Leonor Watling y la libertad del artista: "Para mí, Marlango es recolectar; el cine y la tele es ir de caza"
La actriz es la reina del streaming en España en este 2021. Leonor Watling estrena este viernes 'La templanza' en Amazon Prime Video y 'Besos al aire' en Disney+. Y ya está rodando la segunda temporada de 'Nasdrovia' para Movistar+.
23 marzo, 2021 01:11Noticias relacionadas
Leonor Watling es la nueva reina del streaming en España. Socia a su pesar de unos mafiosos en Nasdrovia (Movistar+). Doctora en la mayor crisis sanitaria en España que se recuerda en Besos al aire (una producción de Mediaset con la que Disney+ se estrena en la producción de ficción original). Empresaria y heredera de un negocio en crisis en La templanza (Amazon Prime Video). Después de años reconvertida en una secundaria de lujo, la actriz está preparada para volver a la primera línea de la industria, el lugar que le corresponde tras haber trabajado durante años con el quién es quién de nuestro cine.
María Dueñas ya sabe lo que es ver cómo uno de sus grandes éxitos literarios (El tiempo entre costuras, Antena 3) arrasa en su salto a la pequeña pantalla, pero la industria audiovisual en España es muy diferente a la guerra de las privadas que aún caracterizaba a la televisión española en 2013. La templanza estará disponible en más de 240 países el próximo viernes gracias al impacto global de Amazon Prime Video, que sigue buscando su identidad en el competitivo mundo de los servicios de streaming después del estreno de su primera apuesta de ficción original, El Cid, el pasado 18 de diciembre.
La templanza es la historia de un hombre y una mujer hechos a sí mismos en el mundo imperialista de finales del siglo XIX. Él es Mauro Larrea, un español que se hace las Américas en busca de oportunidades. Ella es Soledad Montalvo, la heredera de una bodega de prestigio en crisis que intenta recuperar el prestigio y la fortuna familiar tras veinte años alejada de ellas y de los suyos en Inglaterra, donde ha vivido junto a sus hijos y su envejecido marido. Entonces el mundo no parecía estar dispuesto a que una mujer se asocie a términos como poder, decisión, independencia o libertad. Pero a Soledad no le importan los encorsetados planes que la sociedad tiene para ella.
Tu madre es una mujer inglesa que vivió en París, Kenia o Somalia antes de conocer a tu padre. También escribió en el New York Times en una época en la que las mujeres rara vez tenían acceso a esas oportunidades. ¿Hay algo de ella en tu retrato del personaje?
Me alegra mucho porque es de los trabajos donde más he sentido su influencia. Soledad se va a vivir a Londres con 9 años y vuelve a España con 40. Es la primera vez que he podido usar toda esa parte inglesa de mi vida y me ha hecho sentirme muy cerca de ella. Yo ahora tengo 45 años. De repente me reconozco, me veo y digo... “¡que soy mi madre!”. Eso nos pasa un poco a todos cuando vamos creciendo y van pasando diferentes personas por nuestras caras. Tenía muy presente a mi madre por la parte inglesa y a toda esa generación porque Soledad vivió una cosa muy peculiar que no se daba mucho en su época. Ese choque entre lo que te han contado, la educación que has recibido y lo que luego te encuentras. Yo creo que la generación de nuestras madres, el cambio de su infancia a su vida adulta, se asemeja bastante a lo que le pasa a Soledad. Las educaban para ser esposas y criar hijos. Había algunas que se salieron de ese camino, pero la mayor parte era así. Era lo que la sociedad esperaba de ellas.
María Dueñas es una experta en crear personajes femeninos memorables. ¿Te apoyaste en el libro para construir a Soledad?
Sí, aunque no lo había leído antes de que me ofrecieran el proyecto. El trabajo que han hecho [los guionistas Susana López Rubio y Javier Holgado] me parece muy interesante. La novela en realidad es la historia de Mauro y hasta muy avanzada la novela no aparece Soledad. En el guion, en el que ha trabajado María también, han hecho una cosa muy bonita. Normalmente, en una historia conocemos a los personajes a la vez que ellos se conocen. Aquí les conoces por separado. Creo que como espectador es superbonito porque estás deseando que se conozcan y ver qué pasa cuando se justan.
No es la clásica historia romántica de época al uso. Cada uno tiene su propio viaje y al final sus caminos se cruzan.
Eso me pareció muy bonito porque es una vida entera lo que han vivido. Si en el primer capítulo se conocen y los personajes te cuentan lo que les ha pasado antes, no es lo mismo que si tú vives con ellos lo que les pasado y luego ves cuando se conocen. Tú llevas ya ese bagaje de todo lo que ha pasado y por qué son como son.
Mauro se va de su país en busca de una oportunidad. Soledad pide que se escuche su voz en un momento en el que nadie parece querer prestar atención a las mujeres. No parece que estemos hablando del siglo XIX.
Yo no había leído la novela. Me mandaron los guiones y quedé con el director Guillem Morales para que me explicara cómo estaban enfocando el proyecto. Me pareció un regalazo de personaje. Básicamente los temas son los mismos porque creo que seguimos siendo los mismos. Cambiamos las ropas, las modas y las maneras de hablar, pero lo que nos mueve sigue siendo lo mismo aunque hayamos avanzado muchísimo.
A Soledad le cuesta que la tomen en serio al hablar de negocios. ¿Crees que la industria del entretenimiento en España ha evolucionado desde que empezaste a trabajar en los años noventa?
