y en una charla que se extiende por muchos derroteros, sale el tema de los límites del humor. Hasta hace un año nadie se había planteado este debate, pero casos como los tuits de Zapata o el de los titiriteros muestran que las sensibilidades están a flor de piel, incluso demasiado.
“Yo personalmente creo que no lo hay”, comienza diciendo Javier Giner con el asentimiento de sus colegas. “Todo este debate acerca de los límites del humor siempre me resuena a esto de lo políticamente correcto. El humor en su propio germen tiene la ofensa. Cuando cuentas un chiste del tipo que sea, alguien en algún lugar se va a sentir ofendidos, si no es un cojo es un blanco, si no es un homosexual es un heterosexual, si no es un chino es un gallego. Hasta en el gag visual más rudimentario alguien se podría sentir ofendido. Abrir ese melón del límite del humor es abrir la puerta a una avalancha de hipersensibilidad, a la ofensa que coarta esos espacios de oxígeno”, argumenta.
El humor en su propio germen tiene la ofensa. Cuando cuentas un chiste alguien en algún lugar se va a sentir ofendido, si no es un cojo es un blanco, si no es un homosexual es un heterosexual
Para Celia de Molina este renacer de la polémica tiene que ver con que en España “hay todavía demasiadas cosas que son sagradas”. “Para mí, si el humor tiene límite no tiene sentido. Estamos en un momento muy crítico, estamos retrocediendo. El otro día otra vez el juicio de Zapata por un chiste sobre los judíos”, cuenta mientras les paro para preguntarles si han leído que el PP ha abierto la puerta a considerar delito los 'memes' políticos. El Antivlog se desata. “El mejor cómico de este país es el señor Rajoy, es vanguardia. Es un gran cómico, es un genio, debería estar en el MoMA de Nueva York”, dice De Molina. “EEUU tiene a Louis CK y nosotros a Mariano Rajoy”, añade Giner que obtiene respuesta de Ignacio Mateos: “Estamos en el contexto en el que estamos y dónde estamos. En España somos muy graciosos, pero nos cuesta reírnos de nosotros mismos. Hay heridas que no están cerradas. Estamos en un país lleno de complejos”.
Por eso recuerdan a los grandes, nombres como Berlanga, Fernán Gómez o Almodóvar, que se rieron “de nuestras miserias” y que creen que están teniendo su eco ahora en gente que merece una oportunidad que los grandes medios les niegan.
No es no
Con sólo tres episodios El Antivlog empieza a hacerse oír. Con su última entrega, Cómo sobar a un tío, han puesto todo patas arriba. Una parodia que da la vuelta a los comportamientos machistas. Pone a mujeres a acosar, sobar, decir guarradas a dos chavales que se encuentran indefensos ante estos ataques. Suena bestia, pero son experiencias reales de las mujeres que aparecen, y muchas de las prácticas que se dicen están colgadas en Youtube por gente que se jacta de enseñar a meter mano a una mujer mientras duerme.
Javier Giner tiene muy claro que este capítulo es especial y que había que “hacerlo con todas las consecuencias”. “No podíamos quedarnos en lo amable. Uno de los mayores halagos que nos han dicho es que era muy divertido pero que era muy incómodo verlo. Los otros capítulos eran más intrascendentes, menos críticos, más asequibles. Nos resultó incómodo hacerlo. Yo he rodado cosas muy locas, he puesto a De La Puríssima desnuda por Barcelona, y sin embargo es de las veces que más incómodo como director me he sentido”, explica el realizador.
Hay cosas que me indignan, como los blogs que dicen cómo seducir a una mujer o cómo meterle mano a una chica… me indigna y quiero meterme con ello. Yo, como ser humano, no lo tolero
Celia de Molina se siente encantada por esa sensación de incomodidad, porque demuestra que los hombres no están acostumbrados. Ellas, por desgracia, si lo están. Insultos, babosos en las discotecas, toqueteos en el metro… situaciones que muchos han aceptado como algo habitual. “Ese es el problema, que está normalizado”, añade Ignacio Mateos. El capítulo no deja títere con cabeza y acaba con un mensaje claro: cuando una mujer dice no, es no. Algo de lo que muchos youtubers machirulos se mofan y que Mateos tiene claro que como creador y como persona no puede permitir: “hay cosas que a mí personalmente me indignan, como los blogs que dicen cómo seducir a una mujer, o entrarle a una tía buena, o cómo meterle mano a una chica si está durmiendo en el bus al lado… me indigna y quiero meterme con ello. Yo como ser humano no lo tolero”.
Los responsables de El Antivlog hablan del esperpento para definir su idea. Un espejo deformado en el que nos vemos nosotros mismos, lo peor que tenemos. Han usado el humor para denunciar, porque todos tienen claro que “no hay nada más potente y capaz de generar cambio que el humor”. Cómo sobar a un tío es políticamente incorrecto, y eso es lo que siempre defiende Giner. "Cuando nació no nos habíamos planteado muchas cosas que ahora salen, queríamos hacer lo que nos diera la gana, que fuera un balón de oxígeno donde experimentar y hablar de temas que nos importan, y nos dimos cuenta que hay una dictadura del pensamiento único y de lo políticamente correcto. Eso es una aberración, porque hay muchos pensamientos”, explica.
El éxito de El Antivlog empieza a sorprenderles y hasta ha saltado fuera de nuestras fronteras. Su segundo capítulo dejó a todos descolocados. Celia de Molina se arreglaba para ir al photocall de un estreno. Como una mamarracha y echándole morro se presentó con una ropa que no tenía nada que ver con lo que visten las estrellas. Delante de los fotógrafos posó como si estuviera poseída por el demonio, incluso alguno de ellos bajó la cámara en señal de protesta por el show. Dio resultado, al día siguiente estaban en un blog americano que la seleccionaba entre las peor vestidas de la semana. Ir a contracorriente nunca fue tan divertido.