Crítica: 'Los Protegidos: El regreso’ se sumerge en un bucle de nostalgia en el que no ha pasado el tiempo
ATRESplayer Premium trae de vuelta la serie familiar, que preestrena el primero de sus episodios este domingo en la plataforma de pago.
19 septiembre, 2021 01:44Noticias relacionadas
Ha pasado casi una década desde la última vez que los vimos, pero el paso del tiempo nos da una tregua y se congela por una vez, dejándonos recuperar esos momentos en los que, sentados ante el televisor, nadie se peleaba por el mando a distancia, porque todos estábamos de acuerdo y queríamos ver Los Protegidos.
El domingo 19 de septiembre, ATRESplayer Premium será la plataforma anfitriona, invitándonos al preestreno del primer episodio del reboot de Los Protegidos: El regreso. Con el estreno, la melancolía nos recuerda cómo era una de las épocas doradas de Antena 3, protagonizada por otros títulos tan deslumbrantes como El Internado o Física o Química, que también han tenido su oportunidad de volver a la vida hace poco. En esta ocasión le toca a Los Protegidos, que prepara un reencuentro con la icónica familia que se vio obligada a vivir de una forma discreta para ocultar sus poderes.
Embriagados de nostalgia al recordar el final de la serie emitido en 2012, nos olvidamos de que la edad pasa por nosotros también y nos dejamos llevar por el carácter de Sandra (Ana Fernández), que parece haber tenido una hija y sido capaz de salir adelante como adulta. Sin embargo, intentando dejar a un lado el cúmulo de emociones y nos damos cuenta de que algo ha cambiado en todos ellos, y que la familia que un día fueron, ha terminado disgregada por diferentes causas y motivos de la vida.
No lo vemos venir, y de repente aparece en pantalla Culebra (Luis Fernández), que nos muestra de forma tajante cómo le va en una nueva vida que parece no incluir a Sandra, el gran amor de su adolescencia y la persona con la que acabó en el final de la temporada. Finalmente, después de sus chispazos y desapariciones, de sus idas y venidas, sus sentimientos no parecieron ser suficiente y cada uno terminó siguiendo caminos diferentes.
Con un sabor de boca algo agridulce, la serie homenajea a sus orígenes y trae de vuelta su esencia inicial y presenciamos lo que parece ser un déjà vu al ver cómo la hija de Sandra es secuestrada por un grupo de desconocidos. Saltan chispas de nuevo en la vida de Sandra, y junto a ella, todos volvemos a confiar en Mario (Antonio Garrido), que promete traerla de vuelta sana y salva.
Tras haber visto cómo la niña ha heredado los mismos poderes que tiene su madre y con un emotivo reencuentro de los protagonistas, presenciamos cómo da la vuelta el reloj de arena, y empieza la cuenta atrás para lo que todos esperamos: una historia a la altura del origen de la serie. Los creadores tragan saliva y se atreven a tomar el relevo de la responsabilidad, implicándose con mimo en revivir una ficción que marcó a toda una generación de espectadores.
Poco a poco, empieza a notarse que el dominio de los poderes se traduce en un buen manejo de los efectos especiales y mientras admiramos el estirón que han dado los protagonistas, les acompañamos por un mundo que, como ellos, ha cambiado mucho en poco tiempo. Al llegar a casa, les invaden los recuerdos y desempolvan los antiguos guantes que ocultaban los poderes de Sandra mientras recuerdan algunas de las historias que vivieron entre esas cuatro paredes.
Sin embargo, el peso de una serie tan icónica vuelve a caer a plomo y, de repente nos invade el miedo y creemos que en realidad, como dice Sandra "estamos haciendo como si no hubiera pasado el tiempo", construyendo una historia que no sabemos si soportarán los pilares de la nostalgia y el aprecio que todos sentimos por la serie.
Nos ponemos a pensar y abrimos el baúl de los recuerdos de Los Protegidos: El regreso, utilizando una pesada llave de responsabilidad que podría no ser rentable cuando el final que había ya era ideal para los personajes. Los creadores deberán tener mucho cuidado cuando traigan de vuelta los recuerdos, porque aunque la intención sea buena, podríamos terminar causando sin querer lo que Rosa (Gracia Olayo) define como "un ataque a la nostalgia".
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