Hay un peldaño más que hemos avanzado como sociedad. No solo las mujeres, los hombres también. Para mí cuando hablamos de este tema, a ver cómo lo explica (duda unos segundos), no lo pienso solo en términos de mi género, de que soy mujer. Lo pienso para vosotros los hombres también. Creo que ha habido un cambio general para bien. Hay una gran diferencia desde los noventa hasta ahora. En cómo nos escuchamos, tanto los hombres como las mujeres. Se nota en el respeto que le damos a un proyecto y la opinión que este recibe, independientemente de dónde venga el proyecto.
Inconscientes, Tirante el blanco, Salvador, Teresa: El cuerpo de Cristo, Lope… Ahora La templanza. ¿Qué te dan las historias de época para volver una y otra vez a ellas?
Yo soy una actriz bastante tímida. Todo lo que me ayude a construir un personaje es bienvenido. Todo lo que sea disfrazarme, alejarme de mí, es muy útil. Me divierte mucho tener que pensar que no te puedes mover como te mueves tú, que no puedes usar las herramientas habituales… Hay una sensación especial cuando llegas al decorado, como de tener la mitad del trabajo hecho. En realidad siempre es así, no es que en una película actual sea menos importante el trabajo del equipo de maquillaje, vestuario, arte... pero cuando haces época es más evidente. Como actriz, cuanto más me cierren en ese sentido, más libre me siento yo en ese huequito que me queda. En La templanza el trabajo de arte, el vestuario de Pepo Ruiz o la fotografía de Bernat Bosch hacen mucho. Con ponerte ahí y no tropezarte lo tienes casi hecho. No tropezar usando vestidos es más difícil que no hacerlo con vaqueros, eso sí (ríe).
Ya estás rodando la segunda temporada de Nasdrovia. La gente pareció sorprenderse de lo divertida que eres, pero ya habías hecho historias como A mi madre le gustan las mujeres. ¿Es más liberador o más exigente hacer comedias?
Las dos cosas en realidad. Es mucho más exigente, pero es muy divertido, es muy liberador. Necesitas tener un guion y un director como el que tiene Nasdrovia. Como actriz, yo no miro el género. Yo no estoy rodando La templanza preguntándome qué género estoy haciendo. Transito las emociones que vive mi personaje. En ese sentido no es muy distinto. Luego resulta en que sea divertido o no, pero sí, hay algo en la comedia que es mucho menos contenido y te hace estar más relajada.
Hablando de A mi madre le gustan las mujeres… Rosa María Sardá hizo dos veces de tu madre en el cine. ¿Cómo era trabajar con ella?
Trabajar con Rosa María era maravilloso, pero es que simplemente estar y tomarte un café con ella era especial. Sabía muchísimo. Todos le decíamos que por qué no dirigiría. Ella tenía esa visión completa que a los actores normalmente nos falta. A veces somos muy de decir cosas como “es que mi personaje no diría eso”, pero es que eso no importa. Estamos haciendo algo que forma parte de un pequeño cosmos en el que sí tiene sentido que pase eso [que te están pidiendo]. Ella tenía esa visión, podía fijarse en detalles muy pequeños y sutiles sin olvidarse de lo que estabas contando y de cuál es tu labor en la historia.
Soledad busca más responsabilidad. ¿Qué se siente cuando llegas a La templanza y ves cómo en la orden de rodaje pone que Leonor Watling es el número 1 de la producción?
Es bonito porque he pasado muchos años haciendo el 14 (ríe). Pasé muchos años haciendo el 1 y 2 y luego otros tantos haciendo el 6, el 7, 14… De repente cuando vuelves a ser el 1 y el 2 lo que implica es que vas a estar muchos más días trabajando. Es una cuestión más práctica. Y además te digo una cosa. Cuando sabes que vas a tener muchos días, es verdad que tienes la responsabilidad de estar bien, de aguantar… No puedes desfondarte, pero a la vez también te quita presión porque también puedes tener un mal día. Cuando tienes un personaje pequeño no te lo puedes permitir. Ir todos los días a trabajar también te relaja mucho, porque conoces a todo el equipo y estás en un ambiente más confortable.
Maribel Verdú acaba de fichar por una película de superhéroes en Hollywood, Flashpoint. Javier Cámara contó que le ofrecieron El diablo viste de Prada. ¿No hubo una tentación de irse a Hollywood después del éxito de Hable con ella?
Es una cuestión de suerte también, porque yo pruebas he hecho muchas. He rodado en Canadá. Lo que sí he hablado muchas veces con Maribel es que si me llaman, me contratan y me vienen a recoger… Yo voy donde haya trabajo. Lo que no veo es irme con una maleta e ir a picar piedra. No creo que sea capaz. Por como soy, es una cuestión personal. No soy ese tipo de persona aventurera e independiente. Soy más de mi casa, de la gente que conozco. Las carreras de los actores no se diseñan, gestionas lo que te ofrecen. Puedes decir que no. Tu límite de libertad es decir que no.
¿Sientes esa libertad con Marlango?
Claro, aunque también pasa algo similar… Tocamos donde nos llamen. No somos una promotora que monte sus giras. Sí hay mucha más libertad, es nuestro proyecto y va a nuestro ritmo. El cine y la televisión te llegan. Creo que es como cazar o recolectar. Para mí Marlango es recolectar y el cine y la tele son caza. Es otra energía.
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