La saga de Star Wars es un arma de doble filo. Parecía que todo lo que naciera dentro de la franquicia sería un éxito, y desde Disney decidieron que había que explotarla al máximo. Error: los fans del universo de La Guerra de las Galaxias tampoco quieren que se les trate por tonto. Aquella estrategia de que hubiera una película de la saga cada año explotó pronto. Funcionó con la irregular Rogue One, pero la gente dijo basta con el spin off sobre Han Solo. Si a eso le unes un final de trilogía tan ridículo como el que ofreció J.J. Abrams, muchos hubieran pensado que Star Wars estaba herido de muerte.
Pero, sin embargo, la solución estuvo donde pocos confiaban, en la primera serie creada para la plataforma Disney+. Irónicamente, era la primera que aunque fuera una continuación de la trilogía original -su acción ocurre cinco años después de los acontecimientos de El retorno del Jedi- se atrevía a presentar historias nuevas, personajes originales y una historia diferente. El responsable era Jon Favreau, artesano de Hollywood y capaz de lo mejor y lo peor -suyo es el terrible remake de acción real de El rey León-, y el nombre de la serie The mandalorian.
El resultado no pudo ser más satisfactorio. La primera temporada de The Mandalorian fue un regalo para los fans de Star Wars, pero también para mucha gente que había desconectado de un universo que pedía demasiados saltos de fe y demasiada vinculación sentimental con sus historias. La nueva serie no era más que un western, uno ambientado en otros planetas, pero con un antihéroe como los de las películas del oeste -que no se quita su casco-sombrero-, un código moral parecido, un estilo visual propio del género y los guiños necesarios para atraer a los más locos con las películas originales. Lo bueno es que aquellos guiños no supeditaban toda la historia. Entraban con suavidad, sin subrayados. El que los veía disfrutaba, el que no lo hacía con su imponente factura y con su ritmo preciso.
Encima se sacaron de la manga el personaje más carismático y entrañable posible, al que todo el mundo bautizó como Baby Yoda. Una versión en miniatura del maestro Jedi que servía como motor de la trama (un cazarrecompensas debía entregarle en una misión pero decidía protegerle), y conquistaba el corazón y el bolsillo de todos. Es la figura más vendida y el objeto de merchandising más potente salido de la saga en muchos años.
La primera temporada concluyó con las expectativas por las nubes, y con una nominación a la mejor serie a los Emmy incluida. Ahora, por fin, ha llegado la segunda temporada, que continúa como si fuera un episodio más (el noveno) la historia de Mando en su trayecto a entregar al pequeño Yoda a su planeta. El regreso -sólo se ha podido ver el primer capítulo- no ha podido ser mejor. The Mandalorian sigue fuel a su estilo y vuelve más western que nunca. Jon Favreau dirige esta esperada vuelta, y lleva al protagonista a un planeta conocido por todos los fans: Tatooine.
Un episodio que redobla la apuesta por el western, con ese poblado que sufre una amenaza y que verá cómo todos se tienen que unir. El cine del oeste se mezcla con el de ciencia ficción, con un monstruo que parece sacado de Temblores o incluso de Dune. Lo que consigue este primer episodio de la segunda temporada es dejar claro que los mimbres serán los mismos, pero también tiende puentes con lo que veremos, y es que parece que las uniones con la primera trilogía van a ser claves. No sólo por esos moradores de las arenas o los Jawas y su clásico ‘Uchini’, sino por guiños como esa armadura que lleva el personaje de Timothy Olyphant (un sheriff galáctico que homenajea claramente a la serie Justified) y esa aparición final de un personaje emblemático que hace que todos nos mordamos las uñas.
The Mandalorian ya ha mostrado que tiene personalidad propia, que sabe convencer y divertir, y ahora quiere introducirse de lleno en la franquicia. Ha esperado una temporada para hacerlo, y eso la honra. No ha tirado de nostalgia, ni de personajes conocidos. Hasta ahora. Queda una temporada para ver cómo encajan las piezas de un puzzle que, de momento, ha regresado por todo lo alto y es el tipo de productos que se merecen sus fans.