¿Adolescentes que hablan de Sócrates y de sexo? ‘Merlí’, la serie juvenil que rompe topicazos
La serie, que tuvo tres temporadas en TV3, salta a Movistar con el personaje de Pol Rubio yendo a la universidad.
7 diciembre, 2019 02:24Noticias relacionadas
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Las series adolescentes son mucho más complicadas de lo que parecen. Apelan a un público muy concreto, y ahí está su primera decisión... ¿Es sólo para ellos? Si la respuesta es afirmativa hay que ir a por todas, como ha hecho Skam. Usar su lenguaje, sus medios, su forma de comunicarse y contar historias con una estrategia transmedia sorprendente y novedosa.
También puedes acudir al modelo Élite, que no quiere ser un retrato generacional, sino convertirse en una obsesión adolescente. Para ello les da todo lo que buscan: sexo, jóvenes carismáticos y atractivos (que saben que no tienen la edad que aparentan). Una serie para comentar, para disfrutar con sus salseos y no dar crédito con cada giro. La serie de Netflix es honesta en su propuesta y también va a saco.
De vez en cuando las series adolescentes sorprenden. Algunas por audaces, como Euphoria, que no renuncia al 'exploit' adolescente pero que habla de forma frontal de problemas que tienen los jóvenes ahora: la identidad, el machismo, el bullying por redes sociales, el porno como educador sexual… A veces tiende a la truculencia, pero el riesgo de la serie de HBO y su refinamiento estético nos han dejado a todos con la cabeza del revés.
Luego hay series que tienen difícil destacar entre todas ellas precisamente porque son las que más se acercan a la realidad de un adolescente medio, porque encima están realizadas con una sobriedad que choca con una propuesta teen y porque intentan que el adulto que la ve no salga escandalizada. Y de entre todas ellas, la que más ha destacado fue Merlí, la serie de TV3 creada por Héctor Lozano y dirigida por Eduard Cortés que se ha convertido en todo un fenómeno (en Latinoamérica es un pelotazo) entre los jóvenes y que estrena una nueva temporada en Movistar+.
Merlí destaca porque no trata a los jóvenes como absolutos descerebrados ni cuerpos en los que sólo hay hormonas revolucionadas. Son chavales perdidos, intentando encontrar su sitio, y aquí lo encuentran en la clase de filosofía del profesor que da nombre a la serie. Sí, filosofía. Ya sólo porque una ficción utilice las clases de una materia denostada como hilo conductor se merece nuestros respetos. De hecho, cada capítulo se llama como un filósofo diferente.
Los jóvenes serán, por primera vez escuchados, se les enseñará a pensar y se sentirán parte activa de una educación que normalmente recurre al piloto automático. En las primeras temporadas de la serie encontré un relato sobre la necesidad de la educación pública que crea en las posibilidades de sus alumnos. Un retrato utópico, pero contado con inteligencia.
El otro factor que la convirtió en éxito es la libertad y honestidad con la que trataba la sexualidad de los jóvenes. Que un personaje como Pol Rubio (Carlos Cuevas), el guaperas chulito de la clase, sea bisexual y vaya aceptando esto poco a poco mientras disfruta del sexo y de su cuerpo es maravilloso. Su relación y su química con Bruno Bergeron (David Solans) está tratada con verdad y no es de extrañar que sea un icono para el público LGTB.
La nueva temporada -que tiene el sobrenombre de Sapere Aude- continúa la trama donde se quedó, pero aporta dos cambios sustanciales. Uno, el punto de vista, que cambia directamente a Pol Rubio, y el segundo es que la acción pasa a la universidad con todo lo que ello supone. No se abandona la filosofía, y Rubio irá a estudiar una carrera “sin salidas” y encontrará a una sustituta de Merlí en los rasgos de María Pujalte, que da vida a ‘la Bolaño’ una profesora irreverente.
Como ocurría en las anteriores temporadas lo mejor es acudir a las clases que imparte el personaje donde se hablará de lo políticamente correcto, de los límites del humor, de política, y de temas de actualidad que enriquecen una serie que en sus otras historias se acerca a una serie juvenil convencional. De hecho, se empieza a explotar las tramas sexuales de forma menos sutil, y los dos primeros capítulos harán las delicias de los fans de los protagonistas. En su paso a la universidad ha perdido cierta frescura, y ya no sorprende tanto, pero Merlí sigue siendo una apuesta inteligente que rompe con muchos tópicos de las ficciones adolescentes.